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jueves, 18 de octubre de 2012

Jerarquía de la Iglesia Católica

¿Puede el Papa dimitir?
Se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente
 
¿Puede el Papa dimitir?
¿Puede el Papa dimitir?
En la Historia de la Iglesia han sido pocos los casos de dimisión del Pontífice. Uno de los más célebres fue el de Benedicto IX, elegido en 1032. Poco se sabe de él, de acuerdo a la tradición conservada por la Abadía de Grottaferrata, donde murió haciendo penitencia después de su dimisión.

En 1294 Pietro del Morrone, un anciano de 80 años, eremita benedictino que vivía exclusivamente dedicado a la oración y a la penitencia, fue elegido Papa por un consistorio de 12 cardenales entre los cuales, lógicamente, no se encontraba él. Fue elegido el 5 de julio de 1294, consagrado solemnemente el 29 de agosto del mismo año en la Iglesia de Santa Maria del Collemaggio, en la zona italiana de Aquila, tomando el nombre de Celestino V. Renunció el 13 de diciembre de 1294, al declararse sin experiencia en el manejo de los asuntos de la Iglesia, retirándose a vivir nuevamente su vida de oración y sacrificio. Fue canonizado el 5 de mayo de 1313 y se le conoce como el “Papa Angélico” por el interés que tuvo en vivir siempre el ideal de la santidad y el hacer vivir dicho ideal a toda la Iglesia.

El último Papa que renunció fue Gregorio XII, el veneciano Angelo Correr, quien se retiró en 1415, dos años antes de morir.

Por las historias anteriores, consignadas en varios libros de Historia de la Iglesia, entre los que destacan “Grandi Dizionario Ilustrato dei Papi”, de John N.D. Kelly (Ed. Piemme) y “I Papi nella storia” (Coletti Editori, Roma), un Papa puede renunciar.

Así lo establece el Derecho Canónico en el Canon 332, párrafo 2, que dice: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”.

Los comentaristas al Derecho Canónico han mencionado que, si bien la fórmula del canon no exige una forma determinada, lo lógico sería que fuera por escrito y ante testigos, ya que éste es el procedimiento ordinario para actos de este tipo.

Por lo tanto el Papa puede renunciar y nadie debería mostrar ningún recelo si esto sucediera: el Derecho Canónico lo prevé y lo reglamenta. ¿Cuántos hombres a los 80 años después de una vida de trabajos no se jubilan y gozan de una pensión sin que nadie se extrañe?

Juan Pablo II, -después de una juventud azarosa bajo la ocupación nazi, una preparación al sacerdocio en la clandestinidad de la Polonia ocupada por los nazis, un trabajo como obispo oponiéndose siempre al régimen comunista, un papado activo y militante, un atentado sufrido en plena Plaza de San Pedro y diversos problemas de salud-, durante 26 años sostuvo en sus manos el timón de la barca de Pedro hasta el día de su muerte, con la misma firmeza de siempre.

Nuestro pontífice actual, Benedicto XVI, ha afirmado en el libro ´Luz del mundo´, que el Papa puede dimitir cuando considera que no se encuentra capaz física, mental y espiritualmente para desarrollar el encargo confiado. El Papa indica que nota cómo sus fuerzas van disminuyendo y que tal vez el trabajo que conlleva el Pontificado "sea excesivo para un hombre de 83 años". Sin embargo, ha subrayado que no dimitiría a pesar de las dificultades de su Pontificado porque "cuando el peligro es grande no se puede huir" sino que es necesario "resistir y superar la situación difícil".

Según ha manifestado Benedicto XVI, se puede dimitir "en un momento de serenidad o cuando ya no se puede más" pero no se puede huir "precisamente en el momento del peligro". 

Dimensión Jerárquica de la Iglesia
Pedro y los apóstoles. La Sucesión Apostólica. La Sacramentalidad del Episcopado. Triple función de la Iglesia.
 
Dimensión Jerárquica de la Iglesia
Dimensión Jerárquica de la Iglesia
Pedro y los demás Apóstoles

Cristo después de haber hecho oración (ambiente mistérico) eligió a doce para que viviesen con El y para enviarlos a predicar el Reino de Dios. Les instituyó a modo de colegio o grupo estable, al frente del cual puso a Pedro elegido de entre ellos mismos. Les envió primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes para que participando de su potestad propagasen la Iglesia, la apacentasen sirviéndola hasta la consumación de los siglos. En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (LG, 19).

Cristo, antes de ascender al Padre para completar su misión, les hace entrega de un don interior: el Espíritu Santo, y un don exterior: el cuerpo apostólico que sustituirá su humanidad visible conforme a su triple función de sacerdote, rey y profeta. De este modo, El seguirá siendo la cabeza de su Iglesia; los apóstoles no serán sus sucesores, sino sus vicarios.

a) Los doce forman un colegio, un grupo, un orden; una misión que realizan solidariamente, una única potestad.

b) De entre ellos mismos es elegido Pedro y es puesto como cabeza en el seno mismo. Para que el episcopado sea uno e indivisible instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y comunión (LG,18).

Con todo esto vemos que Cristo dió a su Iglesia en los apóstoles una estructura jerárquica de naturaleza episcopal.


La Sucesión Apostólica 

La misión divina confiada por Cristo a los Apóstoles ha de durar hasta el fin del mundo porque el Evangelio que ellos deben propagar es en todo tiempo el principio de toda la vida para la Iglesia (LG, 20).

Para que la misión confiada a ellos se continuase después de su muerte, dejaron a modo de testamento a sus colaboradores inmediatos el encargo de acabar y consolidar la obra comenzada por ellos. Los Apóstoles establecieron colaboradores y les dieron orden de que al morir ellos otros varones probados se hicieran cargo de su ministerio. Entre los varios ministerios que se vienen ejercitando en la Iglesia (...) ocupa en primer lugar el oficio de aquellos que, ordenados obispos por una sucesión que se remonta a los mismos orígenes, conservan la semilla apostólica (LG, 20).

Los obispos son pastores, maestros de doctrina, sacerdotes del culto y ministros del gobierno.

Por tanto, concluimos con que:

1) Los obispos son colaboradores de los Apóstoles cuando éstos dejan la tierra.

2) Son los sucesores "por institución divina a los Apóstoles como pastores de la Iglesia, de modo que quien les escucha, escucha a Cristo y quien los desprecia, desprecia a Cristo."( LG 20).

3) Perdura el oficio de los obispos de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de forma permanente al orden sagrado de los obispos.

4) Les han sucedido a los Apóstoles en lo que tenían de transferible: el oficio pastoral, maestros, sacerdotes y gobierno, pero no en lo fundacional. Es decir, los obispos no son Apóstoles, sino que son los sucesores de los Apóstoles (Nota explicativa previa #1: "No implica la transmisión de la potestad extraordinaria de los Apóstoles a sus sucesores.").


La Sacramentalidad del Episcopado 

Los Apóstoles fueron enriquecidos por Cristo con una fusión especial del Espíritu Santo. que descendió sobre ellos y ellos, a su vez por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores este don espiritual que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal (LG, 21).

a) Es un sacramento, se confiere la plenitud del sacramento del orden, sumo sacerdocio, cumbre del ministerio sagrado.

b) Confiere el oficio de santificar, pero además el de enseñar y regir.

c) Estos sólo se pueden ejercer estando en comunión con el colegio y la cabeza.

d) Es verdadero sacramento. Por la imposición de las manos y las palabras de la consagración se confiere la gracia del E.S. y se imprime carácter. Hacen las veces del mismo Cristo y actúan en lugar suyo (LG, 21).


El Primado del Papa 

Así como por disposición del Señor S. Pedro y los demás Apóstoles forman un solo Colegio apostólico, de igual manera (de semejante razón) se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los obispos sucesores de los Apóstoles (LG, 22). La nota explicativa #1 advierte que se dice ‘de semejante manera’ para explicar que hay una proporcionalidad, es la que hay entre Pedro-Apóstoles y Papa-Obispos.

Al hablar de colegio, que estudiaremos a continuación, se ve obligado a hablar de la cabeza de dicho colegio porque no existe sin su cabeza. Por eso se hace aquella comparación. El papa es el sucesor de Pedro en ese Primado según se enseña en el CV I en Pastor Aeternus y ratificada por el Concilio.

1) El Romano Pontífice tiene sobre su Iglesia, en virtud de su cargo (es decir, como Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia) plena, suprema y universal potestad que puede siempre ejercer libremente. Sin embargo, el colegio no puede ejercer esa potestad, que también posee, sin el consentimiento del Romano Pontífice (LG, 22).

2) La finalidad y sentido de este Primado: es para que el episcopado mismo sea uno e indiviso y para que en la universal muchedumbre de los creyentes se conserve la unidad de la fe y de comunión. Es decir, la finalidad es dar consistencia al cuerpo de los obispos y a través de la unidad de los obispos, unidad a toda la Iglesia (Past. Aeternus). De modo que el Romano Pontífice como sucesor de Pedro es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, así de los obispos como de la multitud de los creyentes (LG, 23).

3) El primado no es otro sacramento, sino que es vicario de Cristo (los demás obispos también lo son) pero vicario al modo como Pedro lo hacía presente.


