martes, 5 de noviembre de 2013

BELLAS REFLEXIONES VII

DE TI DEPENDE

De ti depende 


En un pueblo oriental vivía en la montaña un anciano que era muy conocido por su sencillez y su sabiduria. Pero en el pueblo cercano vivía un joven malicioso y envidioso de aquel anciano.
Un día acompañado de un par de amigos decidió ir al encuentro de aquel anciano para dejarlo en evidencia, se compró un pájaro y fue al encuentro del anciano.

Cuando estuvo frente a El, le dijo:

- Buen anciano, todo el mundo habla bien de ti; yo quiero ponerte a prueba a ver si lo que dicen de ti es cierto. Este pájaro que llevo en la mano que pasará con El, cuando la abra:¿ volará o caerá muerto?. (porque el joven pensaba, si dice que volará, aprieto la mano, lo ahogo y caerá muerto, por el contrario, si dice que morirá abriré la mano y saldrá volando; este viejo, pensaba, no tiene escapatoria).

El buen anciano se dió cuenta enseguida del mal de aquel joven y empezó a mirarle fijamente a los ojos para que reflexionase, pero el joven insistía: ¿volará o caerá muerto?.

Finalmente el anciano le clavo sus ojos en los de El y le dijo: DE TI DEPENDE.

Fue suficiente, aquellas palabras le llegaron al fondo del corazón, abrió la mano, salió el pájaro libre y regreso junto con sus amigos en silencio al pueblo; parece que la lección de aquel anciano había servido de mucho

LA PARÁBOLA DEL TIEMPO


La parábola del tiempo 


Un Experto Asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. 
Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:

- ¿Cuantas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:

- ¿Está lleno?.

Todo el mundo lo miró y asintió. 
Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió:

- ¿Está lleno?.

Esta vez los oyentes dudaron:

- Tal vez no.

- ¡Bien!.

Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.

- ¿Está lleno? preguntó de nuevo.

- ¡No!, exclamaron los asistentes.

- Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba.

- Bueno, ¿qué hemos demostrado?, preguntó.

Un alumno respondió:

- Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

- ¡No!,concluyó el experto: 

- Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.



¿CUALES SON LAS GRANDES PIEDRAS EN TU VIDA?. 
¡TUS HIJOS, TUS AMIGOS, TUS SUEÑOS, TU SALUD, LA PERSONA AMADA!. 
RECUERDA, PONLAS PRIMERO. 

- El resto encontrará su lugar

LA PAZ


LA PAZ

La paz. Que palabra tan importante. La paz es lo que todos buscan y no lo saben. La paz interior, el tesoro mas grande que podemos tener, no viene en cápsulas. El estrés, que es la ausencia de paz interna, puede causar tensión alta, bocio, migrañas, artritis, enfermedades del corazón, ulceras gastrointestinales, y todo tipo de enfermedades mentales. La paz con Dios puede curar estas enfermedades.

Los médicos pueden prescribir fármacos pero no pueden hacer mucho sobre la causa que genera las enfermedades, especialmente si no se trata el espíritu que es el componente más importante.

Paz. Que palabra tan importante. Hablamos de la paz interior, no la ausencia de guerra. Aunque esto es también una guerra, en el corazón.

La Biblia tiene mucho que decir sobre la paz. Nosotros tenemos mucho que aprender sobre esta palabra.
Donde hay estrés no hay paz. La falta de paz interior es la causa # 1 de casi todos nuestros problemas de salud. Esto parece una exageración pero si se analiza detenidamente a la luz de la palabra de Dios, vemos que el conseguir tener paz duradera es el beneficio más grande que podemos alcanzar en esta vida. Ninguna otra cosa se puede comparar con ella.

Pero la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento no es tan fácil conseguirla.

 Filipenses 4:6-7 dice:
“Por nada estéis afanosos (ansiosos, preocupados) sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, con toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la PAZ DE DIOS, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús, Señor nuestro.”

Necesitamos más que una píldora para los problemas de estrés en los que se encuentra el hombre que ha perdido todos sus ahorros en la crisis económica, para la mujer que ha sido abandonada por su marido, y para el hombre que maquina por la noche en su cama como va a vengarse del que es responsable de sus problemas.

