ABANDONO EN DIOS
Si creemos que Dios es amor y nos ama con todo su infinito amor, la conclusión lógica es que podemos abandonarnos tranquilamente en sus manos, sabiendo que Él piensa en nosotros y nos cuida y quiere lo mejor para nosotros. Abandonarse es fiarse de Dios. Es aceptar su voluntad en cada instante. Es no rebelarse contra sus planes sobre nosotros. Es dejarse llevar sin preguntar a dónde ni porqué. Es entregarle la responsabilidad de la vida. Algo así como firmarle un cheque en blanco. Abandonarse significa estar en permanente actitud de escucha y de apertura a su voluntad en cada momento. Es estar totalmente disponible a sus planes. Es dejarse perder en su Amor como una gotita de agua en el mar. Es creer hasta la audacia en su providencia amorosa. Por eso, te pregunto: ¿Estás dispuesto a aceptar una enfermedad o cualquier otra desgracia humana sin rebelarte contra Él? Entonces, ¿por qué tienes miedo de abandonarte? ¿No te fías? ¿No estás dispuesto a aceptar el sufrimiento? ¿Solamente quieres recibir bienes y alegrías?
Deja que Él piense por ti en lo que más te conviene. Déjalo actuar y confía en Él. Puedes estar seguro que será la mejor decisión de tu vida, porque Dios necesita tener las manos libres para hacer de tu vida una obra de arte espiritual. Él te dice: Yo nunca te dejaré ni te abandonaré (Jos 1,5; Heb 13,5). Puedes estar seguro que Él nunca te va a fallar ni te va a engañar. Por eso, acepta sus planes sobre ti. Entrégale la responsabilidad de tu vida. Vale la pena abandonarse en los brazos de un Dios tan bueno y misericordioso. Si así lo haces, verás maravillas en tu vida.
Acuérdate de Abraham. Dios le dijo: Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré (Gén 12,1). Y Abraham dejó todas sus seguridades humanas y se lanzó a una aventura desconocida, solamente confiando en Dios. Y Dios lo bendijo, dándole una descendencia numerosa. También bendijo a Moisés que aceptó ir a hablar con el faraón, a pesar de ser tartamudo (Ex 4); y bendijo a Noé que obedeció a Dios al hacer el arca. Y Noé hizo en todo como Dios se lo mandó (Gén 6,22). Y Dios lo salvó a él y a su familia.
Abandónate en sus brazos como la hija de aquel cirujano que tenía miedo a operarse, pero confiando en su padre, se dejo operar. Vale la pena abandonarse sin condiciones. Y, en los momentos difíciles, cuando todo parezca oscuro y no sientas la mano de Dios en tu vida, cuando parezca que se ha olvidado de ti, dite a ti mismo:
Mi Padre Dios me ama y cuida de mí. Él sabe todo lo que me pasa y conoce mis necesidades. Confío en Él, y sé que ya está tomando las medidas necesarias para ayudarme y solucionar mis problemas.
CONFIANZA TOTAL
La confianza es esencial en la vida humana. Si un hijo no tuviera confianza en su madre o una esposa en su esposo…, ¿cómo podrían vivir? Lo mismo pasa en la vida espiritual, si desconfiamos de Dios, si le tenemos miedo, si creemos que si seguimos su voluntad nos va a llevar por caminos de sufrimiento, como si se gozara de hacernos sufrir…, nuestra vida espiritual será un ir tirando. Nos faltarán las alas de la confianza para correr y volar por los caminos del espíritu.
Por ello, no te confundas ni te agites, pensando en tus problemas. Esfuérzate, pon de tu parte lo que puedas y después…, confía en Dios. Cierra los ojos y dile repetidamente: Jesús, yo te amo y yo confío en Ti. Repítelo hasta el cansancio cuantas veces puedas, día y noche, mañana y tarde, y verás la diferencia.
Recuerda lo que Jesús le decía a la venerable Consolata Betrone: Tú piensa sólo en amarme. Yo pensaré en ti y en todas tus cosas hasta en los más mínimos detalles (31 de julio de 1936). La confianza es la flor más hermosa del amor. Por eso, decía Jesús a una santa religiosa: Si me amas, confía en Mí; si quieres amarme más, confía más en Mí; si quieres amarme inmensamente, confía inmensamente en Mí.
