El camino de la paz
Más que de la carne misma, más que del cuerpo, la resurrección de Cristo es el triunfo del Amor sobre el odio, el resentimiento, la indiferencia y el deseo de venganza. La resurrección es el triunfo de Dios, y Dios es el Amor siempre nuevo que dura.
Esta idea es coherente con el saludo de Jesús a sus discípulos, cuando se les presenta vivo con las llagas del crucificado. ¿Cómo los saluda? Los saluda dándoles la paz.
Resucitado, Jesús no se junta con los discípulos para planear la venganza. Con su resurrección, Jesús ha conquistado la paz del perdón que ha dado a todos. Más daño no podrían haberle hecho, pero él ha superado los daños y vuelve no para vengarse sino para seguir ofreciendo la oportunidad del perdón y la paz. La paz con Dios, y la paz entre los hermanos del mismo Padre Dios. La paz de la familia de Dios.
Por eso Juan Pablo II dice que «El único camino de la paz es el perdón». Esta es la contribución específica que ofrecen los cristianos en la resolución de conflictos, no sólo en situaciones de violencia armada, sino también en las incomprensiones y litigios de la vida cotidiana.
Se trata, en el fondo, de algo que es propio únicamente del cristianismo: tomar en serio las palabras y la vida misma de Jesús: «Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odien».
Bendito sea el amor de Dios que triunfa sobre el odio con el perdón.
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