PRIMERA PARTE
La mejor forma de no tener que corregir a los hijos es enseñarles a hacer bien las cosas, siguiendo muy de cerca sus actividades y el desarrollo de su personalidad. Qué bonito sería no tener que corregir nunca a los hijos, porque son perfectos porque han sido bien educados, corregidos y guiados por sus propios padres. ¡Pero tener hijos perfectos es imposible!
A los árboles para que crezcan derechos y no se tuerzan les ponen tutores. Lo mismo ocurre con los hijos cuando además de la educación que reciben de sus padres se les añade un tutor de vida que les refuerce esa educación. No siempre tienen los padres la mejor capacidad, actitud o conocimientos para educar a los hijos en algunos conceptos necesarios para su desarrollo, y por eso necesitan recurrir a que un tutor de vida les fortalezca o intensifique esa educación. El mejor sitio para encontrar tutores de vida, muy bien preparados en la educación de los jóvenes en las virtudes y valores humanos, es entre los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes. Separo la tutoría de vida, de la tutoría en áreas especializadas, como son las matemáticas, ciencias, deportes, etc.
Cuando haya que corregir a los hijos deberá tenerse muy en cuenta la educación que han recibido, sus edades físicas y mentales, sus comportamientos y actitudes con la familia, escuela y amistades, sus capacidades intelectuales y físicas, objetivos previstos y realizados, etc.
Toda corrección proviene de una acción u omisión que se ha podido producir queriendo o sin querer. Es obligación de los padres examinar con mucho cuidado la acción o la omisión para que la corrección esté en la misma línea de tamaño, intensidad y valor. No se debe matar una pulga con un cañón, ni un elefante con la mano.
10 CONDICIONES INDISPENSABLES PARA CORREGIR BIEN:
1. Ayudar a quitar los defectos que originaron la falta y alabar las virtudes de la persona.
2. Demostrar una gran sensibilidad, teniendo en cuenta de aplicar en las correcciones las máximas virtudes y valores humanos posibles.
3. Escoger el momento y las circunstancias más adecuadas, tanto para el que corrige como para el corregido.
4. Escuchar muy atentamente las disculpas, atenuantes, soluciones, propósitos y planes que dicen los hijos.
5. Fijarse más en los hechos y en las consecuencias presentes y futuras que en las normas contravenidas.
6. Intentar que la corrección sea en privado, a poder ser presidida por la distensión, el amor y la mutua sinceridad.
7. No sacar a relucir secretos o confidencias anteriores contadas bajo reserva, ni herir en los defectos personales.
8. Poner énfasis en lo principal, quitando lo superfluo, limando asperezas y mejorando los detalles.
9. Ponerse en el lugar y circunstancias de la persona que va a ser corregida.
10. Que sea concreta, corta, clara, sin gritos, amenazas, descalificaciones personales, ni recordatorios repetidos de faltas anteriores.
SEGUNDA PARTE
Corregir a los hijos no es una tarea fácil, y para que los padres puedan hacerlo con pleno derecho, tienen que estar dando un buen ejemplo de conducta y tener una buena formación en las virtudes y valores humanos, pues los hijos necesitan ser amados, estimados, respetados, valorados, admirados y ensenados. Por lo tanto los padres tienen que estar bien capacitados para reconocer lo bueno y lo malo que han hecho sus hijos.
40 FORMAS DE CORREGIR PARA OBTENER BUENOS RESULTADOS:
1. Corregir a tiempo, teniendo bien presentes todas las circunstancias ocurridas, sin esperar a que se haya olvidado lo que va a ser corregido, o que la lejanía le quite importancia.
2. Corregir comprendiendo las características de cada persona, y sus posibilidades de haber evitado los errores, así como las situaciones en las que se produjo el error.
3. Corregir con amabilidad, evitando las situaciones extremas de brusquedad, despotismo o prepotencia.
4. Corregir con amor, cariño y esmero, evitando la soberbia, el odio y el desprecio hacia la persona corregida.
5. Corregir con caridad, sin hacer sangre ni hurgar en las heridas producidas por los errores que hayan cometido. Más se consigue corrigiendo con caridad que con dureza e intolerancia
6. Corregir con coherencia, en función de la importancia de los hechos presentes, pasados y previstos para el futuro.
7. Corregir con compasión, teniendo en cuenta que nadie es perfecto y que ha podido haber un mal momento imprevisto, además del grado de dificultad o de facilidad para haber cometido los errores.
8. Corregir con conciencia de lo que se hace, sabiendo lo que puede suponer esa corrección para la persona que ha cometido el error. Sin poner agresividad ni abuso, ni en la forma ni en el fondo de la corrección.
9. Corregir con confianza, dando un sentido de familiaridad y amistad para conseguir que el que haya cometido el error pueda sentir la tranquilidad suficiente para abrir su mente y poder aceptar lo que se le dice.
10. Corregir con conocimiento, de los hechos y de las soluciones propuestas, documentándose bien con evidencias del error cometido, ofreciendo soluciones en función de experiencias obtenidas, sin improvisar.
