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jueves, 30 de octubre de 2014

Oración para el Miércoles Santo


Jesus y Judas
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según San Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
- «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
- «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
- «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
- «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: - «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: - «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: - «Tú lo has dicho.»

PALABRA DEL SEÑOR




SALMO DE LOS DOS CAMINOS
Aquí estoy, Señor Jesús, a la vera del camino, sin camino;
mis pasos buscan tus huellas donde poner mis pisadas
la vida y la muerte están ante mí como un reto;
el bien y el mal se cruzan en mi corazón
que sin descanso busca, pide y llama.
 
Quiero ser dichoso, hombre en camino;
yo quiero ser libre con la libertad de tu Evangelio.
Quiero hacer de tu Evangelio norma de vida
y escucharlo día y noche hasta que penetre el fondo del alma.
 
Quiero ser, Señor Jesús, como el árbol que crece junto al río
y bebe en profundidad y hondura en las corrientes del agua.
Quiero dar en su tiempo frutos de paz y bien,
y dejar que las semillas que has sembrado en mí se abran.
 
No dejes jamás, Señor, que se marchiten mis hojas verdes,
ni que el viento las arranque, una a una, de sus ramas.
Quiero seguir el camino del hombre nuevo,
del hombre que dice sí a la vida y con tesón la guarda;
no quiero ser como paja que lleva el viento
y hace de ella un juego fácil entre sus alas.
 
Quiero ser desde mis raíces y mi historia de ilusiones y fracasos,
desde mis luchas y mis crisis un camino de esperanza
abierto hacia la Vida eterna, donde tú moras
y donde esperas con un corazón de amigo, mi llegada.
 
Tú eres, Señor Jesús, el camino de un corazón joven;
el camino de la vida en la cruz entregada
por la salvación del hombre, de todo hombre que busca
en ti la respuesta cierta y segura en la encrucijada.

Camino al norte de Criptana
Señor Jesús, contigo se hace el camino suave y ligero,
al llevar entre tú y yo ¿los dos juntos? esta pesada carga.
Quiero ser discípulo tuyo, y aprender de ti, Maestro,
a ser libre como el viento, en tu Espíritu, que guía y salva.



REFLEXION
Mis manos están extendidas hacia ti, Dios de todos y más si cabe de los humildes, como ofrenda agradecida. Porque cuando repaso la historia de mi vida, descubro que sigues siendo el que me acoge a cualquier hora, al no saber nunca rechazar a quien a ti llega. Eres misericordia que no se agota, el Dios que nunca olvida su bondad y mantiene su promesa para siempre. Hoy sigues realizando proezas, portentos, hazañas de amor incalculables. Me atas a ti con lazos de bondad; me eliges como amigo y confidente. Por la sangre de tu Hijo, me haces entrar a una dulce intimidad contigo. Comunicas a mis ojos la luz y la alegría que Tú mismo eres. Mis manos extendidas expresan todo eso: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tu poder es el perdón; por eso te sobran todos los ejércitos, policías o tribunales constitucionales. Tu brazo nos rescata con la vida, jamás con la fuerza de la violencia, algo también exclusivamente nuestro. Sólo en ti descanso y tengo paz; sólo de ti viene mi salvación; sólo Tú eres la roca de mi esperanza. Déjame, Señor, estremecerme ante lo que eres. Permíteme, a pesar de los nubarrones que ensombrecen mi vida, permíteme arrodillarme y desahogar en ti mi corazón. Que pueda adorarte y acogerte para que me des la vida, y sepa agradecerte con toda el alma el que hayas hecho a Cristo para mí, para nosotros, para todos sabiduría, justicia, santificación y redención. Y que por Él, por su sangre, hayamos recibido el perdón de los pecados. Por Él, nos has reconciliado, y has hecho la paz por la sangre de su cruz.



MEDITACION PERSONAL EN SILENCI
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