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VI. La maravilla del amor humano |
En la encíclica Humanae vitae se estudian algunos problemas
relacionados con la vida y la sexualidad humana. Este documento
fue y sigue siendo objeto de muchas polémicas debido a
una visión y una concepción errónea de la sexualidad y
del hombre en sí. Por lo que debemos de ver
lo que es la sexualidad humana.
Visión actual de la sexualidad
En
la actualidad predomina una concepción prioritaria del sexo como placer.
El sexo es trivializado y reducido a desahogo de un
instinto de dominación. La sexualidad es algo que va junto
con el automóvil, la casa, las vacaciones que hacen sentirse
felices y realizados.
Ante esta visión deformada de la sexualidad
el hombre se convierte en un animal, quizás en un
animal superior. Su única directriz válida que guía su comportamiento
es: disfrutar de lo agradable, huir de lo desagradable. El
placer ante todo.
La sexualidad se ve reducida a su función
fisiológica, desligada del amor, de la familia, y de las
demás facetas de la personalidad como son sentimientos, voluntad, afectos.
Es una búsqueda frenética del placer, un medio para realizarse.
El
sexo no se ve como fruto o complemento de una
relación personal: el otro cuenta como objeto que produce placer,
a lo sumo como compañero de placer. No es esposo
o esposa, sólo mi partner, mi pareja.
El uso del sexo
afecta al cuerpo, como si fuera algo parecido al aparato
digestivo o al aparato respiratorio, nada tiene que ver con
el alma. Hay quienes dicen que abstenerse de tener
relaciones sexuales, sea por la causa que sea, lastima al
hombre, le ocasiona un sin fin de males.
Luego se piensa
que el individuo es dueño de su cuerpo, nadie puede
ponerle restricciones al uso de las facultades, nadie lo puede
reprimir, u orientar, según las ideas más modernas. Lo
que trae como consecuencia el pensar que cualquier tipo de
relación sexual es correcta, incluso entre personas del mismo sexo.
Con
esta visión de la sexualidad, el amor se reduce a
la genitalidad, perdiendo los valores propiamente humanos de la sexualidad.
Dimensión
antropológica de la sexualidad
El hombre está constituido por una unidad
de dos elementos: cuerpo y alma, el cuerpo no es
un añadido del alma. Esto hace que el cuerpo, al
igual que el alma, tenga una dignidad especial. Cuando actúa
el cuerpo, actúa el “yo”, la persona.
El hombre es una
unidad bien estructurada
Gadium et spes n 14. El
elemento exterior del hombre, el cuerpo es la expresión del
elemento interno, el alma. es decir el cuerpo refleja la
interioridad, el hombre manifiesta lo que hay en su interior
por medio del cuerpo: miradas, gestos, palabras, expresa su personalidad.
No se puede separar la psique del cuerpo; el cuerpo
siempre debe de expresar la verdad y la dignidad humana.
Esto es de gran importancia para fundamentar filosóficamente la visión
cristiana de la sexualidad, pues la actividad sexual del cuerpo
deberá ser reflejo de la interioridad; el amor, la responsabilidad,
la entrega, el compromiso y no el egoísmo, las pasiones
exaltadas o al simple placer.
La sexualidad del hombre involucra
siempre a la totalidad del individuo; a todos los aspectos
de su personalidad. La sexualidad humana está ordenada a la
procreación responsable en función de la familia.
A diferencia de la
sexualidad animal que está dirigida por un ciclo hormonal, la
del hombre es siempre activa, regida por la razón y
la voluntad. Su cauce es el amor no el instinto.
La tendencia más común es equipararlas. La sexualidad humana sería
una parte de su ser “animal”, no de su ser
“racional”.
Lo específico del hombre es su alma, su
espíritu. El cuerpo es común con el animal. Por lo
tanto, la sexualidad es común con los animales. Este esquema
es falso. El ser humano no es una simple suma
o yuxtaposición de dos partes. Es una unidad. Su cuerpo
y su espíritu están unidos de modo que no se
pueden separar. Hay actividades que son sólo materiales (digestión) y
actividades que son sólo espirituales (fama). Pero, muchas otras participan
de ambas partes. Así es la sexualidad, que, tiene una
parte corporal y otra psíco-espiritual. Esta afirmación tiene mucha importancia
en la moral sexual. El sexo no es sólo algo
animal. Hay una sexualidad humana. El sexo, tiene algo específico
(espiritual) en el ser humano.
Por ello, en el trato hombre-mujer,
hay dos tipos posibles de relación:
Relación sexual: Con actividad genital.
Relación
sexual: Sin ejercicio de la acción genital, pero sin dejar
de lado la estructura diferencial.
El plan de Dios sobre el
hombre y la mujer desde el principio fue que fueran
fecundos y poblasen la tierra. (Gn. 1, 26-28). Para ello
instituye el matrimonio, por eso el uso de la sexualidad
fuera del matrimonio, es ilícito.
Como el placer es parte
de la sexualidad, Dios nos da dos mandamientos para poder
orientar el instinto sexual. Uno de ellos es el “sexto”, no
cometerás actos impuros, que implica todos los pecados externos, y
el “noveno”, no consentirás deseos impuros, que implica todo pecado
interno.
Para facilitar el cumplimiento de el mandato divino de creced
y multiplicaos, Dios asoció al acto sexual, el placer. Pero
como buscar el placer por sí mismo, va contra el
plan divino, se necesita vivir la virtud de la
castidad.
La virtud de la castidad
La castidad es la virtud que
modera el uso de la sexualidad según la razón y
la fe. Cuando decimos moderar no nos referimos a “usarla
un poco”, sino a encauzar, orientar su uso. No equivale,
tampoco, a la supresión de la fuerza de la sexualidad
(en ese caso los eunucos serían los más castos) sino
que busca guardar su potencialidad para el momento oportuno. La
castidad adopta diversas formas, tiene diversas exigencias según el estado
de vida de cada individuo.