La beata Teresa de Calcuta decía: Jesús desea que pongamos toda nuestra confianza en Él. Yo le pido que haga de mí una santa, dejando en sus manos la elección de los medios que pueden llevarme a ella.
Santa Faustina Kowalska dice sobre las grandes tinieblas espirituales que padecía: El pensamiento que más me atormentaba era el ser rechazada por Dios. Tenía estos pensamientos: ¿A qué empeñarse en la virtud y en las buenas acciones? ¿Para qué, si soy rechazada por Dios? Y sólo Dios sabe lo que ocurría en mi corazón. En un momento, en que estaba terriblemente oprimida por estos sufrimientos, entré en la capilla y dije, desde lo profundo de mi alma:
Jesús, haz de mí lo que Tú quieras. Te adoraré de todas maneras. Que se haga tu santa voluntad. Yo glorificaré tu infinita misericordia. Y, repentinamente, cesaron mis terribles tormentos y vi a Jesús y me dijo: Yo estoy siempre en tu corazón.
Un gozo indecible inundó mi alma y la llenó de tanto amor de Dios que inflamó mi pobre corazón. Veo que Dios no permite nunca pruebas más allá de lo que podemos soportar… Un solo acto de confianza, en esos momentos, da más gloria a Dios que muchas horas transcurridas en el gozo de las consolaciones .
Ciertamente, en los momentos de oscuridad, el sentir el rechazo de Dios turba al alma y el diablo aprovecha la oportunidad para inculcarle pensamientos de desaliento; pero, si el alma sigue confiando, aunque se sienta condenada, está salvada. Lo único que la apartará de Dios será la desconfianza, la desesperación y la falta de fe. Como dice la Escritura en Prov 28,1: El que confía en Dios es fuerte como un león .
La confianza en Dios es como una mina de oro de la que podemos sacar inmensas bendiciones para nuestra alma. Santa Teresita del Niño Jesús decía: ¡Qué dulce es el camino del amor! ¡Cómo deseo guiarme con el más absoluto abandono a cumplir la voluntad de Dios! (MA f. 84) Mi camino es todo de confianza y de amor… Veo que basta reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios (Carta 203). Este camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre (MB 1). El abandono es el fruto delicioso del amor (poesía 42).
¡Oh Jesús, cómo se alegra tu pajarillo de ser débil y pequeño! ¿Qué sería de él, si fuera grande? Nunca tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de ti... Oh Jesús, déjame que te diga, en el exceso de mi gratitud, déjame que te diga que tu amor llega hasta la locura. ¿Cómo quieres que ante esta locura mi corazón no se lance hacia Ti? ¿Cómo habría de tener límites mi confianza?... Si por un imposible, encontrases a un alma más débil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores mayores todavía, con tal que ella se abandonara con entera confianza a tu misericordia infinita (MB f. 5).
Abandónate en Dios. No temas. Confía. Respira hondo. Respira su amor a través del aire que entra en tus pulmones, mira su bondad, reflejada en las bellezas de la naturaleza, en la sonrisa de los niños o en las flores de los campos. Reacciona, piensa, confía y déjate llevar por Él sin condiciones. Él te dice: No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5,36). No tengas miedo, porque yo estoy contigo (Is 41,10).
Y ahora dile con total confianza la oración de Charles de Foucauld:
Haz de mí lo que Tú quieras
sea lo que sea te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma, te la doy
con todo el amor de que soy capaz.
Porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una confianza infinita,
porque Tú eres mi Padre.
Ojalá que confíes en tu Padre Dios como aquella niñita que, antes de ser operada, hizo esta oración en el mismo quirófano: Jesús, mi querido pastor, bendice a tu corderita en este día y guárdame sana hasta el día de mañana. Entonces, aquella niñita de siete años, sonrió y le dijo al cirujano: Estoy lista. Ahora no tengo miedo, porque Jesús cuidará de mí.
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Abandonarse en Dios
Es lógico que cuando tenemos un problema, de cualquier tipo, nos resulta muy difícil abandonarnos a la voluntad de Dios y depositar en él toda nuestra confianza, sin embargo, hay muchas razones por las cuales debemos animarnos y lanzarnos al hecho de abandonarnos no en lo material, no en lo que no trasciende sino en Dios ya que, mediante ese abandono, logramos ir madurando en nuestra vida espiritual porque le damos un lugar importante a Dios ya que logramos confiar más en él, alcanzando de esta manera, que nuestra alma sea guiada por el Espíritu Santo.
