“Felices los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el reino de Dios”
(Mt 5,3).
Este texto se refiere a los que reconocen su pobreza espiritual y no ponen su confianza en los bienes materiales, sino en Dios.
Son felices porque se dan cuenta de su pobreza de espíritu y dejan que sea el Espíritu quien actúe en ellos.
Cuando espiritualmente estamos muy satisfechos de nosotros mismos es cuando comienza nuestro alejamiento de Dios. Siempre tenemos que estar en manos de Dios, viendo sus mandamientos y dándonos cuenta que la soberbia es la raíz de todos los males.
Si muchas personas no sienten la presencia de Dios es porque su corazón todavía no está preparado para que Dios habite en él. El corazón es el hotel del alma donde las condiciones de admisión las pone sólo Dios. Nuestro trabajo (la conversión) es ir asumiendo esas condiciones necesarias para que Dios viva en nosotros.
Para volver a nacer es necesario dejarnos guiar por el Evangelio. Nuestra vida se tiene que parecer mucho a las propuestas del Evangelio, pero sabemos que sólo puede vivir el Evangelio quien conoce a Cristo.
La fe en que Cristo es el único salvador verdadero del ser humano nos impedirá apartarnos de él cuando empiece el imprevisible y desconcertante proceso de purificación de las riquezas mundanas, que tienen que ver con el pecado.
Gracias a los Apóstoles y a los Padres de la Iglesia tenemos el conocimiento del misterio del camino de la salvación. El camino de la salvación está suspendido sobre precipicios sin fondo: el sin sentido de la vida, el desánimo, la depresión, el sentirse totalmente inútil...
Nosotros sólo tenemos la fe inquebrantable en Cristo Jesús “porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo.” (1 Juan 5,4).
Para no sentirnos abandonados por Dios tenemos que hacer la experiencia de la conversión personal. Todo aquello que considerábamos importante en el pasado, lo rechazamos y nos vamos desnudando de todo: de nuestras vinculaciones y conocimientos mundanos, e incluso de nuestra voluntad; así, de este modo nos vamos introduciendo en la conversión verdadera.
La prueba más dura consiste en que, a pesar de nuestro deseo de permanecer fieles a Dios, hemos de soportar periodos de abandono por su parte. La pobreza espiritual, unida al abandono de Dios, nos sume en la desesperación. Podemos sufrir entonces en todos los planos de nuestro ser: el espíritu, el intelecto, el corazón, el cuerpo. Volvemos al paraíso terrenal y a sentir ese abandono de Dios que nos avergüenza y entristece.
No entendemos en esos momentos la acción de Dios sobre nosotros, porque por su fuerza somos reducidos a la nada; y vivimos en la angustia, porque él no está. De este modo se realiza la purificación interior en nosotros. Si nos mantenemos en el camino sin tirar la toalla la Luz de Dios va llegando nuevamente y nos abraza: “Felices los que sufren, porque serán consolados.” (Mt 5,4).
Es como un volver a la nada, al paraíso terrenal, para luego ser recreados por Dios. Sólo quien nos ha creado conoce mejor que nadie las posibilidades de nuestra propia naturaleza.
“Si alguno no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.”
(Lucas 14,26).
¡Me hundo, Jesús!
Autor: Reina del Cielo
¿Cómo es que hasta un instante atrás estaba caminando con confianza por la superficie y en medio de las olas, y ahora me hundo sin más perspectivas que llegar al oscuro fondo del lago? Pedro debió haber pasado de la alegría sin igual de sentirse sostenido por Dios, desafiando a la naturaleza intrépida, a la más profunda desesperación de sentirse abandonado y sujeto a una muerte horrenda. ¿Qué habrá ocurrido en su corazón, en su mente, que provocó pasar de modo tan súbito de un estado al otro?
Una sombra de autosuficiencia, un olvido repentino de que su caminar por sobre las aguas no era mérito suyo sino una gracia concedida por Jesús. Ese breve momento de cavilación, de duda, fue suficiente para que Pedro, el hombre, soltara la mano invisible de Dios y quedara sujeto a sus propias fuerzas. Fuerzas que no sirven de nada, que conducen a una caída segura en manos de la soberbia humana.
