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Sísoes el Magno, Santo |
Eremita
Martirologio Romano: En Egipto, san Sísoes, de sobrenombre “Magno”, ermitaño,
muy célebre por la perfección con que practicó la vida
monástica (c. 429). San Sisoes el
Magno (+ 429) era un monje solitario, vivió en el
IV siglo, seguidor del ascetismo en el desierto egipcio, primero
en Nitria, luego en una cueva, santificada por las labores
piadosas de su predecesor en ese lugar, San Antonio
el Grande. Y dijo al habitarla "Así en la cueva
de un león, un zorro hace a su morada".
Sumamente estricto con él mismo, San Sisoes
era muy misericordioso y compasivo con otros, él recibió a
todos con amor. A aquéllos que lo visitaron, el santo
enseñó en primer lugar siempre la humildad. Cuando uno de
los monjes preguntó que cómo él podría lograr un recuerdo
constante de Dios, San Sisoes comentó, que "Ésa no es
ninguna gran cosa, mi hijo, pero es una gran cosa
considerarse inferior a todos los demás. Esto lleva a la
adquisición de humildad." Preguntado por los monjes si un año
es suficiente para el arrepentimiento si un hermano peca, Abad
Sisoes dijo, "yo confío en la misericordia de Dios que
si tal hombre se arrepiente con todos su corazón, entonces
Dios aceptará su arrepentimiento en tres días."
Cuando San Sisoes estaba en su lecho de muerte,
los discípulos que lo rodeaban vieron que su cara brillaba
como el sol. Ellos le preguntaron lo que él veía,
el agonizante Abad Sisoes contestó que él vio a San
Antonio, los profetas, y los apóstoles. Su cara aumentó en
el brillo, y él habló con alguien. Los monjes preguntaron
"Con quien está hablando, Padre?” Él dijo que los ángeles
habían venido por su alma, y él estaba rogándoles darle
un poco más tiempo para el arrepentimiento. Los monjes dijeron,
"Usted no tiene la necesidad del arrepentimiento, Santo Padre"
Sisoes dijo con gran humildad, que "yo pienso que ni
siquiera he comenzado a arrepentirme". Después de estas
palabras la cara del Abad brilló tan brillantemente que los
hermanos no podían verle, San Sisoes les dijo que él
vio al Señor mismo. Había una llamarada entonces como el
relámpago, y un olor fragante, y Abad Sisoes partió al
Reino Celestial.
San Sísoes es también venerado por la Iglesía
Católica Ortodoxa
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