Cuando se nos presente un problema hay dos puntos que tenemos que cubrir el primero es buscar, por todos los medios sanos, resolver el problema y, por otra parte, encargarle el asunto a Dios, es decir, dejarse hacer y deshacer por el Espíritu de Cristo, cuando nosotros optamos por este camino estaremos tomando el camino del triunfo ya que, sí bien es un camino complicado, es el indicado para hacer frente a estas realidades que muchas veces se nos presentan a lo largo y ancho de nuestra vida y que, de hecho, resultan importantes oportunidades para unirnos, con fe y esperanza, al Dios de la vida que nos ama sin ninguna medida.
Evidentemente llegar al punto del abandono nos cuesta mucho trabajo, sin embargo, no hay que desanimarse. La forma de irse abandonando en Dios no es olvidar nuestras responsabilidades ni dejarnos de cuidar sino poner todo lo que hacemos en manos de Dios, cada vez que nos esforcemos por tranquilizarnos y dejarle lo que nos sucede a él estaremos logrando el deseado abandono en el amor de Dios. Quien leyera esto podría pensar que todo se lo dejamos a Dios y que esto no es justo, sin embargo, hay que profundizar en un punto fundamental y es el hecho de que nosotros no le estamos arrojando el problema a Dios sino que buscamos resolverlo con su ayuda y gracia, que de hecho, es algo que Dios nos quiere regalar ya que para él es muy bueno y alegre el hecho de que nosotros nos abandonemos en él porque así cumple sus ideales de amor para con nosotros.
Como mundo, Iglesia y personas es muy bueno el tener proyectos de bien los cuales debemos ir sacando adelante aunque sean proyectos que cuesten mucho pues es aquí donde tenemos que abandonarnos a la voluntad del Padre para que sea él quien oriente y construya sobre buenas bases nuestros proyectos, precisamente esas dificultades a la hora de llegar al ideal soñado, nos permitirán sembrar en buena tierra y aprender a conocer más y más a Jesucristo nuestro Señor.
La Virgen María, nuestra querida madre, fue un alma que se entregó vivamente al abandono, es decir, fue un alma que se entregó a la voluntad del Padre logrando llegar a los ideales de Cristo, es decir, llegando a ser la madre que acompañó siempre a su hijo, como hoy, lo hace con todos sus hijos e hijas que peregrinan en este mundo. Ánimo, hermanos y hermanas, bien vale la pena abandonarnos en Dios aunque nos cueste algo de trabajo.
ABANDONARSE EN DIOS
Santa Teresita y su hermana, Celina, construían barquitos de papel, les ponían nombre como “Abandono”, “Providencia”, “Amor”, “Paternidad”, y los lanzaban a la corriente. Cuando un barquito zozobraba se decían una a otra: “El barquito de la vida debe abandonarse a Dios”.
santateresitadelisieux
¿Que tanto interviene Dios en nuestras vidas?
Eso es un misterio, pero he notado que tendemos a creer en Dios como en un objeto mas o menos inanimado, como una nube, o un resplandor de luz lejano que esta alli y medio escucha o medio se hace sordo, medio actua y medio duerme, algo asi como un tranquilizante mental. No en vano muchos llaman a Dios una “tapadera” para los problemas humanos.
Pero ese no es nuestro Dios, nuestro Dios es un dios celoso, que se aira, llora, grita, se enternece, castiga 10 años y da vida 1000, promete plagas y destrucción y El mismo pone la cura, clama justicia y El mismo parece oponerse a ella con paciencia, aguantando en misericordia el dia de la “ira”….
“Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con un redoblado empeño. El que os mando las desgracias os mandará el gozo eterno de vuestra salvación. Ba 4,28-29
Dios suele meterse en la vida de alguén si El asi lo dispone, pero la mayoria de las veces solo toca la puerta, solo llama, y uno tiene que abrir, uno tiene que responder. Olvidamos que estamos ante DIOS no ante un ente abstracto, un Dios que se revelo:
“¡Ah si rompieses los cielos y descendieses – ante tu faz los montes se derretirían, como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al agua – para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar a las naciones ante ti, haciendo tú cosas terribles, inesperadas. Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios, sino a ti, que hiciese estas cosas para el que espera en él…” Is 64,1-3
Ese es nuestro Dios!!!, ese es el Dios que se nos revelo desde Abraham y que Jesucristo vino a explicarnos, a mostrarnos su rostro.