Una sombra de miedo, un dudar de la seguridad de esa invisible Mano Divina que lo sujetaba y hacía deslizar seguro por las crestas de las olas del lago. Miedo que paraliza, que tensa músculos y pensamientos hasta hacernos como estatuas de sal que azoradas observan su destino sin poder reaccionar. Pedro, nublada la fe que lo había lanzado seguro sobre la borda del bote de pescador rumbo a los brazos de Jesús que lo llamaban desde el mar tempestuoso, pasó a ser sólo eso, Pedro. Ya no más el apóstol unido a Dios por la seguridad de Su Divinidad. Sólo Pedro, el hombre.
Una sombra de esperanza. Los ojos de Pedro miraron y miraron olas y su cuerpo que se hundía, mientras nada parecía poder detener su naufragio. Pero una luz iluminó sus ojos de hombre desesperado, los ojos de Jesús que lo invitaban a llamarlo. Pedro, pídeme que te ayude, llámame. Pedro, ten fe en mi, no en tus fuerzas. Pedro, confía en mi aunque te estés hundiendo, ¿acaso no te lanzaste a caminar por el mar para venir a Mi encuentro? Pedro, extiende tu mano hacia mí, y presto como un ángel volaré a rescatarte.
Una sombra de fe se asomó a los ojos de Pedro. Ya no más el mar ni su cuerpo hundiéndose, sino la mirada del que todo lo puede. Una sombra de fe que creció hasta iluminar el rostro de Pedro, haciéndolo nuevamente Pedro, el Apóstol. Jesús, sin demorarse un instante, rescató a su demasiado humano discípulo, el que sería pilar de la naciente Iglesia. La Mano de Dios fue tendida al amigo, al Apóstol que vacilante se abrazó a su Jesús, a su Salvador. No más angustia, no más miedo, sólo seguridad en los Brazos del Mesías esperado.
En la experiencia de Pedro en el Lago de Genezareth podemos vernos reflejados, proyectados. Nada obstaculiza nuestra capacidad de sujetarnos firmes a la Invisible Mano de Jesús y dejarnos sostener, mientras caminamos sobre las aguas de este mundo con fe y confianza. Debajo de nosotros el mundo ruge, las olas de la sociedad moderna nos envuelven amenazadoras, tratando de hundirnos en la oscuridad de la civilización que se olvidó de Dios. Paso a paso, confiados y valerosos atravesamos las olas más altas y los vientos más violentos, que arrojan agua sobre nuestro rostro. Sin embargo, con qué frecuencia nos olvidamos de la Mano que nos sujeta y, como Pedro, nos hundimos sin remedio y envueltos en mares de angustia. El mundo, en esos momentos, nos traga como un enorme monstruo que seduce y confunde, atonta y subyuga.
Cuando el mar más aúlla a nuestro alrededor, más nos debemos sujetar a la fe y la confianza, al amor y la esperanza que vienen del Señor. Nuestras fuerzas nada pueden, nada logran. Todo debemos confiar a Jesús, que con inmenso amor nos mira y nos invita a pedir Su ayuda, Su Salvación. Cuando Pedro estuvo a salvo, sintió vergüenza de haber fallado en su confianza en Jesús. Iba a fallar otras veces, muchas más, pero siempre volvió a Jesús. Su voz una y otra vez lanzó el grito que salva, que abre las puertas del Cielo: ¡Me hundo, Jesús, sálvame!
"Sabed que Él, el Señor es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado"(Salmo 100:3).
Hay momentos en que aun rodeado de muchas personas sientes un vacío por dentro. Tal vez no te sientas amado aún por el mismo Dios. En esos momentos puede invadirte un sentimiento de abandono y temor.
Cuando te sientas solo y abandonado, imagina que eres una de las ovejas y medita en las palabras del Señor...