El Colegio de los Obispos 

Hemos visto que los Apóstoles establecen colaboradores con el orden de consolidar la obra por ellos comenzada. Estos colaboradores son los obispos que han sido constituidos miembros del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la cabeza y con los miembros del colegio (LG, 22).

Se emplea la palabra colegio no en el sentido estrictamente jurídico, como una asamblea de iguales que delegan su “potesta” en su propio presidente, sino como una asamblea estable (Nota expl. previa 1).

Uno se convierte en miembro por la consagración en la que se da una participación ontológica en los ministerios sagrados. Y se requiere la comunión jerárquica con la cabeza y el resto de los miembros. Esta comunión no se refiere a un afecto indefinido sino que se está hablando de una realidad orgánica que exige forma jurídica y que está animada por la caridad. Pero no se utiliza la palabra ‘potestad’ para que no se entienda como potestad expedita para el ejercicio lo que necesitaría determinación canónica. Esta comunión o potestad, aunque pertenece a la naturaleza de la materia, ya era aplicada antes de que fuese calificada en el Derecho. Es decir, por la consagración, al estar en comunión, se tiene esa potestad aunque se deba de hecho determinarla con la concesión de un oficio o asignación de súbditos etc.

1) Como hemos visto el Romano Pontífice es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad de los obispos y los fieles. Pues bien, los obispos son, individualmente, el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares (LG, 23).

2) Y todos juntos con el Papa representan a toda la Iglesia (LG, 23) y la palabra ‘colegio’ comprende siempre a su cabeza (Nota expl. 3)

3) Pero el Colegio, aunque exista siempre, no por eso actúa de forma permanente con acción estrictamente colegial (...) y actúa estrictamente con acción colegial sólo a intervalos.( Nota expl. 4)

4) Y esta potestad suprema sobre la Iglesia universal que posee el Colegio se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico. Es prerrogativa del R Pont. convocar estos concilios, presidirlos y confirmarlos, y no hay concilio ecuménico si no es aprobado o aceptado por el Papa (LG, 22).


Potestad y Servicio en la Iglesia. La Triple Función de Enseñar, Santificar y Gobernar

Para que su Iglesia sea capaz de proseguir y completar su obra en el mundo, Cristo la ha dado misión y poder de desempeñar las funciones que El mismo ejercía: enseñar, santificar y gobernar.

Si observamos atentamente Mt 28, 18-19: ‘Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del E.S., enseñándoles a observar todo lo que os he mandado.’ Se ve que Cristo determina para su Iglesia una misión que consiste en continuar su obra, una responsabilidad, una función. Pero para ello comunica sus propios poderes de enviarlos, aquellos que hacían de ƒl un doctor, un pastor y un sacerdote. Según el texto, aparece el munus docendi (‘haced discípulos a todos...’) el munus sanctificandi (‘bautizándolos’) y el munus regendi (‘enseñándoles a observar todo), que es el ministerio pastoral.

Vemos que estos tres poderes derivan de la única misión de Cristo y persiguen idéntico objetivo, es decir, están íntimamente vinculados. A su vez observamos que hay una primacía en la función sacerdotal "por la salvación del género humano se sacrificó Cristo, y a este fin refirió todas sus enseñanzas y todos sus preceptos, y lo que ordenó a la Iglesia fue que buscara la santificación y la salvación de los hombres" (Satis cognitum. Leon XIII), por eso la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" ( SC 10). Por último, es necesario observar que estos poderes tienen el sentido ministerial; es decir,son poderes para misión de servicio.

1) Al munus docendi compete guardar y trasmitir fielmente el depósito.

2) Munus sanctificandi. Así como Cristo fue enviado por el Padre, así envió a sus Apóstoles con el E.S., no sólo a predicar el Evangelio sino también a llevar a cabo la obra de salvación mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica (SC, 6). Es decir, como la Iglesia tiene por objeto la salvación de los hombres ella está dotada del poder de santificar a los hombres que se realiza por los sacramentos y la liturgia, siendo los responsables los mismos miembros de la jerarquía.

3) Munus regendi. Debe pastorear a su Iglesia. Debe saber guiarla. Para ello surge la jurisdicción pastoral de la Iglesia y todo el tema de la Teología de la Pastoral.

El sentido de la jurisdicción pastoral es que ‘Cristo no sólo es Redentor en quien debemos depositar nuestra confianza, sino también el legislador a quien debemos obediencia’ (Trento S. VI, can. 21). Y esta misma misión de Cristo se prolonga hoy a través de su Iglesia. 
Organización y Gobierno de la Iglesia
La Iglesia Católica está organizada y gobernada especialmente en base a jurisdicciones correspondientes al Papa y a los obispos.
 
Organización y Gobierno de la Iglesia
Organización y Gobierno de la Iglesia



Como sociedad estructurada, la Iglesia Católica está organizada y gobernada especialmente en base a jurisdicciones correspondientes al Papa y a los obispos.

La Jerarquía ministerial es la designada ordenadamente de acuerdo a los rangos y orden del clero para velar por la vida espiritual de los católicos, por el gobierno de la Iglesia y por la misión de la Iglesia alrededor del mundo.

Las personas pertenecen a la jerarquía por virtud de ordenación y misión canónica. El término "jerarquía" se utiliza también para designar un conjunto determinado de obispos. Por ejemplo: la Jerarquía de América Latina.


El Papa, Cabeza de la Iglesia

El Papa es la cabeza suprema de la Iglesia El tiene la primacía de jurisdicción así como el honor sobre toda la Iglesia.

Los títulos del Papa son: Sucesor del Apóstol Pedro, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolitano de la Provincia de Roma, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El Papa imparte sus enseñanzas, como garantía de la fe común, mediante encíclicas, cartas apostólicas, mensajes, discursos, etc., y en algunas ocasiones bajo forma de definiciones doctrinales infalibles. Tiene en la Iglesia Católica la plenitud del poder legislativo, judicial y administrativo.

El Colegio Cardenalicio

Los Cardenales son elegidos por el Papa para servir como sus principales asistentes y consejeros en la administración central de los asuntos de la Iglesia. Colectivamente, ellos forman el Colegio Cardenalicio.


Los Obispos

En unión y subordinados al Papa, son los Sucesores de los Apóstoles para el cuidado de la Iglesia y para continuar con la misión del Señor Jesús en el mundo. Ellos sirven al pueblo de su propia diócesis, o iglesias particulares, con autoridad ordinaria y jurisdicción. Ellos también comparten con el Papa, y entre ellos, la común preocupación y esfuerzo por la buena marcha de toda la Iglesia.

Los obispos de estatus especial son los patriarcas del Rito Pascual, que dependen sólo del Santo Padre, son cabezas de los fieles que pertenecen a estos ritos alrededor del mundo.

Los obispos son responsables directamente ante el Papa, por el ejercicio de su ministerio al servicio de su pueblo en varias jurisdicciones o divisiones de la Iglesia alrededor del mundo.

Pueden ser:

  • Arzobispos residentes y Metropolitanos: cabezas de arquidiócesis 
  • Obispos diocesanos: cabezas de diócesis 
  • Vicarios y Prefectos Apostólicos: cabezas de vicarías apostólicas y prefecturas apostólicas 
  • Prelados: cabezas de una Prelatura
  • Administradores Apostólicos: responsables temporales de un jurisdicción.

    Cada uno de estos, en sus respectivos territorios y de acuerdo a la ley canónica, tienen jurisdicción ordinario sobre los párrocos que son responsables de la administración de las parroquias, sacerdotes, religiosos y laicos.

    También dependen directamente del Santo Padre los Arzobispos y Obispos titulares, órdenes religiosas y congregaciones de Derecho Pontificio, Institutos y facultades Pontificias, Nuncios del Papa y Delegados Apostólicos.

    Asistiendo al Papa y actuando en su nombre en el gobierno central y administración de la Iglesia están los cardenales de la Curia Romana.


    Arzobispos

    Arzobispo es el nombre que recibe un Obispo con el título de una Arquidiócesis.
  • Arzobispo Metropolitano de la arquidiócesis central de una provincia eclesial que contiene varias diócesis. Tiene todos los poderes del obispo en su propia arquidiócesis y supervisión, y jurisdicción limitada sobre las demás diócesis (llamadas sufragáneas). El palio conferido por el Papa, es el símbolo de su status como metropolitano.
  • Arzobispo Titular es el que tiene el título de una arquidiócesis que existía en el pasado pero ahora existe sólo en título. No tiene jurisdicción ordinaria sobre una arquidiócesis. Lo son, por ejemplo los arzobispos en la Curia Romana, Nuncios Papales, Delegados apostólicos.
  • Arzobispo Ad Personam es el título honorífico personal a modo de distinción concedido a algunos obispos. No tienen jurisdicción ordinaria sobre una arquidiócesis.
  • Arzobispo Primado es el título honorífico dado a Arzobispos de las circunscripciones eclesiásticas más antiguas o representativas de algunos países o regiones. En España, por ejemplo, lo es el Arzobispo de Toledo.
  • Arzobispo Coadjutor es el asistente del Arzobispo gobernante y tiene derecho a sucesión.


