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lunes, 23 de diciembre de 2013

FE Y VIDA: ¿Qué es la verdad?


Queridos amigos y hermanos del Blog, hay una palabra que es definitiva en la vida de los hombres, por ella han llegado muchos incluso a dar la vida, esa palabra es la verdad, ¡Cuántas cosas se dicen de ella, y cuántas cosas le hacen decir! Hablamos de ella todos los días, y muchas veces somos criticados, especialmente los católicos, porque dicen que nos creemos “dueños de la verdad”.

Jesús ha venido para dar a los hombres la vida y ha venido también para enseñarles el camino que a ella conduce; él, que es fuente de vida, es también maestro de vida. El mismo se ha llamado Maestro: “Vosotros me llamáis maestro... y decís bien, pues lo soy”; en cuanto a vosotros “no os hagáis llamar maestros, porque uno solo es vuestro Maestro”. Cuando Jesús afirma que es la Vida, afirma también que es la Verdad, más aún, delante de Pilato que le pregunta sobre su origen y su misión, Jesús declara, lo que encontramos en el Evangelio de Juan, 18, 37: “Para esto he nacido yo y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad”.

Y el que escucha y practica su palabra, escucha y conoce la verdad: “Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad”. Jesús es Maestro en cuanto que es el Verbo, la Palabra sustancial del Padre, que contiene y manifiesta toda la verdad, la sabiduría, la ciencia que puede haber; El mismo es la verdad, la sabiduría, la luz del Padre.

Los “maestros humanos”, e incluimos a los sacerdotes, conocen solo una parte de la verdad, Jesús no sólo conoce toda la verdad, sino que es la misma Verdad; los demás maestros enseñan verdades superiores a sí mismos, que tienen ser independiente de ellos y que, por lo tanto, conocen siempre imperfectamente. Jesús, en cambio, enseña la verdad que es él mismo por naturaleza, y por tanto su enseñanza es absolutamente única e infalible.

Por tal motivo ha podido decir: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Sólo Jesús puede declararse “luz del mundo” y dar la “luz de la vida”, que es su enseñanza, que no está hecha de solas palabras humanas, por sublimes y elevadas que puedan ser, sino que refleja la palabra de Dios. Y a esta palabra nos invita a abrirle la mente y el corazón.

Pidamos al Señor que “es la Verdad”, la gracia de serle fieles siempre y de no dejarnos arrastrar por doctrinas llamativas y extrañas que nos apartan, no sólo de la Verdad, sino también de la salvación eterna. La eternidad es un tiempo demasiado largo como para estar para siempre equivocados, especialmente acerca de Jesús. Por eso, si a esta altura del camino ya lo hemos probado todo, ¿Por qué no probamos con vivir en la verdad? Pero en la Verdad “con mayúsculas” en la Verdad que se identifica con una persona: Jesucristo.

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