*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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miércoles, 2 de mayo de 2012
¿«Por muchos» o «por todos»?
Mensaje de Benedicto XVI sobre la fórmula para consagrar el vino durante la misa
Esta vez, Benedicto XVI prefirió hablar en alemán, para que el mensaje llegara fuerte y claro a todo el mundo, incluidos los italianos. La carta firmada el 14 de abril para los obispos alemanes afronta articuladamente la cuestión sobre las fórmulas post-conciliares para consagrar el vino durante las celebraciones eucarísticas. Una aclaración decidida para subrayar las indicaciones que había dado al respecto la Sede Apostólica cuando comenzó el Pontificado ratzingeriano, y que hasta ahora habían encontrado una débil respuesta por parte de algunos episcopados (como el italiano) que normalmente se adecúan a las sugerencias pastorales y litírgicas del Vaticano.
El nudo de la cuestión es la fórmula que se usa durante la oración eucarística para consagrar el vino, para que se convierta en la sangre de Cristo. El Rito Romano en latín, retomando la narración de la institución de la eucaristía que aparece en el original griego de los Evangelios sinópticos, usa desde los primeros siglos las palabras que se atribuyen a Cristo, cuando dijo que su sangre sería derramada «por muchos» («pro multis», corresponde al griego «pollòn»). En las versiones modernas del Misal latino que se redactaron después del Concilio, el «pro multis» se ha traducido con la expresión «por todos».
En 2006, la Congragación para el Culto Divino, con una carta firmada por el entonces cardenal prefecto Francis Arinze, trató de volver a evocar ese equívoco léxico, indicando a todas las Conferencias episcopales nacionales que usaran en las nuevas ediciones de los Misales en vías de revisión una traducción de la fórmula para consagrar que correspondiera con las palabras latinas «pro multis».
Desde entonces, la adaptación que pidió la Santa Sede ha procedido muy lentamente y solo en algunas regiones, mientras se han ido aprobando las nuevas versiones del Misal Romano en las diferentes lenguas modernas. La más veloz fue la Iglesia de Hungría, en donde la corrección de la fórmula para consagrar el cáliz entró en vigor en 2009. Después habrían sido las Iglesias latinoamericanas (Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia) tras la aprobación de la versión española del Misal Romano que prepararon. En Argentina, el paso de «por todos» a «por muchos» se llevó a cabo el primer domingo de la Cuaresma de 2010, mientras que en Chile se llevó a cabo el primer domingo del Adviento de 2009. En las Iglesias anglófonas, la aprobación vaticana de la versión en inglés del Misal Romano, después de un largo y trabajoso recorrido, se dio hace un año, y el nuevo Misal con «for many» entró en vigor durante el Adviento de 2011.
El caso italiano es peculiar. La cuestión del «pro multis» se puso a votación durante la asamblea plenaria de la conferencia episcopal que se desarrolló en Asís en noviembre de 2010. Y, según los datos filtrados y citados por el vaticanista italiano Sandro Magister, de los 187 votantes, 171 votaron a favor de «per tutti». Un rechazo al cambio indicado que ya se había manifestado en las Conferencias episcopales regionales.
Recientemente, también se han manifestado varias sensibilidades en el Colegio cardenalicio. Uno de los históricos promotores del cambio en los Misales nacionales del «pro multis» latino es el cardenal cingalés Malcolm Ranijth Patabendige Don. El actual obispo de Colombo apoyaba con decisión la vuelta al «por muchos» durante los años en los que fue secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Según el purpurado, la vuelta a la fórmula «por muchos» en lugar de «por todos» repersenta también una observación oportuna sobre «la seriedad de la vocación cristiana», en una situación en la que, según su opinión, «está muy presente un optimismo exagerado sobre la salvación que permite llegar al Paraíso a todos, sin exigir el don de la fe o el esfuerzo de la conversión».