Hay diversos medios sobrenaturales para vivirla:
.Vida sacramental .Oración frecuente .Cercanía y devoción a la Virgen .Sacrificio y mortificación .Dirección
espiritual
Como también hay medios naturales que ayudan:
.La formación del carácter
y de la personalidad .Educación de la voluntad .Selección de amistades .Evitar ocasiones
de pecado .Descanso adecuado y diversiones sanas
Hay un principio moral que
dice que la persona humana es el valor mayor de
todo lo creado, por lo tanto, no debemos confundirnos, dejándonos
llevar por los criterios del mundo.
El hombre debe armonizar la
vida espiritual y la vida material, pues aunque el espíritu,
por ser trascendente, es más importante, este eleva lo material
a un plano más alto.
El hombre debe fortalecer su voluntad
para vivir rectamente, entonces es muy importante ejercer esta
virtud. La castidad obliga a todos. Existe una tendencia a
pensar que solamente las personas consagradas a Dios o los
solteros están obligados a vivir esta virtud, los casados deben
ser castos, también.
La virginidad
Muchas veces pensamos que la castidad y
la virginidad es lo mismo. Nada más lejos de ello,
son dos cosas totalmente diferentes. Todos tenemos que ser castos,
más no todos tenemos que ser vírgenes.
La virginidad es la
consagración de la sexualidad y renuncia al uso de la
misma por un ideal superior, viviendo en continencia perfecta. Puede
tener motivos naturales (servicio a los demás, desempeños sociales, etc.)
o motivos sobrenaturales (dedicación a Dios o a la Iglesia.
(Mt. 19, 12).
El pudor
Parte muy importante de la castidad es
el pudor, que no es otra cosa, que un mecanismo
psíquico de autodefensa de la propia intimidad. Es un recurso
natural, no una virtud. Es obvio que puede haber excesos
y defectos en la educación del pudor, pero esto no
elimina la utilidad y necesidad de educarlo.
Dimensión de relación en
la sexualidad
La dimensión de relación es la característica de la
psicología de la persona que determina su actitud en el
trato con los demás. Es claro que el tipo de
vida sexual que lleva cada persona determina el modo como
trate a los demás. Para comprenderlo más tengamos en cuenta
que: La sexualidad es un diálogo. Hay un dar y un
recibir. Por eso quien sólo da (prostitutas) o quien sólo
recibe (egoísta) llega a deformaciones psíquicas.
Cuando no hay diálogo en
el ejercicio de la sexualidad (masturbación) es frustrante y aislante.
En vez de llevar al diálogo lleva a la incomunicación
y al trauma.
La sexualidad es una expresión psicosomática que se
manifiesta en lenguaje corporal de gestos. Luego puede darse en
la sexualidad la sinceridad y la mentira, favoreciendo la autenticidad
en el primer caso y la doble personalidad en el
segundo.
Visión cristiana de la sexualidad
Según los planes de Dios, hombre
y mujer forman una sola carne (Gn. 2, 24) y
constituyen un nuevo proyecto de vida (Mt. 19, 4-6). La
sexualidad es el modo que tiene el hombre para comunicar
el don de la vida, don recibido de Dios.
Cristo elevó
la unión de hombre y mujer a la dignidad de
sacramento. El amor sexual se sobrenaturaliza convirtiéndose en expresión de
la caridad teologal.
La educación sexual
La información sexual no debe de
reducirse a hablar solo de las funciones biológicas, debe tocar
los valores éticos, antropológicos y psicológicos que comprenden la personalidad
sexual del individuo.
El conocimiento de la vida sexual y de
los datos básicos sobre su funcionamiento y significado es fundamental
para evitar errores y tergiversaciones. Es preferible llegar antes. Sin
embargo, se exige equilibrio para no adelantar etapas innecesariamente y
provocar curiosidad y experiencias inmaduras en quien no está preparado
suficientemente. Lo más útil, para actuar al ritmo natural del
niño, es el diálogo constante papás-hijos (siempre que hay una
pregunta es signo de que hay un avance en la
maduración del niño y la necesidad de aportar nuevos datos).
También ayuda el conocimiento del niño (no todos los hijos
de una misma familia son iguales) y la vigilancia para
descubrir las nuevas inquietudes y dificultades, sobre todo a medida
que avanza la adolescencia y aumenta el hermetismo.
Diálogo padre-hijo, madre-hija.
En la medida que hay confianza y apertura entre padres
e hijos se consiguen mejores canales de información y de
motivación para ayudar a los jóvenes. Dado que con el
avance de la adolescencia y juventud la brecha de comunicación
crece y la dificultad de apertura en los hijos aumenta,
es muy importante iniciar el hábito de la comunicación íntima
y sincera desde mucho antes. Es necesario comprender que, de
cuánto decimos, se destaca el papel insustituible de los padres
como los mejores educadores de la sexualidad en los hijos,
pues en el ambiente familiar la sexualidad es más espontánea
y natural (aunque en muchos ambientes prevalezca todavía algo de
“tabú” para hablar sobre el tema).
Educación de la voluntad. La
sexualidad es una pasión muy atrayente, porque satisface muchos aspectos
de la persona (relación social, experiencia táctil y auditiva, afectividad,
emotividad ...). Por eso requiere que se le contraponga una
fuerza muy decidida. Además, es una pasión que nace dentro
de la persona misma. Por eso requiere una fuerza que
no sea simplemente exterior o impuesta. La fuerza que puede
controlar la energía potente de la sexualidad es la voluntad
firme y decidida. Es una fuerza personal profunda e interior.