    Los Obispos pueden ser:
  • El Obispo Diocesano es aquel que está a cargo de una diócesis.
  • El Obispo Titular posee el título de una diócesis que existió en el pasado y ahora sólo existe en título; es normalmente obispo asistente (auxiliar) de un obispo diocesano o arzobispo.
  • Obispo coadjutor es el obispo asistente (auxiliar) de un obispo diocesano, con derecho a sucesión.
  • El Vicario Episcopal es un asistente que puede ser o no un obispo, designado por un obispo residencial como su delegado en una parte fundamental de la diócesis, para un determinado tipo de trabajo apostólico.


    Nombramiento de los Obispos se realiza luego de un proceso determinado de selección que varía según las regiones y los diversos ritos católicos, pero la aprobación final en todos los casos está bajo la decisión del Santo Padre.


    El SINODO DE LOS OBISPOS es una asamblea de Obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos, y ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo.

    Fue creado por el Papa Pablo VI el 15 de Setiembre de 1965 con el Motu Propio Apostolica Sollicitudo, se aprobó su Reglamento el 8 de Diciembre de 1966, que fue ampliado en los años 1969, 1971 y 1974." (D.C. 342)

    El sínodo depende directa e inmediatamente del Papa, quien tiene la autoridad de designar la agenda, llamar a sesión y dar a los miembros autoridad de deliberar y aconsejar. El Papa se guarda el derecho de elegir al Secretario General, Secretarios Especiales y hasta el 15% del total de los miembros.



    Las Autoridades del Vaticano : LA CURIA ROMANA

    Es un conjunto orgánico de dicasterios. Se le da también el nombre de Santa Sede o Sede Apostólica, que es propio asimismo del oficio del Romano Pontífice.

    Miembros:
  • Secretaría de Estado

    I Sección: Asuntos Generales

    II Sección: Relaciones con los Estados

  • Congregaciones

    DOCTRINA DE LA FE
    IGLESIAS ORIENTALES
    CULTO DIVINO Y DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
    CAUSAS DE LOS SANTOS
    OBISPOS
    PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA
    EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS
    COMITÉ SUPREMO DE LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS
    CLERO
    CONSEJO INTERNACIONAL PARA LA CATEQUESIS
    INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA
    EDUCACIÓN CATÓLICA

  • Consejos Pontificios

    LAICOS
    PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
    COMISIÓN PARA LAS RELACIONES RELIGIOSAS CON EL JUDAÍSMO
    FAMILIA
    JUSTICIA Y PAZ
    "COR UNUM"
    PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES
    PASTORAL DE LOS AGENTES SANITARIOS
    INTERPRETACIÓN DE LOS TEXTOS LEGISLATIVOS
    DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
    COMISIÓN PARA LAS RELACIONES CON LOS MUSULMANES
    CULTURA
    COMUNICACIONES SOCIALES

  • Comisiones y Comités

    PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA
    COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL

    PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA

    PONTIFICIO COMITÉ PARA LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS INTERNACIONALES

    PONTIFICIA COMISIÓN DE ARQUEOLOGÍA SACRA

    PONTIFICIO COMITÉ DE CIENCIAS HISTÓRICAS

    PONTIFICIA COMISIÓN ECCLESIA DEI

    COMISIÓN DISCIPLINAR DE LA CURIA ROMANA

  • Tribunales

    PENITENCIARÍA APOSTÓLICA

    TRIBUNAL SUPREMO DE LA SIGNATURA APOSTÓLICA

    TRIBUNAL DE LA ROTA ROMANA

  • Oficinas

    CÁMARA APOSTÓLICA

    ADMINISTRACIÓN DEL PATRIMONIO DE LA SANTA SEDE

    PREFECTURA PARA LOS ASUNTOS ECONÓMICOS DE LA SANTA SEDE

  • Otros Organismos

    PREFECTURA DE LA CASA PONTIFICIA

    OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE

    SALA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE

    OFICINA CENTRAL DE ESTADÍSTICA DE LA IGLESIA



    INSTITUCIONES VINCULADAS A LA SANTA SEDE:

    ARCHIVO SECRETO VATICANO

    BIBLIOTECA APOSTÓLICA VATICANA

    PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS

    PONTIFICIA ACADEMIA DE CIENCIAS SOCIALES

    PONTIFICIA ACADEMIA PARA LA VIDA

    FÁBRICA DE SAN PEDRO

    LIMOSNERÍA APOSTÓLICA

    OFICINA PARA LOS ASUNTOS LABORALES DE LA SEDE APOSTÓLICA

    TIPOGRAFÍA POLÍGLOTA VATICANA

    LIBRERÍA EDITORA VATICANA

    RADIO VATICANO

    CENTRO TELEVISIVO VATICANO

    L´OSSERVATORE ROMANO

    ENCARGADOS DE LAS EDICIONES SEMANALES

  • El Papa: Sumo PontíficeVicario de Cristo en la tierra. Cabeza visible de la Iglesia. Recibió de Jesucristo el encargo de cuidar el rebaño la Iglesia, forma tradicional de llamar a los fieles católicos. 
    El Papa: Sumo Pontífice
    El Papa: Sumo Pontífice
    El Papa es Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolita de la provincia Romana, Soberano del Estado Vaticano, Siervo de los Siervos de Dios.

    El más importante es el último, el de los Siervos de los Siervos de Dios, que fue un título que fue acuñado por primera vez por el Papa San León Magno.

    ¿Quién es el Papa, cuál es su oficio, por qué vive en Roma?

    Cuando Jesucristo instituye su Iglesia, hizo de Simón Pedro, el rudo pescador del lago de Bethsaida en Galilea, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo instituyó pastor del rebaño (Jn. 21, 15-17). El Papa no tiene otro oficio que el de ser depositario de las llaves de la Iglesia y pastor del gran rebaño que forma la Iglesia Católica.

    Esta sucesión de personas, desde San Pedro hasta nuestros días, se ha continuado a través de 21 siglos en la persona que todos conocemos hoy como Santo Padre, Papa, o Sumo Pontífice de la Iglesia Universal. San Pedro recibió de Jesucristo este poder de “atar y desatar” y se ha ido transmitiendo a través del tiempo. Él residió primero en Antioquia, después, de acuerdo a lo que dice el cronista del año 354, por 25 años residió en Roma en donde encontró el martirio en el año 64 o 67 de nuestra era. Muchos de sucesores han pagado con su sangre la fidelidad a esta sucesión. Desde esa época el Papa vive en Roma con excepción del período en que los Papas vivieron en la ciudad francesa de Avignon a finales del siglo XIV.

    Roma es pues, la ciudad de los Papas. Existe una bella tradición que nos recuerda el por qué se ha tenido a Roma como la ciudad de residencia de los Papas. Se cuenta que una noche San Pedro huía de la ciudad de Roma, presa del miedo y el descorazonamiento. Huía por la via Appia, la avenida de los largos cipreses. Sería la madrugada cuando justo a las afueras de la puerta de San Sebastiano, habiendo ya burlado la guardia romana, se encuentra con Cristo que viene por el camino en dirección contraria a Pedro. Éste se sorprende y le pregunta sorprendido: “¿Adónde vas Señor?” (Quo vadis Domine?, en latín). Y Jesús se dice que le respondió: “Voy a Roma a ser crucificado de nuevo” Y en uno de esos arranques de generosidad, muy propios del temperamento primario de aquel pescador de Bethsaida, Pedro desanda sus pasos y vuelve a la ciudad de Roma.

    Hoy en día, la Iglesia de “Quo vadis?” nos recuerda este momento dramático en la vida de San Pedro. Además, algunos estudios arqueológicos han demostrado que justo debajo del Altar de la Confesión en la Basílica de San Pedro, se han encontrado los huesos de quien se cree fue San Pedro.

    Al Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, le toca ser el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos, como de la muchedumbre de los fieles. A él le corresponde confirmar en la fe a todos sus hermanos, es decir a todos los católicos. “El Romano Pontífice goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral”. (Catecismo dela Iglesia Católica n. 891)

    Es para todos los católicos una gracia muy especial el saber que las enseñanzas del Papa son las mismas enseñanzas que las enseñanzas de Cristo. Los católicos no creemos simplemente en lo que dice el Papa. Sabemos que lo que dice el Papa es lo mismo que ha dicho Cristo. El Papa goza de esa asistencia especial de Cristo de forma que no pueda equivocarse en todo lo relacionado con la fe. Esta ayuda especial es lo que se llama la infalibilidad.

    Junto con el oficio de Maestro está también el de Pastor que Cristo le da a Pedro al final del evangelio de San Juan. Por tres veces Cristo le pregunta a Simón Pedro si le ama y ante la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús le ordena “Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas... Apacienta mis ovejas” (Jn. 21, 15-17). Tres veces le pregunta y tres veces le responde. ¿Mayor confirmación que ésta para darle el encargo de Pastor universal de los hombres? Y así lo entendieron los apóstoles desde aquellos tiempos. Sabían que Pedro tenía un lugar privilegiado entre ellos, por indicación del mismo Cristo. Por lo tanto, al Sumo Pontífice le corresponde también ser el Pastor Universal de la Iglesia Católica. Como Pastor debe guiar a las ovejas hacia los mejores pastos, debe ayudarlas en sus necesidades y dificultades.