 Dios prometió al pueblo judío que si andaban en obediencia a sus estatutos los protegería de toda enfermedad, cosa que la medicina moderna no puede prometer con todas sus medidas preventivas.

“Y Moisés clamó a Yahve, y Yahve le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Yahve tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, NINGUNA ENFERMEDAD DE LAS QUE ENVIÉ A LOS EGIPCIOS TE ENVIARÉ A TI; porque yo soy Yahve tu sanador.

 Hoy día tenemos no una epidemia, sino una pandemia de problemas psiquiátricos causados por vivir una vida ignorando las leyes de Dios. El fruto y beneficio más grande que resulta de tener una relación con Dios por medio de la fe en su Hijo Jesucristo, es la paz.

 El problema principal que tienen los que sufren de depresión, de ansiedad, de tensión, de temores infundados, etc. es la falta de paz. El hombre no se da cuenta de que la conciencia pesa mucho. Está inconsciente del papel que esta juega en todos estos problemas físicos. Pero el subconsciente es muy real.

 La Biblia dice:
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
 Pero hay buenas noticias. Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a traernos la paz.

 En Juan 14 leemos:
 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Voy a preparar lugar para vosotros y volveré y os llevaré allí”.

 ”La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.
Juan 14:6

“Yo soy en camino…”

”El que a mí viene, no le echo fuera. Venid a mi para que tengáis vida en abundancia”.
Palabras de Jesucristo. Palabras de vida. Jesucristo es el camino a la paz duradera.

LA BIBLIA Y EL TELÉFONO MÓVIL


LA BIBLIA Y EL TELÉFONO MÓVIL

Me pregunto qué pasaría si tratásemos a nuestra Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil.

¿Y si la lleváramos a todos lados en nuestra cartera o bolsillo?

¿Y si regresáramos a casa si se nos hubiera olvidado?

¿Y si la revisáramos varias veces al día?

¿Y si la usáramos para recibir mensajes del texto?

¿Y si la tratáramos como si no pudiésemos vivir sin ella?

¿Y si la ofreciéramos como regalo?

¿Y si la usáramos mientras viajamos?

¿Y si la usáramos en caso de emergencia?

Esto es algo para animarnos a preguntar... hmmm... ¿dónde está mi Biblia?

Ah, y una cosa más. A diferencia de nuestro teléfono móvil, no tenemos que preocuparnos de que nuestra Biblia se quede sin saldo… ¡porque Jesús ya pagó la cuenta!

La Biblia está cargada eternamente. Nunca tiene que ser recargada.

Cuando dices: "Es imposible" Dios dice: Todo es posible. (Lucas 18:27)

Cuando dices: "Estoy muy cansado." Dios dice: Yo te haré descansar. (Mateo 11:28-30)

Cuando dices: "Nadie me ama en verdad." Dios dice: Yo te amo. (Juan 3:16 y Juan 13:34)

Cuando dices: "No puedo seguir." Dios dice: Mi gracia es suficiente. (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)

Cuando dices: "No puedo resolver las cosas." Dios dice: Yo dirijo tus pasos. (Proverbios 3:56)

Cuando dices: "Yo no lo puedo hacer." Dios dice: Todo lo puedes hacer. (Filipenses 4:13)

Cuando dices: "Yo no soy capaz." Dios dice: Yo soy capaz. (II Corintios 9:8)

Cuando dices: "No vale la pena." Dios dice: Sí valdrá la pena. (Romanos 8:28)

Cuando dices: "No me puedo perdonar." Dios dice: YO TE PERDONO. (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)

Cuando dices: "No lo puedo administrar." Dios dice: Yo supliré todo lo que necesitas. (Filipenses 4:19)

Cuando dices: "Tengo miedo." Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. (I Timoteo 1:7)

Cuando dices: "Siempre estoy preocupado y frustrado." Dios dice: Hecha tus cargas sobre mi. (I Pedro 5:7)

Cuando dices: "No tengo suficiente fe." Dios dice: Yo le he dado a todos una medida de fe. (Romanos 12:3)

Cuando dices: "No soy suficientemente inteligente." Dios dice: Yo te doy sabiduría. (I Corintios 1:30)

Cuando dices: "Me siento muy solo." Dios dice: Nunca te dejaré, ni te desampararé. (Hebreos 13:5)

LA CASA BONITA


LA CASA BONITA

Aquel era un sábado como cualquier otro: el trajín de siempre: correr, comprar rápido y escapar del tumulto y el bullicio de la ciudad en un destartalado autobús... Me sentía cansada y ofuscada por el inmenso calor y toda la gente a mi alrededor transpiraba como si estuvieran sumergidos en un mar de sudor. 