A Dios le pertenece todo, de El es todo, de El proviene toda la gracia, todo movimiento, en sus manos esta el Mundo y tu vida… sí, pero también nos exige oración, nos exige actuar, buscar, luchar.
Abandonarse a Dios no significa siempre “no hacer nada” de hecho jamás significa eso… por que lo minimo que debemos de hacer en la pasividad es ORAR, y la oración es algo.. es dialogo, es confianza.
Abandonarse a Dios significa seguir haciendo mientras se confia en El, concentrarse en su voluntad mientras El se encarga de mi… somos Cristianos no para salvarnos nosotros, si no por que hemos sido elegidos por Dios para ayudarle con los demás, para no callar ante la maravilla de amor y misericordia de nuestro Padre.
Un ejemplo que hace poco reflexione fue el siguiente… Si en el proyecto de Dios el casarme con mi novia y formar una familia juntos es lo que El desea.. (igual que nosotros dos) pueden pasar las siguientes cosas:
- Puedo excluir a Dios de mi vida y hacer lo que me plasca.. asi puedo continuar con ella, o también puedo dejarla por otras, o serle infiel… entonces estoy en la tempestad solo y Dios podria volver a llamara mi puerta pero yo podria rechazarlo cien veces mas… (la tragedia de la auto-condenación), asi su Plan en mi vida fracasa… yo fracaso.
- Puedo incluir a Dios en mi noviazgo, y pedirle por nosotros y al mismo tiempo hago todo lo posible por aprender a amar, ser fiel…. y puede ser que logremos entre Dios, mi mujer y yo sacar adelante el Plan de El para nuestras vidas.
¿Pero hasta que punto es ese “hacer todo lo posible” y donde entra la Voluntad de Dios y su plan?
Hay otra opción… y es que, puede ser que tenga un error, puede ser que apesar de rezarle a Dios y de poner todo de mi parte cometa una infidelidad, rompa la confianza en mi compañera por una mentira, entonces ese Plan de Dios lo estropeo, ese plan inicial que tenia El para nosotros, lo daño yo por mi estupides… ¿todo perdido? tengo dos opciones, abandonarme en la desesperanza, o rezar, luchar, y confiar en Dios. Nuestro Señor es un Dios infinitamente creativo, que puede realizar la mas magnifica obra de salvación de nuestro mas grande pecado. Si yo a pesar del error, rezo, actuo y confio en Dios… El podría ayudarnos a reparar nuestra relación y seguir adelante con nuestra vida, con nuestro camino que conduce hacia El.
Pero aqui esta el centro de este mensaje… y es que Dios es infinitamente creador e inventivo. No existe tal cosa como lo FIJO e inamobible de nuestras vidas…. en el Gran Plan de Dios para nuestras vidas nosotros podemos mover muchas variables, destruir muchos planes iniciales, caer miles de veces.. y a pesar de hacer “todo lo posible” por ser Fieles a Dios y a nosotros mismos, a los que amamos, podemos caer… y tenemos la opción de abandonar todo a la desesperanza y seguir el camino del Mundo.. de la derrota, o decidimos seguir juntos abandonados a Dios, rezando.. luchando.
Nada esta escrito, aun que todo sea CONOCIDO por Dios, esa historia conocida, NOSOTROS la escribimos junto a EL, de nosotros depende la relación que tengamos con Jesucristo, por eso la oración no es una rutina, si no el constante dialogo con quel que nos Ama, es nuestro Padre y nuestro mejor amigo, y nuestro maestro, nuestra inspiración… es un dialogo constante, por que estamos haciendo nuestra vida paso a paso, momento a momento.. y aun en la intemporalidad de Dios, el actua en un momento concreto, como lo hizo en la Encarnación, donde su amor realmente OCURRIO.
Dios inverviene muchas veces, tanto como nosotros lo dejemos entrar, tanto como nosotros platiquemos con El, tanto como nosotros estemos con El… clamemos a El, lloremos, luchemos, como el llora, lucha y clama por nosotros. Carlos José Bartolomé Santos
Oración de abandono en Dios
Autor: Eduardo J. Farrell
Padre, me abandono en tus manos,
el abandonarse es un compromiso solo con
y en la madurez de Cristo Jesús.