Por eso, ayudan la disciplina personal, el trabajo responsable, las
motivaciones sólidas naturales y sobrenaturales.
Compensar la liberación de energías físicas.
El joven tiene gran vitalidad. Necesita desfogar su vigor. De
lo contrario orientará su exuberancia vital por causes de desenfreno
sexual. El deporte, el trabajo físico, la actividad creativa y
dinámica son excelentes medios para eliminar las tensiones físicas.
Educar a
seleccionar pensamientos, las lecturas humanistas llenas de valores, los espectáculos
sanos, el control de los estados de ánimo, etc. son
vitales. Pueden ayudar el contacto con la naturaleza (sobre todo
para los que viven en la ciudad), el trabajo físico,
los “hobbies” educativos, etc.
Criterios dados. Es necesario tener rincipios humanos
y cristianos bien definidos. Distinguir lo que es correcto de
lo que es perjudicial a la totalidad de la persona.
Educar hábitos de pudor y control de las reacciones para
vivir dominando la vida y que la vida no nos
domine.
Autoconvicción. No vivir envidiando a los desenfrenados y aguantando un
control que, en el fondo, es impuesto y no deseado.
Conseguir que la virtud de la castidad sea amada y
no soportada, mediante el descubrimiento de los valores que entraña
y la experiencia de los beneficios que aporta en la
vida cristiana y en la vida humana.
Consecuencias de no vivir
la virtud de la castidad
Enemistad con Dios: lo que hace
que se ponga en peligro la posibilidad de la salvación.
Ciega
y hace más difícil el entender las cosas espirituales. “El
hombre animal no puede percibir las cosas que son del
Espíritu de Dios”. (1Cor. 2, 14.) Santo Tomás: “La lujuria
nos impide pensar en lo eterno”.
Produce un aburrimiento, un tedio
muy profundo por la vida. Los placeres en los que
se tenía puesta la felicidad, se acaban, defraudan.
Va llevando a
todo tipo de pecado y desgracias. Se llega a arruinar
la familia, a los hijos, las pasiones hacen que se
sacrifiquen muchas cosas.
Trae consigo un desgasto físico y emocional.
Falta
de carácter y personalidad, intranquilidad y falta de alegría.
La castidad,
por el contrario, nos lleva a un amor a Dios
más profundo, fortalece el carácter y hace crecer en la
reciedumbre, la paz interior y la alegría.
Significado de la concupiscencia
Dios
nos creó y nos hizo hombres formados de alma
y cuerpo, con inteligencia, voluntad y libertad.
En algunas ocasiones
de la vida, dejamos de usar la inteligencia para actuar.
Nos dejamos llevar por alguna cosa que nos llama
la atención, nos dejamos llevar por lo que nos dictan
los sentidos y los sentimientos. Haciendo que la concupiscencia aparezca,
es decir, que el cuerpo y sus sensaciones manden
sobre la inteligencia y sobre el alma, dejándose llevar por
los sentidos y por las cosas terrenales.
Aquí la persona ya
no está usando su inteligencia, sólo se está dejando llevar
por sus sentidos, sin medir las consecuencias.
Al dejar que la
concupiscencia aparezca, el hombre se rebaja (se "animaliza") y no
ve más allá. El hombre olvida que es un ser
llamado a la felicidad eterna y empieza a buscar la
felicidad en los placeres y sensaciones del cuerpo, quedando atrapado
en ellas.
Para profundizar:
Pecados contra el sexto mandamiento
Voluntad de Placer
Catesismo de la Iglesia Católica Sexto Mandamiento
Familiaris Consortio
Para Salvarte 6° mandamiento Pág 630, num.
68.
VII. No robarás: el respeto a la propiedad |
El verdadero fin de los bienes materiales y la recta manera de obtenerlos |
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VII. No robarás: el respeto a la propiedad |
El hombre tiene derecho a cuatro clases de bienes: la
vida, la fama, el honor, y los bienes materiales. En
el quinto mandamiento vimos la vida, en el octavo mandamiento
veremos la fama y el honor. Aquí veremos lo referente
a los bienes materiales en el séptimo mandamiento.
En el
libro del Génesis 1, 28 y siguientes, encontramos que Dios
le dijo a Adán y a Eva: Dominen sobre las
aves del cielo y sobre los peces del mar y
sobre todo ser viviente que se mueva sobre la tierra.
Que todas las hierbas y todos los árboles que crecen
sobre la tierra les sirvan de alimento.
Dios creó a todos
los seres de la tierra para el bien del hombre,
no de un solo hombre, sino de todos los hombres.
De
acuerdo a esto, todo hombre tiene derecho a tomar de
la tierra lo que necesite para vivir. Pero, en la
realidad vemos que esto no pasa así ya que nos
encontramos con que unos cuantos son dueños de la cosecha
del maíz o de la avena. Hay personas que tienen
muchos animales y otros, apenas una vaca.
¿Es justo que unos
tengan más que otros? ¿Es lo que Dios ha querido? Dios
quiere que todo hombre tenga las cosas necesarias para poder
sobrevivir. Este derecho a "tener" es a lo que llamamos
"propiedad privada.
Nos podemos preguntar ¿tener qué? Podemos habla de tener
una casa, tener comida, vestido y los medios materiales necesarios
para vivir como una persona digna.
¿Cómo se logra tener
todas estas cosas tan importantes para poder vivir?
Trabajando. El trabajo
es la manera justa de conseguir lo necesario para sobrevivir. Desde
el principio, Dios quiso que el hombre trabajara. En el
Génesis 2,15, dice:"amó pues Dios al hombre y lo puso
en el paraíso para que lo cultivase y guardase."
El trabajo
es algo bueno y querido por Dios. San Pablo escribió en
una ocasión: "El que no trabaja, que no coma". Segunda
Carta a los Tesalonicenses 3, 10.