Abordé el autobús y me senté en el primer asiento para refrescarme un poco con la brisa del camino. 

Todo transcurrió normalmente hasta que a mitad del camino una mujer abordó el autobús. Vestía harapos, estaba sucia y sostenía un bebé de meses en sus brazos y a su lado llevaba un niño de no más de cuatro años. Ella se sentó a mi lado con el bebé, el otro niño se sentó en el asiento contiguo, al otro lado del pasillo. Observé aquella mujer discretamente: era delgada y podría decirse que había aún restos de juventud en su expresión; pude ver sus facciones: un rostro en el cual aún se vislumbraba unos rasgos bonitos, ojos claros, se notaba que aún era joven, sin embargo el peso del dolor podía verse a través de sus arrugas prematuras. El niño mayor se veía saludable, vivaracho y muy simpático.

El viaje se convirtió en una “excursión de silencio” en cuanto la señora abordó el bus, todos los pasajeros la observaban con preocupación e incluso con cierto desprecio e incomodidad por la suciedad de sus ropas. De pronto en medio del silencio una chispa de luz brilló en los ojos del niño, miró sonriente por la puerta del autobús y gritó: “¡Mira, Mami, qué casa tan bonita!”. 

Inconscientemente todos los pasajeros del autobús miramos hacia donde el niño señalaba y sólo había un pequeño rancho con unas pocas tablas, con hendijas por todas partes, sin piso y con unas latas herrumbradas y rotas por techo “¡ Mira, Mami, qué bonita y hasta tiene luz! ¡mira tiene un cable!” la mujer con ojos tristes le dijo”Si, hijo, si” y se volvió avergonzada hacia mí y se disculpó por su pobreza diciendo “No ve que como vivimos tan pobres y nos alumbramos con candelas, él todo lo ve bonito” e inclinó su rostro avergonzada. En aquel momento desee que el asiento del bus se abriera y me ocultara, ¡cómo podría quejarme yo después de esto!. 

Desee quitarme las pocas cosas valiosas que llevaba encima y dárselas para que cubriera sus necesidades básicas. ¡Qué vergüenza! ¡Qué derecho tengo yo a “colgarme” adornos y alhajas de oro cuando otros no tienen con qué cubrir sus cuerpos del frío! 

En la siguiente parada la mujer bajó, pero todos en el autobús quedamos con el corazón estrujado y un inmenso nudo en la garganta. Y los que nos llamamos “cristianos” con una sensación de culpa por no haber cumplido el mandato: “lo que a uno de éstos hiciéreis, a Mi me lo hacéis”. 

Descubrí que la pobreza te hace apreciar y valorar muchas más cosas de las que a diario vemos y que la belleza está donde la encuentres.

PLUMA AL VIENTO


PLUMA AL VIENTO
(Reflexión)

Una mujer se acusaba con san Felipe Neri de ser muy dada a la maledicencia.

—¿Cae usted con frecuencia en esa falta?

—Sí, padre, muchas veces.

Al ver tal franqueza, comprendió el santo que había más de ligereza que perversidad, y que era menester convencerla de las deplorables consecuencias de su costumbre.

—Hija, le dijo san Felipe, su culpa es grande, pero es mayor la misericordia de Dios; con la seria voluntad de enmendarse y la gracia de Dios, no dudo que llegará a triunfar de su hábito. Por su penitencia, irá usted al mercado, comprará una gallina recién muerta y con plumas, luego recorrerá las calles de la ciudad con todas sus vueltas y vaya desplumando la gallina y tirando de acá allá las plumas... Hecho, esto, me vendrá a dar cuenta de su cumplimiento como a ministro de Dios.

Inútil decir el asombro de la penitente al recibir tal penitencia de un hombre tan serio y santo.

Fue, pues, al mercado, compró la gallina y la fue desplumando por las calles y volvió a dar cuenta para que le explicara tan curiosa penitencia.

