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Flora y María, Santas |
Virgenes y Mártires
Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica
de Andalucía, santas Flora y María, vírgenes y mártires, que
en la persecución llevada a cabo por los musulmanes fueron
encarceladas con san Eulogio y después muertas a espada (856).
Etimología:
Flora = Aquella que es una bella doncella adornada con
una flor, es de origien latino.
María = Aquella que es
excelsa - la amada por Dios, es de origen hebreo.
Los
martirologios de Adón, Usuardo, Maurolico, del obispo Equilino y el
Romano hacen memoria de estas dos vírgenes mártires de Córdoba
lo que hace pensar en la repercusión que debió tener
el doble martirio en toda la España del siglo IX
y explicar la rápida difusión de su culto.
Flora es hija
de madre cristiana y padre musulmán. Fue educada por su
madre desde pequeña en el amor a Jesucristo y aprendió
de sus labios el valor relativo de las cosas de
este mundo. Tiene un hermano —musulmán fanático— que la denuncia
como cristiana en la presencia del cadí. Allí es azotada
cruelmente para hacerla renegar, pero se mantiene firme en la
fe. El cadí la pone bajo la custodia de su
hermano que ahora tiene el encargo de la autoridad para
hacerla cambiar de actitud. Soporta todas las vejaciones y ultrajes
a que la somete su hermano siempre con la intención
de pervertirla.
María es hija de cristianos que han puesto a
su hijo Walabonso bajo la custodia de un sacerdote con
el encargo de educarlo en un monasterio; mientras ella entra
en el cenobio de Cuteclara. Muerto mártir su hermano, se
dirige ahora a la iglesia de san Acisclo después de
haber tomado una firme resolución.
Las dos jóvenes coinciden a los
pies de san Acisclo. El saludo de la paz les
ha facilitado abrirse mutuamente las almas y se encuentran en
comunión de sentimientos, deseos y resoluciones. Se juran amistad para
siempre, una caridad que dura hasta el Cielo.
Se encaminan con
valentía al palacio del cadí y hacen ante él pública
profesión de fe cristiana.
Encarceladas junto con prostitutas y gente de
mal vivir, son condenadas por los jueces a morir decapitadas,
no sin el consuelo, ánimo y bendición de san Eulogio
que las conoció. Hecha la señal de la cruz, primero
será la cabeza de Flora la cortada por el alfanje,
después rueda la de María. Sus cuerpos quedan expuestos, para
disuasión de cristianos y demostración de poder musulmán, a las
aves y los perros. Al día siguiente los arrojaron al
Guadalquivir.
Sus cabezas se depositaron en la iglesia de san Acisclo.
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