¿Pero, por qué no
todos ganamos igual?
Hay quienes tienen más y quienes tienen menos,
dependiendo de su trabajo y de su capacidad física e
intelectual. Estas diferencias son naturales y buenas. Sería totalmente injusto
que recibiera de la tierra lo mismo, aquél que trabaja
que aquél que no hace esfuerzo alguno; aquél que ha
estudiado con empeño que aquél otro que no se ha
esforzado nunca por aprender.
El mandato de Dios es: "No
robarás" (Ex. 20,15-17). El séptimo mandamiento prohibe tomar o retener
los bienes del prójimo injustamente y perjudicarle de cualquier forma
en sus propiedades.
Para poder vivir estos mandamientos es necesario desterrar
cualquier rastro de envidia en el corazón humano.
El significado
del Séptimo Mandamiento
El séptimo mandamiento nos prohibe adueñarnos de los
bienes ajenos. Pero, ¿qué son los bienes materiales? Son todas
esas cosas materiales que proceden de Dios y que están
Bajo el dominio del hombre. En sí, son moralmente indiferentes.
Su bondad o su maldad depende del uso que les
dé el ser humano, de la intención con que los
utilice.
Los bienes materiales están destinados a las personas humanas,
en plural, pues tienen un destino universal, no individual.
Los
pecados contra este mandato se presentan de diversas formas: robo,
hurto, fraude, rapiña, usura, saqueo, etc.
Resumiendo, es todo tipo
de usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de
su dueño. Esto es la visión positiva de estos mandamientos
que se viven a través de la virtud de la
pobreza, que veremos más adelante.
Robar significa adueñarse injustamente de algo
que pertenece a otro o causar daño al prójimo en
sus pertenencias.
Existen diversos tipos de robo:
+ Hurto. Es tomar
ocultamente los bienes que pertenecen a otro.
+ Rapiña. Es
adueñarse de lo ajeno por medio de la violencia. Por
ejemplo, un grupo de jóvenes, que se juntan en pandilla
para entrar a la casa de un viejito enfermo, al
que lastiman entrando con violencia y le quitan sus bienes.
+
Fraude. Se peca de fraude de diferentes maneras: haciendo mal
el trabajo, vendiendo mercancía defectuosa o mala, aprovechando que el
comprador no conoce el producto, vendiendo a un precio más
elevado, engañando en los contratos, no cumpliendo con las especificaciones
determinadas, falsificando documentos, etc.
+ Usura. Es cobrar demasiados intereses por
una cantidad prestada, aprovechando la necesidad del otro.
+ Retención.
Es aplazar, no pagar a tiempo el salario de los
trabajadores o los servicios de proveedores para ganar intereses en
el banco. Por ejemplo, un patrón que se retrasa varios
meses en pagar a sus empleados porque tiene el dinero
metido en el banco para su beneficio personal.
+ Acaparamiento. Es
guardar, para la propia conveniencia, una gran cantidad de artículos
de primera necesidad en tiempos de escasez o devastación. Por
ejemplo, cuando se da un desastre natural, como un desborde
de río. Sé que faltará agua embotellada y la compro
para luego, cuando los demás la necesiten, venderla con un
sobreprecio.
+ Avaricia. Es tener demasiado y querer siempre tener más,
sin dar oportunidad a otros de trabajar para tener también.
Por ejemplo, soy una persona que tiene lo necesario para
vivir y un poquito más, sin embargo, no me conformo
con lo que tengo y quiero tener mucho más.
+ Consumismo.
Es comprar cosas superfluas e innecesarias, en vez de utilizar
ese dinero para ayudar, creando fuentes de trabajo para las
gentes que no tienen siquiera lo indispensable para sobrevivir.
+
Dañar bienes ajenos. Maltratarlos o destruirlos por ira, odio, venganza
o descuido. Por ejemplo, aquel que, por descuido, perdió el
libro que le prestamos y que era tan importante para
nosotros.
+ Despojo. Es robarse bienes inmuebles, casa, terrenos, etc.
+ Plagio.
Es robar derechos o bienes intangibles, como decir que uno
es el compositor de una música que fue compuesta por
otro.
El robo es pecado grave contra la justicia, pero existe
parvedad de materia. NO es lo mismo robar algo de
poco valor que no rompe gravemente el derecho ajeno, ni
la caridad.
No sólo el que roba es ladrón.
Son ladrones
también los que mandan robar, los que están de acuerdo
en que se robe, los que participan de lo robado,
los que pudiendo prohibir el robo no lo hacen, los
que no denuncian los robos y los que prestan ayuda
a los ladrones.
Robar por necesidad o cuando la necesidad es
verdaderamente grave, es decir, cuando está en peligro la vida
y no hay otra manera de conseguir lo que necesito,
entonces es válido tomar, aunque pertenezca a otro, aquello que
necesito para sobrevivir. Es válido tomar lo ajeno por hambre cuando
no existe ninguna manera, y se han agotado todos los
medios, para conseguir el dinero necesario. Esto es como en
tiempo de guerra y después de la guerra, en los
que no hay empleos ni comida.
Sin embargo, esto no es
válido cuando a la persona a quien se lo quitó,
la dejo también en una gran necesidad o en peligro
de muerte. o Para cobrar una deuda, si es que no
hay otra forma de cobrarla y se han agotado todos
los medios humanos, civiles y judiciales para hacerlo. Entonces es
válido tomar lo que en justicia nos pertenece, aún cuando
el otro se oponga. Esto se llama compensación oculta
En lo
que se refiere a fraudes al fisco, tema muy actual,
el problema es muy complejo, pero podemos decir: La autoridad tiene
todo el derecho de imponer tributos. Las leyes a este
respecto obligan en conciencia. Si se rompe la ley, se
falta a la justicia y por lo tanto se tiene
que restituir.
