Siempre me ha hecho reflexionar mucho aquella bienaventuranza de Cristo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. ¿Qué tendrá que ver la pureza con la vista? Desde luego, con la vista corporal quizá no tenga que ver apenas nada. Pero seguramente mucho con la “vista” espiritual. Porque está claro que a Dios no se le puede ver con los ojos de la carne, pero sí con los del espíritu, con los del corazón, que son la fe y el amor. Sólo cuando el alma es pura y cristalina está en condiciones de poder ver y contemplar a Dios. “Sólo en un corazón puro -escribía San Agustín- existen los ojos con que puede Dios ser visto”.
Me imagino que Cristo al formular esta bienaventuranza tenía en mente a su Madre. Ella era la creatura más pura que jamás ha existido y existirá. El corazón de María era como un mar de gracia profundo, cristalino y transparente.
Se ha dicho siempre que los ojos son las ventanas del alma. Es cierto. A través de ellos se puede mirar al interior de otra persona. Por eso, mirando a los ojos a María podremos ver y apreciar la pureza inmaculada de su alma.
Los ojos de María. ¡Quién pudiera haberlos visto realmente tan siquiera una vez, aunque fuera por un instante! Sólo a algunos privilegiados les tocó. Nosotros hemos de contentarnos con verlos desde la fe o con soltar un poco nuestra imaginación para hacernos una idea de cómo eran.
Los ojos de María. Ojos hermosos, agradables, con esa belleza natural que no necesita de mejunjes ni postizos para ser encantadores. Ojos sencillos, de esos que no saben mirar a los demás desde arriba. Ojos bondadosos, que nunca se han desfigurado con guiños de ira o de odio. Ojos sinceros, que no han aprendido a mentir; testigos de un interior sin sombra de doblez. Ojos atentos a las necesidades ajenas y distraídos para fijarse y molestarse por sus defectos. Ojos comprensivos y misericordiosos que, ante pecadores y malhechores, se transforman en manos abiertas que ofrecen la gracia a raudales. Esos ojos cuya mirada Judas evitó al salir del cenáculo la noche de la traición... Esa misma mirada que a Dimas, en el Calvario, llevó a la conversión y al paraíso...
Ojos de mujer que reflejan nítidamente un alma preciosa, adornada de humildad, de bondad, se sinceridad, caridad, de comprensión y misericordia. Los ojos de María. Los ojos de un alma en gracia. Verdaderas ventanas al cielo. Porque cielo era toda su alma.
Los ojos de María, cuya penetrante y dulce mirada todo lo puede. Cuántos indiferentes se han visto interpelados por el brillo de pureza de esos ojos inocentes. Cuántos orgullosos han caído rendidos a sus plantas, desarmados por la mansedumbre que traslucen sus pupilas. Cuántos ánimos frágiles ante el mal se han armado de bravura y han vencido al tentador al recordar que Ella les miraba.
Cuántas veces la sola mirada de María fue sin duda bálsamo sobre el desgarrado corazón de algún vecino atribulado. Cuántas fue fuente de paz y consuelo que barrió de angustias el interior de algún contrariado pariente. Cuántas, esos luceros de su rostro, fueron luz cálida, manto que arropó de piedad e intercesión las almas atenazadas por el frío del pecado. Y cuántas siguen siendo aún todo eso y más para muchos de nosotros.
Es sumamente consolador saber que tendremos toda la eternidad para contemplar, sin cansancio ni aburrimiento, los hermosos ojos de María. Asomarse a ellos es asomarse a la maravilla más excelsa salida de las manos de Dios. María fue su obra maestra. En Ella el Creador se lució. Ella es, en palabras de Pio IX, “un inefable milagro de Dios; es más, es el más alto de todos los milagros y digna Madre de Dios”. Pablo VI la describe como “la mujer vestida de sol, en la que los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural”. Sin embargo, no hay que esperar a llegar al cielo para recrearnos en su contemplación.
Podemos desde ahora, con la fe, mirar sus ojos y sostener su mirada portentosa.
Pero me temo que muchos de nosotros somos incapaces de sostener una mirada tan luminosa. Nos molesta el chorro de luz que el alma pura de María despide a través de sus ojos y de todo su ser. Nuestras pupilas, tan acostumbradas quizá a las oscuridades de la impureza y del pecado, no soportan semejante claridad. A lo mejor no queremos que esa mirada materna desenmascare y purifique nuestra alma llena de barro. Porque no estamos dispuestos a dejar que en ella penetre la gracia de Dios y la limpie y la ordene y la santifique. Todo eso cuesta mucho. El precio de la pureza es elevado, sólo las almas ricas pueden pagarlo. Ricas en amor, en generosidad, en desprendimiento de sí y de los placeres desordenados.
Sólo esas almas disfrutarán ya en la tierra del gozo espiritual incomparablemente más sublime, profundo y duradero que el más refinado placer corporal. Sólo ellas experimentarán la libertad interior del que no está encadenado por los instintos del cuerpo. Y sólo ellas gozarán de la bienaventuranza de la visión de Dios por toda la eternidad.