¿Que hombre de Vosotros, si tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? Al encontrarla la pone sobre sus hombros, gozoso; y cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido" (Lucas 15:4-6).
El sentimiento de soledad y abandono es una sensación de rechazo y no sentirse amado, aún por Dios. En esos momentos puedes sentir que Dios no te escucha, un sentimiento de vacío, de tristeza y te apartas del mundo que te rodea para esconderte del dolor, vergüenza, del sentimiento de fracaso o resentimiento. Este sentimiento tiene diferentes causas en tu vida: no es la soledad que Dios propicia para que le encuentres en adoración, sino es consecuencia de tus experiencias dolorosas en tu pasado. Puede ser también una manifestación de depresión, de falta de propósito en tu vida o de conflictos internos no resueltos.
También puede ser generada por ti mismo como una forma de defensa para evitar ser herido o rechazado para esconder tu inseguridad, egoísmo o resentimiento.
Si sufres de estos períodos de soledad, acompañados de depresión, es necesario entonces, soltar y entregar tus cargas del dolor pasado al Señor mediante el perdón, y pensar en que tienes grandes bendiciones que compartir con los demás.
Tienes cualidades, dones, talentos que debes compartirlos con otros. Pero primero es necesario que sientas que eres agradable a los demás para que puedas proyectar ese sentimiento.
Convéncete que las otras personas estarán muy bendecidas con tu presencia y compañerismo, porque si tu no crees esto de ti mismo, entonces proyectarás una imagen negativa de tu persona y seguirás siendo una persona solitaria.
Debes salir de tu encierro de lamentos y ver la vida con optimismo. Empieza
la mañana con pensamientos positivos y disfruta la compañía de alguien ese día, aceptándola en forma incondicional, valorando sus aspectos positivos.
Debes luchar contra el sentimiento de autocompasión y la frase "nadie me quiere", o "a nadie le intereso", y debes salir de tu aislamiento negativo, porque es diferente a la búsqueda de soledad y silencio para escuchar la voz de Dios.
Dios no trabaja solo, necesita de tu participación para ayudarte. Por eso la acción de parte tuya para vencer los sentimientos de soledad que te oprimen es indispensable. Transforma esa soledad en plenitud y comunión con El Señor, y apóyate en tu prójimo que te ama y aprende a amarte. Cuando sientas este sentimiento busca la presencia del señor en oración y meditación.
Recuerda siempre como dice el Salmista: El Señor es mi pastor y nada me faltará, en lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará, confortará mi alma, me guiará por sendas de justicia. Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno. (Salmo 23).
Debes recordar que nunca más estarás solo. El Señor está contigo y su Santo Espíritu te guiará siempre.
¿Por qué me estoy enfriando?
¿Por qué ya no siento lo que sentí el principio?
¿Por qué me da pereza lo que tenga que ver con Dios o espiritualidad?
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Apocalipsis 2:2-4
Nos hemos olvidado de donde Dios nos saco, por que estamos aquí o para que estemos aquí y perdemos la comunión con Dios.
Hemos llegado a un tiempo que la biblia llama tiempos peligrosos, dolores de parto; donde la situación se pone cada vez mas difícil!! La fe muchas veces dependerá de cuanta comunión o alimentación nos pueda dar el espíritu santo atreves de nosotros mismos, este no era 100% el plan de Dios, para eso el mismo dice en la palabra: “constituyo Apóstoles, Maestros, evangelistas, pastores y profetas.” (Efesios 4:11-12)
Por esas y otras razones el señor esta levantando siervos de el que cumplan estas tareas dentro de pequeños lugares, iglesias, comunidades o grupos para que amonesten al pueblo para que estos se vuelva a Dios (Ezequiel 33:7); ya que las grandes iglesias ha abandonado la palabra de Dios, hablando de filosofías, psicología, prosperidad, libertad financiera, pactos económicos, política y el reino terrenal; negando así la cruz de Cristo que es lo que en realidad nos hace salvos.(Filipenses 3:17-21)
La palabra dice que en los últimos tiempos los hombres abandonaran la palabra de Dios y muchos apostataran de la fe, o sea que negaran la misma (1era Timoteo 4:1). Muchas ovejas serán engañadas o acomodadas al nuevo estilo de vida sin Cristo, con todas las “comodidades del cristianismo” y a causa de estos, otros muchos se perderán y blasfemaran del señor (2da Pedro 2:1-2).