No es lícito retener, sin un motivo legítimo, lo
que es del otro. Tales como, quienes se niegan a
pagar sus deudas, los que no devuelven lo que se
les ha prestado.
Los que engañan en las cuentas. Los que
encuentran algo perdido y lo guardan sin hacer el intento
de encontrar al dueño.
También dañan injustamente, quienes por malicia o
por culpable negligencia, dañan y perjudican gravemente al prójimo en
sus bienes, ya sea destruyéndolos o deteriorándolos.
Los que por chismes
hacen que una persona pierda el empleo, o la fama.
Los
que descuidan las obligaciones de sus cargos. Un ejemplo sería
los médicos que npo cumplen con sus obligaciones.
Para reparar el
pecado de robo
El robo, por el daño que causa en
los demás, exige para su reparación devolver lo que se
quitó al otro o la reparación de los daños causados.
Cómo
cumplir con el Séptimo Mandamiento?
Tres formas de cumplir el Séptimo
Mandamiento: la austeridad, la justicia y la generosidad.
Austeridad. Es el
justo equilibrio entre el lujo y la miseria. Es tener
lo necesario y lo suficiente para cumplir, de la mejor
manera posible, con la misión que Dios nos ha encomendado,
de acuerdo con el estado y condición de vida de
cada persona.
Los bienes materiales son buenos. Dios quiere que los
tengamos y los usemos para llegar a él, pero debemos
usarlos solamente como medio y nunca verlos como un fin
en sí mismos. Por ejemplo, trabajamos para ganar dinero y
poder satisfacer nuestras necesidades y las de la familia pero
no para tener cada día más y más y poder
tener cosas que no son necesarias ni indispensables para nuestra
vida.
La austeridad es una virtud que se debe estudiar personalmente,
en conciencia, pues cada persona tiene una misión diferente y
por lo tanto, necesidades reales diferentes. Un coche, por ejemplo,
puede ser una necesidad real para alguien que necesita transportarse
de un lugar a otro, pero puede ser un lujo
innecesario para alguien que tiene cinco coches más estacionados en
su casa y que compra otro "sólo por que lo
vio y le gustó". El tipo y el modelo de
coche necesario también es algo individual, pues puede haber alguien
que lo único que necesita son cuatro ruedas y un
volante, mientras puede haber personas que lo que necesitan de
un coche sea la comodidad, otros la elegancia, otros la
velocidad, otros el tamaño y otros, sólo el transporte.
Es importante
aclarar que no podemos juzgar a nadie. Sólo nosotros y
nuestra conciencia podrán decidir cuando exista una necesidad real o
cuando se está cayendo en el pecado del consumismo, la
avaricia o el acaparamiento.
Una vez que el hombre cubre sus
necesidades reales, la austeridad le indica poner todo lo que
le sobra al servicio de los demás, creando fuentes de
empleo o apoyando obras de caridad.
Justicia. Es saber dar
a cada persona lo que se merece. La Virtud de
la Justicia nos ayudará a saber administrar correctamente nuestros bienes
materiales, usándolos para nuestro propio bien y el de los
demás. La justicia nos ayudará a conocer cuáles son nuestras
necesidades reales y cuáles han sido creadas por las trampas
de la publicidad, haciéndonos creer que necesitamos algo que realmente
no necesitamos.
La justicia nos ayudará a saber pagar lo justo
por los servicios que los demás nos presten, sin querer
estafarlos o engañarlos.
La generosidad. Es la virtud que nos ayudará
a desprendernos de los bienes que poseemos en favor de
los otros. La Virtud de la Generosidad nos lleva a
compartir "más allá de la justicia", sacrificando tal vez alguna
necesidad real, pero no indispensable, para ayudar a alguien que
no tenga siquiera lo necesario para sobrevivir.
¿Qué nos dice la
Iglesia sobre el correcto uso de los bienes? Ella nos
recuerda a través su Doctrina Social cómo se debe de
comportar el el cristiano en la sociedad
Lecturas complementarias: Gaudium et Spes cap 3
Para Salvarte 7° mandamiento
Pág 795, num. 63.
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VIII. No dirás falso testimonio ni mentirás |
La verdad en tu camino |
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VIII. No dirás falso testimonio ni mentirás |
Vivimos en una sociedad dónde cuenta más la imagen y
la apariencia, por ello, es muy común ver cómo se
deforma la realidad.
El octavo mandamiento prohibe decir mentiras
y todo lo que atenta a la fama y al
honor del prójimo. El mandato dice: No levantar falso testimonio,
ni mentirás. En otras palabras: No mentirás.
Este mandamiento nos prescribe
los deberes relativos a: La veracidad, el honor, la fama.
Siempre hay
que decir la verdad. El hombre debe obrar íntegramente bien
en cada acto. Verdad: Adecuación o correspondencia entre la realidad y
lo que pensamos. La verdad es la relación adecuada entre
la mente y el objeto. Verdad objetiva es la relación
adecuada entre mente – objeto y sin obstáculos. La verdad subjetiva
es cuando la relación mente – objeto no es adecuada,
por causa de algún obstáculo. En muchas ocasiones puede haber
errores y la persona no se da cuenta de ellos,
o tener la verdad objetiva entre multitud de equivocados.
Ahora bien,
Sto. Tomás nos dice que la verdad es algo divino
porque Dios en Sí mismo es la Verdad. Por lo
tanto, este atributo tienen que vivirlo las creaturas.
El hombre tiene
la capacidad de expresar y comunicar sus pensamientos y sentimientos
y esto lo hace a través de las palabras.
Para hacer
uso de estas facultades se necesita vencer dos tendencias: -La dificultad
para discernir lo verdadero y lo falso. -La inclinación a deformar
u ocultar la verdad.
