¿Qué importa que un cura no vista su sotana?
Esta breve colección de textos nos recuerda la importancia del
"uniforme sacerdotal", la sotana o hábito talar. Valga otro
tanto para el hábito religioso propio de las órdenes y congregaciones.
En un mundo secularizado, no hay mejor testimonio cristiano
de parte de los consagrados a Dios que la vestimenta sagrada
en los sacerdotes y religiosos.
Siete excelencias de la sotana
"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que
muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente.
Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres
que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?"
Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un
sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición
que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y
a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar.
Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad
sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres
entre el clero en general es una triste realidad.
La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el
propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio,
simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de
Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a
todos los sacerdotes (canon 136).
Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión
de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos
creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva
dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote
con sotana que de paisano.
Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque
cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre
este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que
ella no se preocupa de niñerías.
Seguidamente exponemos siete excelencias de la sotana condensadas
de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.
1º - El recuerdo constante del sacerdote
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente.
Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante,
un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano
es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es
el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata.
O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es
quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar
de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada
dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia
la categoría o clase que éste representa.
2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes:
señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo
produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que
actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye
en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según
sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.
Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el
sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir
los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene
enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le
produce remordimiento.
Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo.
Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas,
¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles
ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han
levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores
efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se
quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de
siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de
vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay
que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.
3º - Es de gran utilidad para los fieles
El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando
los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio
no es una profesión, con un horario marcado; es una vida,
una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene
derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden
reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva
un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo
debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los
fieles y el mejor desempeño de su misión.
4º - Sirve para preservar de muchos peligros
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no
fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica
cuando la escribía el ejemplar religioso
P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.
Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios
de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido
cada vez a más.
Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un
obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo.
Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el
mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que
al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se
despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.
Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las
ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean.
De los miles que han abandonado el sacerdocio después
del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó
la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.
5º - Ayuda desinteresada a los demás
El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no
busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre
de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre
que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las
oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las
sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita
el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto
viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio
de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios,
de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se
tratara de un estorbo?
6º - Impone la moderación en el vestir
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar
más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo
en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza
(desde el cuello hasta los pies), de un color
(negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos
ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan
a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las
ceremonias sagradas de la Iglesia.
Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como
a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc.
Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al
nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos.
Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba
en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.
7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote
debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador.
La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario,
la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo.
Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante
y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.
Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que
le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por
siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia,
en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos
a través de los siglos.
Notas
- El autor: El Padre Jaime Tovar Patrón, coronel capellán, ocupó importantes
responsabilidades en el Vicariato Castrense. Oriundo de Extremadura,
España, fue rotundo orador sacro. Autor del libro Los curas de la Cruzada,
auténtica enciclopedia de los heróicos sacerdotes que desarrollaron su
labor pastoral entre los combatientes de la gloriosa Cruzada de 1936.
Es además, una historia del sacerdocio castrense. Falleció en enero del 2004.
- Código de Derecho Canónico (1983): Título III. De los ministros
sagrados o clérigos 284 Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno,
según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres
legítimas del lugar. 285.
1. Absténganse los clérigos por completo de
todo aquello que desdiga de su estado, según las prescripciones del
derecho particular.
2. Los clérigos han de evitar aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas,
son extrañas al estado clerical.
- CONVIENE RECORDAR: Muchos sacerdotes y religiosos mártires
han pagado con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia desatado
en las terribles persecuciones religiosas de los últimos siglos.
Muchos fueron asesinados sencillamente por vestir la sotana.
El sacerdote que viste su sotana es para todos un modelo
de coherencia con los ideales que profesa, a la vez que honra
el cargo que ocupa en la sociedad cristiana.
Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, también es cierto
que el monje viste hábito y lo viste con honor. ¿Qué podemos pensar
del militar que desprecia su uniforme? ¡Lo mismo que del cura que
desprecia su sotana!
"uniforme sacerdotal", la sotana o hábito talar. Valga otro
tanto para el hábito religioso propio de las órdenes y congregaciones.
En un mundo secularizado, no hay mejor testimonio cristiano
de parte de los consagrados a Dios que la vestimenta sagrada
en los sacerdotes y religiosos.
Siete excelencias de la sotana
"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que
muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente.
Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres
que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?"
Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un
sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición
que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y
a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar.
Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad
sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres
entre el clero en general es una triste realidad.
La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el
propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio,
simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de
Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a
todos los sacerdotes (canon 136).
Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión
de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos
creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva
dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote
con sotana que de paisano.
Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque
cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre
este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que
ella no se preocupa de niñerías.
Seguidamente exponemos siete excelencias de la sotana condensadas
de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.
1º - El recuerdo constante del sacerdote
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente.
Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante,
un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano
es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es
el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata.
O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es
quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar
de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada
dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia
la categoría o clase que éste representa.
2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes:
señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo
produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que
actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye
en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según
sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.
Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el
sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir
los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene
enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le
produce remordimiento.
Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo.
Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas,
¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles
ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han
levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores
efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se
quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de
siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de
vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay
que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.
3º - Es de gran utilidad para los fieles
El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando
los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio
no es una profesión, con un horario marcado; es una vida,
una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene
derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden
reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva
un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo
debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los
fieles y el mejor desempeño de su misión.
4º - Sirve para preservar de muchos peligros
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no
fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica
cuando la escribía el ejemplar religioso
P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.
Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios
de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido
cada vez a más.
Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un
obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo.
Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el
mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que
al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se
despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.
Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las
ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean.
De los miles que han abandonado el sacerdocio después
del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó
la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.
5º - Ayuda desinteresada a los demás
El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no
busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre
de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre
que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las
oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las
sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita
el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto
viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio
de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios,
de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se
tratara de un estorbo?
6º - Impone la moderación en el vestir
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar
más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo
en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza
(desde el cuello hasta los pies), de un color
(negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos
ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan
a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las
ceremonias sagradas de la Iglesia.
Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como
a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc.
Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al
nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos.
Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba
en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.
7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote
debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador.
La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario,
la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo.
Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante
y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.
Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que
le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por
siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia,
en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos
a través de los siglos.
Notas
- El autor: El Padre Jaime Tovar Patrón, coronel capellán, ocupó importantes
responsabilidades en el Vicariato Castrense. Oriundo de Extremadura,
España, fue rotundo orador sacro. Autor del libro Los curas de la Cruzada,
auténtica enciclopedia de los heróicos sacerdotes que desarrollaron su
labor pastoral entre los combatientes de la gloriosa Cruzada de 1936.
Es además, una historia del sacerdocio castrense. Falleció en enero del 2004.
- Código de Derecho Canónico (1983): Título III. De los ministros
sagrados o clérigos 284 Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno,
según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres
legítimas del lugar. 285.
1. Absténganse los clérigos por completo de
todo aquello que desdiga de su estado, según las prescripciones del
derecho particular.
2. Los clérigos han de evitar aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas,
son extrañas al estado clerical.
- CONVIENE RECORDAR: Muchos sacerdotes y religiosos mártires
han pagado con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia desatado
en las terribles persecuciones religiosas de los últimos siglos.
Muchos fueron asesinados sencillamente por vestir la sotana.
El sacerdote que viste su sotana es para todos un modelo
de coherencia con los ideales que profesa, a la vez que honra
el cargo que ocupa en la sociedad cristiana.
Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, también es cierto
que el monje viste hábito y lo viste con honor. ¿Qué podemos pensar
del militar que desprecia su uniforme? ¡Lo mismo que del cura que
desprecia su sotana!
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