María ha sido la creatura más pura y por eso también la más auténticamente feliz y satisfecha, la más libre de espíritu, la mejor dispuesta para ver a Dios y saborear esa deliciosa visión con una intensidad inigualable.
Abrazos, besos y bendiciones
En la hora de partida
Qué hermoso poder escuchar de Nuestro Señor en la hora de la muerte: "He oído a mi Madre hablar bien de ti" Obispo Fulton J.Sheen (1895-1979)
Monseñor Doupanloup iba a visitar a una joven moribunda, que tenía que morir a la edad de solo veinte años. Temía mucho que estuviera desesperada al tener que morirse a tan temprana edad. Pero la encontró tranquila y llena de paz.
— "Hija—le dijo el santo prelado— ¿no te da temor la muerte?
No, padre
—¿Y por qué?
Padre es que durante una docena de años yo le he rezado todos los días el rosario a la Vírgen María y en él yo le he dicho 50 veces cada día: Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Podrá Ella no venir en mi ayuda si durante 12 años le he pedido 50 veces cada día y 18,000 veces al año que ruegue por mí en la hora de mi muerte? Ella no fallará en esta hora.
El padre reconoció que la jóven tenía toda la razón en lo que decía, y vió luego con enorme emoción que la moribunda, en sus últimos momento levantaba sus brazos como saludando a la Vírgen que venía a llevársela y con una sonrisa en los labios expiró.
La paciencia
¿Para que esperar?
Un día Dios me enseñó cuán importante es la paciencia cuando estamos esperando que Él resuelva situaciones específicas de nuestra vida.
Llevaba tres años esperando la respuesta de Dios a un problema muy serio que tenía con una de mis hijas. Ese día en especial, la carga era insoportable; le rogaba al Señor que me diera alguna evidencia de su intervención y que me ayudara en mi debilidad.
Mientras oraba, comencé a buscar en una madeja de listón la punta para cortar una muestra que necesitaba. Al no encontrarla, cambié el enfoque de mi oración para que Dios me ayudara en esa tarea: “Como no me has mostrado la punta, cortaré donde sea ¡No puedo esperar más!”
Ya iba a cortar, cuando el Señor me detuvo, diciéndome: “¿No me pediste que te mostrara la punta?”
Y en ese momento, mis ojos se posaron en el lugar exacto donde estaba. Avergonzada, corté la muestra y volví a oír su voz inconfundible: “¡Así te pierdes mis bendiciones! Cuando estoy en el umbral, me cierras la puerta, sin esperar mi intervención. ¿No sabes que soy un Dios perfecto y que nunca llego tarde?”
Comprendí que todavía no era tiempo de recibir la respuesta. Dios tenía muchas piezas por mover para que la victoria fuera completa. Ocho meses después, cuando estuvo listo y Dios dio la orden, pude disfrutar de su perfecta voluntad y también supe que había valido la pena esperar en Dios con confianza.
¿Crees que Dios se ha olvidado de tu necesidad? Te aseguro que no.
A su debido tiempo te dará la respuesta.
“Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.” Stg. 1:4
(Rita Mellado - México)
Ni una palabra más…, sólo:
“le pido a Dios que te de la fortaleza para esperar siempre su intervención y así gozar de increíbles maravillas cuando Él responda tu oración.”
Bendiciones...
Cuando alguien te bendice o te dice que “Dios te llene de bendiciones” no se porque nuestra mente humana siempre va por el mismo camino, que me toque la loto, que me toque el gordo de navidad, siempre cosas materiales.
Las bendiciones son cosas mas simples, hoy esta lloviendo pues es una bendición para mis plantas, para mi porque si no llueve el polvo se deposita en mi balcón, en la calle y parece que estas mas expuesta a gérmenes y virus.
Es una bendición el agua para que crezcan esas judías verdes que me comeré en un futuro, y para que cuando pasee por mi ciudad vea frondosos esos árboles que hay uno al ladito del otro.
Bendición porque se llenara el pantano y no tendremos restricciones de agua, cosa que cada día necesitamos mas y mas, porque nos llenamos de mil electrodomésticos que consumen muchísima, y de campos de golf que necesitan metros cúbicos de agua para que estén verdes y a punto.
Bendiciones es el mero hecho de haberse levantado y que decir si que no te duele nada, no te preocupa nada y te sientes feliz y en equilibrio contigo misma.
¿No es acaso una bendición ver o saber de los tuyos? Saber que tu marido esta ya en su ordenador colgando la pagina WEB para que miles de desconocidos entren a ver nuestras fotos, las citas o simplemente leer esa reflexión que alguien escribió con todas las bendiciones del mundo.
Bendición es tener un techo, cuantos días pienso en épocas en que me vi a punto de no tenerlo por eso grande o pequeño, lujoso, con materiales caros o baratos, el tener un sitio donde guarecerse del agua es una hermosa bendición que todos nos merecemos pero que no todos tenemos.
Hay mucha gente que cree que la red es tan solo para ligar para entrar en pagina sucias, para chatear con desconocidos, para mi la red ha sido una hermosa bendición, gracias a ella he podido conocer personas de mil lugares que de otra forma hubiera sido impensable, he visto fotografías maravillosas, he escuchado músicas celestiales, me ha llenado horas y horas de mi vida con mucho amor y sobre todo me ha hecho sentirme útil.