Emplear bien la palabra es un deber
de justicia, pues todo hombre tiene el derecho de no
ser engañado, y como consecuencia de su dignidad de persona,
tiene el derecho a la fama y al honor.
La virtud
que tiene por objeto lo anterior es la veracidad: que
nos inclina a ser siempre fieles a la verdad.
Cuando no
se expresa la verdad con las palabras, lo llamamos mentira:
que es decir lo contrario de lo que se piensa
con la intención de engañar. Catecismo 2508 Cuando no
se expresa la verdad con gestos, lo llamamos simulación. Cuando no
se expresa la verdad con todo el comportamiento, lo llamamos
hipocresía: que es la vivencia de lo contrario con o
que se predica o piensa Mt. 23, 24-28. La
falsedad es afirmar algo estando equivocados por no conocer con
exactitud un dato, es diferente a la mentira.
La necesidad de
la veracidad es muy clara: Las palabras son la manifestación
externa de las ideas, por lo tanto no se puede
expresar lo contrario al pensamiento porque esto rompería el orden
de las cosas que Dios ha puesto. Además, la veracidad
es necesaria para la vida social, si no hay confianza
entre los hombres, no hay convivencia. Por ello, nunca está
permitido quebrantar la verdad directamente.
Jamás es lícito mentir. Este principio
está basado en la naturaleza de la misma. No está
prohibida porque sea algo malo. La malicia de la mentira
consiste en el desacuerdo entre lo que se piensa y
lo que se dice, no tanto en la falsedad de
las palabras. Para que haya mentira no hace falta engañar
a los otros, basta con que haya una falta de
adecuación entre lo que se piensa y lo que se
dice. La gravedad de la mentira depende del daño que
se puede causar.
La mentira se divide en Mentira jocosa: una broma. Mentira
oficiosa: cuando se dice para favorecer a una persona o
comunidad o ideología. Mentira dañosa: mentira calumniosa, daña la imagen de
alguien.
La gravedad de la mentira depende del tipo de mentira.
La jocosa y la oficiosa normalmente son leve. La mentira
dañosa puede ser grave. La mentira en cuestiones de fe
es pecado mortal.
Los pecados contra la verdad son: Mentira: dar información
falsa, intencionalmente deformada. Esto entraña el deber de reparar el
mal causado. La simulación: mentira que se verifica con hechos. Un
ejemplo sería simular que estoy haciendo algo, cuando en realidad
no lo estoy haciendo. La hipocresía: aparentar externamente lo que no
se es en realidad, para ganarse la aceptación de los
demás. Adulación: exagerar los elogios al prójimo para obtener algún provecho. La
ligereza al hablar, con el consiguiente peligro de apreciaciones inexactas
o injustas. Conlleva el peligro de caer en la difamación
o calumnia. La maledicencia: divulgar una verdad que perjudica a otro,
sin razón objetivamente válida. Ejemplo: Manifestar los defectos ajenos a
otras personas. Lo contrario sería la benedicencia, es decir, hablar
bien de quien se está hablando. La manipulación. Deformar la verdad
con falsedades cuando hay obligación de decir la verdad. La
sociedad tiene el derecho a una información fundada en la
verdad, la libertad y la justicia. Catecismo 2494 Violentar
la intimidad: Espionaje que entra en la vida íntima de
las personas. La ingerencia en la vida privada de las
personas es condenable en la medida que atenta contra su
intimidad y libertad. Catecismo 2492 Juicio temerario: considerar como
cierto una maldad en el prójimo sin motivos suficientes. Es
la aceptación firme de la mente sobre el pecado o
las malas intenciones del prójimo, sin tener motivo suficiente. Es
de pensamiento.
Hay ocasiones en que no es prudente ni justo
decir lo que se piensa. En estos casos es lícito
ocultar la verdad, mas no decir una mentira. El prójimo
tiene derecho a que se le hable con la verdad,
pero no tiene derecho a que le sea revelado lo
que puede ser materia de legítima reserva. Lo prudente en
estos casos es callarse o contestar “no hay nada que
decir”.
Una manera de ocultar la verdad es la restricción mental
que es dar una explicación con un significado oculto para
el que lo escucha. Se aplica la ley de doble
efecto. Ejemplo. Contestar el teléfono y decir “no está”, cuando
en realidad es “no está para ti” la restricción mental
se debe de utilizar lo menos posible porque en muchos
casos de todas maneras sería una mentira o se puede
llegar a abusar de ella. Hay que usarla con gran
cautela.
En cuanto al secreto que es una ocultación de la
verdad, podríamos decir que es la reserva de algo que
no debe manifestarse a quien no tiene derecho de saberlo.
La prudencia puede aconsejar no revelar una información que puede
perjudicar al prójimo. Catecismo 2489. Poner ejemplos de secreto
profesional.
El secreto de confesión es sagrado y no puede ser
revelado bajo ningún pretexto Catecismo 2490. Existen otras
profesiones que implican un secreto profesional y que deben ser
respetados.
¿Cómo equilibrar el derecho al secreto y la obligación de
decir la verdad?. Manteniendo el respeto equilibrado entre dos puntos. -La
propia dignidad (no todo se dice) -El amor (se dice todo
lo que el otro necesita)
Existe otro punto que hay que
tomar en cuenta, la discreción que consiste en no revelar
lo que no es necesario o lo que puede ser
malentendido. Ayuda a respetar la dignidad e intimidad de cada
hombre.
Ahora bien, el derecho a la comunicación de la verdad
no es incondicional Catecismo 2488. Las situaciones concretas
estiman si conviene o no revelar la verdad a quien
la pide: (Bien común, bien y seguridad del prójimo, respeto
a la vida del otro, evitar un escándalo). Nadie esta
obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho
a conocerla.