    ¿Como se elige al Sumo Pontífice?

    El Sumo Pontífice se elige de entre aquellos miembros del colegio cardenalicio que tiene menos de ochenta y años. A la muerte del Papa, se reúnen todos en un Consistorio (nombre oficial de la reunión) en la Capilla Sixtina. Nadie, excepto ellos puede entrar en este lugar. Durante varios días realizan consultas y escrutinios entre ellos para decidir quien será el siguiente Papa.

    Las papeletas que utilizan en las votaciones indican el nombre del candidato que cada Cardenal propone como futuro Papa. Si ningún cardenal alcanza los dos tercios del número de votantes, más uno, se recogen las papeletas y son quemadas junto con una sustancia que produce humo negro. Este humo negro puede verse desde la Plaza de San Pedro y nos indica que la votación efectuada no alcanzó la mayoría antes descrita.

    Cuando en la votación se consigue que un cardenal haya obtenido los dos tercios del número de los votantes más uno, entonces las papeletas se queman con una sustancia que produce humo blanco. Este humo es la señal que la Iglesia Católica tiene ya un nuevo Pontífice.
    Antiguamente se usaba paja seca o paja mojada para dar al humo la coloración negra o blanca, según el caso. Sin embargo, como esto se prestaba a confusión por el color del humo producido, se ha optado desde la última votación por utilizar sustancias químicas que aseguren el color deseado.


    Preguntas y respuestas sobre el Papa
    La elección del sucesor de Pedro
    La Infalibilidad del Papa
    ¿Puede el Papa dimitir?
    La muerte del Romano Pontífice
    ¿Cuánto tiempo seguirá habiendo Papas?
    De Pedro a Benedicto XVI
    Las biografías de los 264 Santos Padres que ha habido hasta Benedicto XVI.. 

    Los CardenalesAsisten al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal y la elección del nuevo Romano Pontífice. 
    Los  Cardenales
    Los Cardenales
    Históricamente, cuando la Iglesia tenía poder temporal, se les conocía con el apelativo de “príncipes de la Iglesia”. De hecho, después del título de Papa, el de mayor dignidad en la Iglesia católica es el de cardenal, que ya fue reconocido durante el pontificado de Silvestre I (314-335).

    El término viene de la palabra latina «cardo», que equivale a quicio, gozne sobre el cual gira una puerta o ventana. La creación de cardenales se lleva a cabo por decreto del obispo de Roma quien toma esta decisión en plena libertad.

    Los cardenales son conocidos también con el nombre de «purpurados», en referencia al color púrpura de la birreta que reciben del Papa en el consistorio. Birreta del color de la sangre, como dice el mismo rito de esa ceremonia, «para significar que deben estar dispuestos a portarse con fortaleza, hasta el derramamiento de la sangre, por el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del Pueblo de Dios y por la libertad y la difusión de la Santa Iglesia Romana».


    El Colegio de Cadenales

    El Colegio de Cardenales de la Santa Iglesia Romana tiene su origen en el conjunto de los presbíteros y los diáconos de Roma, más los Obispos de las diócesis sufragáneas de Roma. Estas diócesis se denominansuburbicarias. El término de cardenal proviene, precisamente, del hecho de que estos clérigos estaban incardinados en la diócesis romana. Desde el primer momento el Romano Pontífice acudía a ellos como cuerpo consultivo. Desde el Papa Nicolás II en 1059 y gradualmente hasta 1438 con el Papa Eugenio IV, este título adquirió el prestigio que lo caracteriza hoy. El Colegio Cardenalicio fue instituido en su forma actual en 1150.


    Desde el siglo XII se incorporaron al Colegio Cardenalicio miembros residentes fuera de Roma. Sin embargo, como reminiscencia de los orígenes del Colegio, sus miembros se adscriben a uno de los Ordenes, como se verá más abajo. Actualmente el Colegio de Cardenales está regulado en el capítulo III de la sección I, Parte II, del libro II, del Código de Derecho Canónico en lon los cánones 349 a 359: «Los Cardenales de la Santa Iglesia Romana constituyen un Colegio especial cuya responsabilidad es proveer a la elección del Romano Pontífice, de acuerdo con la norma del derecho peculiar; también los Cardenales asisten al Romano Pontífice, colegialmente --cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de más importancia--, o personalmente, mediante las distintas funciones que desempeñan, ayudando sobre todo al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal».

    Durante el período de «sede vacante» --de la Sede Apostólica-- el Colegio Cardenalicio desempeña una importante función en el gobierno general de la Iglesia y, tras los Pactos Lateranenses de 1929, también el gobierno de la Ciudad del Vaticano. Cuenta con un decano y un camarlengo, que administra los bienes de la Iglesia cuando la Sede de Pedro está vacante.

    Los requisitos para ser elegidos cardenales son, más o menos, los mismos que estableció el Concilio de Trento en su sesión XXIV del 11 de noviembre de 1563: hombres que han recibido la ordenación sacerdotal y se distinguen por su doctrina, piedad y prudencia en el desempeño de sus deberes. Los elegidos que todavía no son obispos deben recibir la consagración episcopal, según estableció Juan XXIII.


    La función del Colegio de Cardenales es la de ayudar colegialmente al Papa en el gobierno de la Iglesia. Para ello, se establece dos tipos de reuniones: el Consistorio ordinario y el Consistorio extraordinario. Si el Consistorio ordinario reúne ciertas solemnidades, se llama público, y se convoca además a otras autoridades, como ciertos Prelados, representantes diplomáticos u otros invitados. El Papa convoca estos consistorios para hacer alguna consulta sobre cuestiones importantes o para dar solemnidad especial a algunas celebraciones. En la práctica, hasta el momento, el colegio cardenalicio, en sede plena, sólo se reúne para los Consistorios en que se crean nuevos Cardenales, y en los que se aprueba la canonización de nuevo santos.
    Al consistorio extraordinario son llamados todos los cardenales y se celebra cuando lo requieren algunas necesidades especiales de la Iglesia o asuntos de mayor gravedad.


    A los cardenales se les da el tratamiento de «eminencia».


    La más conocida de las funciones del Colegio de Cardenales, sin embargo, no está regulada por el Código de Derecho Canónico. Como es conocido, al Colegio de Cardenales le corresponde la elección del Papa, cada vez que se produce la vacante de la Sede Romana. Actualmente se regula por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, de 22 de febrero de 1996. Los Cardenales se reúnen en cónclave para proceder a la elección del nuevo Romano Pontífice. Al cónclave tienen derecho a asistir todos los Cardenales que no hayan cumplido 80 años en el momento de producirse la vacante.

    El Colegio Cardenalicio está estructurado en tres órdenes: el episcopal, el presbiteral y el diaconal. Los órdenes siguen la tradición de incardinación en la diócesis de Roma. La adscripción a un orden la hace el Papa. Tal adscripción a un orden no significa que el sujeto sea diácono o presbítero: el canon 351 § 1 prescribe que los promovidos a Cardenal que no sean Obispos, deben recibir la consagración episcopal. Al orden episcopal pertenecen los Cardenales a los que se les asigna una de las Iglesias suburbicarias, o diócesis sufragáneas de Roma. Estas diócesis son Ostia, Albano, Frascati, Palestrina, Porto y Santa Rufina, Sabina y Poggio Mirteto, y Velletri. Los Cardenales del Orden presbiteral reciben un título, o Iglesia de la ciudad de Roma. A este orden pertenecen los Cardenales que son obispos diocesanos, y otros cardenales. Por fin, al orden de los diáconos pertenecen siete cardenales, que no son Obispos diocesanos. Los cardenales, por lo demás, no asumen ninguna función en la diócesis, o iglesia titular, que se les asigna: es más, casi todas las diócesis suburbicarias en la actualidad no existen, tienen la categoría de diócesis titulares. Sin embargo, forma parte de sus obligaciones las de tomar posesión de la diócesis o título.

    En el Colegio hay un Decano y un Vicedecano. Su designación está regulada en el Código de Derecho Canónico (canon 352). Otro cargo que se debe mencionar es el de Cardenal Protodiácono, que es el más antiguo del orden de los diáconos. Tiene como función propia anunciar al pueblo el nombre del nuevo Romano Pontífice, mediante la conocida fórmula: “Annuntio vobis gaudium magnum, habemus Papam, Emminentissimum ac Reverendissimum Dominum Dominum NN, qui sibi nomen imposuit NN.”

    Durante el período de «sede vacante» --de la Sede Apostólica-- el Colegio Cardenalicio desempeña una importante función en el gobierno general de la Iglesia y, tras los Pactos Lateranenses de 1929, también el gobierno de la Ciudad del Vaticano. Cuenta con un decano y un camarlengo, que administra los bienes de la Iglesia cuando la Sede de Pedro está vacante.


    El Cardenal Decano asume el título de Ostia, además del título episcopal que tenía. Pertenecen también al orden episcopal los Patriarcas de rito oriental promovidos al cardenalato, los cuales conservan como título cardenalicio el de la sede patriarcal a la que pertenecen. Los demás Cardenales pertenecen al Orden de los presbíteros o de los diáconos. La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, en su art. 33 establece el número máximo de Cardenales electores, es decir, menores de 80 años, en 120. Puede haber más Cardenales, que hayan superado esa edad.