Midiendo la vida
La vida no se mide ganando puntos (como en un juego).
La vida no se mide por el numero de amigos que tienes, ni por como te
aceptan los otros, ni por los planes que tienes para el fin de semana, ni
por si te quedas en casa solo.
No se mide según con quienes sales, con quien solías salir ni por el numero
de personas con quien has salido, ni por si no has salido nunca con nadie.
No se mide por la persona que has besado.
No se mide por el sexo.
No se mide por la fama de tu familia, ni por el dinero o bienes que tu
familia posea, ni por la marca del coche que manejas, ni por la escuela que
asistes.
No se mide por lo feo o guapo que seas, ni por los zapatos que uses o el
tipo de música que prefieras.
No importa si tienes el pelo rubio, castaño, negro o rojo, o si tu tez es
blanca o morena.
No se mide por las notas que recibes, ni por lo inteligente que seas, ni
por lo inteligente que dicen los exámenes estandarizados que eres.
No se mide por las organizaciones sociales a las que perteneces, tampoco
por que tan bueno seas en "tu" deporte.
La vida simplemente no es nada de eso.
Pero la vida si se mide según el amor que des o según el daño que hagas.
Se mide según la felicidad o la tristeza que proporciones a otros.
Se mide por los compromisos que cumples o las confianzas que traicionas.
Se trata de la AMISTAD, la cual puede usarse como algo sagrado o como una
arma.
Se trata de lo que dicen y lo que quieres decir, sea dañino o benéfico.
Se trata de murmurar o de contribuir a los pequeños chismes.
Se trata de los juicios que formulas y de por que los formulas, y a quien y
con que intención se los comentas.
Se trata de a quien no le haces caso o ignoras...adrede y a pleno propósito.
Se trata del celo, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.
Se trata del odio que puedes llevar adentro, de como lo borras o como lo
riegas y lo cultivas.
Pero la mayor parte se trata de si usas la vida tuya para tocar y amar o
para envenenar el corazón de otros, de una manera que habría sido imposible
que ocurriera de otra forma.
TU y solo TU escoges la manera en que afectaras para bien o para mal el
corazón de tus semejantes.......y esas decisiones son de lo que se trata la
vida.
En los momentos de crisis
Un piloto de avión nos compartía que cuando el avión cae en medio de una tormenta, lo que nunca se debe hacer, es hacer lo que se siente; en medio de la turbulencia, vientos que azotan al avión de todos lados, agregado a la no visibilidad, generan en el piloto un montón de sensaciones como sentir que el avión está girando pero en realidad no lo está haciendo, sentir que desciende, pero en realidad asciende o viceversa.
Quizás el piloto conoce la ruta y se puede estar diciendo que si sigue como siente se va a estrellar contra una montaña, pero ellos saben bien que sus sentimientos los engañan, que si responden a ellos de seguro se terminarán estrellando y en esos momentos que podrían decirse de crisis es cuando más tienen que confiar en los instrumentos ciegamente.
Me imagino que debe ser un momento difícil, es negarse a sí mismo conociendo sus limitaciones y terminar dependiendo totalmente de los instrumentos.
La emoción de vivir el hoy...
Lo que resistes, persiste...
Una chica esquiaba en el mar, sujetada por una lancha.
No sabía nadar, aunque traía puesto el chaleco salvavidas. De repente, la mujer perdió el equilibrio y cayó al mar. Alcanzó a sujetarse de una de las cuerdas que la jalaban.
Se aferró a ella y fue arrastrada por el mar, al más puro estilo vaquero.
Los ayudantes le decían que soltara la cuerda, porque de lo contrario no podrían ayudarla.
La chica no lo hacía, porque tenía miedo de que le pasara algo si se soltaba. Pero a medida que pasaba el tiempo, se hacía más daño.
Finalmente la chica comprendió que se estaba lastimando. Soltó la cuerda. Y fue entonces cuando la pudieron ayudar.
¿Cuántas veces nos aferramos a algo, con la misma fuerza que la chica se aferraba a la cuerda y nos hacemos daño?
Lo que resistes, persiste en tu vida.
Cuando alguien te hace daño y lo sigues trayendo contigo, te sigue lastimando.
“Suficiente para cada día es su propia maldad” dijo Jesucristo.
Esta frase encierra una gran verdad. Quizás un día cayó una lluvia que te mojó y te enfermaste. Y te sentiste molesto por unos días. Pero imagínate recordando con molestia esa lluvia el día de hoy, después de 10 años que pasó el aguacero…
¿No tiene sentido verdad? Se que este ejemplo es claro de entender. Pero no lo es cuando se aplica a nuestras experiencias emocionales del ayer.
Traemos una y otra vez la lluvia de desprecios e insultos del pasado. Nos seguimos torturando con la tormenta de desamor del ayer.
Seguimos culpando de nuestros fracasos a personas que… ¡ya se han ido de este mundo!