En cuanto el honor de una persona es decir
el testimonio exterior de la estima que se tiene a
los demás hombres, todo el mundo tiene el derecho a
que se le respete el honor. Este derecho se
quebranta con la injuria, que es un insulto sin justicia
hecha en presencia del ofendido, de palabra o actos.
La
burla es un modo de echarle en cara los defectos
a los demás para avergonzarlo delante de otras personas. La
gravedad se mide según el tipo de burla y a
quien o que se refiere.
Los pecados contra este mandamiento no
sólo son de pensamiento y de palabra, sino que también
existe el pecado de oído. Cuando se escucha con gusto
la crítica, la calumnia, la murmuración, aunque no se diga
nada, al aceptarlo se está cooperando con el pecado de
otro.
En resumen, para evitar el pecado contra este mandamiento es
necesario educarse en la sinceridad interior y exigencia de la
práctica de la caridad en el uso de la palabra.
Para
profundizar: Evangelium Vitae nn 19-20
Para Salvarte 8° mandamiento Pág
808, num. 70.
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IX. No consentirás pensamientos, ni deseos impuros |
Para vivir el noveno mandamiento |
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IX. No consentirás pensamientos, ni deseos impuros |
Mencionamos ya que el placer es parte de la sexualidad,
y que Dios nos da dos mandamientos para poder orientar
el instinto sexual. El sexto y el "noveno”, no consentirás deseos
impuros, que implica todo pecado interno.
¿Cómo son tus pensamientos? El medio
ambiente que nos rodea y los medios de comunicación, en
muchas ocasiones, nos hacen creer como bueno lo que no
lo es. Lo cual nos puede llegar a confundir.
No olvidemos
que, a raíz del pecado original, el hombre quedó marcado
por la concupiscencia, es decir con una inclinación al mal.
El
significado del Noveno Mandamiento
Con el Noveno Mandamiento, Dios nos pone
en guardia contra los peligros del camino que nos pueden
atraer y alejarnos de Él y de nuestra felicidad. No
consentirás pensamientos y deseos impuros significa:
No permitas que nada
ni nadie te haga olvidar que estás llamado a ser
feliz al lado de Dios. No te estaciones, sigue caminando
hasta llegar a tu meta.
Por ejemplo, Dios en el matrimonio
nos permite ser felices disfrutando de una vida sexual en
la que las sensaciones juegan un papel importante.
Si somos
unas personas normales, es natural que reaccionemos ante los estímulos
que se nos presentan en el mundo.
Los sentimientos y sensaciones,
no son malos de ninguna manera. Son prueba de que
somos normales Pero, éstos deben ser controlados por la razón.
No nos deben hacer esclavos o dependientes.
La imaginación…
Seguramente, alguna
vez habremos escuchado una estación de radio en la cual,
de pronto, se mete una onda de electricidad que no
nos permite escuchar nuestra canción favorita. Esto sucede en
la vida real con la imaginación: podemos tener muy claro
nuestro fin, pero de pronto, al ver una imagen, nuestra
imaginación empieza a "meter ruido" en nuestro cerebro y puede
suceder que, de un momento a otro, perdamos contacto con
nuestra inteligencia y con Dios. Y, seguramente, terminemos haciendo las
locuras que nuestra imaginación nos dicte... con las consecuencias que
ello nos traiga.
La imaginación es una herramienta maravillosa, un don
de Dios al que debemos en gran parte el desarrollo
científico, artístico y tecnológico del mundo, pero "desatada" es un
verdadero peligro:
- Puede convertir un ruido en la
oscuridad en una historia de terror.
- Puede convertir una fotografía en
una historia de lujuria y sensualidad.
- Puede convertir un error humano
en un verdadero drama, pues no mide, no se limita,
inventa y juzga a su antojo.
- Puede hacer ver correcto lo
que no lo es.
No en vano Santa Teresa llamaba a
la imaginación "la loca de la casa".
La imaginación, fuera del
control de la inteligencia, puede hacernos ver como atractivas algunas
cosas que no lo son en realidad.
En el Noveno Mandamiento
Dios nos aconseja que pongamos "riendas" a nuestra imaginación y
que no permitamos que se "desboque" ante cualquier estímulo que
reciben nuestros sentidos.
Es importante a cualquier edad y estado de
vida, cuidar lo que vemos, lo que oímos, lo que
leemos para no caer en tentación.
Algunos medios prácticos para cumplir
con el Noveno Mandamiento
Busquemos siempre lo mejor para nosotros y
para los demás comportándonos de acuerdo a nuestra dignidad de
cristianos, siendo un ejemplo de pureza y grandeza de alma.
¿Cómo?
- Seleccionando cuidadosamente nuestras amistades y la manera de
divertirnos.
- Alejándonos de las situaciones peligrosas. Evitando ponernos en peligro
asistiendo a espectáculos o lugares sospechosos.
Pecados contra el noveno
mandamiento
Cuando se busca el placer sexual cómo un fin en
sí mismo, es decir, buscarlo fuera del marco natural deseado
por Dios, se pueden cometer pecados contra este mandamiento.
Hemos dicho
que los pecados que atentan contra el noveno mandamiento son
actos internos, por lo cual, generalmente, son pecados de pensamiento
que alientan deseos, imaginaciones, recuerdos, emociones con el fin de
procurar un placer sexual.
Estos deben ser consentidos que significa que
van más allá de una simple impresión de placer de
algo que pasa por la mente sin haberlo deseado o
buscado. Para profundizar:
Para Salvarte 9° mandamiento Pág 815, num.
63.
