El testamento espiritual del P. Jacques Hamel, el sacerdote francés asesinado por ISIS
Invitación a rezar por los que más lo necesitan, por una mejor convivencia
Por: Fernando de Navascués | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico
“¡Qué podamos en esos momentos (de vacaciones de verano) entender la invitación de Dios a cuidar de este mundo, a hacer de él, allí donde vivamos, un mundo más cálido, más humano, más fraterno!”. “Recemos por lo que más lo necesitan, por la paz, por una mejor convivencia entre nosotros”.
Hasta aquí unas palabras dedicadas al descanso, al cambio de aires, de actividades, a las vacaciones de verano. Sorprenden, sobre todo, las palabras de la segunda frase: esa invitación a rezar por los que más lo necesitan, por una mejor convivencia. Pero lo que realmente les dan una nueva dimensión es que fueron escritas por el P. Jacques Hamel días antes de su asesinato, lo que las hacen una especie de testamento espiritual. Un asesinato por odio a la fe, el pasado 26 de julio, en pleno corazón de la Francia laica, republicana, progresista…
Esa “vida de sofá” que llevan muchos cristianos europeos (parafraseando al Papa Francisco en sus palabras a los jóvenes en Cracovia durante la JMJ), se ha visto abofeteada con el asesinato del párroco francés. Es de todos conocido que su martirio tuvo lugar mientras celebraba Misa, y que además era un hombre totalmente dedicado a los demás, incluidos los musulmanes, a los cuales había cedido un terreno de la parroquia para que pudieran construir ellos una mezquita para su oración.
No era algo que se venía venir. Para muchos, el terrorismo era cosa que atacaría al materialismo laico: centros comerciales, discotecas, paseos marítimos, etc. En otras palabras, el estilo de diversión Occidental y que, al parecer, tanto molesta a algunos. Ahora bien, la posibilidad de que algún día los cristianos como tal o sus templos fueran atacados por terroristas se veía más bien imposible.
Lo cierto es que ahora que se ha hecho público la última carta pastoral de este párroco francés, no tiene desperdicio. Las perlas con las que comienza este artículo continúan con otras en las que califica las vacaciones de verano como “un momento para cuidar de los otros, sean quienes sean”. O “un tiempo para compartir, compartir nuestra amistad, nuestra alegría”.
Toda una oportunidad para descubrir cómo era el corazón de un sacerdote entregado a su parroquia. El P. Hamel estaba oficialmente jubilado, pero siguió estando, como el Buen Pastor, junto a sus ovejas, aunque eso le supusiera dar la vida por ellas.
A continuación puedes leer su carta.
El verano, tiempo de vacaciones.
La primavera ha sido más bien fría. Si nuestra moral ha estado un poco de capa caída, paciencia, el verano acabará llegando. Y también el periodo de vacaciones.
Las vacaciones, un momento para tomar distancia de nuestras ocupaciones habituales. Pero no son sólo un paréntesis. Es un tiempo de descanso, pero también de renovación, de encuentro, de compartir, de convivialidad.
Un tiempo de renovación: algunos se cogerán unos días para hacer un retiro o una peregrinación. Otros volverán a leer el Evangelio, solos o con otros, como una palabra que hace vivir la actualidad.
Otros podrán renacer ante el gran libro de la Creación admirando los paisajes, tan distintos y tan magníficos, que nos elevan y nos hablan de Dios.
¡Qué podamos en esos momentos entender la invitación de Dios a cuidar de este mundo, a hacer de él, allí donde vivamos, un mundo más cálido, más humano, más fraterno!
Un tiempo de encuentro con los más cercanos, con los amigos. Un momento para vivir algo juntos. Un momento para cuidar de los otros, sean quienes sean.
Un tiempo para compartir, compartir nuestra amistad, nuestra alegría. Compartir nuestro apoyo a los niños, demostrando que son importantes para nosotros.
Un tiempo de oración, también, atentos a lo que pasará en nuestro mundo en ese momento. Recemos por lo que más lo necesitan, por la paz, por una mejor convivencia entre nosotros.
Este será aún el año de la misericordia. Hagamos que nuestro corazón esté atento a las cosas hermosas, a cada una de las personas que corren el riesgo de sentirse un poco solas.
¡Qué las vacaciones nos permitan llenarnos de alegría, amistad y renovación! Entonces podremos, mejor equipados, retomar nuestro camino juntos.
¡Buenas vacaciones a todos!
Padre Jacques
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