Lo que resistes, persiste en tu vida.
Eres esclavo de aquel que te inmoviliza y te hace sufrir. Al resistirte y dar mil vueltas al ¿Por qué me trató así? No es diferente a cuando un gato da vueltas sobre sí mismo, buscando alcanzar su cola. Nunca lo logra y se detiene hasta que se cansa.
La naturaleza del amor es incomprensible y caprichosa. No te lamentes porque se ha ido. Agradece que por un instante llegó a tu vida, llenándola de emociones y nubes de color de rosa.
Busca las flores más bellas, en la montaña tapizada de desamor y espinas de tu vida. Y te garantizo que le encontrarás sentido.
Hay personas que cargan sus costumbres del ayer a la vida del hoy y no pueden ser felices.
En un trabajo, en México, tuve un compañero uruguayo. Cargaba a todos lados su hierba mate en un recipiente hecho de testículos de toro. La hierba mate es una especie de té, bebida muy popular en Uruguay.
La probé. Sabía horrible y súper amarga. A cominos con agua. Pero después de probar varias veces, le encontré el gusto. Me dejaba en la lengua una sensación agradable que creaba adicción.
Este chico tenía terror a la comida mexicana. No le gustaban los tacos, ni el picante. Cuando lo invitábamos a comer, primero preguntaba que comeríamos. Al responderle que tacos, se le descomponía el rostro. Tenía alergia a la comida mexicana, sin haberla probado nunca.
Y se separaba del grupo. Nos daba lástima.
En el avión de ida a Montreal, en donde viví medio año, me tocó en suerte ir acompañado de una bella chica canadiense, que había trabajado por 6 meses en Bahías de Huatulco.
Me dijo que el platillo típico de Montreal era el “Poutine”. Una vez en Montreal, lo probé. Eran papas a la francesa con queso derretido y salsa verde. No me encantó, pero tampoco me desagradó.
Cuando la chica me hablo a mi casa en la que viví (intercambiamos teléfonos en el avión) me preguntó qué me había parecido el "Poutine".
Le dije que estaba bien.
Durante mi estancia en Montreal, pasé junto a una tienda de comida de personas que venían de Armenia, un país situado en la antigua Unión Soviética y compré algo por curiosidad.
Eran como tacos con carne, pero en vez de la tortilla mexicana, era como una pizza. Muy parecida a los Gyros griegos. Me gustó.
Extrañaba las tortas de milanesa, los tacos ¡y el picante! No es lo mismo decirlo a sentirlo. Si que se extraña. Pero no me atormenté como mi amigo uruguayo. Yo no me inmovilicé. Aprendí a vivir el momento “culinario” del presente y descubrí comida que si me gustó.
Puede que una persona del pasado, te haya llenado con el alimento de su presencia y de su amor. Y estés acostumbrado. Pero la vida no es estática. Es activa. Y las circunstancias pueden hacer, que lo que te alimentó en el ayer, hoy ya no te alimente ¡y hasta te haga daño!
Puede que extrañes el ayer, como yo mis tortas de milanesa, pero es muy diferente a aferrarte al pasado, como el amigo uruguayo que traía su hierba mate para todos lados y se negaba a vivir su presente en México.
Le dijo un sabio hindú a su discípulo: “Si te lamentas porque tienes sed, y el dolor te ciega para no ver lo que pasa a tu alrededor, cuando camines junto a un oasis, no lo vas a ver”.
Lo que resistes, persiste en tu vida… hasta que dejas de resistirlo.
Despide a ese amor que te alimentó en el ayer y ábrete a la posibilidad de probar suculentas experiencias el día de hoy.
Despide a esa persona que te lastimó en el pasado. Suelta la cuerda que te une a su lancha y que te ha estado lastimando por tanto tiempo.
Te recuperarás de tus heridas, para iniciar una nueva aventura.
Ya no resistas nada en tu vida. Déjalo ir, para que descanse tu espalda de las cargas del ayer y vuelvas a sentir… ¡la emoción de vivir el día de hoy!
Identidad y misión
El mero hecho de existir como PERSONA, de ser y ejercer como persona, independientemente de tu quehacer profesional, y del lugar en que te encuentres, trasciende al mero hecho de tu existencia: es una misión. Toda tu vida es una misión, una servidumbre a los demás. Sirve quien vale, pero vale quien sirve.
Esta reflexión es el fundamento final de la vida de entrega, hacia los demás, que cada uno tenemos, y para la que hemos sido creados. Salirse de este guión es andar en solitario, aunque aparentemente puedas moverte en olor de multitudes.
Aceptar esta reflexión, te obliga a admitir, que toda persona tiene algo que decir a los demás, y de donde se deriva que ninguna persona existe sin sentido. La existencia y aceptación de que tienes una misión en la vida, y que tú, y solo tú, puedes realizar tu misión, te obliga a una elección personal, es lo que llamamos vocación. Concretando: tienes una misión que realizar a través de tu personal vocación.
