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jueves, 3 de noviembre de 2016

El Fin de los Tiempos.


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Rubbio (Vicenza), 31 de diciembre de 1992
Última noche del año
El fin de los tiempos
“Dejaos instruir dócilmente por Mí, hijos predilectos. En esta última noche del año, recogeos en la oración y en la escucha de la palabra de vuestra Madre Celestial, Profetisa de estos últimos tiempos.
No paséis estas horas en el estrépito y en la disipación, sino en el silencio, en el recogimiento, en la contemplación.
Os he anunciado varias veces que se aproxima el fin de los tiempos y la venida de Jesús en gloria. Ahora quiero ayudaros a comprender los signos descritos en la Divina Escritura, que indican que ya está próximo su retorno glorioso.
Estos signos están claramente indicados por los Evangelios, y las Epístolas de San Pedro y San Pablo, y se están realizando en estos años.
El primer signo es la difusión de los errores que llevan a la pérdida de la fe y a la apostasía.
Estos errores son propagados por falsos maestros, y por célebres teólogos que ya no enseñan la Verdad del Evangelio, sino perniciosas herejías, basadas en errados y humanos razonamientos.
Y es a causa de la enseñanza del error, que se pierde la verdadera fe y se difunde por todas partes la gran apostasía.
“Estad atentos y no os dejéis engañar. Porque muchos tratarán de engañar a una multitud. Vendrán falsos profetas y engañarán a muchísimos”. (Mt. 25,5-9)
“El día del Señor no vendrá antes de que se haya producido la gran apostasía”. (“Ts. 2,3)
“Habrá entre vosotros falsos maestros. Intentarán difundir herejías desastrosas y se pondrán, incluso, en contra del Señor que les ha salvado. Muchos los escucharán y vivirán como ellos una vida inmoral. Por su culpa, la fe cristiana será despreciada. Por el deseo de riqueza os engañarán con razonamientos equivocados”. (Pt. 2,1-3)
El segundo signo es el estallido de guerras y luchas fratricidas que llevan al predominio de la violencia y del odio y a un general enfriamiento de la caridad, mientras se hacen cada vez más frecuentes las catástrofes naturales como epidemias, carestías, inundaciones y terremotos.
“Cuando oigáis hablar de guerras, próximas o lejanas, no tengáis miedo; es necesario que esto ocurra.
Los pueblos combatirán los unos contra los otros, un reino contra otro reino. Habrá carestías y terremotos en muchas regiones. Todo esto será sólo el inicio de sufrimientos mayores.
El mal estará tan difundido que el amor de muchos se enfriará. Pero Dios salvará al que persevere hasta el fin”. (Mt. 24,6-12).
El tercer signo es la persecución sangrienta de aquellos que se mantengan fieles a Jesús y a su Evangelio y permanezcan firmes en la verdadera fe. Entretanto, el Evangelio será predicado en todas partes del mundo.
Pensad, hijos predilectos, en las grandes persecuciones a que viene sometida la Iglesia y en el celo apostólico de los últimos Papas, sobre todo, de mi Papa Juan Pablo II llevando a todas las naciones de la tierra el anuncio del Evangelio.
“Seréis encarcelados, perseguidos y matados. Seréis odiados por todos por Mi causa. Entonces muchos abandonarán la fe; se odiarán y se traicionarán el uno al otro. Entretanto será predicado el Evangelio del Reino de Dios en todo el mundo; todos los pueblos lo escucharán.
Y entonces vendrá el fin”. (Mt. 24,9-10).
El cuarto signo es el horrible sacrilegio, realizado por aquél que se opone a Cristo, esto es por el Anticristo. Entrará en el templo santo de Dios y se sentará sobre su trono haciéndose adorar a sí mismo como Dios.
“Éste vendrá a oponerse contra todo lo que los hombres adoran y llaman Dios. El malvado vendrá con la potencia de Satanás, con toda la fuerza de falsos milagros y de falsos prodigios. Hará uso de todo género de engaño maligno para hacer el mal”. (2Ts. 2,4-9)
“Un día veréis en el lugar santo a aquél que comete el horrible sacrilegio. El profeta Daniel ha hablado de él. El que lee, que entienda”. (Mt. 24,15).
Hijos predilectos, para comprender en qué consiste este horrible sacrilegio, leed cuanto está predicho por el profeta Daniel.
“Anda Daniel, estas palabras deben permanecer ocultas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados, blanqueados y acrisolados; pero los impíos continuarán obrando impíamente. Ninguno de los impíos entenderá estas cosas, pero los sabios comprenderán.
Ahora bien, desde el tiempo en que será abolido el sacrificio perpetuo y será erigida la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos noventa días. Dichoso el que espere con paciencia y llegue a mil trescientos treinta y cinco días”. (Dn. 12,9-12).
La Santa Misa es el sacrificio perpetuo, la oblación pura que es ofrecida al Señor en todas partes desde la salida del sol hasta el ocaso.
El sacrificio de la Misa renueva el llevado a cabo por Jesús en el Calvario. Acogiendo la doctrina protestante, se dirá que la Misa no es un sacrificio, sino tan sólo la santa cena, esto es, el recuerdo de lo que Jesús hizo en su última cena. Y así será suprimida la celebración de la Santa Misa. En esta abolición del sacrificio perpetuo consiste el horrible sacrilegio, llevado a cabo por el Anticristo, el cual durará tres años y medio, es decir, mil doscientos noventa días.
El quinto signo está constituido por los fenómenos extraordinarios, que se suceden en el firmamento del cielo.
“El sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas del cielo se conmoverán”. (Mt. 24,29)
El milagro del sol, acaecido en Fátima durante mi última aparición, quiere indicaros que ya habéis entrado en los tiempos en los que se cumplirán estos acontecimientos, que os preparan al retorno de Jesús en gloria.
“Entonces se verá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán, y los hombres verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad”. (Mt. 24, 30-31)
Mis predilectos e hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, os he querido instruir sobre estos signos, que Jesús en su Evangelio os ha indicado, para prepararos al fin de los tiempos, porque éstos se están realizando en vuestros días.
El año que acaba y el que empieza, forman parte del tiempo de la gran tribulación, durante la cual, se difunde la apostasía, se multiplican las guerras, suceden en muchos lugares catástrofes naturales, se intensifican las persecuciones, el anuncio del Evangelio es llevado a todos los pueblos, ocurren fenómenos extraordinarios en el cielo y se hace cada vez más próximo el momento de la plena manifestación del Anticristo.
Ahora os invito a permanecer fuertes en la fe, seguros en la esperanza y ardientes en la caridad.
Dejaos llevar por Mí y recogeos todos en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado que Yo os he preparado precisamente para estos últimos tiempos.
Leed Conmigo los signos de vuestro tiempo y vivid en la paz del corazón y en la confianza.
Yo estoy siempre con vosotros, para deciros que la realización de estos signos os indica con seguridad que está próximo el fin de los tiempos, con el retorno de Jesús en gloria.
“De la higuera aprended esta parábola: Cuando ya sus ramas se ponen tiernas y brotan las primeras hojas conocéis que está cerca el verano. Del mismo modo cuando veáis suceder estas cosas sabed que vuestra liberación está cerca”. (Mt. 24,32-33).”
(Mensaje de la Santísima Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano)

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