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domingo, 1 de septiembre de 2013

Gil o Egidio, Santo

Ermitaño y Abad, Septiembre 1
 
Gil o Egidio, Santo
Gil o Egidio, Santo

Ermitaño

Martirologio Romano: En la región de Nimes, de la Galia Narbonense (hoy Francia), san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camargue y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y acabado el curso de su vida mortal (s. VI/VII). 

También se llamaba Egidio. Parece ser que tenía origen griego, peregrinó a Roma, luego se hizo religioso y finalmente se estableció como ermitaño cerca de Nimes. Fundó 
Gil o Egidio, Santo
Gil o Egidio, Santo
un monasterio.

Conocido y extendido su culto por toda Europa durante la Edad Media.

Lo que las devociones populares cuentan de su vida resaltan su bondad cristiana, su misericordia, la delicadeza que demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.

Los abundantes peregrinos de Santiago le pedían ayuda contra el miedo y las madres recurrían a él cuando sus hijos eran presa de terrores nocturnos o sufrían pesadillas.


Gil (santo)

San Gil
Saint Giles closeup.jpg
San Gil y la cierva
Nacimientosiglo VI
Marsella, Atenas
Fallecimientosiglo VII
Bosque de San Gil
Venerado enAtenas
Festividad1 de septiembre
AtributosCierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas.
PatronazgoAbogado de los pecadores, Protector de pobres, tullidos, arqueros, abogado contra el miedo y el incubo y defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia
San Gil o Egidio Abad fue un cenobita del siglo VI originario de Atenas.
Vivió algún tiempo cerca de Marsella donde existe una población que lleva su nombre retirándose después a un bosque próximo al Ródano que hoy se llama bosque de San Gil. Allí se alimentaba con la leche de una cierva que, perseguida en la caza por el reyChildeberto, descubrió el retiro del solitario. El rey le hizo ordenar sacerdote y le edificó un convento del que llegó a ser abad.
Se le considera uno de los santos auxiliadores y se le honra el 1 de septiembre.

Referencias

Este artículo contiene material del diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat de los años 1906 a 1914 que se encuentra en el dominio público.

Enlaces externos



Velas
1º de septiembre

 San Gil o Egidio

San Gil("El Protegido o Defendido" en latín; o "cabrito" en griego).Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.
Se le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada "mal de San Gil".
Se le consideró uno de los "14 santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.


