Reanudando sus audiencias generales en el Vaticano, el Santo Padre Benedicto XVI se ha referido al 70 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que se conmemoraba ayer. En sus palabras el Papa ha recordado que “En la memoria de los pueblos permanecen las tragedias humanas y lo absurdo de la guerra. Roguemos a Dios para que el espíritu del perdón, de la paz y de la reconciliación impregne el corazón de los hombres. Europa y el mundo de hoy tienen necesidad de un espíritu de comunión. Construyámosla sobre Cristo y su Evangelio, sobre el cimiento de la caridad y de la verdad”.
En esta primera audiencia de septiembre, Benedicto XVI ha retomado sus catequesis dedicadas a los grandes escritores de la Iglesia de Oriente y Occidente del tiempo medieval, ''de cuyos ejemplos -ha dicho- entendemos qué cosa significa ser cristiano'' y, superada la distancia histórica, proponen a los fieles laicos adoptar aún hoy sus enseñanzas y ''avanzar con paso decidido por el camino de la perfección cristiana''.
Más de 7.000 fieles se congregaron en el aula Nervi -también conocida como Aula Pablo VI- del Vaticano, para participar en esta audiencia en la que el Papa ha evocado la figura de san Odón, abad de Cluny, nacido hacia el año 880 y muerto el 18 de noviembre del 942. El Papa ha recordado en particular su enseñanza: frente a la ''vastedad' de los vicios'' difundidos en la sociedad', el ''remedio'' a proponer ''con decisión'' es aquel de ''un radical cambio de vida, fundado sobre la humildad, la austeridad, el desprendimiento de las cosas efímeras y la adhesión a aquellas eternas''.
En este sentido, Benedicto XVI ha definido a san Odón como ''un verdadero guía espiritual ya sea para los monjes como para los fieles de su tiempo'', precisando que 'no obstante el realismo de su diagnóstico, Odón no se abandona al pesimismo''. ''La misericordia divina está siempre disponible'', ha recordado el Papa citando al monje, porque ''Dios persigue las culpas y aún así protege a los pecadores''. ''De esta manera el vigoroso y a la vez amable abad medieval, apasionado de reforma, con acción incisiva nutría en los monjes, así como también en los fieles laicos de su tiempo, el propósito de avanzar con paso decidido por el camino de la perfección cristiana''.
Y de este modo resumía el Papa su catequesis para los peregrinos de lengua española a quienes saludó al finalizar la audiencia: “Queridos hermanos y hermanas: San Odón, nacido a finales del siglo nueve, fue el segundo abad de la famosa Abadía de Cluny. Desde allí ejerció un gran influjo en los monasterios de Europa, difundiendo la vida y la espiritualidad inspiradas en la Regla de San Benito. Entre sus virtudes destacan la paciencia, el desapego por las cosas terrenales, el celo por las almas, su empeño por la paz y la concordia, aspirando al cumplimiento de los mandamientos, la atención a los pobres, la corrección de los jóvenes y el respeto por los ancianos.
Firmemente convencido de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, tenía gran devoción por el Cuerpo y la Sangre del Señor, exhortando a una celebración cuidada del Sacramento. Sólo quien está unido espiritualmente a Cristo puede recibir dignamente su Cuerpo eucarístico. San Odón fue un verdadero guía también para los fieles de su tiempo. Proponía un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad y el desprendimiento de las cosas efímeras para anhelar las eternas. Amaba contemplar la misericordia de Cristo, al que calificaba como ‘amante de los hombres’, que ha muerto por nosotros. Bajo su austeridad de reformador, destacaba su profunda bondad, difundiendo en su entorno la alegría que lo inundaba”.
En esta primera audiencia de septiembre, Benedicto XVI ha retomado sus catequesis dedicadas a los grandes escritores de la Iglesia de Oriente y Occidente del tiempo medieval, ''de cuyos ejemplos -ha dicho- entendemos qué cosa significa ser cristiano'' y, superada la distancia histórica, proponen a los fieles laicos adoptar aún hoy sus enseñanzas y ''avanzar con paso decidido por el camino de la perfección cristiana''.
Más de 7.000 fieles se congregaron en el aula Nervi -también conocida como Aula Pablo VI- del Vaticano, para participar en esta audiencia en la que el Papa ha evocado la figura de san Odón, abad de Cluny, nacido hacia el año 880 y muerto el 18 de noviembre del 942. El Papa ha recordado en particular su enseñanza: frente a la ''vastedad' de los vicios'' difundidos en la sociedad', el ''remedio'' a proponer ''con decisión'' es aquel de ''un radical cambio de vida, fundado sobre la humildad, la austeridad, el desprendimiento de las cosas efímeras y la adhesión a aquellas eternas''.
En este sentido, Benedicto XVI ha definido a san Odón como ''un verdadero guía espiritual ya sea para los monjes como para los fieles de su tiempo'', precisando que 'no obstante el realismo de su diagnóstico, Odón no se abandona al pesimismo''. ''La misericordia divina está siempre disponible'', ha recordado el Papa citando al monje, porque ''Dios persigue las culpas y aún así protege a los pecadores''. ''De esta manera el vigoroso y a la vez amable abad medieval, apasionado de reforma, con acción incisiva nutría en los monjes, así como también en los fieles laicos de su tiempo, el propósito de avanzar con paso decidido por el camino de la perfección cristiana''.
Y de este modo resumía el Papa su catequesis para los peregrinos de lengua española a quienes saludó al finalizar la audiencia: “Queridos hermanos y hermanas: San Odón, nacido a finales del siglo nueve, fue el segundo abad de la famosa Abadía de Cluny. Desde allí ejerció un gran influjo en los monasterios de Europa, difundiendo la vida y la espiritualidad inspiradas en la Regla de San Benito. Entre sus virtudes destacan la paciencia, el desapego por las cosas terrenales, el celo por las almas, su empeño por la paz y la concordia, aspirando al cumplimiento de los mandamientos, la atención a los pobres, la corrección de los jóvenes y el respeto por los ancianos.
Firmemente convencido de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, tenía gran devoción por el Cuerpo y la Sangre del Señor, exhortando a una celebración cuidada del Sacramento. Sólo quien está unido espiritualmente a Cristo puede recibir dignamente su Cuerpo eucarístico. San Odón fue un verdadero guía también para los fieles de su tiempo. Proponía un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad y el desprendimiento de las cosas efímeras para anhelar las eternas. Amaba contemplar la misericordia de Cristo, al que calificaba como ‘amante de los hombres’, que ha muerto por nosotros. Bajo su austeridad de reformador, destacaba su profunda bondad, difundiendo en su entorno la alegría que lo inundaba”.
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