La vocación no es algo añadido al personaje, seas lo que seas. No es algo que le sobreviene a la persona accidentalmente en algún momento de su existencia en el tiempo. Tu persona y la vocación son una misma cosa, desde el momento que elegiste, y lo aceptaste, estabas destinado para realizar tu misión en la sociedad. La tuya, no la de otra persona puesta en tu lugar.
La vocación nos constituye, nos configura, es la clave mas profunda de la identidad personal de cada uno, y por tanto la razón principal de mi existir. La vocación transciende a lo que en cada momento debas realizar, ya que mi misión es un todo a través de mi vocación, y lo que a lo largo de mi vida vaya realizando es una parte del todo de mi misión, durante toda mi vida. Persona, vida y vocación, igual a misión se confunden en un todo, es la realidad íntegra y existencial del ser humano.
La persona que tiene claro el porqué de su existencia, que se funde en una misma cosa: persona y vocación, sabrá realizar con satisfacción, para los demás, su misión, en su vida.
Como consecuencia de la satisfactoria realización de cada parte de su total misión, en consonancia con su vocación, conseguirá otros logros paralelamente, y a lo mejor sin ser consciente de esta realidad. Estos logros, para beneficio de su entorno, serían:
satisfacerse con lo realizado, satisfacer lo realizado por su trascendencia, satisfacer a los demás, que conviven a tu alrededor, por el ejemplo de lo realizado, y del que lo ha realizado.
La persona, que con estas premisas enfoca su vida, pero hacia una eternidad trascendente, suele reflejarlo con otras palabras: ”Realizo mi misión vocacional hacia los demás: santificando lo que hago: mi trabajo, Santificándome con lo que hago. Y ayudo a que los demás se santifiquen en su propio trabajo. Ayudo a que cada cual sea consecuente y acepte su misión”.
Alguien dijo que el mejor milagro para convencer a los demás de algo, era un fraile llamado vulgarmente, por la sabiduría de pueblo, “fray ejemplo”.
Si no eres consecuente con la trascendencia de cómo piensas, terminaras pensando según vives, te dicen o te dirigen. Con lo cual, no serás feliz tú, y por tu responsabilidad hacia los demás, podrás hacer infeliz a mucha gente. No es fácil ser consecuente sino te apoyas en firmes valores, siempre llamadas virtudes.
Todo lo anteriormente escrito también le vale a quien esto escribe, sea “mandador” o “mandado”.
Abrazos, besos y bendiciones
Despertar al Cristo dormido en nosotros
Despertar al Cristo dormido en nosotros
Se levantó una fuerte borrasca...
Mc 4,35-41
La fe nos exige creer en la presencia de Dios, incluso cuando no lo sentimos.
La vida es como una ensalada bien variada: hay momentos de tranquilidad y de turbación. A veces nos sentimos con tanta fuerza como para mover el mundo con un dedo y otras veces nos sentimos caídos en el fondo de un pozo, abandonados, sin esperanza.
Los apóstoles tuvieron la experiencia de un gran peligro: las aguas les iban a tragar y lo peor era que el único Hombre que podía ayudarles estaba durmiendo tranquilamente.
La experiencia de la tempestad o adversidades es común a todos los hombres, de todas las razas, culturas, lugares y tiempos. La cruz nos persigue como nuestra sombra. ¿Qué hay que hacer? Hay que despertar al Cristo que está durmiendo dentro de nosotros.
Para algunos hombres, Cristo está ausente de sus vidas, pues no tienen ningún contacto personal con Él. No le hablan en la oración y no lo experimentan en los sacramentos.
Para otros, Cristo murió dentro de ellos. Hubo un tiempo, tal vez cuando eran jóvenes, en que caminaban mano a mano con Él. Lo veían en todas partes: en la belleza de la naturaleza y en las maravillas del firmamento. Como dijo un poeta irlandés, Joseph Mary Plunket: "Dios ha hecho tres cosas muy bellas: las estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños".
Pero para muchos el pecado ya ha obstaculizado esta experiencia de Dios. Él es sólo un eco arcano del momento de su Primera Comunión o de su boda.
Para otros más, Cristo está dentro de ellos, pero durmiendo. Tratan de despertarlo por medio de su fe. A veces la fe se hace auténtica. Es la fe de los mártires que no ven nada que no sea la punta de un fusil. La fe no es un sentir, sino un aceptar voluntariamente la presencia de un Dios que no vemos con los ojos, pero estamos seguros que está ahí.
La experiencia del Cristo durmiendo en la barca de nuestra vida es bastante común. Muchas veces uno escucha: "Padre, he perdido mi fe". Y uno le pregunta: "Pero, ¿es que ya no cree en Dios?" La persona responde que sí cree en Él, pero que no lo siente.
Pero a Dios no se lo siente como si fuese un caramelo.
Abrazos, besos y bendiciones
Un cuerpo puro y un corazón virgen
La semilla del amor
El amor es tarea de gran envergadura. Desde los tiempos más remotos el hombre ha estado fascinado por esta emoción. Sus primeros balbuceos en el arte y la literatura están impregnados de amor.
No se puede hablar de amor sin haberlo sentido antes, pues el amor esta mejor expresado por tu mismo corazón cuando palpita tanto dentro de tu pecho, al oír la voz de quien amas o tan sólo ver su rostro, que te parece que el mundo entero puede escuchar sus latidos.