Familiaris Consortio n 14
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X. No codiciarás ... nada que sea de tu prójimo |
¿Qué nos dice el Décimo Mandamiento? |
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X. No codiciarás ... nada que sea de tu prójimo |
El décimo mandamiento prohibe la avaricia y el deseo inmoderado
de apropiación de los bienes terrenos y del poder.
El Evangelio
nos enseña cuál debe de ser la actitud del hombre
ante las riquezas y los bienes de este mundo. Recordemos
que dónde tenemos puesto el corazón, ahí encontraremos nuestro tesoro.
Si el precepto más importante es amar a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo com a ti mismo,
entonces el tesoro del hombre debe ser llegar a poseer
a Dios, por tanto, nuestro corazón debe estar puesto en
dios y en el servicio a los demás.
No olvidemos que
las riquezas, los bienes de este mundo son únicamente una
ayuda para que cada quien pueda llevar a cabo su
misión.
Cuando el corazón se desvía y en lugar de tender
a Dios y buscar el bien de los demás comienza
a desear sólo poseer riquezas, se rompe la recta jerarquía
de valores y los criterios ya no son los del
Evangelio.
Se desean los bienes del otro, aparece la envidia,
la sospecha. Se sufre cuando el otro goza de sus
bienes, cuando, en realidad, se debería sentir alegría.
La envidia no
es otra cosa que la tristeza que se siente ante
el bien del otro que conlleva un deseo desordenado por
apropiárselo, es un pecado capital. Este mandamiento exige destarrar de
nuestro corazón cualquier rastro de envidia.
A medida que este sentimiento
va creciendo, va tomando posesión de la persona, lo que
trae como consecuencia, comportamientos más graves, llegando a cometer grandes
injusticias sólo para tener más.
Vivimos en una época donde el
tener se ha convertido en una obsesión, el ser, parecería
que no tiene gran importancia. siendo que debería de ser
todo lo contrario.
La obsesión por los bienes materiales nos impide
el acercarnos a Dios, el alma se olvida de lo
único necesario, Dios. Los bienes se convierten en fines y
no medios, perdiendo su justa dimensión.
¿Cómo vivir el Décimo Mandamiento?
El
Décimo Mandamiento se cumple viviendo la virtud de la liberalidad,
y se transgrede con los pecados de avaricia y prodigalidad.
La
liberalidad es la virtud que regula el amor a las
cosas materiales y hace que se empleen según el deseo
de Dios. Al moderar el amor a las cosas materiales, se
actúa en contra de la avaricia.
Al emplear las cosas según
el deseo de Dios, se actúa contra la prodigalidad.
La avaricia
es el deseo desordenado de las cosas materiales. Es un
pecado “capital”.
La avaricia puede adoptar la forma de tacañería, es
decir, escatimar los gastos razonables.
También puede adoptar la actitud de
codicia, que trata de acumular más y más riquezas.
La prodigalidad
es el vicio que lleva a gastar el dinero de
manera inconsiderada y desmesuradamente.
El alcance doctrinal del Séptimo y Décimo
Mandamientos se completa con la dimensión social de los bienes
creados.
Conoce la Doctrina Social de la Iglesia: El cristiano
en la sociedad
Para profundizar: Catecismo de la Iglesia Católica nn.
2534-2557
Para Salvarte 10° mandamiento Pág 818, num. 72.
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Libro Curso de los Los Diez Mandamientos |
Explicación didáctica, directa y positiva, de los mandamientos. |
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No sé si hablar hoy de los diez mandamientos es
original o no. A lo mejor están pasados de moda
y hay que inventar otros mandamientos.
De hecho, ignoro si sabrás
que hace unos años en Johannesburgo se reunieron los grandes
de la tierra y quisieron cambiar el Decálogo de Dios
por otro decálogo, inventado por ellos, para no herir las
susceptibilidades de quienes eran ateos o agnósticos.
Consciente de que
el Decálogo es brújula que siempre marca el norte del
bien, yo he querido escribir este libro especialmente para ti,
querido joven, para que no sólo no te pierdas en
el camino de tu vida, sino sobre todo llegues a
Dios, a tu realización completa y a tu felicidad verdadera
y auténtica.
Al explicarte cada mandamiento, he tratado de ser claro,
didáctico, directo y positivo, por qué no. He ido salpicando
en cada mandamiento algunas anécdotas que ejemplifican dicho mandamiento y
hacen la lectura más amena y distendida. Al final de
cada mandamiento, te regalo la síntesis del Catecismo de la
Iglesia católica de dicho mandamiento.
Dado que quiero que no
sólo quede en una simple lectura, también te he dejado
diez preguntas para tu reflexión personal o en grupo. Dichas
preguntas te harán pensar y llevar ese mandamiento a tu
vida e incluso te ayudarán para una discusión en equipo.
Y
termino con una lectura para que la saborees.
Te deseo lo
mejor con la lectura de mi libro. Ojalá, Dios, a
través de estas páginas, te dé luz y aliento.
INDICE
Capítulo 1 ¿Qué son los diez mandamientos?
Capítulo 2 Características, dificultades y frutos de los
mandamientos.
Capítulo 3 Primero: Amarás a Dios sobre
todas las cosas
Capítulo 4 Segundo: No tomarás
el nombre de Dios en vano
Capítulo 5
Tercero: Santificarás las fiestas
Capítulo 6 Cuarto:
Honrarás a tu padre y a tu madre
Capítulo
7 Quinto: No matarás
Capítulo 8
Sexto: No cometerás actos impuros
Capítulo 9
Séptimo: No robarás
Capítulo 10 Octavo:
No dirás falso testimonio ni mentirás
Capítulo 11
Noveno: No desearás la mujer o varón que no
te pertenece
Capítulo 12 Décimo: No codiciarás
los bienes ajenos
Capítulo 13 Resúmen del
decálogo
Capítulo 14 Conclusión
Capítulo 15
Bibliografía
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