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miércoles, 30 de septiembre de 2015

El Papa: La misericordia de Dios es más grande que las heridas, conflictos e ideologías


Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 30 Sep. 15 / 07:10 am (ACI).- La Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro tuvo como protagonista el reciente viaje del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos. El Pontífice realizó en su Catequesisun balance de su visita a los dos países detallando algunas vivencias. También habló de la familia puesto que acudió a Norteamérica para clausurar el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.
El Papa Francisco, hablando de Cuba, manifestó que “la misericordia de Dios es más grande que cada herida, cada conflicto, cada ideología”.
Por otro lado, señaló que la familia es “la alianza fecunda entre el hombre y la mujer”, “es la respuesta al gran desafío de nuestro mundo, que es un desafío doble: la fragmentación y la masificación, dos extremos que conviven y se sostienen mutuamente, y juntos sostienen el modelo económico consumista”.
En su opinión, “la familia es la respuesta porque es la célula de una sociedad que equilibra la dimensión personal y aquella comunitaria, y al mismo tiempo puede ser el modelo de una gestión sostenible de los bienes y de los recursos del creado”.
La familia es el sujeto protagonista de una ecología integral porque es el sujeto social primario, que contiene al interno los dos principios base de la civilización humana sobre la tierra: el principio de comunión y el principio de fecundidad”.
Cuba
Recordó que “Misionero de la Misericordia” fue el lema de su visita a Cuba, “una tierra rica de belleza natural, de cultura y de fe”.
“He podido compartir con el pueblo cubano la esperanza del cumplirse la profecía de san Juan Pablo IIque Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, dijo en la Plaza de San Pedro.
El Pontífice pidió: “No más cierres, no más explotación de la pobreza, sino libertad en la dignidad. Este es el camino que hace vibrar el corazón de tantos jóvenes cubanos: no una vía de evasión, de ganancias fáciles, sino de responsabilidad, de servicio al prójimo, de cuidado de la fragilidad”.
Debe ser “un camino que trae fuerza de las raíces cristianas de aquel pueblo que ha sufrido tanto”. “Un camino –prosiguió- en el cual he animado en modo particular a los sacerdotes y todos los consagrados, los estudiantes y las familias. Que Espíritu Santo, con la intercesión de María Santísima, haga crecer las semillas que hemos sembrado”.
Estados Unidos
El paso de Cuba a Estados Unidos “ha sido un pasaje emblemático, un puente que gracias a Dios se está reconstruyendo. Dios siempre quiere construir puentes; ¡somos nosotros quienes construimos muros! Y los muros caen siempre”, afirmó con fuerza.
Francisco recordó que en este viaje acudió a Washington, Nueva York y Filadelfia.
“En Washington he encontrado las Autoridades políticas, la gente común, los Obispos, los sacerdotes y consagrados, los más pobres y marginados. He recordado que la más grande riqueza de aquel país y de su gente está en el patrimonio espiritual y ético”.
He querido animar a llevar hacia adelante la construcción social en la fidelidad a su principio fundamental, que todos los hombres son creados por Dios iguales y dotados de derechos inalienables, como la vida, la libertad y el perseguir la felicidad. Estos valores, compartidos por todos, encuentran en el Evangelio su pleno cumplimiento, como lo ha evidenciado la canonización del padre Junípero Serra, franciscano, gran evangelizador de la California”.
Sobre el nuevo Santo dijo que “muestra el camino de la alegría: ir y compartir con los otros el amor de Cristo”.
“Este es el camino del cristiano, y también de cada hombre que ha conocido el amor: no tenerlo para sí mismo sino compartirlo con los otros”.
El Papa subrayó además que “sobre esta base religiosa y moral han nacido y crecido los hijos de los Estados Unidos de América, y sobre esta base pueden continuar a ser tierra de libertad y de acogida y cooperar a un mundo más justo y fraterno”.
En la visita a las Naciones Unidas, “he renovado el ánimo de la Iglesia Católica a aquella Institución y a su rol en la promoción del desarrollo y de la paz, llamando en particular la necesidad del compromiso armonioso y activo para el cuidado de lo creado. He reafirmado también la llamada a detener y prevenir las violencias en contra de las minorías étnicas y religiosas y en contra de las poblaciones civiles”. 
Tanto en Washington como en Nueva York, “he podido encontrar algunas realidades caritativas y educativas, emblemáticas del enorme servicio que las comunidades católicas –sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos- ofrecen en estos campos”.
El Papa concluyó manifestando que Estados Unidos es un país “que en el siglo pasado alcanzó el máximo desarrollo económico y tecnológico sin renegar sus raíces religiosas”.
Ahora estas raíces piden volver a partir de la familia para repensar y cambiar el modelo de desarrollo, para el bien de la entera familia humana”. 

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