El amor se hace palpable en la sonrisa de una madre al acariciar a su bebé dormido, o cuando los ojos de un enamorado se llenan de luz al recordar a su amada, o cuando un hombre no duda de entregar toda su vida por un ideal.
Pero jamás lo ha expresado nadie de una forma tan sencilla y clara como Jesús. "No hay prueba de amor más grande que dar la vida" (Jn 15,13). El amor es tan indescifrable como Dios pues "Dios es Amor" (1 Jn 4,8)
Ésta es una verdad tan profunda y un concepto tan magnífico que se me ocurre comparar el misterio del amor a un inmenso glaciar que flota en el mar helado. Del glaciar sólo es visible su más pequeña porción que es la que asoma a la superficie, mientras su mayor parte queda oculta dentro de las frías aguas, y sólo profundizando mucho podríamos verlo en su totalidad.
Así es también nuestro conocimiento de Dios, del amor, de los otros y de nosotros mismos. Nuestro amor humano es el pedacito de Dios en nosotros que sale de vez en cuando a la superficie, pues muchas veces se nos oculta dentro del egoísmo.
Hay que bucear dentro de nuestros corazones y ahí encontraremos destellos de la inmensidad del Amor, o de Dios, que es lo mismo, como bien dice el apóstol Juan.
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Él puso dentro de todos nosotros la semilla del amor y sólo somos felices cuando esa semilla germina.
Cuentan que Víctor Hugo escribió a su novia esta carta:
"El deseo de hacerme digno de ti me vuelve cada vez más severo en el juicio de mí mismo en la corrección de mis defectos. Si hasta ahora he sido capaz de mantenerme al margen de las desviaciones morales tan comunes en los jóvenes, ha sido porque estoy pensando siempre en ti. Este pensamiento y este recuerdo me protegen. De esta manera he conservado intactos los únicos bienes que hoy puedo ofrecerte: un cuerpo puro y un corazón virgen".
Abrazos, besos y bendiciones
La vida sonríe a quien sonríe a la vida...
Piensan que la felicidad es muy raquítica y además pasajera, y poco profunda. Sienten que no sirven para nada, y así abunda el tipo insatisfecho, harto, hastiado. Yo quiero más, mucho más, no puedo seguir igual, si mi vida va a ser como hasta hoy, ya me harté, no la quiero.
Hay gente enferma del espíritu, enferma de gravedad, gente que se cree incurable. Hay enfermedades crónicas, habituales, por las constantes recaídas en el vicio, en el pecado, en la mediocridad.
Hay gente desengañada de si misma; han intentado tantas veces cambiar y no lo han logrado que piensan no tener remedio. Podríamos decir, "intenta otra vez, aun no lo has intentado con todas tus fuerzas".
Cuentan de Gengis kan, el gran conquistador de China, que después de una gran derrota, estaba en su tienda mirando con los ojos al horizonte, y por el hilo de la tienda, subía una hormiguita tratando de llegar a la cima; al no conseguirlo, caía una y otra vez al suelo, pero volvía a intentarlo y así la décima vez, logró por fin su objetivo, que era llegar a la cima de la tienda. Gengis kan, aprendió la lección de la hormiguita, volvió a intentarlo y se hizo el conquistador de China.
Estoy desengañado de Dios. Si piensas así, es que no lo conoces. Puedes estar desengañado de los demás, de la vida, pero no de Dios. ¿Sabías tú, que la vida sonríe, a quien sonríe a la vida?. Los años insatisfechos por la vaciedad de la vida, por esa mediocridad que les produce nauseas, son una insatisfacción muy aprovechable. Malo si estuvieras tranquilo. De una gran insatisfacción pueden surgir grandes cosas.
Los hay atormentados, por dudas, por remordimientos, por el egoísmo, por miedo a la vida. Los hay temerosos de enfrentarse a Dios y reconocer que han sido hipócritas, cuentistas, habladores. Tienen miedo de enfrentarse a si mismos, de ver su vida manchada, mediocre, vacía. Ellos que se tienen en un concepto tan alto, que son admirados, tienen que reconocer que son tan miserables y pequeños.
Puede el hombre sentirse enfermo, desengañado, insatisfecho, atormentado, temeroso, pero no importa, repito, no importa si quiere cambiar. El día que un hombre desea cambiar, desea con toda su alma un cambio radical en su vida, es un gran día, y ese gran día puede llegar en cualquier momento.
Vacío, rencor, tristeza, desesperanza, son los virus que están enfermando y matando, más que el cáncer y el sida, a los jóvenes y hombres de nuestro tiempo.
Abrazos, besos y bendiciones
Un día más
Fuente desconocida
Érase una gaviota que vivía en una playa de la región patagónica; grandes acantilados limitaban la visual hacia tierras lejanas. Vivía con sus compañeras de vuelo que todas las mañanas al despuntar el alba partían con rumbo desconocido, internándose en el mar para buscar alimentos, mientras con placer sobrevolaban ese infinito azul.
