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lunes, 28 de octubre de 2013

yo Te amaré Señor

 


Toma de Hábito de un Eremita Camaldulense de Montecorona

Nuestro Fundador el Beato Pablo Giustiniani

Fragmentos de un texto sobre su vida
“…Feliz el alma aniquilada en sí misma, convertida enteramente a Dios, que no vive más en sí sino en Cristo, toda absorta en su amor. Más feliz aún el alma licuada al fuego del amor, aniquilada a sí misma y a Cristo, que no vive ni siquiera en Cristo, sino que vive solo porque Cristo vive en ella”. “¿Cómo podrías permitir, oh Señor que yo no te ame?”.
“…Si me das la paz interior y exterior yo te amaré, si me das la guerra interior y exterior yo te amaré, si me consuelas interiormente y exteriormente yo te amaré, si me dejas en las tribulaciones, sin consolación, en la angustia, creo que aún te amaré… oh Señor, si solo eres tú a quien amo y no a mí mismo, tú que eres mi bien y mi único amor, yo no me preocuparé de nada de lo que me pueda suceder, porque hago tu voluntad y que se cumpla en mí, sobre mí y por mí, todo tu santo querer”.
“…Debes saber que nosotros no estimamos en nada estos bienes como verdaderos bienes. Nosotros no amamos nada las riquezas de la tierra que por amor aCristo hemos abandonado para siempre, no buscamos ganancias de este tipo. Nosotros queremos permanecer pobres… siguiendolas huellas de Cristo pobre y desnudo”.
Eremita Camaldulense de Montecorona en el huerto de su celda
“…la búsqueda apasionada de la soledad, no para escapar del consorcio humano, ni tampoco de la comunidad de los hermanos, sino para poner a Dios en el centro de la vida y de la atención. El Espíritu de Dios ha suscitado la vida religiosa ante todo en la forma anacorética para que fuese bien visible en la Iglesia este hecho:
La vida religiosa consiste fundamentalmente en poner a Dios como centro absoluto de cada uno y de la comunidad. Sin esto, no hay vida religiosa y no hay comunidad cristiana. Por esto, en su dimensión más profunda, solitarios como Antonio, Arsenio o Simón Estilita serán siempre los modelos supremos de todo religioso, y paradigmas con los cuales debe confrontarse quien se quiera consagrar al Señor.
También nuestro Fundador, llegado a la madurez espiritual, sigue el camino de estos grandes santos; también él es un enamorado de Dios, un místico de la oración incesante que el 7 de agosto de 1524, en el Yermo de las Grutas de Massaccio (Cupramontana, en Italia), durante la celebración de la santa Misa, hizo la experiencia de su “disolverse” en Dios como una gota de agua en el vino consagrado.”
Imagen en Herrera de Burgos
“…ten en mente que en tu oración, es decir, cuando estés en oración, el método mejor es aquel de no tener ningún método, y que la forma mejor de la oración es aquella de no tener ninguna forma”. A propósito de las “siete palabras”, es decir de los siete sentimientos que deben animar la oración, dice: “Frecuentemente, en una sola oración, esta mi pobre mente pasa en examen todas y cada una de las siete palabras; frecuentemente emplea muchos días en una sola palabra…”
“Nuestro fundador querría que todos sus hijos alcanzaran a estas formas de oración, como las ha practicado él mismo. Estoy convencido que él haría suyas las palabras de Sor Nazarena, la monja Camaldulense recluida por casi cincuenta años: “En una orden contemplativa como la nuestra, no debería suceder que los contemplativos sean la excepción a la regla.”
“…Muy frecuentemente somos unas tímidas palomas que no vuelan más alto que un metro, mientras que hemos sido enviados a mirar la cara al sol…”

 

Aquí el texto completo

Yermo Camaldulense

 

 

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