Nada de que a la primera disputa:“¡nos divorciamos!”
Matrimonios de hoy buscan ayuda espiritual para rescatar a toda costa su relación
Con ayuda de la Iglesia Católica y de algunas terapias profesionales muchos matrimonios alrededor del mundo lograron sortear situaciones que los tuvieron al borde del divorcio, hecho que amenazaba con traer más consecuencias devastadoras para la sociedad y, peor aún, para los hijos.
Esto lo explicó el especialista en estudios sociodemográficos Dr. Fernando Pliego, al dar a conocer una serie de tendencias a nivel mundial que establecen como prioridad mantener la estabilidad matrimonial, aun con las adversidades de la modernidad. El académico de la UNAM se refirió a que esas medidas cobran cada vez más auge como políticas públicas en varios países, y las resumió en cuatro consejos para los lectores del semanario Desde la fe:
1- Buscar apoyo espiritual y psicológico. En cuanto la pareja matrimonial detecte que aparecen algunos problemas porque empiezan a suceder discusiones y desacuerdos que duelen, hay que ir de inmediato en busca de ayuda espiritual con un sacerdote y, también, a una terapia profesional. No hay que pensar que uno puede resolver por sí mismo. En el momento en que se presenta la situación, es porque ya está a punto de desbordarse.
En algunos países, está volviéndose una práctica generalizada el recurrir a la ayuda de la Iglesia y de las terapias profesionales de especialistas en psicología y conducta humana. El Dr. Pliego citó que en varios estados de la Unión Americana, de Canadá y en Australia, se les aconseja a los matrimonios acudir a una conciliación matrimonial, y que agoten las alternativas antes de llegar al divorcio.
El especialista consideró que este primer punto cobra cada vez más importancia en aras de preservar la unidad familiar. Opinó además que la situación actual, abre a la Iglesia Católica la oportunidad de enseñar a los fieles a tener mejores noviazgos y matrimonios a través de cursos y programas, que ayuden más a prevenir que a remediar los catastróficos efectos del divorcio.
2.-Tomar decisiones de común acuerdo. Los puntos de vista del Dr. Pliego se basan en el estudio de las Ciencias Sociales y, con base en esto, se ha demostrado que el matrimonio brinda las mejores oportunidades de bienestar para sus participantes, y que los matrimonios más fuertes son aquellos que saben trabajar y tomar decisiones en equipo.
3.- Cultivar la inteligencia emocional. Este aspecto es considerado por el Dr. Pliego como de suma importancia, porque el hombre debe comprender que están presentes los ciclos emocionales de la mujer, y que ambos tienen diferencias definidas por la propia naturaleza de género. Como lo que plantea una hipótesis muy estudiada que señala que a la mujer le da por hablar mucho cuando está en problemas, y demanda que la escuchen;mientras que el hombre en problemas prefiere guardar silencio. Según el académico, existe una bibliografía diversa que ayuda a tratar de entender las diferencias entre ambos sexos, lo que a la postre mejora la relación matrimonial.
4.- Practicar la solidaridad. Que haya una genuina preocupación por el bienestar del esposo, y de él hacia la esposa y los hijos. Es que para tener una familia hay que esforzarse, igual que cuando uno practica un deporte o un trabajo. La familia también necesita dedicación lo mismo que el matrimonio, porque quien no sabe ser solidario no puede tener bien a su familia.
Lo más valioso de uno como persona es su tiempo, y los padres de familia deben darlo al igual que su esfuerzo y solidaridad, aunque esto implique dejar a un lado los gustos de corto plazo, llámense fiestas, fumar, manejar en estado inconveniente,o la cruda, y cambiar tales por otros gustos de largo plazo, que son el cuidarse el hígado, llevarse bien con la familia, ver crecer a los hijos, y tener una familia para quererla.
LA DOCTRINA Y LA PASTORAL DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR
As La doctrina y la pastoral de los divorciados vueltos a casar | |||
Cuando se plantea el tema de la Comunión de los divorciados vueltos a casar , con frecuencia se mezclan varias cuestiones, algunas doctrinales y otras pastorales. A continuación una aclaración | |||
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LOS CATÓLICOS DIVORCIADOS Y LA EUCARISTÍA
Los católicos divorciados y la Eucaristía
Orientaciones del Papa en la reciente Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis (22 de enero 2007)
Entre los temas abordados por el Santo Padre en este importante documento, que recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos del 2005, publicamos las reflexiones e indicaciones pastorales sobre este doloroso asunto, acerca del cual se preguntan muy a menudo los católicos cómo se debe actuar
Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio
Puesto que la Eucaristía expresa el amor irreversible de Dios en Cristo por su Iglesia, se entiende por qué ella requiere, en relación con el sacramento del Matrimonio, esa indisolubilidad a la que aspira todo verdadero amor.(91) Por tanto, es más que justificada la atención pastoral que el Sínodo ha dedicado a las situaciones dolorosas en que se encuentran bastantes fieles que, después de haber celebrado el sacramento del Matrimonio, se han divorciado y contraído nuevas nupcias. Se trata de un problema pastoral difícil y complejo, una verdadera plaga en el contexto social actual, que afecta de manera creciente incluso a los ambientes católicos. Los Pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las diversas situaciones, para ayudar espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados.(92) El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía. Sin embargo, los divorciados vueltos a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los hijos.
Donde existan dudas legítimas sobre la validez del Matrimonio sacramental contraído, se debe hacer lo que sea necesario para averiguar su fundamento. Es preciso también asegurar, con pleno respeto del derecho canónico,(93) que haya tribunales eclesiásticos en el territorio, su carácter pastoral, así como su correcta y pronta actuación.(94) En cada diócesis ha de haber un número suficiente de personas preparadas para el adecuado funcionamiento de los tribunales eclesiásticos. Recuerdo que « es una obligación grave hacer que la actividad institucional de la Iglesia en los tribunales sea cada vez más cercana a los fieles ».(95) Sin embargo, se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que « se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel ».(96) Por esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a esforzarse en vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones previstas por la praxis eclesial. Para que semejante camino sea posible y produzca frutos, debe contar con la ayuda de los pastores y con iniciativas eclesiales apropiadas, evitando en todo caso la bendición de estas relaciones, para que no surjan confusiones entre los fieles sobre del valor del matrimonio.(97)
(número 29 del Documento)
Debido a la complejidad del contexto cultural en que vive la Iglesia en muchos países, el Sínodo recomienda tener el máximo cuidado pastoral en la formación de los novios y en la verificación previa de sus convicciones sobre los compromisos irrenunciables para la validez del sacramento del Matrimonio. Un discernimiento serio sobre este punto podrá evitar que los dos jóvenes, movidos por impulsos emotivos o razones superficiales, asuman responsabilidades que luego no sabrían respetar.(98) El bien que la Iglesia y toda la sociedad esperan del Matrimonio, y de la familia fundada sobre él, es demasiado grande como para no ocuparse a fondo de este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una herida a la convivencia humana como tal.
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