miércoles, 8 de febrero de 2012

Dolores y Gozos de San José



Para honrar a san José, la Iglesia, siguiendo una antigua costumbre, que inició el venerable P. Jenaro Sarnelli, discípulo de san Alfonso María de Ligorio, prepara su fiesta del día 19 de marzo, dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a recordar los principales dolores y gozos de su vida. Comienzan el séptimo domingo antes del 19 de marzo (último domingo de enero o primero de febrero), a la que los Papas Gregorio XVI y Pío IX enriquecieron con diversas indulgencias.


En el convento de carmelitas del Desierto de las Palmas, cerca de Castellón de la Plana, hay un paseo poblado de capillitas dedicadas a glosar en azulejos los Siete Dolores y Gozos de San José. Al misterio correspondiente acompañan unos versos sencillos que quieren motivar la devoción y el culto al Santo que mereció ser de Jesús Padre amado y Esposo Privilegiado de la Madre que ha elegido.

Primer Dolor y Gozo
El primer dolor tuviste
viendo encinta a tu Esposa
y a esta pura, intacta rosa
abandonarla quisiste,
y aunque esta pena fue triste,
tuviste gozo en saber,
que había Dios de nacer
de tu Esposa Virgen pura,
lo que un ángel te asegura
para mostrar tu deber.

Segundo Dolor y Gozo
Segundo dolor mostráis
mirando al Verbo humanado
sobre pajas reclinado,
y de su pena lloráis.
Entre pajas abrigáis
al que es Salvador del mundo
y tenéis gozo segundo
viendo que ángeles y cielo
cantan la gloria en el suelo
a este misterio profundo.

Tercer Dolor y Gozo
El tercer dolor que oprime
tus entrañas paternales
es ver correr los raudales
de sangre con que se imprime,
a costa de un Dios que gime,
el duro rescate del hombre.
Y el gozo fue con el nombre
de Jesús, Santo, inefable,
que un ángel te dice afable
se llame y así se nombre.

Cuarto Dolor y Gozo
El cuarto dolor y llanto,
que os aflige el corazón,
fue cuando el viejo Simeón,
lleno de Espíritu Santo,
predijo la pena y llanto
y muerte del Salvador.
Pero templó este dolor
el gozo tan deseado
de habernos Dios rescatado
de la culpa y deshonor

Quinto Dolor y Gozo
El quinto dolor te causa
un Herodes ambicioso
y a Egipto huyes presuroso
con tu Dios, Esposa y casa.
A aquel la ambición le abrasa,
y tú, gran gozo tuviste
cuando los ídolos viste
en Egipto por el suelo,
que fue el premio a tu desvelo
y al demonio pena triste.

Sexto Dolor y Gozo
El sexto dolor tuviste
viendo que no está segura
de Jesús la vida pura
en el Belén del que huiste.
El gozo, en sueño, tuviste
cuando un ángel reverente,
dijo: a Galilea vete
con el Niño y con su Madre,
porque ya su Eterno Padre
quitó a Herodes de la gente.

Séptimo Dolor y Gozo
El dolor séptimo ha sido
cuando el niño bienamado
quedó en el Templo anhelado
y le lloraste perdido.
Pero fue el gozo cumplido
y debido a tu eficacia,
porque no fue tuya la desgracia
de haber perdido a Dios,
porque nadie, si no es vos,
le pierde y se queda en Gracia.

SENCILLOS VERSOS.-

A los versos sencillos añadimos su correspondiente cita bíblica
Primer Domingo
Primer Dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa. Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18).
Primer Gozo: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación. El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo (Mt 1, 20).
Segundo Domingo
Primer Dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1,11).
Segundo Gozo: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche. Fueron deprisa y encontraron a María, a José y al niño reclinado en el pesebre (Lc 2,16).
Tercer Domingo
Primer Dolor: cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno (Lc 2,21).
Segundo Gozo: dada con el nombre de Jesús. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21).
Cuarto Domingo
Primer Dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María. Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto... como signo de contradicción... para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35).
Segundo Gozo: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones (Lc 2, 30-31).
Quinto Domingo
Primer Dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto. El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo (Mt 2,13).
Segundo Gozo: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mt 2,15).
Sexto Domingo
Primer Dolor: al regresar a su Nazaret por el miedo a Herodes Arquelao. El se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea muerto su padre Herodes, temió ir allá (Mt 2, 21-22).
Segundo Gozo: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel. Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado Nazareno (Mt 2,23).
Séptimo Domingo
Primer Dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días. Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca (Lc 2, 44-45).
Segundo Gozo: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo. Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas (Lc 2,46).