Es un dejarse ir.
es una ruptura con las cuerdas por las cuales
uno manipula, controla, administra,
la fuerza de la propia vida.
El abandonarse es no manejar nada,
no esperar nada,
el abandonarse es recibir todas las cosas
de manera en que uno recibe un regalo
con las manos abiertas,
y el corazón abierto.
El abandonarse es ser dirigido,
no por las necesidades humanas, sino por Dios,
el abandonarse es más que un compromiso,
es no hacer nada para Dios, sino dejar que
todo sea hecho por Dios.
El abandonarse se hace solamente en la
esperanza de que la vida de Dios rodee
todas las cosas,
de que venga su Reino,
de que su voluntad sea cumplida.Amén.
Confianza en Dios.
Basado en Mc 5,36
En complemento con el conocimiento de lo que significa tener fe, este texto hace alusión a la forma en que esta fe se relaciona directamente con Dios, en los momentos de necesidad.
Y es que Dios nos ha dado autoridad para pedirle por aquellas cosas que causan una necesidad en nosotros. Así lo podemos ver en el evangelio de Mateo Capitulo 7 versiculos del 7-12, en donde Jesús nos deja muy claro que si pedimos se nos dará, pues contamos con un Dios que es bueno, y nos ama con profundo Amor. Sin embargo, también existe para nuestras vidas un plan que el mismo Dios ha hecho pensando en cada uno de nosotros, y es lo que conocemos como la voluntad de Dios, por eso, en los momentos de necesidad tenemos dos opciones, pedir con profunda confianza a Dios por aquello que sabemos nos sacará de la necesidad, o abandonarnos a su divina voluntad y en un acto de profundo amor y confianza esperar hasta recibir nuestra recompensa, la Felicidad.
Cuando le Pedimos algo
Es muy común e incluso muy frecuente que pidamos a Dios por nuestras necesidades, y hacemos bien pues como se dijo anteriormente, el mismo Jesús nos dio la certeza de que se nos darían cosas buenas cuando las pidiéramos (Mt 7, 11). Sin embargo también nos dice la palabra por medio de san Pablo en su carta a los romanos, que no sabemos pedir ni orar como conviene, y no sólo no sabemos pedir como conviene, si no que no tenemos la fe suficiente para pedir, no confiamos verdaderamente en Dios y es por esto que muchas veces podemos llegar a sentirnos defraudados y pensar mal de Dios al no recibir lo que pedimos, sin darnos cuenta que si no recibimos es por nuestra falta de fe, o por no haber perseverado en la oración.
¿Entonces, Cómo se le debe pedir a Dios?
Primero que todo, a la hora de pedir a Dios por alguna necesidad debemos antes pedir que por medio del espíritu santo se nos conceda el don de la fe y después de esto podemos dirigirnos directamente a Jesús o al padre, o a cualquier intercesor, para poner en Dios nuestra necesidad. Para aclarar un poco el nivel de confianza que necesitamos nos vamos a remitir a un pasaje de la biblia muy conocido.
Mc 5, 21-42
21 Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.
29 Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.
36 Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta con que sigas creyendo".
En esta conocida cita bíblica podemos no solo ver como Dios responde afirmativamente a nuestras súplicas, sino que también se nos dice cual debe ser nuestra actitud, cuando al pedir algo a Dios, las circunstancias empiecen a empeorar.
