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martes, 24 de febrero de 2015

SAN POLICARPO DE ESMIRNA



OBISPO Y MÁRTIR






Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (c. 155).

San Policarpo, obispo de Esmirna, conoció de cerca al apóstol Juan y a los otros que habían vista al Señor", y fue "instruido por testigos oculares de la vida del Verbo". Por eso él se presenta a nosotros como el testigo de la vida apostólica y como el hombre de la tradición viva "siempre de acuerdo con las Escrituras". Los trozos citados pertenecen a una carta suya a los cristianos de Filipos en Macedonia, que le habían pedido alguna exhortación y la copia de eventuales cartas del santo obispo de Antioquía, Ignacio, del que él había sido amigo.

Policarpo era sobre todo un hombre de gobierno. No tenía la cualidad de escritor y pensador como San Ignacio, ni deseaba como él ser "triturado" por las fieras del circo para "llegar a Dios". Al contrario, se mantuvo escondido "a causa de la humilde desconfianza en sí mismo". Era anciano y sabía que no se podía confiar mucho en sus fuerzas. Pero cuando fue descubierto en un granero y reconducido a la ciudad, demostró la serena valentía de su fe.

Conocemos la conmovedora conclusión de su vida gracias a un documento fechado un año después del martirio de San Policarpo, que tuvo lugar el 23 de febrero del año 155. Es una carta de la "Iglesia de Dios peregrinante en Esmirna, a la Iglesia de Dios peregrinante en Filomelio y también a todas las parroquias de cualquier lugar de la Iglesia santa y católica". Es una narración muy importante bajo el aspecto histórico, hagiográfico y litúrgico. Al procónsul Stazio Quadrato, que lo exhorta a renegar de Jesús, contesta moviendo la cabeza: "Desde hace 86 años lo sirvo y nunca me ha hecho ningún mal: ¿cómo podría blasfemar de mi Rey que me ha redimido?". "Te puedo hacer quemar vivo", insiste el procónsul. Y Policarpo: "EL fuego con que me amenazas quema por un momento, después pasa; yo en cambio temo el fuego eterno de la condenación".

Mientras en el anfiteatro de Esmirna se está quemando vivo, "no como una carne que se asa, sino como un pan que se cocina", el mártir eleva al Señor una estupenda oración, breve pero intensa: "Bendito seas siempre, oh Señor; que tu nombre adorable sea glorificado por todos los siglos, por Jesucristo pontífice eterno y omnipotente, y que se te rinda todo el honor con él y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos". De improviso ese cuerpo quemado quedó reducido a cenizas. "A pesar de esto – escribe el autor de esa carta, que recomienda hacer leer a las otras Iglesias – nosotros recogimos uno que otro hueso, que conservamos como oro y piedras preciosas".


23 de febrero, día de San Policarpo de Esmirna

Hoy, 23 de febrero, conmemoramos a San POLICARPO de ESMIRNA, Obispo y Mártir.

SAN POLICARPO DE ESMIRNA (¿70?-¿156?) nació en Grecia o en Turquía, aunque era de origen griego, en tiempos del Imperio Romano.

De acuerdo con la tradición, fue discípulo del apóstol San Juan, a quien acompañó largo tiempo, y de quien aprendió el Evangelio de primera mano, por así decir. Por ello recibe el sobrenombre de Padre Apostólico.

El propio San Juan lo nombró obispo de Esmirna, en la actual Turquía, donde comenzó su ardua labor pastoral en los inicios del cristianismo.

Aunque solamente se conserva una obra atribuida a él, la Epístola a los Filipenses, se le considera un vínculo muy relevante entre los Apóstoles y los escritores cristianos del siglo II, como su discípulo San Ireneo.

San Policarpo fue amigo cercano de San Ignacio de Antioquía, cuyas cadenas besó cuando éste era conducido al patíbulo. Ya de edad avanzada, viajó a Roma para discutir el problema de cómo calendarizar la Pascua.

El año 152 el emperador Marco Aurelio desató una de las primeras grandes persecuciones de cristianos en Asia. San Policarpo falleció como mártir en Esmirna: fue quemado públicamente en una hoguera.

SAN POLICARPO DE ESMIRNA nos recuerda la difícil labor de propagar la fe durante los albores del cristianismo.

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