«Considera cómo crecen los lirios del campo, no trabajan ni hilan… Los justos crecen de virtud en virtud, justamente porque no trabajan ni hilan: no trabajan en los hornos de ladrillos de Egipto, o sea, en los placeres de la carne; ni hilan, o sea, no se embanderan en preocupaciones por las cosas temporales.
¿Quieres crecer? Entonces no trabajes en ti mismo (para tu egoísmo), ni hiles cosas mundanas, y así serás pobre….
El justo crece en la tierra de su pobreza (Gen 41,52), o sea, en la humildad del corazón. Cuando decrece en sí mismo, entonces Dios crece en él.
… Cuando tu te humillas, entonces Dios se exalta en ti, porque te levantará sobre todo lo que es vanidad y aflicción de espíritu (Ecle 1,14)».
“Escritos selectos” de San Antonio de Padua
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