Estos cristianos-anticristos hablaran que son de Dios, testificaran; pero con sus acciones lo negaran y esto lo harán para que se cumpla la palabra.
"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros." 1era Juan 2:19
Jesús le reclama a su iglesia ósea a nosotros y nos dice “has perdido tu primer amor”(v.4) Por esta razón el señor nos exhorta (v.5)(Lamentaciones 3:40) que recordemos de donde el nos saco(Efesios 5:8), a que nos arrepintamos(Romanos 12:12), a que volvamos a las primeras obras(Romanos 12:9-18), a que recuperemos el primer amor (1era Juan 4:7, 2da Timoteo 1:6-8)
Causas o consecuencias de Perder el primer Amor
1.-Apatía Espiritual: no queremos orar, ni leer la biblia, ni cantar, ni congregarnos.
Vaciedad: No hay sentido para continuar, oímos y no entendemos, el corazón se endurece. (hechos 28:27)
2.-Enfriamiento: nos acomodamos a como son las cosas y poco a poco nos dejamos llevar por la corriente.
3.-Perdemos el sentido y el sabor: Perdemos nuestro testimonio con los incrédulos de manera que somos pisoteados por los hombres y nuestra palabra de evangelio ya no tiene efecto en el perdido. (Mateo 5:13)
4.-Estorbos en la Oración: cuando queremos orar sentimos que el cielo es de bronce y que Dios no nos escucha (Lamentaciones 3:44), nos quedamos dormidos.
5.-Desagradamos a Dios: Sin fe es imposible agradar a Dios (hebreos 11:6), comenzamos a desconfiar de la capacidad de Dios y confiamos en nuestras propias capacidades y aptitudes.(Proverbios 28:26)
6.-Dejamos de crecer: Debiendo tener ya un conocimiento amplio de las escrituras y un relación y comunión diaria con Jesús, debiendo ya servir a Dios en nuestras vidas dando testimonio de el atreves de nuestras acciones no soportamos la madurez (Hebreos 5:12-14), no soportamos la exhortación solo queremos la palabra suave del evangelio, amor, paz y prosperidad, y no soportamos la disciplina de Dios (Hebreos 12:5-7)
¿Cómo mantenemos la sed y el primer amor?
1.- Examinándonos:Comprobando que estamos según la fe y en la fe de Jesucristo(2da Corintios 13:5)
2.- Comunión con Cristo: fuimos llamados a la comunión diaria con Cristo (1era Corintios 1:9 )
3.- Oración: orando en todo tiempo, alzando manos a Dios (Efesios 6:18)(1era Timoteo 2:8)
4.- Estudiando la Biblia: escudriñando, leyendo, estudiando y meditando en la palabra de Dios.(Juan 5:39)(2da Timoteo 3:16)
5.- Alabanza y adoración: Dios habita entre las alabanzas de su pueblo y aquellos que lo adoren en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Salmo 22:3)(Juan 4:24)
6.- Evangelizando: un cristiano que no habla de Cristo esta incompleto y no esta cumpliendo con la gran comisión (Marcos 16:15), cuando declaramos a Cristo estamos armados (Efesios 6:15)(Romanos 10:15), un soldado nunca sale sin las botas puestas, todos podemos llevar el mensaje de Jesucristo y tenemos que ser testigos por doquier (Hechos 1:8)
He aquí Dios nos da tiempo y oportunidad para que nos arrepintamos de nuestra pereza, apatía y falta de Fe para que retornemos ese vinculo precioso que es la relación intima con Jesucristo.
Somos soldados peleando por rescatar a otros que están en las tinieblas en las que nosotros nos encontrábamos.