San Egidio o Gil, abad
fecha: 1 de septiembre
†: s. VI/VII - país: Francia
otras formas del nombre: Aegidius, Gilles
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y completado el curso de su vida mortal.
patronazgo: patrono de los lactantes, pastores, cazadores, náufragos, arqueros, mendigos y leprosos, protector de los bosques y de la ganadería, contra incendios, sequía, tormenta y desgracias; para invocar en la confesión, en la angustia y el abandono, contra la epilepsia, la enfermedad mental y la infertilidad. Patrono de muchas ciudades y diócesis europeas.
Ver más información en:
Los 14 santos auxiliadores
La leyenda de san Gil (Aegidius), una de las más famosas en la Edad Media, procede de una biografía escrita en el siglo X. De acuerdo con aquel escrito, Gil era ateniense por nacimiento. Durante los primeros años de su juventud, devolvió la salud a un mendigo enfermo, en virtud de haberle cedido su capa, tal como había sucedido con san Martín. Gil despreciaba los bienes temporales y detestaba el aplauso y las alabanzas de los hombres, que llovieron sobre él, tras la muerte de sus padres, debido a la prodigalidad con que daba limosnas y los milagros que se le atribuían. Para escapar, se embarcó hacia el Occidente, llegó a Marsella y, luego de pasar dos años en Arles, junto a san Cesareo, se construyó una ermita en mitad de un bosque, cerca de la desembocadura del Ródano. En aquella soledad se alimentaba con la leche de una cierva que acudía con frecuencia y se dejaba ordeñar mansamente por el ermitaño. Cierto día, Flavio, el rey de los godos, que andaba de cacería, persiguió a la cierva y le azuzó a los perros, hasta que el animal fue a refugiarse junto a Gil, quien la ocultó en una cueva, y la partida de caza pasó de largo frente a ella, incluso los perros, que parecían haber perdido el olfato. Al día siguiente, se reanudó la cacería y la cierva fue nuevamente descubierta y perseguida hasta la cueva donde la ocultó el ermitaño y donde se volvía invulnerable. Al tercer día, el rey Flavio llevó consigo a un obispo para que presenciara el suceso y tratase de explicarle el extraño proceder de sus perros. En aquella tercera ocasión, uno de los arqueros del rey disparó una flecha al azar, a través de la maleza que cubría la entrada de la cueva. Cuando los cazadores se abrieron paso hasta la caverna, encontraron a Gil herido por la flecha y a la cierva echada a sus pies. Flavio y el obispo instaron al ermitaño para que diera cuenta de su presencia en aquellos parajes. Gil les relató su historia y, al escucharla, tanto el monarca como el prelado le pidieron perdón por haber alterado la paz de su soledad y el rey impartió órdenes para que fuesen en busca de un médico que le curase la herida de la flecha, pero san Gil rehusó aceptar la visita del doctor, no quiso tomar ninguno de los regalos que le presentaron los de la partida real y rogó a todos que le dejasen tranquilo en su solitario retiro.
El rey Flavio hizo frecuentes visitas a san Gil, y éste acabó por solicitar al monarca que dedicase todas las limosnas y beneficios que le ofrecía, a la fundación de un monasterio. Flavio se comprometió a hacerlo, a condición de que Gil fuese el primer abad. A su debido tiempo, el monasterio se levantó cerca de la cueva del ermitaño, se agrupó una comunidad en torno a Gil, y muy pronto la reputación de los nuevos monjes y de su abad llegó al oído de Carlos, rey de Francia (a quien los trovadores medievales identificaron con Carlomangno, aunque resulta anacrónico). La corte mandó traer a san Gil a Orléans, donde se entretuvo largamente con el rey en profunda charla sobre asuntos espirituales. Sin embargo, en el curso de aquellas conversaciones, el monarca calló una gravísima culpa que había cometido y le pesaba sobre la conciencia... «el domingo siguiente, cuando el ermitaño oficiaba la misa y, según la costumbre oraba especialmente por el rey durante el canon, apareció un ángel del Señor que depositó sobre el altar un rollo de pergamino donde estaba escrito el pecado que el monarca había cometido. En el pergamino se advertía también que aquella culpa sería perdonada por la intercesión de Gil, siempre y cuando el rey hiciese penitencia y se comprometiese a no volver a cometerla ... Al terminar la misa, Gil entregó el rollo de pergamino al monarca, quien, al leerlo, cayó de rodillas ante el santo y le suplicó que intercediera por él ante Dios. A continuación, el buen ermitaño se puso en oración para encomendar al Señor el alma del monarca y a éste le recomendó, con dulzura, que se abstuviese de cometer la misma culpa en el futuro». Después de aquella temporada en la corte, san Gil regresó a su monasterio y, al poco tiempo, partió a Roma para encomendar sus monjes a la Santa Sede. El Papa concedió innumerables privilegios a la comunidad, y al monasterio le hizo el donativo de dos portones de cedro tallados con primor. A fin de poner a prueba su confianza en Dios, san Gil mandó arrojar aquellas dos puertas a las aguas del Tiber, se embarcó en ellas y, con viento propicio, navegaron por el Mediterráneo hasta las costas de Francia. Recibió una advertencia celestial sobre la proximidad de su muerte y en la fecha vaticinada, un domingo l de septiembre, «dejó este mundo, que se entristeció por la ausencia corporal de Gil, pero en cambio, llenó de alegría los Cielos por su feliz arribo».
Este relato sobre san Gil y otros que circularon durante la Edad Media y que son nuestras únicas fuentes de información resultan completamente indignos de confianza. Es evidente que algunos de sus pormenores son contradictorios y anacrónicos; además, la leyenda está asociada con ciertas bulas pontificias que, como ahora se sabe, fueron fraguadas para servir a los intereses del monasterio de San Gil, en Provenza. Lo más que se puede saber sobre el santo es que debe haber sido un ermitaño o un monje que vivió cerca de la desembocadura del Ródano, en el siglo sexto u octavo, y que el famoso monasterio que lleva su nombre afirma poseer sus reliquias. La historia de la cierva se relaciona con varios santos, de entre los cuales san Gil es el más famoso y, durante muchos siglos, uno de los más populares. Se le nombra entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Juan Lydgate, un monje poeta de Bury, le invocaba así en el siglo quince:
Gil, santo protector de pobres y lisiados,
consuelo de los enfermos en su mala suerte,
refugio y escudo de los necesitados,
patrocinio de los que miran a la muerte.
Por ti, los moribundos vuelven a la vida.
El texto en latín sobre la vida de San Gil, se encuentra en Acta Sanctorum, septiembre, vol. I, y una versión semejante, en Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp. 103-120. También hay una biografía de versos rimados y una adaptación al francés antiguo. Para estas últimas, consultar el cuidadoso estudio de la Srta. E. C. Jones, Saint Gilles (1914). En cuanto a las tradiciones populares reunidas en torno a san Gil, véase a Bächtold- Stäubli en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. I, pp. 212 y ss.; sobre el tratamiento del tema en el arte, véase a Künstle en Ikonographie, vol. II, pp. 32-34; el emblema distintivo del santo, naturalmente, es una cierva con una flecha clavada.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



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