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domingo, 8 de diciembre de 2013

lo que piensas... HAZLO


 

Los vestidos encerrados en un baúl durante largo tiempo, se apolillan. Lo mismo ocurre a los pensamientos de nuestro corazón. Si no los ponemos por obra físicamente, desaparecen o se apolillarán con el tiempo.

Sentencias de los Padres del Desierto (el dominio de sí)


Unos hermanos de Scitia quisieron ver al abad Antonio (San Antonio Abad). Se embarcaron en una nave y se encontraron en ella un anciano que también quería ir donde Antonio. Pero los hermanos no lo sabían. Sentados en el barco hablaban de las sentencias de los Padres, de las Escrituras y de sus trabajos manuales. El anciano guardaba silencio. Al llegar al puerto supieron que también él iba en busca del abad Antonio. Cuando se presentaron, el abad Antonio les dijo: «Buen compañero de viaje encontrasteis en este anciano». Y luego dijo al anciano: «Padre, has encontrado unos buenos hermanos». Pero el anciano le respondió: «Son buenos pero su habitación no tiene puerta. En su establo entra todo el que quiere y desata el asno». Esto lo decía porque los hermanos hablaban de todo lo que pasaba por su cabeza.

Sentencias de los Padres del Desierto (el dominio de sí)

LECTIO DIVINA

LECTIO DIVINA

Evangelio de San Mateo 5,1-12ª

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Palabra del Señor


1.¿Qué dice el texto?
Si te ayuda, subraya con un lápiz

Al leer las bienaventuranzas, podemos fijarnos, en cuáles son sus protagonistas. ¿Quiénes están presentes? ¿Quiénes hablan?¿Quiénes escuchan?

Tres son los personajes que se mencionan: Jesús, actor principal de toda la escena, los discípulos y la muchedumbre. Jesús proclama dichosas a aquellas personas de las que ninguno de nosotros lo diría.

Dios es el garante del consuelo de los tristes, de la justicia a los oprimidos, de la misericordia que alcanzará a los misericordiosos...

En el presente, eso sólo se puede tener en esperanza. Pero una esperanza de la que podemos fiarnos, porque tuvo un anticipo en Jesús, el Pobre alcanzado por una felicidad que nada ni nadie pudo arrebatarle, ni siquiera la tortura ni la muerte en cruz.

2.Qué me dice el texto?

Dedica un tiempo de silencio

' Cuándo experimentas la tristeza, la soledad, el abandono, la injusticia…¿Buscas apoyo y consuelo en Dios o lo solucionas a tú manera?
' ¿Qué cosas de tu vida, consideras que no tendrías, si no te las hubiera dado Dios?
' ¿Sientes que la fe en Jesús aporta felicidad a tu vida y a los que te rodean?


3.¿Qué le digo?
Escribe o di lo que te salga ti

Repite en tu interior y haz tuya la frase del Ángel a María:
…Dichosa tú que has creído


4.¿Qué me pide?


Escoge una Bienaventuranza. Medítala e intenta practicarla durante la semana.

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