Dolores y gozos de San José

José de Nazaret

Los Dolores y gozos de San José son una práctica de devoción seguida por la Iglesia Católica. Siguiendo una antigua tradición y como recuerdo de los principales dolores y gozos de la vida de San José, la Iglesia le dedica los siete domingos anteriores a su festividad (19 de marzo). También se puede practicar esta devoción en cualquier otra época del año.



Primer Domingo

  • Dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa. Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18).
  • Alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la Encarnación. El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo (Mt 1, 20).

Segundo Domingo

  • Dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1,11).
  • Alegría: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche. Fueron deprisa y encontraron a María, a José y al niño reclinado en el pesebre (Lc 2,16).

Tercer Domingo

  • Dolor: cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno (Lc 2,21).
  • Alegría: dada con el nombre de Jesús. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21).

Cuarto Domingo

  • Dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María. Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto... como signo de contradicción... para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35).
  • Alegría: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones (Lc 2, 30-31).

Quinto Domingo

  • Dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto. El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo (Mt 2,13).
  • Alegría: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mt 2,15).

Sexto Domingo

  • Dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Herodes Arquelao. El se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá (Mt 2, 21-22).
  • Alegría: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel. Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado Nazareno (Mt 2,23).

Séptimo Domingo

  • Dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días. Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca (Lc 2, 44-45).
  • Alegría: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo. Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas (Lc 2,46).

Véase también

Enlaces externos

Dolores y gozos de San José

I. No sabiendo todavía el misterio de la Encarnación, piensa José separarse de su Esposa: ¡que amargura! Mas un Angel le revela que María ha concebido por obra del Espíritu Santo: ¡qué alegría! (Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.



II. Nace Jesús en suma pobreza: ¡qué dolor! Mas ¡qué alegría cuando lo ve adorado de los ángeles, pastores y reyes! (Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.


III. ¡Que tristeza al verlo derramando sangre en la Circuncisión! Mas ¡que contento al recordar las palabras del Ángel que se llamará Jesús y salvará a su Pueblo! (Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.



IV. Profetiza Simeón la terrible Pasión de Jesucristo: ¡qué espada de dolor! Mas le anuncia también sus frutos y su triunfante resurrección: ¡qué consuelo!(Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.



V. Avisado del Angel, huye precipitadamente de Egipto: ¡qué angustia! Mas libra a Jesús del furor de Herodes: ¡Que alegría! (Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.


VI. Recibiendo aviso de volver a Nazaret, teme a Arquelao, no menos que a su padre Herodes: ¡qué pena! Mas el Ángel le disipa toda inquietud: ¡qué gozo!(Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.



VII. Pierde a Jesús: ¡qué llanto!¡qué dolor! Mas lo encuentra en el templo: ¡gran alegría! (Medita un momento) Padre nuestro, Ave María y Gloria.


Oración Final

Castísimo José, honra de los Patriarcas, varón según el Corazón de Dios, cabeza de la Sagrada Familia, ejecutor de los inefables designios de la sabiduría y misericordia infinitas, padre nutricio de Jesús y esposo dichoso de María: ¡cuanto me regocijo de verte elevado a tan alta dignidad y adornado de las heróicas virtudes que requiere! Por aquellos dulces abrazos y suavísimos besos que diste al Niño Dios, te suplico me admitas desde ahora en el dichoso número de tus esclavos.

Protege a las vírgenes, oh tutor de la virginidad de María, y alcánzanos la gracia de conservar sin mancilla la pureza de cuerpo y de alma. Apiadate de los pobres y afligidos. Por aquella pobreza extrema, sudores y congojas que padeciste por sustentar y salvar al Salvador del Universo, danos el alimento corporal y haz que, llevando con paciencia los trabajos de esta vida, atesoremos riquezas infinitas para la eternidad. Sé el amparo de los casados, oh Patriarca dichoso, y haz que los padres sean imagen acabada de tus virtudes y perfectísimo ejemplo de piedad a sus hijos.

Protege a los sacerdotes y religiosos y haz que, imitando tu vida interior, llenen los cargos de su ministerio con la perfección con que cumpliste las obligaciones de tu estado. Llénanos de copiosas bendiciones, y en el trance de la muerte, cuando el infierno haga el último esfuerzo por perdernos, no nos desampares, poderoso abogado de los que están agonizando, y pues tuviste la dicha de morir en los brazos de Jesús y María, alcanzanos que expiremos penetrados de un vivo dolor de nuestros pecados y pronunciando con ferviente afecto los dulcícimos nombres de Jesús, María y José. Amén

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