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sábado, 27 de septiembre de 2014

EL EVANGELIO DEL DÍA: SÁBADO 27 DE SEPTIEMBRE DEL 2014




Anuncio de la Pasión
Lucas 9, 43-45. Tiempo Ordinario. Sólo Jesús sabía cuándo y cómo iba a morir. Ninguno de nosotros puede saberlo. Es un misterio que sólo Dios conoce.
 
Anuncio de la Pasión
Anuncio de la Pasión
Del santo Evangeli según san Lucas 9, 43-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto. 

Oración Introductoria

Ven Espíritu Santo, ilumina mi mente y mi voluntad para que nunca tema acercarme a mi Padre celestial en la oración. Hazme dócil a tus inspiraciones y ayúdame a corresponder a ellas con generosidad.

Petición

Jesús, ayúdame a entender, y a vivir, lo que hoy me quieres decir en esta oración.

Meditación del Papa Francisco

El Hijo del hombre va a ser entregado a las manos de los hombres», estas palabras de Jesús congelan a los discípulos que pensaban en un camino triunfal. Palabras que se mantenían misteriosas para ellos porque no entendían el sentido y tenían miedo de interrogarlo sobre este argumento.
Tenían miedo de la Cruz, tenían miedo de la Cruz. El mismo Pedro, después de esa confesión solemne en la región de la Cesarea de Felipe, cuando Jesús dice esto otra vez, reprendía al Señor: ´¡No, nunca, Señor! ¡Esto no!´ Tenía miedo de la Cruz, pero no solo los discípulos, no solo Pedro, ¡el mismo Jesús tenía miedo de la Cruz! Él no podía engañarse, Él sabía. Tanto era el miedo de Jesús que esa tarde del jueves sudó sangre; tanto era el miedo de Jesús que casi dijo lo mismo que Pedro, casi... "Padre, aparta de mí este cáliz. ¡Se haga tu voluntad!" ¡Esta era la diferencia! (Cf. S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2013, homilía en Santa Marta) 

Reflexión

Sólo Jesús sabía cuándo y cómo iba a morir. Ninguno de nosotros puede saberlo. Es un misterio que sólo Dios conoce. Y como Jesús es una Persona Divina, podía dar a conocer a sus discípulos cómo sería su muerte.

En toda la historia de la humanidad no encontramos a nadie como Cristo. No existen documentos que presentasen el nacimiento de nadie, sólo de Jesús de Nazaret. El Antiguo Testamento está lleno de profecías que anunciaban la venida del Mesías. Decían que sería descendiente de David, que nacería en Belén, que su Madre sería virgen, que sería Hijo de Dios, que salvaría a su pueblo, que moriría por los pecados de los demás... y cuando estuvo entre los suyos les anunció que sería clavado en una cruz y que al tercer día resucitaría.

Por tanto, Jesucristo es alguien excepcional. Lo demuestra también el hecho que contamos los años desde que Él nació, al menos en todos los pueblos de influencia cristiana. La venida de Jesús a la tierra marcó un hito en la historia del hombre. El Dios eterno, invisible, todopoderoso, inalcanzable... se hizo carne y fue un hombre como nosotros. De esta manera podríamos conocer mejor a Dios, porque su mismo Hijo nos lo revelaría con todo detalle, y se convertiría en el modelo perfecto de hombre, al que podemos imitar.

Propósito

Rezar una oración por el día de mi muerte porque solo Dios conoce el día y la hora que estaremos en su Presencia.

Diálogo con Cristo

Jesucristo, conocerte y escuchar la Palabra de Dios me debe llevar al compromiso de saber buscarte con amor y confianza en la oración. Comulgar con tus pensamientos y con tu voluntad. Muchos te escucharon, pero nunca tuvieron una relación personal contigo, y los que la tuvieron, aún así te abandonaron en el Calvario. Señor abre mi corazón, quiero experimentar tu cercanía y tu protección, no permitas que nunca te abandone.

sábado 27 Septiembre 2014

Sábado de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario

San Vicente de Paúl

Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomás de Aquino : El Hijo del hombre se vanagloria en su cruz

Sirac 11,9-10.12,1-8.
Alégrate, muchacho, mientras eres joven, y que tu corazón sea feliz en tus años juveniles. Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es un incentivo para tus ojos; pero ten presente que por todo eso Dios te llamará a juicio.
Aparta de tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora de la vida pasan fugazmente.
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días penosos y vengan los años en los que dirás: "No encuentro en ellos ningún placer";
antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes cargadas de lluvia.
En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas;
se cerrarán las puertas de la calle, mientras declina el ruido del molino; cesará el canto de los pájaros y enmudecerán las que entonan canciones.
Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle.
Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe;
antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad!

Salmo 90(89),3-4.5-6.12-13.14.17.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.

Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.




Lucas 9,43b-45.
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Comentario a la Epístola de los Gálatas, cap. 6

El Hijo del hombre se vanagloria en su cruz

Algunos se vanaglorian de su saber; pero el apóstol Pablo encuentra el conocimiento supremo en la cruz."Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo y este crucificado” 1Co 2,2). ¿La cruz no es el cumplimiento de toda la ley, y todo el arte de vivir bien? A los que se vanaglorian de su poder, Pablo puede responder que la cruz tiene un poder sin igual: "el lenguaje de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios" (1Co 1,18). ¿Os vanagloriáis de la libertad que habéis adquirido? Es de la cruz de lo que Pablo tiene la sabiduría: "sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado y de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado” (Rm 6,6).

Otras personas también se vanaglorian de ser elegidos miembros de algún grupo ilustre; pero nosotros por la cruz de Cristo somos convidados a la asamblea de los cielos. "Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,20). Algunos se vanaglorian por fin de las condecoraciones del triunfo concedidas a los victoriosos; la cruz es el estandarte triunfal de la victoria de Cristo sobre los demonios: "despojando a los Príncipes y Poderosos los exhibió en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo” (Col 2,15). […]

¿De qué quiere el apóstol Pablo vanagloriarse ante todo? De lo que puede unirlo con Cristo; lo que desea, es ser uno con Cristo.

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