-Hoy no saldré -dijo un día nuestra gaviota a sus compañeras -deseo quedarme a ver el amanecer en la playa, tengo curiosidad por ver qué sucede mientras nosotras volamos. Sé que vienen los humanos, quiero verlos de cerca.
-¿Qué tiene eso de atractivo? -preguntó una gaviota curiosa
-Desperdiciar volar en el inmenso azul por ver unos seres que sólo quieren asustarnos -sentenció otra gaviota frunciendo su pico.
-Si -dijo decididamente nuestra gaviota -quiero ver con mis ojos todas las maravillas a que el mar incita.
-Es una eutropelia -dijo la gaviota mayor -nos dejas para quedarte con ellos.
-Quiero observarlos, nada más -dijo tímidamente la gaviota. -Mañana volaré con ustedes. Sólo será por hoy.
Las restantes gaviotas emprendieron el vuelo, como todos los días, apenas el sol apareció en el horizonte.
Nuestra gaviota quedóse caminando por la playa, comiendo pequeños moluscos. Cuando el sol despegó del horizonte, comenzaron a llegar los humanos, con sus sombrillas coloridas, bolsos rebosantes de alimentos, hombres arrastrando sus redes, niños que bajaban desenfrenadamente en busca del mar.
Pasó el resto del día haciendo pequeños vuelos. Los niños intentaban acercarse a ella... Les extrañaba una gaviota solitaria en la playa y corrían a su encuentro.
El sol se fue poniendo y con las últimas luces, los bañistas y pescadores fueron abandonando la playa. A lo lejos pudo observar una blanca línea que se aproximaba a la costa. Eran sus compañeras que volvían después del largo día.
-¿Cómo te fue? -preguntó la gaviota curiosa.
-¿Qué fue más interesante que volar sobre el ancho mar? -preguntó la gaviota mayor.
-Vi niños jugar, mujeres disfrutando del sol, hombres compartiendo travesuras con sus hijos, pescadores concentrados en apresar peces, parejas de enamorados caminando por la costa, mujeres mayores disfrutando de sus nietos, jovencitas dorando sus cuerpos mientras mantenían largas charlas adolescentes.
Conocí a un vendedor ambulante que me dio unas bolitas blancas exquisitas, mientras pregonaba en voz muy alta sus dulces, aquellos que los niños desean.
Vi gente ejercitando sus cuerpos, unos corriendo, otros caminando, otros en bicicleta.
Las otras gaviotas escuchaban el relato de nuestra amiga en silencio, hasta que una de ellas preguntó -¿Qué harás mañana?
-Me quedaré un día más a observarlos, me gustó verlos, será él ultimo día, después continuaré los vuelos con ustedes. Dicho esto, se retiró a dormir a su nido, mientras las otras murmullaban a sus espaldas.
Así pasaron los días y nuestra gaviota, siempre decía "un día más". Pasaron semanas. Hasta que una mañana al alba estaba alistada junto con sus compañeras. Ya había visto lo suficiente de los humanos, había compartido con los niños sus alegrías, había hecho amigos, había disfrutado su compañía... Quería volver a ver los mares en toda su plenitud.
Sus compañeras la miraron asombradas, ya casi no la tenían en cuenta, se sentían traicionadas por ella. Como siempre decía la mayor de todas -era una eutropelia hacia las gaviotas.
Todas abrieron sus alas y remontaron el hermoso cielo azul.
Todas, menos nuestra amiga, que no podía levantar vuelo más de dos metros de la arena. Caía y volvía a aletear. Sus alas estaban endurecidas. Vio cómo se alejaban sus compañeras hacia el infinito, sin siquiera intentar ayudarla.
Pasó el día. Ya no disfrutó con los humanos, estaba triste. Ya no podía volar como antes.
Quedóse detrás de una roca, decidida a morir de hambre. Se dio cuenta que sin volar su vida no tenía sentido. Su curiosidad por conocer cosas nuevas la había traicionado.
sí quedó, agazapada detrás de una roca durante todo el día. Ya comenzaba a atardecer cuando un niño la vio. Él había estado jugando con nuestra gaviota los últimos días, le había tirado miguitas, había corrido con ella todo el día, ya no tratando de atraparla, era un juego sin fin.
El niño se acercó, la gaviota no atinó a escapar. Se miraron. El niño vio esos ojos tristes y comprendió todo.
Se quedó pensativo, su amiga era evidente que no podía volar, tal vez estaba herida o tal vez... pero hizo como todos los niños, en vez de pensar, actuó rápidamente...
Tomó a la gaviota entre sus pequeños brazos y la llevó hasta la cima del acantilado. La posó sobre el suelo y le dijo.
-Vuela, bonita gaviota, vuela por mí, tú naciste con alas... Úsalas!
La gaviota vio el precipicio, no sabía si podría hacerlo, pero miró la cara del niño, ese niño que se había convertido en su amigo. Ninguna gaviota tiene un amigo. No lo podía defraudar.
Abrió sus alas, sintió alegría, plenitud de su condición de ser y voló, voló, y voló...
Sucede muy frecuentemente en la vida del hombre y muy especialmente cuando ya tenemos un camino recorrido en nuestra vida religiosa.
