lunes, 10 de marzo de 2014

Mensaje sobre la oración


Ayuda necesaria. 
Oigamos a San Agustín: Verdad es que el hombre con sus solas fuerzas y con la gracia ordinaria y común que a todos es concedida no puede observar algunos mandamientos, pero tiene en sus manos la oración y con ella podrá alcanzar esa fuerza superior que necesita para guardarlos. Estas son textuales palabras: Dios cosas imposibles no manda, pero, cuando manda, te exhorta a hacer lo que puedes y a pedir lo que no puedes, y entonces te ayuda para que lo puedas. Tan célebre es este texto del gran Santo que el Concilio de Trento se lo apropió y lo declaró dogma de fe. Mas, ¿cómo podrá el hombre hacer lo que no puede? Responde al punto el mismo Doctor a continuación de lo que acaba de afirmar: Veamos y comprenderemos que lo que por enfermedad o vicio del alma no puede hacer, podrá hacerlo con la medicina. Con lo cual quiso damos a entender que con la oración hallamos el remedio de nuestra debilidad, ya que cuando rezamos nos da el Señor las fuerzas necesarias para hacer lo que no podemos.
“El gran medio de la oración” - San Alfonso María de Ligorio. 
Comentario: 
Si Dios manda algo, entonces se compromete a darnos la fuerza para que lo llevemos a cabo. Pero dicha fuerza no nos vendrá sin que elevemos oraciones al Señor, pues Él concede sus gracias y auxilios a quien se los pide por medio de la oración.
De modo que siempre tenemos que orar, porque aunque nuestra misión sea importante y Dios nos haya elegido para ella, y por lo mismo se ha comprometido a darnos todos los auxilios oportunos para que la cumplamos bien; también es cierto que si no rezamos para recibir esos dones, fallaremos en la misión.
La oración es entonces como un entrenamiento del alma para estar en forma y recibir los dones que la Providencia de Dios nos quiere dar para que llevemos a término la Voluntad de Dios, cumpliendo lo que Él quiere que cumplamos.
Es Dios el que obra en nosotros. Pero para obrar, Él quiere que recemos, que pongamos nuestra voluntad por medio de la oración, y entonces el Señor derramará las gracias y favores para que podamos cumplir bien nuestra misión en la tierra.

De esto se deduce que JAMÁS puede salir victorioso quien no reza, o reza muy poco, puesto que es a través de la oración que Dios concede los medios necesarios y aún extraordinarios para cumplir la vocación que Dios le ha dado.

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