    Hasta el momento, y en atención a la principal función que debe representar el Colegio de Cardenales, que es la de elegir al Romano Pontífice, el Papa creó Cardenales a Obispos, menores de 80 años, procedentes de todo el mundo. En la práctica el Papa Juan Pablo II introdujo la novedad de designar Cardenales a insignes presbíteros mayores de 80 años. Estos presbíteros no han sido elevados al episcopado con su designación, ni tienen -por razón de su edad-derecho a participar en el cónclave. Además, Juan Pablo II, en la dos últimas designaciones de cardenales superó el número de 120 Cardenales electores.


    Curia Romana o Santa SedeConjunto de Dicasterios y Organismos que ayudan al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral. 
    Curia Romana o Santa Sede
    Curia Romana o Santa Sede
    El Papa tiene muchas cosas que hacer. Eso de ser el Pastor Universal de la Iglesia, entre otras muchas responsabilidades no es nada fácil. Si bien es cierto que cuenta con la ayuda del Espíritu Santo y que Cristo le prometió que nunca le dejaría solo y que las puertas del infierno no prevalecerían en contra de la Iglesia, el Sumo Pontífice se ayuda de lo que hoy en día se llama la Curia Romana.

    La Curia Romana es el conjunto de Dicasterios y Organismos que ayudan al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral, para el bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, con lo que se refuerza la unidad de la fe, de la comunión del Pueblo de Dios y se promueve la misión propia de la Iglesia en el mundo.

    La Curia Romana fue reformada por Juan Pablo II en la Constitución apostólica del 28 de junio de 1988 y dicha constitución se llama “Pastor Bonus” (Buen Pastor). Está organizada a través de Dicasterios y Organismos.


    Bajo el nombre de Dicasterios se agrupan:

  • La Secretaría de Estado
  • Las Congregaciones
  • Las Comisiones
  • Los Tribunales
  • Los Consejos Pontificios
  • Las Oficinas


    Bajo el nombre de Organismos están:
  • La Prefectura de la Casa Pontificia que se ocupa del orden relativo a la Casa Pontificia y dirige a todos los clérigos o laicos que constituyen la Capilla y la Familia Pontificia.
  • La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice que le corresponde preparar todo lo necesario para las celebraciones litúrgicas y otras funciones sagradas que celebre el Sumo Pontífice u otro en su nombre, y dirigirlas según las prescripciones vigentes del derecho litúrgico.


    Otras instituciones que están vinculadas con la Santa Sede: 
  • El Archivo Secreto Vaticano 
  • La Biblioteca Apostólica Vaticana, 
  • Las Pontificias Academias
  • La Tipografía Políglota Vaticana 
  • La Librería Editorial Vaticana
  • L´Osservatore Romano
  • La Radio Vaticano 
  • El Centro Televisivo Vaticano 
  • La Fábrica de San Pedro (que se dedica a la conservación y decoro de la basílica de san Pedro, así como a la disciplina de los peregrinos que entran en ella para visitarla)
  • La Limosnería Apostólica que ejerce en nombre del Sumo Pontífice el servicio de asistencia a los pobres.


    La Guardia Suiza Cuerpo estable y disciplinado de soldados suizos que se dedican a la custodia de la persona del Papa y de los Palacios Pontificios

  • Los legados del Romano PontíficeSon los representantes del Romano Pontífice ante las Iglesias particulares y ante el Gobierno de un Estado: el Nuncio, el Pro-nuncio y el Delegado Apostólico. 
    Los legados del Romano Pontífice
    Los legados del Romano Pontífice

    La Santa Sede ha mantenido desde tiempos muy remotos una amplia red diplomática. Los embajadores de la Santa Sede ante los Estados se cuentan entre los primeros embajadores de la historia moderna. El derecho canónico actual llama “legados” a los representantes de la Santa Sede. En una primera aproximación se pueden definir a los legados pontificios como los representantes del Romano Pontífice ante las Iglesias particulares y ante el Gobierno de un Estado. Se denominan NunciosPro-nuncios yDelegados Apostólicos. Su regulación recoge las viejas tradiciones diplomáticas de la Sede Apostólica; pero el Concilio Vaticano II ha aportado un nuevo matiz a la función de los legados pontificios.

    El Concilio Vaticano II llamó la atención en el vínculo de unión que existe entre los Obispos dispersos por el mundo y la Sede de Pedro. Por eso estableció que los legados pontificios tuvieran ante todo la misión defomentar los vínculos de unidad entre la Santa Sede y las Iglesias particulares: esa es actualmente la principal función de los legados pontificios. También tienen la función de representar al Papa ante los diversos Estados. Pero -de acuerdo con la actual legislación y con la eclesiología del Concilio Vaticano II- se trata de una función secundaria. Como ya hemos indicado, esta visión es novedosa en el derecho canónico.

    El derecho del Papa de enviar legados -llamado derecho de legación- responde a la normativa internacional. Los canonistas han defendido que el derecho de legación responde a una doble subjetividad internacional, tanto la del Estado de la Ciudad del vaticano, como la de la Iglesia Católica a través de la Santa Sede. De hecho, la comunidad internacional ha reconocido el derecho del Papa de enviar Nuncios también entre los años 1870 y 1929, en que no existían ni el Estado de la Iglesia ni el Estado de la Ciudad del Vaticano. Actualmente se reconoce que -aunque subsiste la subjetividad internacional de la Ciudad del Vaticano- los Legados responden al derecho de legación de la Santa Sede.

    Desde el punto de vista funcional, los Legados pontificios dependen de la Secretaría de Estado, a través de la Segunda Sección. Además de la normativa del Código de derecho canónico, se debe tener en cuenta el derecho internacional, ante todo la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas, de 18 de abril de 1961, ratificada por la Santa Sede.


    Funciones de los legados pontificios

    Tratan de ellas los cánones 364 y 365.

    Canon 364: La función principal del Legado pontificio consiste en procurar que sean cada vez más firmes y eficaces los vínculos de unidad que existen entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares. Corresponde por tanto al Legado pontificio, dentro de su circunscripción:

    1. Informar a la Sede Apostólica acerca de las condiciones en que se encuentran las Iglesias particulares y de todo aquello que afecte a la misma vida de la Iglesia y al bien de las almas;

    2. Prestar ayuda y consejo a los Obispos, sin menoscabo del ejercicio de la potestad legítima de éstos;

    3. Mantener frecuentes relaciones con la Conferencia Episcopal, prestándole todo tipo de colaboración;

    4. En lo que atañe al nombramiento de Obispos, transmitir o proponer a la Sede Apostólica los nombres de los candidatos así como instruir el proceso informativo de los que han de ser promovidos, según las normas dadas por la Sede Apostólica;

    5. Esforzarse para que se promuevan iniciativas en favor de la paz, del progreso y de la cooperación entre los pueblos;

    6. Colaborar con los Obispos a fin de que se fomenten las oportunas relaciones entre la Iglesia católica y otras Iglesias o comunidades eclesiales, e incluso religiones no cristianas;

    7. Defender juntamente con los Obispos ante las autoridades estatales, todo lo que pertenece a la misión de la Iglesia y de la Sede Apostólica;

    8. Ejercer además las facultades y cumplir los otros mandatos que le confíe la Sede Apostólica.


    Canon 365 Al Legado pontificio, que ejerce a la vez su legación ante los Estados según las normas de derecho internacional, le compete el oficio peculiar de:

    l. Promover y fomentar las relaciones entre la Sede Apostólica y las Autoridades del Estado;

    2. Tratar aquellas cuestiones que se refieren a las relaciones entre la Iglesia y el Estado; y, de modo particular, trabajar en la negociación de concordatos, y otras convenciones de este tipo, y cuidar de que se lleven a la práctica.

    3. Al tramitar los asuntos que se tratan en el § 1, según lo aconsejen las circunstancias, el Legado pontificio no dejará de pedir parecer y consejo a los Obispos de la circunscripción eclesiástica, y les informará sobre la marcha de las gestiones.


    Los Legados, como se ve, tienen importantes funciones en orden a fomentar el vínculo de unidad entre las Iglesias particulares y la Sede Apostólica. Su presencia en las diversas naciones constituye una manifestación de la sollicitudo omnium ecclesiarum -solicitud por todas las Iglesias- del Papa. No se constituye, sin embargo, en Ordinario. El canon 366 confiere a la sede de la legación la exención del régimen del Ordinario del lugar salvo para los matrimonios, y otorga al legado amplias facultades de orden litúrgico, pero no le constituye en Ordinario para las personas que viven en el territorio de su legación.

    De las funciones indicadas se debe destacar que los legados pontificios resultan de capital importancia en lavacante de las diócesis y demás iglesias particulares.

    En cuanto representantes ante los Estados, donde efectivamente lo son, forman parte del cuerpo diplomáticoante el Estado que lo recibe y su nombramiento y el ejercicio de su misión está sometido a las normas del derecho internacional.

    Por lo demás, el canon 367 indica que el cargo de legado pontificio no cesa al quedar vacante la Sede Apostólica.