Decir “hoy no, mañana si”, se vuelve rutinario y de esa manera es cuando vamos camino al fracaso.
No te acostumbres a dejar las cosas para mañana sobre todo, las cuestiones espirituales, no sea que mañana ya no tengas la oportunidad de reconciliarte con Dios y te cierre las puertas del cielo.
Abrazos, besos y bendiciones
Olor...
Un hombre abrió un negocio de venta de pescado y puso un rótulo en la puerta que decía;
"AQUÍ SE VENDE PESCADO FRESCO".
Un amigo le hizo la indicación de que bien podía suprimir la palabra "aquí" pues estaba sobreentendido que si se vendía pescado era "aquí". El buen hombre siguió el consejo y eliminó el adverbio de lugar.
Otro llegó después que le hizo la observación de que sobraba el adjetivo " fresco", de otra manera no habría razón para venderlo. El hombre aceptó también esta sugerencia y lo quitó.
Mas tarde vino otro que le dijo que no había razón para indicar que "se vende", pues si es un establecimiento abierto al público y hay pescado, esta claro que es para venderlo. Y también lo eliminó.
Por ultimo, llegó otro que le preguntó por qué anunciaba que allí había pescado. !QUITALO! ¡No hace falta!
Pues de lejos se siente el OLOR A PESCADO…
¿Huele la gente donde hay cristianos?
¿Hueles tu a un Cristiano autentico?
2da Corintios 2,15-16 "Porque nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo, tanto entre los que se salvan, como entre los que se pierden: para éstos, olor de muerte que lleva a la muerte, para aquellos, olor de vida que lleva a la vida..
Efesios 5,2 "Y hagan del amor la norma de su vida, a imitación de Cristo que nos amo y se entregó a si mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de suave olor a Dios"
1ra Pedro 2,12 "Portense dignamente entre los no creyentes, para que el buen comportamiento de ustedes desmienta a quienes los calumnian como si fueran malhechores, y así ellos mismos glorifiquen a Dios el día de su venida.
“Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable. Dedícate a la lectura, a la predicación y a la enseñanza.” 1 Tim. 4, 12-13
Abrazos, besos y bendiciones
Te necesito Señor
¡Te necesito, Señor!,
porque sin ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos
en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante ti.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte
en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
¡Necesito sentirte en mi corazón!
Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
Quiero encontrarte
en la pobreza de mi ser,
en las capacidades
que me has dado,
en los deseos y sentimientos
que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas
del encuentro cara a cara contigo.
Amén.
Abrazos, besos y bendiciones
Los distintos niveles de las personas...
Varían, conforme el grado de compromiso.
Una persona es enorme para uno, cuando habla de frente…
Y vive de acuerdo a lo que habla,
Cuando trata con cariño y respeto,
Cuando mira a los ojos y sonríe inocente.
Es pequeña cuando solo piensa en si misma,
Y le hace creer a los otros que piensa en ellos,
Cuando se comporta de una manera poco gentil,
Cuando no apoya,
Cuando abandona a alguien justamente
En el momento en que tendría que demostrar
Lo que es más importante entre dos personas:
El cariño, el respeto,
El celo y asimismo el amor.
Una persona es gigante cuando
Se interesa por tu vida,
Cuando busca alternativas para tu crecimiento,
Cuando sueña junto contigo...
Cuando trata de entenderte aunque no piensen igual.
Una persona es grande cuando perdona,
Cuando comprende,
Cuando se coloca en el lugar del otro,
Cuando obra no de acuerdo
Con lo que esperan de ella,
Pero de acuerdo con lo que espera de si misma.
Una persona es pequeña cuando se deja
Regir por comportamientos clichés.
Cuando quiere quedar bien con todos,
Cuando maneja a la gente como un titiritero
Y lamentablemente siempre hay gente que no tiene convicciones y se deja manejar....
Una misma persona puede aparentar grandeza
O pequeñez dentro de una relación,
Puede crecer o disminuir,
En un corto espacio de tiempo.
Una decepción puede disminuir
El tamaño de un amor que parecía ser grande.
Una ausencia puede aumentar
El tamaño de un amor que parecía ser ínfimo.
Una decepción puede terminar
Con el respeto por alguien...de muchos...
Una acción correcta puede enaltecer a otros
Es difícil convivir con esta elasticidad:
Las personas se agigantan
Y se encogen a nuestros ojos.
Ya que nosotros no juzgamos a través
De centímetros y metros,
Sino de acciones y reacciones,
De verdades o falsedades,
De expectativas y frustraciones.
Una persona es única al extender la mano,
Y al recogerla inesperadamente, se torna otra.
El egoísmo unifica a los insignificantes,
A los perdedores,
A los falsamente llamados diplomáticos.
No es la altura, ni el peso,
Ni la belleza, ni un titulo
O mucho dinero lo que
Convierte a una persona en grande...
Es su honestidad, su decencia,
Su amabilidad y respeto por los sentimientos
E intereses de los demás.
Por su sensibilidad sin tamaño...
Willian Shakespeare (reformado)
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