—¡Ah! —Dijo el santo al verla—, ya ha cumplido bien la primera parte que le receté como médico; ahora cumpla la segunda y quedará del todo curada. Vuelva ahora al revés por el mismo camino y recoja todas las plumas que ha tirado.

—¡Pero esto es imposible! Exclamó la pobre mujer sorprendida. Las tiré por todos lados y el viento se las habrá llevado.

¿Cómo volver a encontrarlas?

—¡Bien! Hija mía, respondió el buen religioso, las maledicencias son como estas plumas que usted concede no poder recoger de nuevo. Sus funestas palabras han volado por todos lados, ¡cójalas ahora si puede!... ande... y no peque más.

VIVE COMO LAS FLORES


VIVE COMO LAS FLORES

Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.

¡Pues, vive como las flores! - advirtió el maestro.

¿Y qué es vivir como las flores? - preguntó el discípulo.

Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden y te afecten. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.

El ayer es historia, el mañana es misterio y el hoy es un regalo. Por esa razón se llama "presente".

¡El cómo disfrutar el presente depende de ti!

LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO DE PADUA


LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO DE PADUA

El lirio o la azucena es símbolo de la pureza y porque así como el más ligero contacto empaña esa flor candidísima, así toda culpa —aunque leve— afea la pureza del alma.

A los Santos que se distinguieron durante su vida por su inocencia, se los representa con esta flor en los brazos, en las manos o junto a sí.

A San Antonio de Padua no sabríamos conocerle si no viéramos sus imágenes con el lirio o con el divino Niño Jesús, lirio de los valles, que se recrea entre lirios. Es que San Antonio conservó el candor virginal toda su vida y, si el lirio o azucena es la representación de la virtud de la pureza, no podía faltarle este símbolo.

Y parece que San Antonio siente predilección por el lirio y cómo se goza de ver sus imágenes con esta flor y sus altares adornados con las azucenas, que recuerdan a las gentes el deber de amar y conservar a toda costa la delicadísima virtud de la pureza. Hasta tal punto que a tan bellas y blancas flores del campo se las llama lirios de San Antonio.
La devoción de los lirios de San Antonio es antiquísima, aunque en la liturgia eclesiástica aparezca casi nueva. En 1680, en el pueblo de Mantesca de Agesso, le quitaron al Santo de las manos la flor o lirio artificial, sustituyéndole por uno natural recién tomado del jardín. Dejaron esta flor en manos de San Antonio después de la fiesta y por todo un año se conservó la azucena fresca, como si acabaran de cortarla, con el mismo aroma que se percibía en toda la iglesia.

En Marcase de Sicilia sucedió otro caso singular. Expulsados los franciscanos por la revolución, la gente acudía a la iglesia el trece de junio. Terminada la fiesta, se cerró la iglesia, olvidando retirar las flores del altar. Transcurrido largo tiempo, volvieron a la iglesia y encontraron marchitas todas las flores, menos los lirios y las azucenas que rodeaban la imagen de San Antonio. Toda la ciudad acudió a ver el prodigio y las gentes se llevaron como reliquias los frescos y aromáticos lirios de San Antonio.

El pueblo cristiano tiene veneración especial al lirio de San Antonio porque, además de estar convencido de que con ello complacen al glorioso Taumaturgo de Padua, han visto en él un símbolo de protección y auxilio que el Santo de los Milagros otorga en favor de sus devotos que le suplican su valimiento para conservarse en tan apreciada virtud.
Aumentóse de un modo extraordinario esta veneración porque San Antonio ha utilizado algunas veces estas flores como instrumento para conceder favores y obrar milagros. Recuérdese el siguiente caso. Una señora de Montreal (Canadá), tomó el hábito de religiosa en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Asís (Italia), y se llamó Sor Margarita de Santa Clara.

Con motivo de una fundación en América, hubo de embarcarse y nada más llegar a Nueva York, sintió un pequeño dolor en la lengua, que fue aumentando sensiblemente. Llamado un especialista, declaró que se trataba de un cáncer maligno y que era indispensable la operación.

Ante tal augurio, Sor Margarita recurrió a Dios, suplicándole, por intercesión de San Antonio, que le socorriese. Súbitamente la buena Hermana se acordó que tenía un pétalo de un lirio bendecido en la fiesta de San Antonio y aquella noche, antes de acostarse (era la víspera del día señalado para la operación) estuvo algún tiempo en fervorosa oración y luego se aplicó el pétalo a la lengua, en el sitio donde tenia el cáncer.