    Tipos de legados pontificios

    Ya se ha indicado que algunos legados pontificios representan al Romano Pontífice ante el Estado en que está acreditado. Ello determina los tipos de legados.

    El Nuncio Apostólico

    El Nuncio Apostólico, o también Nuncio de Su Santidad, representa al Papa ante los Estados. De acuerdo con viejas tradiciones de la diplomacia, el Nuncio de Su Santidad ejercerá de decano del cuerpo diplomáticoacreditado. Por lo tanto, el Nuncio, en calidad de Decano del cuerpo diplomático, tendrá preferencia protocolaria ante los demás embajadores, y ejercerá las demás prerrogativas asociadas al Decano. Esta práctica fue recogida en la Convención de Viena de 1815, y actualmente en la Convención de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas (arts.14,1 y 16,3).

    El Pro-nuncio Apostólico

    Igual que el Nuncio, el Pro-nuncio representa al Santo Padre ante los Estados y forma parte del cuerpo diplomático en el Estado ante el que está acreditado. El Pro-nuncio, sin embargo, no ejerce de decano del cuerpo diplomático por sí mismo, sino en función de su antigüedad en igualdad con los demás embajadores. La práctica de la Santa Sede es enviar un Pro-nuncio ante aquellos Estados en los que haya motivos que aconsejen que su representante no ejerza funciones de decano del cuerpo diplomático. Como se ve, la diferencia entre el Nuncio y el Pro-nuncio es meramente protocolaria.

    El Delegado Apostólico

    El Delegado Apostólico no ejerce funciones oficiales diplomáticas: no representa al Santo Padre ante el Estado en el que ejerce sus funciones. No pertenece al cuerpo diplomático, por lo tanto. Se envía Delegado Apostólico a aquellas naciones con las que la Santa Sede no tiene establecidas relaciones diplomáticas. La sede de la Delegación Apostólica no goza de inmunidad diplomática ni ninguna de las demás prerrogativas de la diplomacia internacional. Sin embargo, para que el Santo Padre envíe Delegado Apostólico se deben dar en el país unas condiciones mínimas de libertad religiosa y seguridad personal, pues de otro modo el Delegado Apostólico no podría desarrollar sus funciones. Por eso, en la práctica, los Delegados Apostólicos ejercen de representantes oficiosos ante los Estados.

    Otros representantes pontificios

    El Papa también designa representantes en otras circunstancias. Así, envía representantes con calidad deObservadores, ante ciertas organizaciones internacionales; excepcionalmente el Legado ante la Unión Europea tiene el título de Nuncio, aunque tiene funciones diplomáticas sin ejercer de representante ante las Iglesias particulares. También envía representantes, normalmente con el título de Observador, a ciertos Congresos o Conferencias internacionales. En cada caso la categoría y el alcance de su misión se contiene en las letras de nombramiento.

    Calidad de los Legados pontificios

    El delicado oficio de los representantes del Pontífice ha aconsejado proveer a una cuidadosa selección y a una atenta preparación de quienes van a desempeñarlo. El cuerpo diplomático de la Santa Sede se forma en la Pontificia Academia Eclesiástica, equivalente a las Escuelas Diplomáticas que mantienen muchos Estados.

    Los Legados pontificios generalmente son Obispos titulares. En el caso de alguna Nunciatura especialmente antigua, el Nuncio es Arzobispo. Además, el canon 1405 determina que los Legados pueden ser juzgados sólo por el Romano Pontífice.


    Los ObisposSu origen, funciones, requisitos, símbolos episcopales, Conferencias Episcopales, Ordenación Episcopal, Presbíteros y Diáconos. 
    Los Obispos
    Los Obispos
    Jesús instituyó la Iglesia para que la obra de la redención pudiera continuar a lo largo de todos los siglos venideros, hasta la consumación de los tiempos. Si bien Él permanece en su Iglesia y la asiste constantemente a través del Espíritu Santo, ha querido desde el inicio asociar a varios hombres en esta obra de la redención. Cristo llamó a doce hombres. Quiso asociarlos a su misión y así vivió con ellos, comió con ellos,, pasó las mismas penalidades, sufrimientos y alegrías que ellos pasaron. Estos doce hombres fueron llamados apóstoles. Cristo, al instituir a los Doce, “formó una especia de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él.” (Lumen Gentium 19)

    De esta manera, por disposición de Jesucristo San Pedro y los demás apóstoles forman un grupo, grupo que se llama “Colegio Apostólico”. Los sucesores de los apóstoles, de este colegio apostólico son los obispos.

    San Clemente Romano nos explica brillantemente quienes fueron esos hombres, lo que hicieron y quienes son ahora los continuadores de esta obra: “Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidarán todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser pastores de la Iglesia de Dios.

    Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio”.

    Por lo tanto podemos decir, junto con el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 886 que “cada uno de los obispos es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares. Como tales ejercen su gobierno pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada, asistidos por los presbíteros (que son los sacerdotes) y los diáconos. Como miembros del colegio episcopal, que es la reunión de todos los obispos, cada uno de ellos participa de la solicitud por todas las Iglesias, solicitud que ejercen primeramente dirigiendo bien su propia Iglesia, como porción de la Iglesia universal. Esta solicitud se extenderá particularmente a los pobres, a los perseguidos por la fe y a los misioneros que trabajan por toda la tierra.”


    ¿Qué hace un obispo?

    Tres son las funciones de un obispo: enseñar, santificar y gobernar.

    Enseñar. Los obispos tienen él deber de anunciar a todos el Evangelio de Dios, según el mandato que nos dejó Cristo de ir por todo el mundo para predicar el Evangelio.

    El oficio del obispo, en materia de enseñanza no es sólo el de la predicación, el de dar a conocer la palabra de Dios. Debe también vigilar para que esta palabra de Dios no sufra desviaciones y fallos para que de este modo quede garantizada a todos los fieles la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica.

    Para cumplir este servicio Cristo ha dotado a los obispos la infalibilidad cuando ejercen su ministerio con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico.

    Esto no quiere decir que los obispos sean infalibles, sino que la asistencia divina les es concedida cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. Todos nosotros debemos adherirnos a las enseñanzas de los obispos cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice.

    Santificar. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia particular. Por lo tanto, al obispo le toca ser el administrador de la gracia del sumo sacerdote, en particular en la Eucaristía que él mismo ofrece o cuya oblación asegura por medio de los presbíteros (sacerdotes).

    Además, el obispo, junto con los presbíteros (sacerdotes) santifican la Iglesia con su oración y su trabajo, por medio del ministerio de la palabra y de los sacramentos. Hay que recordar que el obispo es el ministro ordinario del sacramento de la confirmación.

    Los obispos generalmente gobiernan en una porción de territorio que se llama diócesis. Las diócesis se forman de acuerdo a características similares de personas, cultura, costumbres, lenguaje.

    A su vez, las diócesis de un país o territorio determinado forman las Conferencias Episcopales.

    Gobernar teniendo como modelo a Cristo, Buen Pastor y no de acuerdo a los criterios humanos del poder. Gobernar buscando ante todo el bien de las almas a él encomendadas.

    En esta misión de gobernar deberá ver en esas almas a verdaderos hermanos a los que deberá guiar, ayudar y, llegado el caso, corregir por el bien de ellos. Un padre, cuando ve que su hijo se equivoca, lo corrige. Y no podemos tildar a ese padre de tirano o intolerante.

    El Obispo buscará en todo y sobre todo el bien de sus súbditos y por ello deberá dictaminar lo que mejor corresponda a su bien espiritual.


    ¿Quién puede ser Obispo?

    Para la idoneidad de los candidatos al Episcopado (Episcopado es una palabra que se utiliza en todo lo relacionado a los obispos) se requiere que el interesado sea insigne por la integridad de su fe, por sus buenas costumbres, su piedad, esto es, su vida de oración y sus relaciones con Dios.

    También deberá tener un gran celo y amor por las almas, sabiduría, prudencia y otras virtudes humanas. Debe poseer buena fama, tener al menos treinta y cinco años y que haya sido ordenado sacerdote desde al menos cinco años antes de ser consagrado obispo. La palabra adecuado es “ser consagrado obispo” y no ser ordenado obispo, pues la palabra “ordenación” se aplica solamente al sacerdocio.

    Otro requisito indicado en el Código de Derecho Canónico es que sea doctor o al menos licenciado en sagrada Escritura, teología o derecho canónico por un instituto de estudios superiores aprobado por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en estas disciplinas.

    Por último, el mismo Código nos menciona que el juicio definitivo sobre la idoneidad del candidato corresponde a la Sede Apostólica.



    Símbolos episcopales del Obispo. Significado de los símbolos episcopales para entender la actuación del Obispo en su diócesis.

    Conferencias Episcopales es una institución de carácter permanente y está formada por la asamblea de los Obispos de una nación o territorio determinado.