En cambio, el cardenal jesuita Albert Vanhoye, en una entrevista de 2010 con el periódico italiano “30Giorni”, expresó una postura más articulada. Según el insigne biblista, la traducción del «pro multis» latino con «por todos» que han adoptado muchas Iglesias tras el Concilio se basa en razones exegéticas de relieve, empezando por el hecho de que Jesús hablaba arameo, y no griego o latín. «En italiano», indicó durante la entrevista el rector emérito del Pontificio Instituto Bíblico, «molti se contrapone a tutti. Si se dice que muchos alumnos superaron el examen, quiere decir que no todos lo superaron. En cambio, en hebreo no hay esta connotación dialéctica. La palabra “rabim” indica solo que hay un gran número. Sin especificar si este gran número corresponde o no corresponde a todos». Según Vanhoye «está claro que la intención de Jesús en la última cena no se dirigió a un cierto grupo determinado, aunque numeroso, de individuos. Su intención fue universal. Jesús quiere la salvación de todos».
En realidad, la indicación de volver a traducciones más literales del «pro multis» que se usa en la edición en latín del Misal Romano (que concuerda, en este particular, con la mayor parte de las anáforas que se usan en las Iglesias de Oriente) no se puede despachar con la literalidad o con estatismo litúrgico. Y no pretende reducir el alcance universal de las promesas de Jesús. Ya en la carta de 2006 del cardenal Arinze se rechazaban categóricamente las insinuaciones de los que en los últimos años han dudado sobre la validez de las misas que se celebran usando la fórmula «por todos». Según lo que escribió el cardenal nigeriano, la expresión «por muchos» se debe preferir porque, «mientras permanece abierta para incluir a cada persona humana individualmente, también refleja el hecho de que esta salvación no se cumple de forma mecánica, sin la propia voluntad o participación».
Este es justamente el núcleo teológico y pastoral que llevó a Benedicto XVI a hacer una declaración directa (dirigida a los obispos alemanes, pero no solo a ellos) para superar el rechazo del paso de «por todos» a «por muchos».
En su carta, el Papa hizo una lista de las posibles objeciones a este cambio: «Pero, nuevamente: ¿por qué “por muchos? ¿El Señor no murió, entonces, por todos? El hecho de que Jesucristo, en cuanto Hijo de Dios encarnado, es el Hombre para todos los hombres, el nuevo Adán, pertenece a las certezas básicas de nuestra fe. Me gustaría recordar solamente tres pasajes de la Escritura: Dios entregó a Su Hijo “por todos nosotros”, escribe Pablo en la Carta a los Romanos (Rom. 8, 32). “Uno solo murió por todos”, dice San Pablo en la segunda Carta a los Corintios, sobre la muerte de Jesús (1Cor 5, 14). Jesús “se entregó a sí mismo para rescatar a todos”, dice la primera carta a Timoteo (1Tim 2, 6). Pero entonces podemos preguntarnos nuevamente: si todo esto está claro, ¿por qué, entonces, la plegaria eucarística dice “por muchos”?». Ratzinger, desde siempre, ha prestado interés por sugerir la gratuidad de la salvación que ofrece Jesús. Desde que era un joven teólogo, ha desconfiado de las fórmulas teológicas que interpretan la historia de la salvación con una clave determinista, como un mecanismo al que todos están sujetos, queriéndolo o no. Incluso como Prefecto del ex Santo Oficio manifestó su constante rechazo ante cualquier telogía según la cual la gracia se concede “a priori” a todos los hombres. Un aporismo que desfiguraría la dinámica gratuita e histórica de la redención de Cristo, que cancelaría el gusto por la aventura cristiana y que implicaría un imperialismo religioso y ético para con los no cristianos. Por ello, desde mucho antes de ser elegido Papa, subrayaba la urgencia de retomar en la fórmula para consagrar la intención auténtica de Cristo. Como explicó en un esnayo de 2001, con una u otra fórmula («por todos» o «por muchos»), «de cualquier manera debemos escuchar la totalidad del mensaje: que el Señor ama en verdad a todos y que murió por todos. Y la otra cosa: que él no empuja ni rompe nuestra libertad como por arte de magia, sino que nos deja decir Sí en su gran misericordia».
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