Hemos encontrado el engaño en aquellos que se dicen falsos maestros y muchos hombres de Dios nos han decepcionado (1era Timoteo 4:1), pero el Dios de los hombres jamás nos va a decepcionar ni abandonar (Romanos 8:38), hemos sido fieles en la doctrina, en la fe; pero necesitamos enamorarnos de Jesús!! Apasionarnos como cuando recién nos convertimos, humillándonos en su presencia.
Hay en medio de nosotros hermanos que nunca han sido salvos y que en realidad no conocen a Jesús y al venir los problemas tribulaciones o angustias, apostataran de la fe, huirán y regresaran a su vomito. Para poder ayudarlos nosotros mismos tenemos que darnos cuenta que somos, cual es nuestra naturaleza, y si amamos con todo el corazón.
Para Meditar:
¿Oramos todos los días?
¿Qué es lo primero que pensamos cuando nos levantamos, esta Jesús en tus pensamientos?
¿Qué es lo que haces cuando estas solo, cuando nadie te puede ver?
¿Nos aburre hablar de Dios y de temas espirituales?
¿Preferimos pasar horas viendo TV que pasar estudiando la biblia?
¿Cuál es nuestra pasión, nuestros estudios, novio(a), trabajo, etc. o es Jesús el centro de lo que hago?
¿Nos reunimos a orar con los hermanos o simplemente a hacer pláticas huecas que no llevan a ningún lado?
¿Qué vas a hacer después de oír o leer este mensaje, lo practicaras o lo desecharas?
Si todo esto no te motivo a hacer un cambio en tu estilo de vida, si te parece muy metido a rollo, si piensas que es demasiado. Déjame decirte que no conoces muy bien a Dios.
Pero hay esperanza!! Creen en su sacrificio y resurrección (1era Corintios 15:3-4) (Romanos 10:9-11), y pídele que te haga un discípulo y mantén ese primer amor
Palabra de Dios para proclamar cuando...
Te sientes abandonado por tus seres amados
"Si mi padre o mi madre me abandonan, me acogerá el Señor. Enséñame, Señor, el buen camino, guíame siempre por sendero plano frente a mis enemigos. "Salmo 27:10-11
"¿Qué te abate, alma mía? ¿Por qué gimes en mí? Poln tu confianza en Dios, que aún le cantaré a mi Dios Salvador." Salmo 42:6
"Pues a mí se acogió, lo libraré; lo protegeré, pues mi Nombre conoció. Me llamará, yo le responderé; estaré con él en la desgracia". Salmo 91:14-15
¿Pero, puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas?, Pues bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti!. Isaías 49:15
No temas, pues yo estoy contigo, no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios; yo te doy fuerzas, yo soy tu auxilio, y con mi diestra victoriosa te sostendré. Isaías 41:10
El Señor dice: "Nunca te dejaré ni te abandonaré", y nosotros hemos de responder confiados: "El Señor es mi socorro no temeré. ¿Qué pueden contra mí los hombres?". Hebreos 13:5
Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aplastados. 2 Corintios 4:8-9
Depositen en El todas sus preocupaciones, pues El cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7
Los pobres y los humildes buscan agua pero no encuentran, y se les seca la lengua de sed. Pero yo, Dios de Israel, no los abandonaré. Yo, Yavé, los escucharé. Isaías 41:17
El oprimido encuentra su refugio en el Señor; Él es su fortaleza cuando lo rodea la angustia. Salmo 9:10
"Sean valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo; no te dejará ni te abandonará." Deuteronomio 31:6
Porque Dios no rechazará a su pueblo, ni abandonará su herencia. Salmo 94:14
Porque Yavé no rechazará a su pueblo en atención a su gran nombre, ya que se ha dignado hacer de ustedes su pueblo. 1 Samuel 12:22
Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo. Mateo 28:20b
Acérquense a Dios y Dios se acercará a ustedes. Santiago 4:8
No los dejaré huérfanos sino que vengo a ustedes. Juan 14:18
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