Vemos acá, que Jairo, Quien había escuchado hablar de Jesús, se acerca a él, se postra ante él (lo adora), y le suplica que Cure a su hija para que pueda vivir. Jesús responde afirmativamente, pero mientras se dirigen a su casa (seguramente con bastante afán), una mujer quien también necesita de la ayuda del maestro retrasa su llegada a la casa de Jairo. Este momento se nos está mostrando, que cuando pedimos a Dios, los resultados no se verán en nuestro tiempo, si no en el tiempo de Dios. Pero también nos muestra como por causa de este retraso las cosas empiezan a empeorar para Jairo. Aunque para Jairo las cosas empiezan a empeorar por causa de este retraso, para aquella mujer valió la pena, todo esto; y es que esta mujer es un ejemplo claro, del nivel de fe que necesitamos para que nuestras súplicas se vuelvan un milagro en nuestras vidas. Reanudando la historia de Jairo, vemos en el versículo 35 como sus criados le sugieren rendirse, y le dicen, “no molestes más al maestro pues tu hija a muerto”. Jairo no solo está siendo tentado a rendirse y dejar al maestro, si no que, también estaría perdiendo la esperanza, y estaría pensando , ya no vale la pena, aquello por lo que pedía no se ha cumplido, antes mas bien sucedió todo lo contrario, mi hija murió. Pero vemos como ante esta situación de total adversidad Jesús le dice a Jairo No temas, Basta con que sigas creyendo. Es acá, en el versículo 36 donde la palabra nos enseña que sin importar, la situación, las adversidades, y cuanto creamos que ya no vale la pena pedir, o que lo que pedíamos ya no es posible, no debemos dejar de perseverar y de creer que Dios todo lo puede.
Dios nos pide que siempre perseveremos en la oración, que sin importar si hemos caído, si estamos sufriendo, si nuestro corazón está triste o alegre, si vemos posible o imposible lo que pedimos, sin importar cual sea la situación debemos perseverar, seguir pidiendo, y pedir como conviene, confiar enteramente en Dios, o ¿acaso creen que Jairo en algún momento pensó que Jesús podría resucitar a su hija?, seguramente en el fondo de su corazón lo veía imposible, pero Jairo había sido dotado con la fe e hizo caso a Dios cuando él le dijo, Basta con que sigas creyendo, él creyó, y por su fe su hija vivió.
Pero también debemos ser consientes de que creer y perseverar no será fácil. Pues el mundo puede empezar a darnos un No rotundo, aun cuando Dios nos esté diciendo SI. Vemos en el versículo 40 que cuando Jesús entró a la casa de Jairo, es decir, cuando faltaba ya muy poco para que Dios cumpliera su promesa y respondiera a la petición, las personas que estaban en casa, es decir, la familia y los amigos de Jairo, se burlaban de Jesús. Seguimos viendo como aún cuando se acerca el momento de ver la obra de Dios en nuestras vidas, las personas que nos rodean tratarán de hacer que dejemos de creer, o acaso no se sentiría mal Jairo al ver que su gente se burlaba de aquel en quien el confiaba, pero eso no le importó y siguió confiando.
Cuantas veces nosotros no nos sentimos acusados por confiar en Dios, e incluso algunas veces podemos sentir vergüenza de él, cuantas veces no escuchamos que nos dicen que no vale la pena orar, que perdemos nuestro tiempo pensando que Dios nos ayudará. pero aún en esos momentos debemos extender nuestras manos al cielo, abandonarnos en Dios y confiando plenamente en él, dejar que finalmente haga su obra. No debemos ser necios como el pueblo de Israel, que se quejaba de Dios, por estar en el desierto, sin entender que era lo que Dios quería. En lugar de quejarnos debemos abandonarnos y pedir, como conviene pedir.
Vemos entonces en los versículos finales que Jesús sacó afuera a los incrédulos, y se quedó solo con quienes creían, para decir finalmente “Talitá kum”, es decir, levántate, y solo quienes creyeron hasta el final pudieron ser testigos de su obra.
¿Cuál es la forma correcta de pedir entonces?
La biblia nos muestra 4 pasos en 4 citas bíblicas.
El primer paso. Rm 8,26-28
26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,
27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.
28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Rm 8,26-28
Entonces para pedirle a Dios es primero invocar la presencia del espíritu Santo en nuestras vidas, pues el discierne el corazón conoce nuestras intenciones, nuestras necesidades y la voluntad de Dios para con nosotros.
Segundo Paso:
Flp 4,6 Que nada los angustie, al contrario en cualquier situación presenten sus deseos a Dios orando, suplicando y dando Gracias.
Adorar y Alabar a Dios dando Gracias por todo lo que nos ha dado. (Jairo se postra ante Jesús)
Tercer paso
"Hermanos Queridos, Si nuestra conciencia no nos condena podemos acercarnos a Dios con confianza, y lo que pidamos lo recibiremos de él por que cumplimos sus mandamientos, y hacemos lo que le agrada, (1Juan 3:21-22).
Pedir perdón a Dios por aquellas cosas que manchan nuestra conciencia, y tratar en lo posible de estar en Gracia de Dios. Es decir, estar confesados.
