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Jordán Forzaté, Beato |
Abad
Martirologio Romano: En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, fundador
de monasterios en Padua. No habiendo podido evitar la ruina
de su patria a pesar de todos sus esfuerzos, padeció
el destierro, que vivió piadosísimamente. Insigne por su modestia, probidad
de costumbres y ciencia, se durmió devotamente en el Señor
(c. 1248).
Jordán Forzaté
nació alrededor de 1158. Existe un documento de 1203
que menciona a Jordán como monje benedictino en Padua, en
un monasterio posiblemente fundado por la familia Transelgardi, de la
que él formaba parte. Ya en 1213 está documentado
que él era el Prior de dicho monasterio.
El gobierno de
Jordán se caracterizó por un intenso espíritu de reforma que
hizo del convento de Padua el centro del movimiento de
los «albi» que el mismo había fundado, y del que
formaban parte hospitales, casas parroquiales, pequeñas comunidades de fratres y
eremitas. El 30 de mayo de 1224 el movimiento dio
vida a una congregación aprobada por el obispo local y
sostenida por, además de Jordán, los otros seis monasterios de
las ciudades del territorio que se convirtieron en sede de
otras comunidades albe.
Jordán se dedicó en esos años a visitar
monasterios benedictinos exentos, los conventos de los regulares,
las casas de los Humillados y a los hospitales de
Padua, Venecia y Treviso.
Inocencio III le había ofrecido,
el 7 de junio de 1211, el episcopado de Ferrara,
tras la muerte de Ugoccione de Pisa, pero Jordán renunció
al cargo por su intensa dedicación a la vida religiosa
y civil de Padua, donde era delegado apostólico y árbitro
enviado por las fuerzas políticas locales para pronunciarse en las
situaciones más conflictivas y delicadas.
Entre las misiones que le confiaron
en su calidad de delegado apostólico resalta su papel de
supervisor en el proyecto de Inocencio III de pacificación de
la Marca de Treviso, que luego sería la cuarta cruzada.
De hecho, Jordán era uno de los ejes alrededor
de los cuales se movía buena parte de las actividades
políticas y eclesiásticas de Padua. Por ello, cuando
Ezzelino III conquistó Padua, el prior benedictino fue uno de
los primeros en ser buscado y encarcelado en la fortaleza
del Pedemonte.
Luego de la intervención de Federico II, Jordán pudo
huir hacia Venecia donde encontró refugio en el monasterio de
Celestia, donde murió el 7 de agosto de 1248.
En 1260, su cuerpo regresó a Padua, el gobierno de
Ezzelino había terminado y Padua estaba en plena restauración.
Jordán, que incluso en vida ya había sido considerado Pater
Paduae, se convirtió en un símbolo de la libertad reconquistada.
Pronto nació su fama de santidad que produjo, aunque
siglos después, por la necesidad de que la devoción popular
fuese ratificada por el ordinario diocesano, que en 1470 se
nombre una comisión a la que se le encargó el
pedir al obispo de Padua, Jacopo Zeno, examinar los milagros
realizados junto al cuerpo de Jordán Forzaté, de aquí se
obtuvo un expediente con el que las monjas de San
Benito pidieron a la Congregación de Ritos, el 15 de
enero de 1766, poder disfrutar de la dispensa de la
recitación del Oficio y de la misa el día de
la fiesta del Beato. El 18 de mayo de
1767, Clemente XIII aprobó la fiesta y en 1769 promulgó
la concesión a toda la diócesis.
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