    Ministerio Ordenado La Ordenación Episcopal. La Ordenación de los Presbíteros, cooperadores de los Obispos. La Ordenación de los Diáconos, "en Orden al Ministerio"

    Criterios pastorales sobre las relaciones entre obispos y religiosos en la Iglesia Su principal intención es la de marcar una línea orientadora en la tarea de aplicar mejor y más eficazmente los principios.
    Los sacerdotesColaboran directamente con el obispo en la tarea de ser mediadores entre Dios y los hombres. 
    Los sacerdotes
    Los sacerdotes

    Los sacerdotes son hombres que colaboran directamente con el obispo en la tarea de cuidar el rebaño que Cristo les ha asignado. Cuando Cristo es elevado a la derecha del Padre, no abandona a su rebaño, sino que lo guarda por medio de los apóstoles bajo su constante protección y lo dirige también mediante estos mismos pastores que continúan hoy su obra. Estos pastores en nuestros días son los obispos y los sacerdotes o presbíteros.

    El sacerdocio es un sacramento, instituido, es decir fundado por Cristo en la noche la Última Cena. Cuando estaba reunido con sus apóstoles tomó el pan y el vino para bendecirlos, dar gracias y después consagrarlos en su cuerpo y sangre, al decir las palabras “haced esto en memoria mía”, Cristo quiere prolongar su sacerdocio a través de todos los tiempos mediante unos hombres que Él elige.

    Durante la Antigua Alianza, existieron “prefiguraciones” de lo que sería el único sacerdocio de Jesucristo. Recordemos que los sacerdotes estaban puestos “para intervenir a favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados”, según nos dice san Pablo en su carta a los Hebreos, capítulo 5, versículo 1. YA también el Antiguo Testamento consigna esta misión de los sacerdotes y así leemos en el libro del Éxodo capítulo 19, versículo 6; en Isaías capítulo 61, versículo 6; en Números 1, del versículo 48 al 53 que Dios escogió una de las doce tribus de Israel, la tribu de Leví, para el servicio del altar. Estaban estos hombres instituidos para anunciar la Palabra de Dios, para restablecer la comunión con Dios mediante los sacrificios y la oración. Sin embargo este sacerdocio no era capaz de realizar la salvación, razón por la cual tenía necesidad de repetir sin cesar los sacrificios y no podía alcanzar una santificación definitiva, pues esta santificación sólo podría ser lograda por el sacrificio de Cristo.

    Sin embargo, en la institución de este sacerdocio la Iglesia ve una prefiguración del sacerdocio de la Nueva Alianza. Ya en la nueva Alianza, todas las prefiguraciones del sacerdocio llegan a su cumplimiento con el sacerdocio de Cristo Jesús, pues Él es el “único mediador entre Dios y los hombres”. (1 Tm 2, 5) Y Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres porque “mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados” (Hb. 10,14). Es decir, mediante el único sacrificio de la Cruz, Cristo ha conseguido servir de puente entre Dios y los hombres. El hombre, después del pecado de Adán y Eva, no podía volver a entablar la amistad con Dios. Con el sacrificio de Jesucristo en la Cruz se renueva para siempre y en forma definitiva esta amistad. Este sacrificio salvador, Cristo lo hace presente todos los días con el sacrificio eucarístico de la Iglesia. Y este sacrificio está al servicio de todos los hombres, para que puedan desarrollar la gracia bautismal. Por lo tanto, Cristo, al querer que unos hombres, los sacerdotes, participen de esta misión, que es la misión sacerdotal de ser mediadores entre Dios y los hombres, a través del sacrificio de la Eucaristía, nos asegura siempre su ayuda a través de todos los tiempos.

    En este servicio eclesial, el sacerdote se convierte en otro Cristo, pues la presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace presente en medio de la comunidad de los creyentes. San Ignacio de Antioquia lo expresa en unas palabras sencillas, pero de una belleza y profundidad extraordinaria: “typos tou Patros” : es imagen viva de Dios Padre.

    Los sacerdotes reciben, en el día de su ordenación sacerdotal, el poder para perdonar los pecados y para ofrecer, en nombre de toda la Iglesia el sacrificio eucarístico. En el rito del sacramento del Orden, el obispo impone las manos sobre la cabeza del que se va a ordenar, además de que reza una oración consacratoria específica en la que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato se va a ordenar. Los ritos complementarios ponen de relieve que la elección del candidato se realiza conforme al uso de la Iglesia y preparan el acto solemne de la consagración. Después de esta consagración se le entrega al nuevo sacerdote la patena y el cáliz como signo de la ofrenda del pueblo santo que es llamado a presentar a Dios.

    ¿Quién puede ser sacerdote?

    Nos dice el Catecismo de la Iglesia católica en el número 1577 que “sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación”.
    Esto es así porque Cristo eligió a hombres para formar el colegio de los doce apóstoles (Mc 3, 14 – 19; Lc 6, 12-16), y los apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores que les sucederían en su tarea(1Tm 3, 1-13; 2Tm 1, 6; Tt 1, 5-9). El colegio de los obispos, con quienes los presbíteros están unidos en el sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el retorno de Cristo el colegio de los Doce apóstoles. La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación. (Juan Pablo II, MD 26-27).

    Debe quedar bien claro que nadie tiene derecho a recibir el sacramento del Orden. En efecto, nadie se arroga para sí mismo este oficio. Es un sacramento que se recibe por invitación, por un llamado que hace Dios al hombre, en forma muy específica. Lo que hace la persona que cree haber recibido este llamado de Dios, es someter su deseo de ser sacerdote a la autoridad de la Iglesia, a la que le corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a recibir este sacramento. Como toda gracia, este sacramento sólo puede ser recibido como un don inmerecido.

    Existe la tradición en la Iglesia latina que todos los sacerdotes son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes, es decir, que no están casados, y que tienen la voluntad de vivir como tales, es decir como célibes por el Reino de los cielos, de acuerdo a la invitación de Cristo (Mt 19, 12). El celibato es un signo de una vida nueva al servicio de la cual se consagra el ministro de la Iglesia para entregarse enteramente a Dios y a los hombres.

    Sin embargo, hay que hacer notar que en las Iglesias orientales, desde hace siglos está en uso una costumbre distinta: mientras los obispos son elegidos únicamente entre los célibes, hay hombres casados que pueden ser ordenados diáconos y presbíteros. Esta práctica es considerada como legítima desde tiempos remotos. Existe también el hecho de que, tanto en Oriente como en Occidente, quien recibe el sacramento del Orden, siendo célibe, ya no puede contraer matrimonio.

    Mediante esta poesía en forma de salmo un sacerdote contemporáneo describe lo que es el don del sacerdocio. 

    Te amo, Señor, por el gran don del sacerdocio.
    Por ese misterio de poder que has depositado
    En mis manos temblorosas.
    El don de tu perdón
    Que abre el océano de tu gracia
    Al océano de nuestra miseria.
    Tiemblo ante la grandeza de este misterio
    Porque llevo tu tesoro en vaso de barro.

    Te amo, Señor,
    Porque me has elegido entre todos,
    Para ser la atadura y la hoz
    De esta mies amarilla.
    Porque me has elegido con un amor triple
    Como el de Pedro,
    Para conducir tu rebaño de hombres
    Por tus altos caminos.

    Los Diáconos PermanentesOrigen, funciones y obligaciones dentro de la Iglesia. 
    Los Diáconos Permanentes
    Los Diáconos Permanentes

    “Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: "No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo, mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra".Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, A Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquia; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.” (Hch. 6, 1-6)


    El ministerio eclesiástico, que es el ministerio de los hombres dedicados al servicio de Dios, comprende tres grados diversos del sacramento del orden sacerdotal: los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Dos de estos grados participan ministerialmente del sacerdocio de Cristo: el orden episcopal, correspondiente a los obispos y el orden del presbiterado, correspondiente a los presbíteros o sacerdotes. El orden del diaconado, según lo afirma el Catecismo de la iglesia Católica en el número 1554 está destinado a ayudar y a servir a los obispos y a los presbíteros. Por eso, el término “sacerdote” designa en el uso de nuestros días a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos.

    Sin embargo, la doctrina católica establece que el grado de diaconado es un grado de servicio, que viene establecido desde el tiempo de los apóstoles, como lo atestigua el trozo del libro de los Hechos de los apóstoles, apuntado al inicio de este resumen, así como en lo expresado por el Apóstol San Pablo en su carta a Timoteo: “También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios, que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.” (1 Tim. 3, 8-11)

    Diakonía es la palabra griega que fijará la función de los diáconos Esta palabra significa servicio, y es de tanta importancia para la Iglesia que se confiere por un acto sacramental llamado “ordenación”, es decir, por el sacramento del orden.


    San Ignacio de Antioquia fijó la importancia de los diáconos, con estas bellas palabras: “ Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, como también al obispo que es imagen del Padre, y a los presbíteros como al senado de Dios y como a la asamblea de los apóstoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia (San Ignacio de Antioquia, Trall. 3, 1)

    Hemos hablado mucho hasta ahora de servicio, ¿pero cuál es el servicio que prestan los diáconos a la Iglesia? “Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (Catecismo de la Iglesia Católica, 1570).

    Entendido de esta manera, el diaconado no es solamente un paso intermedio hacia el sacerdocio, sino que ofrece a la Iglesia la posibilidad de contar con una persona de gran ayuda para las labores pastorales y ministeriales. Un diácono puede bautizar, bendecir matrimonios, asistir a los enfermos con el viático, celebrar la liturgia de la Palabra, predicar, evangelizar y catequizar. No puede, a diferencia del sacerdote, celebrar el sacramento de la Eucaristía (misa), confesar o administrar el sacramento de la unción de los enfermos. Con todo lo que puede hacer, su ayuda es invaluable, especialmente en nuestros tiempos en que hacen falta tantas personas que ayuden al sacerdote en todas las labores encomendadas.

