Aguarda al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón; si, espera a Dios. Salmos 27:14
Un corazón fuerte descansa y se regocija, y envía la fuerza de sus latidos a todos los miembros del cuerpo. Nadie puede penetrar en esta urna secreta de la vida, que es el corazón, para fortalecerlo. Dios está lleno de fortaleza, y, por lo tanto, puede darla a quienes están necesitados de ella. ¡Sé valiente!, porque el Señor te la concederá, y así hallarás calma en la tempestad y gozo en la tristeza.
El autor de estas líneas puede decir con David: «Si, espera al Señor». Lo digo con toda verdad. Por larga y profunda experiencia sé que es bueno esperar en el Señor.
Señor, Gracias por darme la oportunidad de esperar solo en ti y vivir para ti. Amén.
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