viernes, 13 de septiembre de 2013

Pacífico, Santo


Sacerdote, Septiembre 24
 
Pacífico, Santo
Pacífico, Santo

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Sanseverino Marche, del Piceno, en Italia, san Pacífico de San Severino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, preclaro por sus penitencias, amor a la soledad y oración ante el Santísimo Sacramento (1721).

Etimología: Pacífico = manso, humilde. Viene de la lengua latina.


San Pacífico de San Severiano, desde la primera niñez solamente conoció adversidades y que malogró cada uno de sus intentos sucesivos de hacer lo que se proponía.

Huérfano a los cuatro años, pobre, maltratado por los parientes que le acogieron, pareció que iba a encontrar en el claustro lo que el mundo le negaba, y en 1670 ingresó en un convento de franciscanos reformados. Su camino parecía claro, ser profesor de filosofía, pero según él mismo "no se necesitan doctores, sino apóstoles", y pide una ocupación más activa.

Está terminando el siglo XVII, se avecina la gran tormenta de la Ilustración, y será predicador en tareas misionales, hasta que este servicio se le hace imposible por tener los pies hinchados y cubiertos de llagas. ¿Qué va a hacer un apóstol que no puede caminar? Dedicarse a la confesión, pero la sordera absoluta le impide ejercer este ministerio. Un confesor que no puede oír...

Más aún, quedará ciego, ya ni celebrar la misa, ni salir de su celda. Y entonces en este desamparo le falta incluso el consuelo de sus hermanos de religión, y el sacristán y el enfermero que le cuidan le maltratan de palabra y de obra, como acosándole en su último refugio.

Así durante años hasta la muerte, como un nuevo Job, desposeído de todo excepto de paciencia y de amor a Dios, siervo inútil que se santifica por su misma obligada inutilidad.


San Pacífico de San Severino, religioso presbítero
fecha: 24 de septiembre
n.: 1653 - †: 1721 - país: Italia
otras formas del nombre: Carlo Antonio Divini
canonización: B: Pío VI 13 ago 1786 - C: Gregorio XVI 26 may 1839
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En San Severino, lugar del Piceno, san Pacífico, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, preclaro por sus penitencias, amor a la soledad y oración ante el Santísimo Sacramento.

En el año de 1653, en la ciudad de San Severino de la Marca de Ancona, nació del matrimonio formado por Antonio Divini y María Bruni, un hijo, al que bautizaron con el nombre de Carlos Antonio. Cuando éste tenía cinco años murieron su padre y su madre y quedó al cuidado de su tío, que era un hombre rudo y desagradable. En aquella casa, el niño era sencillamente un criado al que no se le tenía ninguna consideración. Durante mucho tiempo, Carlos soportó con paciencia y humildad extraordinarias aquella vida miserable hasta que, al cumplir los diecisiete años, se ofreció a los Frailes Menores de la Observancia, quienes le aceptaron inmediatamente. En el año de 1670, recibió los hábitos franciscanos y el nombre de Pacífico, en el monasterio de Forano. Tras el acostumbrado curso de estudios, fue ordenado sacerdote a la edad de veinticinco años. Inmediatamente se le dedicó a enseñar filosofía a los frailes más jóvenes y, al cabo de dos años, convenció a sus superiores de que la predicación era una tarea más adecuada a sus condiciones y fue enviado a las aldeas y caseríos de la comarca a predicar.

Sus sermones, tiernos y sencillos, fueron bien recibidos en todas partes y, su don particular para leer en la conciencia de sus penitentes, le dio gran ascendencia entre las gentes. Se cuenta que a un tal Giacomo Sconochia, de la localidad de Cignoli, le recordó que había omitido la confesión de dos graves culpas de blasfemia y, otro penitente afirmó que el santo fraile trajo a su memoria varias ocasiones en que había sido rudo con su madre y otras en que había consentido los malos pensamientos. El apostolado público del hermano Pacífico sólo duró seis o siete años, porque a la edad de treinta y cinco quedó sordo y ciego. Al mismo tiempo, una extraña enfermedad que le producía dolorosas úlceras en las piernas, le condenó a la casi completa inmovilidad. Permaneció en el convento de Forano, dedicado a la plegaria y a la penitencia. Durante algún tiempo se le confió el oficio de vicario y guardián en San Severino, hasta que, en el año de 1705, regresó a Forano, donde pasó el resto de su vida.

En varias ocasiones, San Pacífico dio muestras de poseer el don de profecía, como por ejemplo en 1717, cuando vaticinó la victoria del príncipe Eugenio de Saboya en la batalla de Belgrado contra los turcos. Como si no tuviese bastantes sufrimientos con los males de su cuerpo, se entregaba a mayores mortificaciones en el uso de disciplinas y camisas de cerdas y, sus superiores debieron intervenir para aliviar sus ayunos. Con frecuencia caía en raptos cuando oficiaba la misa y a veces, sus éxtasis se prolongaban durante varias horas. En el mes de julio de 1721, recibió la visita del obispo de San Severino y, cuando el prelado se retiraba, terminada la entrevista, el hermano Pacífico gritó intempestivamente: «¡Mi señor! ¡El cielo, el cielo! Yo os seguiré pronto ...» Dentro de los quince días siguientes murió el obispo y, el 24 de septiembre, el hermano Pacífico lo siguió a la tumba. Si durante su vida obró milagros, éstos se multiplicaron en su tumba y, en 1752, se abrió su proceso de canonización, en el que fueron ponentes el cardenal Enrique de York y Mons. Erskine, quien también llegó a cardenal. El hermano Pacífico fue canonizado en 1839.

Se han publicado varias biografías desde la fecha de la canonización y se pueden destacar la de Melchiori (1839), la de Bernardino da Gajioli (1898) y la de Diotalevi (1910). Ver también a Léon, en Auréole Séraphique, vol. III, pp. 224-229.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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