Hoy, 12 de agosto, conmemoramos a Santa JUANA FRANCISCA de CHANTAL, Religiosa.
SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL (1572-1641) nació en Dijon, Francia, en la época del cisma protestante y de la Contrarreforma.
En sus propias palabras se presenta: “Me llamo Juana Francisca Fremyot, natural de Dijón, capital del ducado de Borgoña. Soy hija del señor Fremyot, presidente del Parlamento de Dijón y de la señora Margarita de Barbysey.”
Durante su juventud, Santa Juana Francisca de Chatal fue una joven buena de buena familia. Jovial y bondadosa, bella y modesta, y con nobles virtudes cristianas.
Se casó muy enamorada con el barón Rabutín de Chantal, con quien procreó seis hermosos hijos. Sin embargo, su felicidad marital se vio frustrada en 1600, debido a un accidente durante una cacería, en el que su esposo falleció.
El golpe fue muy duro para ella, y guardó un luto muy sufrido. Para sacar adelante a sus hijos se instaló en el castillo de su suegro, un viejo amargado y cruel que la trataba muy mal, aunque Santa Juana Francisca siempre le mostró sólo agradecimiento.
En 1604 conoció a San Francisco de Sales, el santo obispo de Ginebra, lo que a ella le representó una experiencia crucial. Entre ambos surgió una profunda amistad interior, lo que les permitió colaborar juntos en obras piadosas y a ella consagrarse a Dios.
De este modo, ambos fundaron en 1610 la Orden de la Visitación de Santa María, conocida como la de las Hermanas Salesianas, cuyo propósito fundamental era la atención a los enfermos.
El instituto religioso, establecido en Annecy, se difundió rápidamente por Saboya y Francia, atrayendo a numerosas jóvenes. Gracias a la incansable labor de la hermana Juana Francisca, al llegar la hora de su muerte la orden contaba con alrededor de 50 casas.
Falleció en Moulins, pero fue enterrada en la iglesia salesiana de Annecy. Santa Juana Francisca de Chantal fue canonizada en 1767 por el papa Clemente XIII. Tradicionalmente se le representa con un libro y un corazón.
SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL nos enseña que a través de la fe podemos superar el dolor y abrirnos a la vida.
SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL (1572-1641) nació en Dijon, Francia, en la época del cisma protestante y de la Contrarreforma.
En sus propias palabras se presenta: “Me llamo Juana Francisca Fremyot, natural de Dijón, capital del ducado de Borgoña. Soy hija del señor Fremyot, presidente del Parlamento de Dijón y de la señora Margarita de Barbysey.”
Durante su juventud, Santa Juana Francisca de Chatal fue una joven buena de buena familia. Jovial y bondadosa, bella y modesta, y con nobles virtudes cristianas.
Se casó muy enamorada con el barón Rabutín de Chantal, con quien procreó seis hermosos hijos. Sin embargo, su felicidad marital se vio frustrada en 1600, debido a un accidente durante una cacería, en el que su esposo falleció.
El golpe fue muy duro para ella, y guardó un luto muy sufrido. Para sacar adelante a sus hijos se instaló en el castillo de su suegro, un viejo amargado y cruel que la trataba muy mal, aunque Santa Juana Francisca siempre le mostró sólo agradecimiento.
En 1604 conoció a San Francisco de Sales, el santo obispo de Ginebra, lo que a ella le representó una experiencia crucial. Entre ambos surgió una profunda amistad interior, lo que les permitió colaborar juntos en obras piadosas y a ella consagrarse a Dios.
De este modo, ambos fundaron en 1610 la Orden de la Visitación de Santa María, conocida como la de las Hermanas Salesianas, cuyo propósito fundamental era la atención a los enfermos.
El instituto religioso, establecido en Annecy, se difundió rápidamente por Saboya y Francia, atrayendo a numerosas jóvenes. Gracias a la incansable labor de la hermana Juana Francisca, al llegar la hora de su muerte la orden contaba con alrededor de 50 casas.
Falleció en Moulins, pero fue enterrada en la iglesia salesiana de Annecy. Santa Juana Francisca de Chantal fue canonizada en 1767 por el papa Clemente XIII. Tradicionalmente se le representa con un libro y un corazón.
SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL nos enseña que a través de la fe podemos superar el dolor y abrirnos a la vida.
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