11. Corregir con constancia, sin que haya días que se aceptan los errores y otros días que no se aceptan.
12. Corregir con control de lo que se dice, sin peder la calma, sin decir cosas desagradables que posteriormente haya que arrepentirse por haber perdido el dominio mental. “Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”
13. Corregir con cordialidad, con la misma que nos gustaría que nos corrigieran a nosotros. Cordialmente se pueden decir muchas cosas, muy concretas y fuertes. La cordialidad abre más y mejor la mente para escuchar, que la brusquedad.
14. Corregir con cortesía, respeto y buena educación. Las correcciones se entienden mejor cuando son dichas cortésmente, evitando las torpezas, rudezas, groserías e insolencias.
15. Corregir con criterio y razonamiento, sabiendo distinguir todos los conceptos que originaron los errores y aplicando la corrección en función de las circunstancias, personales, sociales y educacionales. Evitando la insensatez, la ligereza y la irracionalidad.
16. Corregir con decisión, de forma resoluta, determinada y con energía, evitando la cobardía, aplazamientos y desinterés para hacer las correcciones pertinentes.
17. Corregir con dignidad, nobleza, decoro, sobriedad y honradez, evitando la humillación, el deshonor y las bajezas.
18. Corregir con disciplina, método y orden, según las normas establecidas o de uso común, pero sin sometimiento, dureza, intolerancia, rigidez ni intransigencia.
19. Corregir con discreción, intentando que nadie más se entere, a no ser que tenga que corregirse públicamente para beneficio del colectivo familiar o social. Como principio básico, las correcciones deben hacerse en privado y los halagos o felicitaciones en público.
20. Corregir con el ejemplo, esta es la que mejores resultados da, principalmente cuando son los padres los que corrigen y hacen de espejo con lo que dicen, pues sobran muchos argumentos y explicaciones. Con mal ejemplo no se puede corregir.
21. Corregir con fidelidad a los compromisos adquiridos previamente sobre lo que está bien o mal hecho, teniendo muy en cuenta la lealtad mantenida con las personas, sin traicionar las relaciones anteriores.
22. Corregir con fraternidad, teniendo en cuenta que todos somos hermanos y que tenemos que amarnos los unos a los otros, evitando que la corrección se convierta en enemistad.
23. Corregir con generosidad, demostrada con grandeza de espíritu y de forma esplendida y con magnanimidad, evitando el egoísmo.
24. Corregir con honestidad, lealtad y rectitud. Sin dejarse nada escondido, ni de lo bueno ni de lo malo de lo que pudiera modificar la corrección.
25. Corregir con humildad, modestia y sencillez, sin sentirse superior por tener la oportunidad, el derecho o la obligación de hacerlo, para no provocar sumisión, humillación, ni servilismo.
26. Corregir con justicia, ecuanimidad e imparcialidad, teniendo en cuenta siempre el tamaño de la corrección con el de la falta, evitando la arbitrariedad, el abuso y los caprichos.
27. Corregir con moderación, sensatez, discreción y prudencia, tanto en la cantidad como en la importancia, evitando el abuso y la indiscreción.
28. Corregir con objetivos bien claros, justos, adecuados a la falta y ecuánimes, evitando que sean apasionados, parciales, unilaterales o deshonestos.
29. Corregir con paciencia, tesón, caridad y equilibrio entre la importancia y la cantidad de la falta cometida, las características de la persona que la ha cometido y las repercusiones que pueden ocurrir en el futuro, evitando originar tensión, ira o enojo.
30. Corregir con prudencia, sabiendo cuándo, cómo y dónde debe hacerse la corrección para que tenga el mayor efecto positivo posible.
31. Corregir con respeto y consideración, máxime cuando la persona que ha cometido la falta tenga grandes discrepancias o divergencias personales, que pudieran hacerle sentirse mal justificadamente al ser corregido, evitando el descaro, la osadía, la descortesía y el insulto.
32. Corregir con responsabilidad, sensatez y prudencia, sabiendo lo que se dice y lo que se hace. Haciéndose solidario con las consecuencias de la corrección realizada.
33. Corregir con sabiduría e inteligencia, soportada por una previa experiencia, información o estudio sobre la materia corregida.
34. Corregir cooperando en las soluciones, al no proponer procedimientos irrealizables y en los que el corrector no pueda cooperar directa o indirectamente.
35. Corregir en privado, pues casi siempre funciona mejor, a no ser que convenga o sea necesario divulgar la corrección, pero las alabanzas deben ser públicas.
36. Corregir escuchando y atendiendo al corregido sin perder ni ripio, pues es fundamental entender el error producido, antes de manifestar la reprimenda, los consejos y las soluciones.
37. Corregir para ayudar a mejorar en la conducta, buscando el arrepentimiento y el propósito de la enmienda. Este es uno de los principales motivos de la corrección.
38. Corregir por el bien común de la familia, de los amigos y de la sociedad, para evitar que el error o daño pueda volver a producirse y perjudique a terceros.
39. Corregir sin discriminación por la edad, sexo, raza, situación económica o de dependencia, parentesco o afinidad.
40. Corregir sin herir, evitando que queden cicatrices tanto del error como de la corrección. Intentando que el corregido encuentre la paz después de reconocer sus errores y una mayor aceptación de la persona que le ha corregido.
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