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lunes, 25 de julio de 2016

Beato Angel Dario Acosta Zurita





Ángel Darío Acosta Zurita (Naolinco, México, 13 de diciembre de 1908 - Puerto de Veracruz, 25 de julio de 1931) fue un sacerdote católico ejecutado al comienzo de la persecución religiosa de Veracruz encabezada por el Gobernador Adalberto Tejeda. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005 junto a otros mártires mexicanos de la misma época
 Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de abril de 1931, de manos de Mons. Guízar y Valencia y celebró su primera misa el día 24 de mayo, en la ciudad de Veracruz. Mons. Guízar lo nombró vicario de la parroquia de la Asunción, en la ciudad de Veracruz, donde se desempeñaba como párroco el señor canónigo Justino de la Mora. También estaban ahí de vicarios el p. Rafael Rosas y el p. Alberto Landa. Desde su llegada a Veracruz, fue notable para la gente su fervor y bondad, su preocupación por la catequesis infantil y dedicación al sacramento de la reconciliación. Ante la situación de intolerancia del gobierno del estado encabezado por Adalberto Tejeda en contra de la iglesia católica y ante la cada vez más inminente amenaza de violencia, el párroco llamó en varias ocasiones a sus vicarios para manifestarles la gravísima situación y el peligro constante que corrían sus vidas, por el simple hecho de ser sacerdotes, dejándoles en absoluta libertad de ocultarse, si así lo consideraban; o de irse a sus casas, si así lo deseaban. La respuesta que obtuvo de los tres vicarios fue siempre: "Estamos dispuestos a arrostrar cualquier grave consecuencia por seguir en nuestros deberes sacerdotales".
 Se promulgó el decreto 197 conocido como Ley Tejeda, referente a la reducción de los sacerdotes en todo el Estado de Veracruz, para terminar con el "fanatismo del pueblo". De parte del gobernador, fue enviada a cada sacerdote una carta exigiéndoles el cumplimiento de esa ley, al padre Darío le correspondió el número 759 y la recibió el 21 de julio.
 El día 25 de julio era la fecha establecida por el gobernador para que entrara en vigor la intolerante ley. Las actividades en la parroquia de la Asunción transcurrían de manera normal. Las naves del templo estaban repletas de niños que habían llegado de todos los centros de catecismo, acompañados por sus catequistas. Había también un gran número de adultos, esperando recibir el sacramento de la reconciliación. A las seis de la tarde con diez minutos varios hombres vestidos con gabardinas militares entraron por las tres puertas del templo, y sin previo aviso comenzaron a disparar contra los sacerdotes. El padre Landa fue gravemente herido, el padre Rosas se ocultó en el púlpito y salvó la vida milagrosamente; pero el padre Darío que acababa de salir del bautisterio, en donde había terminado de bautizar a un niño, cayó acribillado por las balas asesinas, alcanzando a exclamar: "¡Jesús!".
 Al escuchar los disparos, salió de la sacristía el señor cura De la Mora pidiendo que a él también lo mataran, pero los asesinos ya habían huido. El señor cura se acercó al padre Darío para darle los últimos auxilios espirituales.

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