Cuarto Paso:
"Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, él nos oye; y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho" (1 Juan 5:14-15).
Confiar plenamente en Dios y acogernos a su voluntad. Entrar en un estado total de abandono en Dios y tener la certeza de que todo se cumplirá según la voluntad de Dios. En será necesario pedir como lo vemos en Marcos 1-40 “Señor si quieres, Puedes Limpiarme”. Y la respuesta de Dios siempre será la misma. Quiero.
Abandono en Dios.
No debemos hacer como hizo el pueblo de Israel cuando se quejaban con Dios, (ver números capítulo 11). Por estar en el Desierto, despreciaron el maná y pidieron carne. Dios no muy contento con su actitud les dio lo que ellos querían más no era lo que necesitaban, y esto no le hizo bien al pueblo, y terminó en la muerte de muchos.
Por eso es mejor comer del maná de Dios, que comer la carne que deseamos. Cuando nos abandonamos a Dios se nos dará lo que necesitamos, quizá no como lo esperamos, pero si cumplirá nuestra necesidad. Por ejemplo el Pueblo de Dios necesitaba Alimentarse, ellos querían comer carne, pero Dios les daba del Maná del cielo, es decir no les dio carne pero si los alimento, y eso era lo que ellos necesitaban.
Lo mismo pasó con Jairo, El pidió, “Sana a mi hija para que pueda vivir”. Su hija no sanó, de hecho murió, pero la necesidad de Jairo no era que su hija fuera sana si no que viviera, y eso fue lo que se le concedió al resucitarla.
La voluntad de Dios siempre será perfecta, y esto lo podemos apreciar viendo como Pablo al estar encarcelado, no pidió a Dios ser liberado, sino que confió en su libertad, y estando allí escribió algunas de sus cartas que hoy en día son doctrina para toda la iglesia.
Lo mismo sucedió al mismo Jesús, quien en su condición humana angustiado por la cruz, se abandonó en Dios y obtuvo lo que él quería, pagar el precio de la salvación.
Padre mío, me pongo en tus manos.
Terminemos pues esta oración complementándola con la oración que hacemos en la Renovación Carismática de Manizales.
Señor yo no soy nada, tu lo eres todo, me abandono en tí
Abandonarse a la voluntad de Dios - Silvano, monje del Monte Athos
Aquel que se preocupa por sí mismo, no puede abandonarse a la voluntad de Dios de tal manera que su alma encuentre la paz en Dios.
Pero el alma humilde se abandona a la voluntad de Dios y vive delante de El en el temor y en el amor.
En el temor: para no ofender a Dios en nada.
En el amor: porque el alma sabe cuánto el Señor nos ama.
La mejor obra es abandonarse a la voluntad de Dios y soportar las pruebas con esperanza. El Señor, viviendo nuestras penas, jamás nos cargará más allá de nuestras fuerzas. Si nuestros sufrimientos nos parecen demasiado pesados, es el signo de que no nos hemos abandonado a la voluntad de Dios.
El alma que se ha abandonado enteramente a la voluntad de Dios, encuentra el reposo en El, porque sabe, por la experiencia y por las Sagradas Escrituras, que el Señor nos ama y vela sobre nuestras almas, haciendo revivir todo por su gracia en la paz y en el amor. Aquél que se ha abandonado a la voluntad de Dios no se aflige por nada, aunque estuviera enfermo, pobre y perseguido.
El alma sabe que el Señor cuida de nosotros con ternura. El Espíritu Santo atestigua las obras divinas y el alma Lo conoce. Pero los hombres orgullosos y desobedientes no quieren abandonarse a la voluntad de Dios, pues les gusta realizar su propia voluntad, lo que es pernicioso para el alma...
Ejercitar la confianza
La fe es un ejercicio de confianza: confío en que Dios, el Ser Supremo, perfecto, Todopoderoso, que me creó por amor, quiere lo mejor para mí y está dispuesto a dármelo. La fe es confiar en que todo lo que me parece imposible, para Dios es posible y puede realizarlo y dármelo.