    Como en el caso de los sacerdotes, sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación para acceder al diaconado. Y esto es así, porque Jesús eligió a hombre (“viri” en latín) para formar el colegio de los doce apóstoles. Sin embargo hay una diferencia muy importante entre los diáconos y los sacerdotes. Mientras que los sacerdotes ordenados de la Iglesia latina, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes, es decir que no se han casado, y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el Reino de los Cielos, el diaconado puede ser conferido a hombres casados. Este “diaconado permanente” constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia.

    Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado como un grado particular dentro de la jerarquía, mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre. De esta forma, los hombres casados que se dedican a ayudar a la Iglesia a través de la vida litúrgica, pastoral o en las obras sociales y caritativas pueden fortalecerse recibiendo el orden del diaconado y se unen más estrechamente al altar para cumplir con mayor eficacia su ministerio por medio de la gracia sacramental del diaconado.

    De esta forma, la Iglesia Católica, a semejanza de la parábola del hombre que de su tesoro saca lo nuevo y lo viejo, siempre está ofreciendo formas nuevas y atractivas en su labor de ayuda a todos los hombres.


    Función de los diáconos

    NORMAS BÁSICAS DE LA FORMACIÓN DE LOS DIÁCONOS PERMANENTES

    La Vida ConsagradaVida eremítica, virgenes consagradas, vida religiosa, institutos seculares y sociedades de vida apostólica. 
    La Vida Consagrada
    La Vida Consagrada
    Todos los católicos estamos llamados al seguimiento de Cristo. Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios, Hermanos de Jesucristo y Templos vivos del Espíritu Santo. Por lo tanto, la vida de los católicos, si quieren ser fieles y coherentes con su bautismo no puede ser la misma que la de una persona no bautizada. La imitación de Cristo será la tarea fundamental en su vida.

    Sin embargo, hay personas que por una invitación especial de Dios, bajo una moción del Espíritu Santo, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y procurar que toda su vida esté al servicio del Reino. Esto es lo que se llama en la Iglesia católica, la vida consagrada.

    Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados consejos evangélicos por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la obediencia. Se les llama consejos evangélicos porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen como una invitación para seguir más de cerca el camino que Él recorrió en su vida. Si bien todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos, la persona consagrada lo hace como una manera de vivir una consagración “más íntima” a Dios, motivado siempre por dar mayor gloria a Dios. La pobreza es el desprendimiento de todo lo creado para utilizarlo de forma que pueda dar mayor gloria a Dios. La castidad es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos. Y por último, la obediencia, es el sometimiento de la voluntad propia a la voluntad de Dios, a través de los superiores legítimos, representantes de Cristo para el alma consagrada.

    Las personas consagradas a Dios pueden vivir su consagración de muy diversas formas y así vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas en el Asia Menor hasta los florecientes centros urbanos de nuestros días, la vida consagrada asume diversidad de formas. Las hay de aquellos que se dedican a la oración y a la contemplación en un lugar apartado de toda civilización. Hay quienes inmersos en el mundo, viven su consagración entre las más diversas actividades de la vida diaria. Todas estas formas de consagración las podemos agrupar en las siguientes divisiones:


  • Vida Eremítica

  • Vírgenes Consagradas

  • Vida Religiosa

  • Institutos Seculares

  • Sociedades de Vida Apostólica




  • Podemos decir junto con el Catecismo de la Iglesia Católica, que “el resultado ha sido una especie de árbol en el campo de Dios, maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios. Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica, 917).

    Cabe aquí hacer una aclaración: las órdenes religiosas masculinas y femeninas como las conocemos forman lo que se llaman Vida religiosa. Es una forma de vida consagrada, pero no quiere decir que sea la única. Quizás es la más extendida y la más floreciente hoy día y por ello se tiende a confundirla como la forma exclusiva dela consagración a Dios.

    La división que ha establecido el Catecismo de la Iglesia Católica de las distintas formas de vida consagrada (vida eremítica, vírgenes consagradas vida religiosa, instituto seculares y sociedades de vida apostólica) no implica que no puedan darse nuevas formas de consagración en un futuro. Desde los comienzos de la Iglesia han existido hombres y mujeres que han intentado con la práctica de los consejos evangélicos, seguir con mayor libertad a Cristo e imitarlo más de cerca. Cada uno a su manera vivió entregado a Dios. Muchos, por inspiración del Espíritu Santo, vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas que la Iglesia reconoció y aprobó. Pero este mismo Espíritu puede suscitar en un futuro formas nuevas de consagración. La Iglesia lo sabe y está abierta a estos nuevos carismas. Así lo establece en el canon 605 del Código de Derecho Canónico: “Los obispos se esforzarán siempre en discernir los nuevos dones de vida consagrada confiados por el Espíritu Santo a su Iglesia; la aprobación de nuevas formas de vida consagrada está reservada a la Sede Apostólica.”

    Por último debemos apuntar que si bien la vida consagrada no pertenece a la estructura jerárquica de la Iglesia, sin embargo forma parte de la vida y de la santidad de la Iglesia. 



    Los Laicos o Seglares de la IglesiaSon los encargados de que el Reino de Dios se haga una realidad en los diversos campos que forman su vida, donde el sacerdote, el religioso, el obispo no puede llegar. 
    Los Laicos o Seglares de la Iglesia
    Los Laicos o Seglares de la Iglesia
    ¿Quiénes son los laicos, los seglares de la Iglesia?

    Se oye tanto hablar de esa palabra que muchas veces nos perdemos en el vocabulario y no sabemos a quiénes se refieren cuando oímos expresiones como “Ha llegado la hora de los laicos”. “Los seglares deben colaborar con la Iglesia”.

    La respuesta podría ser muy fácil: Los laicos son todas las personas que pertenecen a la Iglesia católica, a través del Bautismo pero que no son obispos, sacerdotes, o pertenecen a algún grupo de vida consagrada.De esta forma, los laicos son todos los fieles que han sido bautizados dentro de la Iglesia.

    Para ser más precisos, escuchemos lo que dice el Concilio Vaticano II en el documento Lumen Gentium, número 31 y que recoge el Catecismo de la Iglesia católica en el número 897: “Por laicos se entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están incorporados por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”.

    Elemento muy importante para distinguir a los laicos es el de su bautismo. Por este sacramento, los laicos o fieles del pueblo de Dios se hacen acreedores al derecho de llamarse y de ser Hijos de Dios y participar de esa filiación divina. Pero también comparten la obligación de trabajar para que el mensaje de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres y en toda la tierra. Esta obligación es más apremiante cuando sólo por medio de ellos los demás hombres pueden oír el Evangelio y conocer a Cristo.

    La acción que realizan los laicos dentro de la Iglesia no es indiferente. Su participación no es indiferente ni debe reducirse a la recepción de los sacramentos, antes bien, debe ser muy activa de forma que ayuden a que todas las realidades en las que ellos trabajan sean invadidas por el espíritu del evangelio. Por lo tanto, la familia, la profesión y el trabajo que desempeñan, sus actividades sociales, deportivas y de descanso, todo, absolutamente todo lo que conforma su vida, debe quedar informado por el espíritu del evangelio. En pocas palabras, los laicos son los encargados de que el Reino de Dios se haga una realidad en los diversos campos que forman su vida. Por lo tanto, ahí donde el sacerdote, el religioso, el obispo no puede llegar, ahí es donde el laico debe comprometerse para hacer llegar el mensaje de Cristo.

    Juan Pablo II ha dicho de los laicos: “El Reino de Dios, presente en el mundo sin ser del mundo, ilumina el orden de la sociedad humana, mientras que las energías de la gracia lo penetran y vivifican. Así se perciben mejor las exigencias de una sociedad digna del hombre; se corrigen las desviaciones y se corrobora el ánimo para obrar el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados, junto con todos los hombres de buena voluntad, todos los cristianos y de manera especial los laicos”. (Cfr. Centesimus annus, número 25).

    El apostolado que deben llevar a cabo los laicos no se reduce solamente al testimonio de su vida, lo cual ya es una labor fundamental para construir el Reino de Dios en la sociedad. Deben ser “sanamente agresivos” con el fin de buscar todas aquellas oportunidades para hacer real en todos los ámbitos dela sociedad, el mensaje de Cristo. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia, como apuntaba el Papa Pío XII en su discurso del 20 de febrero de 1946 y que fue citado por Juan Pablo II en su documento Christifideles laici, número 9: “Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia es el principio vital de la sociedad. Por tanto ellos, especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la guía del jefe común, el Papa, y de los obispos en comunión con él. Ellos son la Iglesia.”



    LOS LAICOS EN LA IGLESIA

    Ministerios Laicales.
    Acción Pastoral de los Laicos.
    Ducumentos para el apostolado de los Laicos.
    Grandes Movimientos y asociaciones laicales.
    Hermandades y Cofradías.

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