Paciencia, hermano...
Un pastor apacentaba su rebaño en el campo cuando un forastero se acercó y le hizo  varias preguntas sobre sus ovejas, cuánto comían, cuánto caminaban, cuánta leche daban.
 A todas  respondía el pastor:¿se refiere usted a las blancas o las negras? Siendo la misma respuesta para ambas, le preguntó enojado el forastero: 
¿Hay alguna diferencia entre las blancas y las negras o no?
Claro que sí, contestó el pastor. Las blancas son mías. ¿Y las negras?, preguntó de nuevo el  forastero. El pastor contestó: “Las negras también son mías”. 

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