Dios es Padre, y nosotros le pedimos cosas como los hijos que somos. Sin embargo, Dios, al igual que un padre, sabe qué cosas hacen bien a sus hijos y cuáles no, aunque sus hijos no se den cuenta en ese momento. La fe es confiar plenamente que las cosas malas que Dios “permite” que pasen y que nos superan, que nos entristecen, que nos enojan con él y nos llevan a cuestionarlo, tienen un por qué que probablemente comprenderemos algún día, cuando veamos que esa tribulación por la que pasamos rindió frutos buenos más adelante. La semilla tiene que ser enterrada y pasar momentos de oscuridad para tomar fuerza y poder dar flores y frutos. Y los árboles, en invierno, pierden las hojas y soportan desnudos el frío para poder renacer en primavera y seguir creciendo.
A esto se refiere el Evangelio cuando dice: “sean como niños” (Mateo 19, 14). En el mundo somos adultos, pero ante Dios, somos como niños: por nuestra naturaleza humana no tenemos la completa comprensión de las cosas que tiene él, y por eso no nos queda más salida que confiarnos a sus manos. Es saludable que hagamos berrinches cuando algo no nos gusta, cuando nos sentimos angustiados, tristes. Es saludable que en esos casos nuestra oración sea de reproche. Lo importante es que exista oración, conversación con él, y no un “Dios me abandonó, ya no creo en él”. Es bueno que sea una oración enojada, decírselo a él, como el chico que hace capricho con su padre: “¿Por qué Señor me pasa esto? ¡Me siento tan disgustado! ¡Me siento tan abandonado!”. Porque Dios está ahí y nos escucha.
Sin embargo somos adultos, y después de la natural descarga de furia, lo más saludable es buscar la serenidad, y continuar la oración: “pero yo sé, Padre, que estás a mi lado; yo sé que siempre querés lo mejor para mí, y confío en que todo se solucionará de acuerdo a tu voluntad, porque tu voluntad es que vivamos bien, que podamos crecer. Confío Señor en que esta prueba me va a ayudar a crecer y que tarde o temprano entenderé por qué pasó lo que pasó. Te entrego mi problema, pongo en tus manos esta persona, porque confío en que vas a tener la mejor solución.” Cuanto más crezcamos en la confianza, haremos menos berrinches y nos entregaremos directamente con más facilidad.
Lo esencial es que efectivamente dejemos todo en manos de Dios. No enroscarnos con los pensamientos, no tratamos de solucionarlo nosotros (o al menos, hacer el esfuerzo por lograrlo). Pero como somos humanos y no podemos con nuestro genio, siempre los pensamientos vuelven. Que eso no te desanime. Cada vez que la preocupación reaparezca en nuestra mente repetimos: “Señor, pongo en tus manos este problema, esta persona, esta situación, para que vos te encargues. Tengo confianza en que tu voluntad será lo mejor para todos. Librame Señor de la impaciencia y acompañame en mis tareas cotidianas. Gracias por ocuparte de mis cosas, porque sabiendo que te estás encargando me siento mucho más tranquilo”.
Cada cual encuentra las palabras que le nacen. Esto es como una conversación, y probablemente cuando tenemos un problema que nos preocupa mucho la charla con Dios sea casi un continuo, pero es saludable que así sea y poco a poco nos iremos serenando. La clave es que esas palabras salgan de corazón y estén asentadas en una verdadera confianza en Dios; y que podamos reconocer que Dios está allí con nosotros y podamos decirle: “gracias por acompañarme a comprar, gracias por tu presencia; saber que estás conmigo cuando cocino, cuando estudio, me tranquiliza; gracias por darme concentración en esta tarea. Te doy gracias por esta tarea que realicé en tu compañía, ¡mirá que bien que me salió! Todo porque sé que vos te estás ocupando de mi problema”. Y así.
La confianza en Dios no nace de un día para otro, se ejercita. Es compleja porque estamos acostumbrados a la omnipotencia, y nos cuesta aceptar que hay cosas que no podemos resolver. Por eso, es una tarea cotidiana en la que hay que perseverar aunque sintamos que no tenemos resultado. A la larga, a veces antes, a veces después, llegamos al momento en que nos sentimos tranquilos y en paz pese a los problemas que nos rodean: esa calma nos muestra que la confianza dio fruto en nuestra vida y que por fin estamos dejando que Dios se ocupe de los asuntos que nos sobrepasan.
Lecturas del Evangelio para meditar sobre este tema:
- Mateo 7, 7-11
- Santiago 1, 2-6
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corazones.unidos
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