Al día siguiente, al levantarse, ¿cuál no sería su sorpresa y alegría al ver que tenía la lengua completamente sana? Cuando el doctor especialista, que no era católico, llegó para practicar la operación, quedó sorprendido al ver que no quedaba señal alguna del cáncer. La Hermana le dijo que San Antonio la había curado. El doctor ratificó que semejante caso no podía realizarse sino por un milagro.

DIÁLOGO CON EL SILENCIO


Diálogo con el silencio 


Cuantas veces....
queremos acercarnos a los demás
con actitudes fraternales,
y aunque aparentemente somos aceptados;
ignoramos que nuestros receptores,
no se sienten con la confianza de
estrechar ese lazo...
por esa forma a veces de arrogancia,
que creen visualizar,
por esas palabras reflexivas
que reclaman nuestra presencia
y que son tomadas con imposiciones...

Porque la sensibilidad que nos entregan,
es tan frágil, que si no la cuidamos
involuntariamente la hacemos añicos,
dispersando escépticamente,
lo que pudo ser un diálogo interesante

Cuantas veces, herimos inconcientemente,
por no tener disponibilidad de paciencia,
para analizar el entorno...
sin percibir que está latente
esa indiferencia gélida que nos duele.

Cuantas veces dialogamos con el silencio,
por el desconsuelo de la soledad,
pero somos tan exigentes,
que solo pensamos en nuestros pesares...
sin comprender el dolor de los demás,
a quienes castigamos con esas actitudes
de incompresión...

Porque no entendemos ese lamento
por la lejanía, y no hemos valorado
ese amor que nos brindan...
cuantas veces seguiremos así,
sumergidos en ninguna parte,
apesadumbrados por la soledad,
y el vacío asfixiante que 
nos lastima tanto...

GRACIAS SEÑOR



GRACIAS SEÑOR...

Gracias Señor...
Porque en la cruel tormenta, me haces escuchar el suave susurro de tu voz.

Gracias Señor...
Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino en medio de las
adversidades.

Gracias Señor...
Por cada instante y cada problema que me recuerda mi necesidad de Ti.

Gracias Señor...
Porque hasta en lo alto del cielo y en la profundidad del océano Tus
oídos están siempre atentos a escuchar mi clamor.

Gracias Señor...
Porque a pesar de los errores de la gente, Sigues enviando sol y
lluvia sobre todos sin distinción.

Gracias Señor...
Por este día, en el que me das la oportunidad de Buscarte nuevamente

Gracias Señor...
Por cada ser humano que se cruza en mi camino, pues algo deseas que aprenda de él.

Gracias Señor...
Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración proveniente de Tu hijo.

Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar...
¡¡¡Gracias Señor!!!

Amen

JESÚS OCULTO


Jesús oculto

Cuentan que una vez había un monasterio escondido en las montañas, donde cada monje tenía su función específica. Algunos eran sembradores, otros cocineros y así cada uno tenía su función. En determinado momento los monjes empezaron a tener problemas entre ellos, y se peleaban y enojaban.

Preocupado por el asunto, el sacerdote a cargo del monasterio se fue a orar y preguntaba a Dios:

- "Señor, ¿por qué pasan estas cosas? ¿Cómo lo podemos arreglar?"

Dios le contestó:

- "Hijo, he visto sus problemas y por eso, entre ustedes se encuentra de incógnito mi hijo Jesús"

El sacerdote se asustó mucho al saber semejante noticia y convocó a los monjes. Cuando se dieron cuenta que entre ellos estaba Jesús se empezaron a preguntar quién sería. Tal vez el cocinero o algunos de los que sembraban.

Como no lo sabían, se empezaron todos a tratar con cortesía y amabilidad y nunca mas hubo problemas entre ellos.

LOS CINCO PRIMEROS MINUTOS


LOS CINCO PRIMEROS MINUTOS

 No es fácil tomar el tren en marcha ni coger el hilo de una conversación ya iniciada, ni situarse en el proceso de un discurso del que no se ha oído el comienzo. 

Si soy invitado a casa de unos amigos, me las arreglo para no llegar después del aperitivo. 

