VATICANO, 26 Dic. 17 / 06:10 am (ACI).- Durante el rezo del Ángelus este martes 26 de diciembre, el Papa Francisco animó a acercarse al pesebre y hacer esta oración ante Jesús Niño: “Señor Jesús, te confiamos nuestro espíritu, acógelo”.
De ese modo “le estamos pidiendo que nuestra existencia sea una buena vida según el Evangelio”.
Tras haber celebrado el Nacimiento de Jesucristo en el día de Navidad, la Iglesia celebra hoy la festividad de San Esteban, el primer mártir cristiano, y por eso el Papa Francisco centró en él su reflexión.
El Santo Padre destacó la estrecha relación existente entre la celebración de la Navidad y la festividad de San Esteban.
Explicó que “San Esteban puso en crisis a los jefes de su pueblo porque, ‘lleno de fe y de Espíritu Santo’, creía firmemente y profesaba la nueva presencia de Dios entre los hombres. Sabía que el verdadero templo de Dios es, de hecho, Jesús, Verbo eterno venido para habitar en medio de nosotros, hecho en todo como nosotros excepto en el pecado”.
San Esteban fue juzgado por predicar la destrucción del templo de Jerusalén. “Se le acusaba de haber afirmado: ‘Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés’”.
“En efecto –continuó el Papa–, el mensaje de Jesús es incómodo e incomoda, porque desafía el poder religioso mundano y provoca a la conciencia. Después de su venida es necesario convertirse, cambiar de mentalidad, renunciar a pensar como antes. Esteban permaneció anclado al mensaje de Jesús hasta su muerte”.
Asimismo, estableció una relación entre las últimas palabras de Jesús en la Cruz y las últimas palabras de San Esteban. “La última oración de Esteban, ‘Señor Jesús, acoge mi espíritu’, y ‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado’, son eco fiel de aquellas palabras pronunciadas por Jesús en la Cruz: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’, y ‘Padre, perdónales porque no saben lo que hacen’”.
“Aquellas palabras de Esteban fueron posibles únicamente porque el Hijo de Dios vino sobre la tierra, murió y resucitó por nosotros. Antes de estos eventos eran expresiones humanamente imposibles”, subrayó.
También destacó Francisco que “Esteban suplica a Jesús que acoja su espíritu. Cristo resucitado, de hecho, es el Señor, y es el único mediador entre Dios y los hombres, no solo en el momento de nuestra muerte, sino que también en cada instante de la vida. Sin él no podemos hacer nada”.
“Jesús es nuestro mediador y no solo nos reconcilia con el Padre, sino también entre nosotros. Él es la fuente del amor que nos abre a la comunión con los hermanos, eliminando todo conflicto y resentimiento”.
Finalmente, el Pontífice animó a pedir a Jesús, “nacido por nosotros, que nos ayude a asumir esta doble actitud de confianza en el Padre y de amor al prójimo, porque es una actitud que transforma la vida y la hace más bella y fructífera”.
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