Teresa de Jesús, extraordinaria santa, célebre escritora y Doctora de la Iglesia
Con motivo del quinto centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, Año Teresiano, quiero manifestar mi admiración, devoción y veneración por ser ella una extraordinaria santa, una excelente escritora, doctora de la Iglesia, fundadora de la Orden de los Carmelitas Descalzos Reformados en sus ramas femenina y masculina y patrona de muchas asociaciones religiosas, civiles y militares. Hija de Alonso Sánchez de Cepeda y de Beatriz Dávila y Ahumada, nace el 28 de marzo de 1515 en Ávila, dentro de una familia hidalga, conversa cristiana y numerosa, formada por once hermanos
De una niña era viva, alegre y juguetona. Su madre, aficionada a la lectura de libros, fallece cuando Teresa contaba doce años. La afición a la lectura de su madre y su temprana muerte dejarán una profunda huella en su mente y en su corazón, del tal modo, que su pasión será la lectura de libros de caballería hasta su ingreso en el convento. De joven, era una muchacha muy sensible, abierta, graciosa en el hablar y con una gran facilidad de palabra para comunicarse con los demás.
Físicamente era de rostro limpio, de piel fina y de ojos negros, alegres y comunicativos. Durante dos años se educa en el monasterio agustino de Ávila. Sus conversaciones con la religiosa María Briceño, la lectura de libros de los santos y las cartas de san Jerónimo despiertan en ella la vocación religiosa y decide ingresar en el convento de las carmelitas de la Encarnación de Ávila, en 1534, cuando solo contaba 19 años.
Vive y permanece 28 años en este convento, durante los cuales sufre una penosa enfermedad que le causará dolores de cabeza e insomnio para toda su vida, la jaqueca o migraña, y tiene grandes dudas y vacilaciones sobre seguir en la vida religiosa. Lee las Confesiones de san Agustín que le ayudan a resolverlas positivamente. Se enamora de Cristo crucificado, cuya contemplación le mueve a reformar la Orden Carmelita Descalza y a fundar nuevos conventos independientes con preceptos más rígidos.
En 1562, funda el primer convento de Carmelitas Descalzas Reformadas, bajo el nombre de san José de Ávila, sin una blanca, solo fiándose de la providencia de Dios, escribe. Su confianza puesta en Dios le proporciona los medios económicos necesarios para edificar y dotar sus fundaciones en medio de graves conflictos con autoridades civiles y eclesiásticas, hasta el punto de ser confinada en Toledo y sufrir un proceso inquisitorial, del cual salió libre e indemne.
Viaja incansablemente por toda Castilla y Andalucía desplegando una gran actividad organizativa y administrativa fundando 16 conventos de Carmelitas Descalzas Reformadas. Con la colaboración del religioso Juan de la Cruz, célebre santo y escritor místico, con quien le unía una estrecha amistad, reforma numerosos conventos de religiosos Carmelitas Descalzos. Su orden de religiosos y religiosas es aprobada por el papa, Gregorio XIII, en 1580, con el nombre de Carmelitas Descalzos.
Escribe numerosos obras, entre ellas: El libro de su vida”, autobiografía mística suya, lasRelaciones, Fundaciones, Camino de la perfección, Constituciones y Moradas, su obra más perfecta y acabada, donde trata las relaciones del alma con Dios. Escribe 437 cartas que dirige al rey Felipe II, al Duque de Alba, a Francisco de Borja, a Pedro de Alcántara, al maestro Juan de Ávila, a teólogos, como a Domingo Báñez, a posaderos, a muleros y hasta al último hermano religioso. Todas ellas muestran una a mujer fuerte, inteligente y con gran talento. Pelayo escribe: El estilo de los escritos de Teresa de Jesús son un derrame de un perfume femenino de encanto incomparable.
Compuso diversas poesías religiosas místicas de profundo conocimiento y amor espiritual, tales como, las célebres y populares: Vivo sin vivir en mí y Nada te turbe, nada te espante, solo Dios basta. La oración era para ella una conversación amorosa con Dios o un trato de amistad con Dios. Fallece en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582, (15 de dicho mes y año en el nuevo y actual calendario Gregorio), a la edad de 67 años. Fue beatificada por el papa Pablo V en 1614, canonizada por el papa Gregorio XV en 1622 y declarada doctora de la Iglesia por el papa Pablo VI en 1970 por sus extraordinarios escritos, por su elevada y sencilla oración a Dios Padre y por su contemplación de Jesucristo crucificado.
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