Si asisto al teatro, me gusta estar acomodado antes de que suba el telón, ambientarme en mi butaca, en la sala, con el resto del público que está a mi alrededor. 

Si voy al cine, echo pestes contra los que pasan por delante de la pantalla y me impiden ver la primeras imágenes de la película.
Si voy a un concierto, me gusta oír cómo el primer violín da el "la", cómo todo se organiza y cómo se pasa de la cacofonía al silencio y del silencio a la música. 

Si conecto la televisión para escuchar el telediario, me molesta perderme el anuncio inicial de las noticias más importantes del día (los titulares). O que, mientras las intento escuchar, otros hablen y me impidan enterarme.

En todas partes, siempre, cuando hay diversas personas que se reúnen para formar asamblea y para llevar a cabo algo que aprecian, es muy importante el primer momento, los primeros cinco minutos.

A todos los aficionados les gusta llegar al estadio de fútbol con antelación al inicio del partido y vivir el ambiente.

¿Y en nuestras iglesias? En nuestras iglesias suele suceder todo lo contrario. La gente llega tarde, se empieza sin silencio, como si no importara lo que se hace y se dice. 

¡Bienaventurada la iglesia en la que todos los bancos están ocupados unos minutos antes del inicio de la Misa!

EL PESO DE TU CRUZ


EL PESO DE TU CRUZ

Un joven, ya no podía más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando: 
"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".

El Señor, como siempre, acudió y le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".

El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor", dijo, e hizo lo que le había dicho.



Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.
"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá", dijo señalándola. Y el Señor contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas. Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre brillará el sol después de la lluvia. 

¡Ninguna cruz es pesada cuando es Jesús quien te ayuda a cargarla!

¡EMPUJA!


¡EMPUJA!

Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo pero tenía problemas físicos, cuando un día se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña, y te pido que la empujes día y noche durante 1 año". El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró.


Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semana llegó el diablo y le puso pensamientos en su mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando esa roca, nunca la vas a mover". El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía se mantuvo en pie con su decisión de empujar.

Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla, mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días. Cuando se cumplió el tiempo el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro" . Y se sentó a llorar amargamente pensando en su muy evidente fracaso. Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras? ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de mi plan".

Muchas veces al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones, problemas y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica, nuestra lógica, a la voluntad de Dios y viene el enemigo y nos dice que no servimos, que somos inútiles o que no podemos seguir. El día de hoy es un llamado a "empujar" sin importar los múltiples pensamientos de duda que ponga el enemigo en nuestras mentes. Pongamos pues todo en las manos de Jesús, y Él por medio de su voluntad nunca nos hará perder el tiempo, más bien, nos hará ser mas fuertes!

CARTA A LOS ABUELOS DE JESÚS: ANA Y JOAQUIN


Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín
Celebramos hoy a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. ¡Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de María!
 
Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín
Mis muy queridos Joaquín y Ana:

Mi nombre es... bueno, no importa… les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio.
Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta.
No encuentro palabras para decirles "gracias". Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María.

Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma.

Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación.
Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones.
Ustedes llevaron a la "llena de gracia" por las escalinatas del Templo tantas veces… Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que "...La Virgen está embarazada y da a luz un hijo..." y la profecía le inundaba el alma…



Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la "llena de gracia"?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para "ganar el pan con el sudor de su frente". Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo... tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana.
"- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera” le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón.
- "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre..." y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa.
No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino.

Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios.
Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras. "Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?". "A veces, Hijo, a veces... Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca”... Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo...
Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra "abuelo" se torna en caricia...
Un gran abrazo a los dos...


 

LA PUERTA


LA PUERTA 
Un hombre había pintado un lindo cuadro.

El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se trataba de un famoso pintor, reconocido artista.

Llegado el momento, se tiró el paño que velaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso. Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.

Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso, encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura.

Y fue a preguntar al artista:

"¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?"

El pintor tomo su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:

Apocalipsis 3, 20: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo."

"Así es", respondió el pintor. "Esta es la puerta del corazón del hombre." "Solo se abre por dentro."

Abramos nuestro corazón al amor, a DIOS. Cambiemos, aún estamos a tiempo.

¿DÓNDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?


¿DÓNDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?

