LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Abril 7
No es tan fácil acertar en la posición o actitud que adoptemos respecto de nuestro prójimo:
Podemos prescindir de él; es una posición simplista; pretende solucionar los problemas de un solo corte; el prójimo en su casa y nosotros en la nuestra; esta posición no es solución y aún empeora nuestra posición.
Podemos tener en cuenta al prójimo como si fuera un juguete con que entretenernos; cuando nos sirve para el juego, bien; si no sirve, se deja; hemos caído al abismo del egoísmo y la injusticia.
Podemos tener al prójimo como un peldaño que puede ayudarnos en nuestra escalada de posiciones, que mejore nuestra situación personal, familiar o social; esto ya es repugnantemente injusto.
Podemos y debemos tener al prójimo como un semejante nuestro; lo mismo que nosotros, con derechos humanos; lo mismo que nosotros, verdadero hijos de Dios.
“El amor de Cristo nos apremia al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos murieron. Y él murió por todos, para que ya no vivan para sí mismos los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor 5,14-15). Y si Cristo murió por nuestros hermanos, y nosotros debemos imitar a Cristo, ¿no deberemos también nosotros morir por ellos? Porque morir por ellos es sacrificar algún gusto personal para que ellos se lo den; renunciar a aferrarse a nuestro criterio, para considerar el de ellos, etcétera.
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