domingo, 15 de marzo de 2015

Sanación prodigiosa de una enferma



Corría el año 1880, y la pobre mujer hacía ya ocho meses que
 estaba en cama sin poderse mover de ella. Con motivo de
 acercarse la festividad del Corpus Christi, sintió en su alma 
gran fe y confianza de que el Señor la podría curar. Rogó, pues,
 a los vecinos la bajaran a la puerta de la calle cuando pasase
 la procesión, e hizo suplicar al sacerdote que llevaba el Santísimo 
Sacramento que, al estar junto a ella, le acercase un poco la
 Custodia para adorar a su buen Jesús en la Hostia sacrosanta.
Presente estaba todo el pueblo, compadecido del triste estado de la pobre enferma, y he aquí 
que en el momento mismo de dirigirse el sacerdote con la Sagrada Forma hacia la puerta de la 
casa donde yacía la enferma, con gran sorpresa y admiración de la muchedumbre, 
se verificó el instantáneo prodigio de quedar completa y radicalmente curada de su doble
 enfermedad, siendo testigos de tan gran maravilla todo el pueblo y el señor cura párroco, 
don Pedro Pons Bauzá, que llevaba el Santísimo Sacramento.

Vivió todavía diez años sin experimentar el más mínimo dolor. Durmió, por fin, el sueño 
de los justos en 1890, a los noventa de su edad.

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