¿Por qué me dejé atrapar por un túnel de negatividad y olvidé que para el cristiano existe un horizonte de esperanza? | |
Noto que me asfixio. El horizonte parece gris, confuso, incierto. La vida parece sin sentido, absurda, casi trágica. De repente, un movimiento interior del alma me lleva a levantar los ojos y el corazón a un horizonte distinto, maravilloso, bueno: Dios es Padre, Cristo es Salvador, el Espíritu Santo consuela a los creyentes. ¿Tan fácil es cambiar de aires? ¿Cómo, entonces, pasé días, semanas, quizá meses, asfixiándome? ¿Por qué me dejé atrapar por un túnel de negatividad y olvidé que para el cristiano existe un horizonte de esperanza, de Pascua, de misericordia? Es misteriosa la existencia humana. Somos capaces de morir de sed a unos pasos de la fuente. Incluso a veces llegamos a la desidia más completa cuando tenemos fuerzas en los brazos y energías escondidas con las que podríamos sembrar de bondad un rinconcito del planeta. Dios, mientras, espera. No puede obligarnos a tener vivas en los corazones las verdades propias de la fe católica. No puede arrancar la mala hierba que dejamos crecer en nuestras almas. No nos ata a un poste de luz para que no podamos llegar a ese gesto absurdo que se llama pecado. Dios espera, y llama. Porque somos hijos, porque somos débiles, porque somos frágiles, porque hemos pecado tantas veces. Vino, precisamente, a buscar la oveja perdida, a encontrar la moneda caprichosa, a abrazar al hijo que huele a porqueriza (cf. Lc 15). Vino porque no puede olvidar que somos obra de sus manos, porque me amó al crear a Adán y Eva, y porque volvió a amarme en la Encarnación del Hijo. Vino, simplemente, para invitarme a un aire nuevo, a un mundo hermoso, a una Jerusalén celeste, a las fiestas, eternas, del Cordero. |
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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