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Juan Jones, Santo |
Sacerdote y mártir de la Primera Orden Franciscana (1559‑1598)
Martirologio Romano: En
Londres, Inglaterra, san Juan Jones, presbítero de la Orden de
los Hermanos Menores, mártir, el cual, oriundo de Gales, abrazó
la vida religiosa en Francia, y por haber entrado en
Inglaterra como sacerdote, siendo reina Isabel I, fue condenado a
pena capital, consumando el martirio en la horca (1598).
Etimológicamente:
Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo. Canonizado por Pablo VI el 25 de
octubre de 1970.
Después de haber separado la Iglesia de Inglaterra
de la Iglesia de Roma, el rey Enrique VIII persiguió
a los católicos que no le reconocían el derecho a
proclamarse cabeza de una religión de Estado. Bajo él cayeron,
entre otros, el Obispo San Juan Fischer, el canciller Santo
Tomás Moro, el Beato Juan Forest, San Juan Jones y
San Juan Wall. A los católicos se les prohibía toda
actividad religiosa.
Bajo estas leyes vino a caer en 1596 Juan,
de la familia galesa Jones, el cual, habiendo crecido en
un ambiente católico y educado religiosamente, había entrado en la
Orden de los Hermanos Menores. Al destacarse entre sus cohermanos
por su sencillez y espiritualidad, fue enviado a Roma, al
convento franciscano de Aracoeli, en Campidoglio. Hubiera podido permanecer en
Italia viviendo tranquila y santamente. Pero él mismo pidió regresar
a Inglaterra, y no precisamente a Gales, donde había mayor
tolerancia religiosa, sino a Londres, el centro irradiador de la
reforma anglicana.
En Londres logró realizar por algún tiempo su actividad
misionera bajo el falso nombre de Juan Buckley, hasta que
cayó en manos de uno de los llamados “Cazadores de
sacerdotes”. Fue torturado cruelmente y mantenido en prisión dos años
en espera del juicio.
Finalmente en julio de 1598 tuvo lugar
el proceso del fraile franciscano acusado de haber sido ordenado
sacerdote en el extranjero y haber regresado ilegalmente a Inglaterra
para sublevar al pueblo. El fraile se defendió brevemente: “Soy
religioso franciscano y sacerdote de Cristo, vine a Inglaterra para
conquistar el mayor número posible de almas para Jesús. Si
esto es un delito, soy el primero en acusarme y
estoy listo para dar la vida por la fe católica
y por el primado del Romano Pontífice”.
Era la confesión que
ellos esperaban, y de inmediato fue emitida la condena, que
debía ejecutarse fuera de la ciudad, en el camino recorrido
en la Edad Media por los peregrinos que visitaban la
tumba de otro famoso mártir inglés, Santo Tomás de Cantorbery,
víctima, cuatro siglos antes, de la intolerancia de otro Rey.
La ejecución debía llevarse a cabo rápidamente, sin mucha publicidad,
pero un contratiempo grotesco desbarató los planes de los perseguidores.
El verdugo había olvidado el lazo y hubo de demorarse
una hora. Desde el carruaje de los condenados Juan Jones
pudo así hablar serenamente al pueblo que se había reunido
a su alrededor, afirmando haber orado todos los días por
el retorno del pueblo inglés a la unidad de la
Iglesia católica y por la salvación de la reina de
Inglaterra. Tenía 39 años.
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