El matrimonio es un auténtico camino de santidad, motivo por el cual el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la familia ha organizado a partir de enero un ciclo de conferencias sobre “Perfiles de santidad conyugal”.
En este ciclo de conferencias se tratarán temas como la fuerza que viene del amor, la fidelidad al amor o testimonios de amor entre otros, acompañados de testimonios de parejas en camino a la santidad.
El ciclo de conferencias se inauguró el 13 de enero bajo el tema “un camino de amor y fe en pareja” tomando como ejemplo a Raissa y Jacques Maritain, dos jóvenes intelectuales convertidos que se conocieron en 1900 y desde ese momento comenzaron una vida juntos descubriendo el camino de la fe y con la única meta de santificar su matrimonio.
La conversión de la pareja Maritain no fue fácil como reconoció la coordinadora del II ciclo, Ludmila Grygiel: “En general me parece una regla que la conversión de un intelectual es más difícil de cuanto lo sea la de un artesano o un agricultor porque el equipaje cultural del mundo científico de explicar y conocer la realidad hacen más difícil el unirse al simple mensaje evangélico y aceptar los misterios de Dios, por otra parte, la tarea de un intelectual honesto es buscar la verdad”.
Los Maritain decidieron bautizarse sólo después de haber renunciado a la idea de encontrar la verdad y la felicidad intelectual en la filosofía propuesta en aquellos tiempos.
La sed de verdad de los Maritain fue saciada no por el estudio sino por el amor a la verdad que dona la sabiduría, el amor perfecto que dona la libertad perfecta.
Raissa escribió sobre la conversión en su diario, “cada converso experimenta la caída de Pablo en el camino hacia Damasco. El converso se separa del mundo con un duro golpe que le arranca el enlace consigo mismo y con los otros. En un instante, en la hora de la gracia, todos los valores se inclinan hacia Él”.
Por su parte, el Cardenal Geoges Cottier, O.P, teólogo de Juan Pablo II y del inicio del pontificado de Benedicto XVI, presidió la conferencia aportando toda su experiencia sobre el tema al haber conocido personalmente a Jacques Maritain en Roma en los años 1946 - 1952.
“Vivimos en el mundo del momento, del instante, en la provisionalidad y esto sería una buena cosa para reflexionar junto con el sacramento como tal. ¿Dónde esta la columna que sostiene todo si no hay Dios?”, se preguntó el purpurado.
“La juventud y la obsesión por el cuerpo quieren estar al mismo nivel que lo espiritual . Si el cuerpo marca las reglas del vivir, todo cambia. A esto se le suman las enormes dificultades económicas que las familias sufren, el problema laboral, la desocupación o incluso el hecho de que las parejas llegan a casa cansadísimas de trabajar. Al final del día cada uno ha vivido una experiencia diferente y no es posible meterla en común porque la sociedad no lo permite. Todo esto lo paga la familia. Habría que reflexionar sobre los condicionamentos sociales de la vida en familia porque la gente es víctima de esta situación”, concluyó el purpurado suizo.
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