Dame Señor, tu mano guiadora.
Dime dónde la luz del sol se esconde.
Donde la vida verdadera.
Dónde la verdadera muerte redentora.
Que estoy ciego, Señor,
que quiero ahora saber.
Anda Señor, anda,
responde de una vez para siempre.
Dime dónde se halla tu luz cegadora.
Dame, Señor, tu mano.
Dame el viento que arrastra a Ti
a los hombres desvalidos.
O dime dónde está, para buscarlo.
Que estoy ciego, Señor.
Que ya no siento la luz sobre mis ojos ateridos
y ya no tengo Dios para adorarlo.
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
miércoles, 12 de octubre de 2011
Dónde está tu luz
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