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Ignacio Clemente Delgado, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En la ciudad de Nan Dinh, en Tonquín,
san Clemente Ignacio Delgado Cebrián, obispo y mártir, que después
de pasar cincuenta años predicando el Evangelio, fue encarcelado por
orden del emperador Minh Mang a causa de su fe
en Cristo y murió en la cárcel, donde tuvo que
sufrir mucho (1838).
Etimología: Ignacio = ardiente. Viene del latín.
Clemente = valiente, cariñoso. Viene de la lengua griega
S.S. Juan
Pablo II. En un solo día, el 19 de junio
de 1988, el Papa canonizó a 117 mártires que habían
derramado su sangre por Cristo, en diversos momentos, en Conchinchina,
Annalll y Tonkíll, hoy Vietnam del Norte.
Era hasta ahora
la canonización más numerosa. El Papa pedía que estos Santos
fueran semillas fecundas de nuevas y numerosas vocaciones misioneras.
Entre los
117 mártires había 11 españoles y un grupo de franceses,
junto con una gran mayoría de nativos. Había obispos, sacerdotes
seculares, religiosos dominicos, miembros de la fraternidad laical dominicana, catequistas,
un seminarista y numerosos laicos de todas las clases sociales.
Todos murieron víctimas de horrendos suplicios, de hambre, sed, asfixia,
torturas, insultos y burlas. Todos murieron amando y perdonando.
Entre los
11 españoles -todos de la familia dominicana - había 6
obispos. Estos son los nombres de los nuevos Santos: Mateo,
Francisco, Jacinto, José, Domingo, Jerónimo, José María, Melchor, Pedro, Valentín
e Ignacio Clemente.
Ignacio Clemente nació en Villafeliche (Zaragoza) el 1762.
Sus padres se llamaban Francisco Delgado y Teresa Cebrián-Melús. De
ellos y de un tío sacerdote recibió desde niño una
esmerada educación cristiana. Profesó en los Dominicos de Calatayud y se
ofreció para ir al Extremo Oriente. Ya no volvería más.
Casi un año duró la azarosa travesía, por el Atlántico,
México y el Pacífico. Ordenado Sacerdote en Filipinas, es nombrado
obispo por Pío VI, a sus 31 años, en 1794,
para el Tonkín Oriental. Entre terribles dificultades y persecuciones, durante casi
medio siglo de entrega misionera, se hizo todo para todos,
con frutos abundantes de conversiones, consiguiendo también muchas vocaciones nativa.
Traicionado y encarcelado, "a gusto daré mi vida por Cristo"
exclamó. Fue enjaulado y expuesto al ardor del calor insoportable,
hasta desfallecer y morir el 12 de Julio de 1838.
"Todo lo soportó con increíble paciencia", dijo Gregorio XVI.
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