Cuando observo el campo sin arar; cuando los aperos de labranza están olvidados; Cuando la tierra está quebrada y abandonada me pregunto:
¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero, del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor; cuando observo a su pareja deseando no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol; cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su frágil cuerpecito, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en una puerta titiritando de frío; cuando su mirada me reclama una caricia; cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Y me enfrento a Él y le pregunto:

¿Dónde están tus manos, Señor? Para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.

Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:

“No te das cuenta que tú eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas: para dar amor y alcanzar estrellas”.

Y comprendí que las manos de Dios somos “TÚ y YO”, los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje de luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se retienen a sí mismos para ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían de dar, te pido ahora perdón por el amor que me diste y no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la grandeza de la creación.

El mundo necesita de esas manos llenas de ideales, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva civilización que busque valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan llegar al final habiendo entregado todo con amor.
Y Dios seguramente dirá:

¡ESAS SON MIS MANOS!

ABRIR CORAZONES

ABRIR CORAZONES

Un día hallándose de paso en Nueva York, Dominique Lapierre lee en un periódico la noticia sorprendente: “La Madre Teresa de Calcuta ha abierto, en pleno corazón de las calles más calientes de Manhatan, un hogar para acoger las víctimas del sida sin recursos. Seis hermanas atienden a presidiarios de Sing, toxicómanos negros de Harlem, visitantes asiduos de los lupanares “gay” cercanos”.

Siempre me entusiasma el ver personas que dedican su vida a atender a los más necesitados: pobres, enfermos, ancianos... Un día se encontraron con el Dios de la vida desde los gritos de cólera, desde los sollozos de la rebeldía de los cuerpos deshechos. Entonces decidieron entregar su vida para ser fuerza de una vida que se iba secando por falta de savia.

Cuando el ser humano da cabida a Dios en su corazón, éste no puede por menos de abrirse al de los otros seres humanos. Sin haber mirado de cerca a Dios, puede pasar desapercibido todo el dolor de los que desde niños, han sufrido la falta de ternura, de amor y de pan. Muchos que nacen en esta escuela se entrenan en un duro aprendizaje, caldo de cultivo para todas las desgracias.

Dios quiere que vivamos como hermanos, hijos del mismo Padre. La realidad es bien distinta y bien distante de sus deseos. El mundo se desangra por las guerras, por la falta de justicia social. No reina la ley del amor, sino del odio, del rencor. El más fuerte impone las reglas del juego. El 80% de las riquezas del mundo están en manos de un 20%.

¿Qué hacer para tomar conciencia de que necesitamos cambiar? Es fundamental la educación. Los niños y jóvenes deben aprender por ósmosis a amar, a compartir, a ser los constructores de una sociedad más humana y más divina. La escuela es importante para este aprendizaje, pero el hogar es imprescindible.

Algunas escuelas y familias aprovechan el tiempo de vacaciones para que los jóvenes puedan acercarse al mundo de los pobres, para tocar puertas y abrir corazones. Algunos hablan de misionar y ser misionados al mismo tiempo. Puede ayudarnos el testimonio de una adolescente, que traigo aquí algunas de sus reflexiones. Dice así:
Desde la primera casa que entré me di cuenta de que no habíamos venido a misionar, sino a ser misionados. Bajo lluvia y frío tocamos todas las puertas, y con cada una que se abría, también se abría una más en nuestro corazón, tanto así que terminamos todos con los corazones abiertos a la entrega.

Cuando vine a misionar no esperaba nada más que aventurarme un poco al frío, pero me equivoqué. Viví la realidad de un modo totalmente. Viví lo que es aprender a amarse como una familia, aprendí lo que es un hogar. Vi de cerca una casita hecha con unas cuantas ramas, sin agua; vi a un bebé recién nacido temblar de frío y a los chicos que caminaban descalzos, pero andaban contentos porque tenían una familia.

Aunque no haya nacido aquí, con esta gente quiero llorar y reír. Estas familias, también son mi familia, porque no es sólo familia los de la misma sangre, sino todos los que se les quiere, se les escucha y se sabe que son hermanos.

Mientras hablaba en la capilla lloré de emoción, desde lo más profundo de mi alma lloré porque me tenía que ir y ver que había alcanzado un sueño. Mas las misiones no habían terminado, simplemente acababan de empezar a abrir los ojos y el corazón a Dios y a los otros.

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