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miércoles, 13 de enero de 2016

Papa Francisco describe cómo es Dios y pone la misericordia entre sus principales virtudes



El Papa en la Audiencia General. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





VATICANO, 13 Ene. 16 / 05:41 am (ACI).- El Papa Francisco dedicó la catequesisde este miércoles a la “misericordia”, un asunto sobre el que tratarán también las próximas audiencias con motivo del Jubileo que inició el pasado 8 de diciembre y que concluirá el 20 de noviembre de este año, festividad de Cristo Rey. Da inicio, por tanto, a un nuevo ciclo de catequesis centradas en este tema.
La Audiencia General de hoy, la primera del año 2016, no tuvo lugar en la Plaza de San Pedro como es habitual, sino en el Aula Pablo VI para prevenir el frío del invierno en Roma.
El Papa calificó a Dios de misericordioso, lento a la ira, grande en amor y fiel y habló sobre cada uno de estos aspectos. Reconoció que tiene “el respiro amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar”. 
“Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña”, aseguró.
Estas catequesis serán “según la prospectiva bíblica, para aprender así la misericordia escuchando aquello que Dios mismos nos enseña con su Palabra”, aclaró el Santo Padre.
 “Iniciamos desde el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación llena de Jesucristo, en el cual de modo cumplido se revela la misericordia del Padre”.
El Papa recordó que en la Escritura “el Señor es presentado como ‘Dios misericordioso’. Y este es su nombre, a través del cual Él se nos revela, por así decir, su rostro y su corazón”.
Francisco recordó algunos versículos de la Biblia en los que se menciona a Dios como “misericordioso”. “Siempre la insistencia es puesta sobre la misericordia y sobre el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar”, dijo.
Según el Pontífice, la palabra misericordia “evoca una actitud de ternura como la de una madre hacia su hijo”.
“El término judío usado en la Biblia hace pensar en las vísceras o en el vientre materno. Por ello, la imagen que sugiere es la de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa solo de amar, proteger, ayudar, está preparada donar todo, también a sí misma”, explicó.
Pero Dios también es “piadoso”. “En el sentido de que da la gracia, tiene compasión, y en su grandeza, se inclina sobre el débil y pobre, siempre está dispuesto a acoger, a comprender a perdonar”.
“Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas en el que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continua esperándole, lo ha generado, y después va a su encuentro y lo abraza, no le deja si quiera terminar su confesión, (como si le tapase la boca), explicó Francisco.
Incluso “después va también a llamar al hijo mayor, que está enojado y no quiere festejar, el hijo que ha permanecido siempre en casa pero viviendo como un siervo más”  y “también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, buscar abrir su corazón al amor, para que ninguno permanezca excluido de la fiesta de la misericordia”.
La última definición que hizo de Dios fue “grande en el amor y en la fidelidad”. “Aquí está todo, porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces”.
“No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo”.
Una “fidelidad” sin límites significa que “Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros para llevarnos a la vida”.
"Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre confiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe", concluyó.

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