Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
oficio de lectura
HIMNO
¿Cuándo, Señor, te llevarás cautiva
la historia de pecado que el mundo concibió?;
¿cuándo, Señor, serán cielos y tierra
el cielo de tu amor?
¿Cuándo, también, emprenderá su vuelo
la débil esperanza de nuestro corazón?;
¿cuándo, Señor, florecerá en el barro
tu sangre y tu pasión?
¿Cuándo, Señor, los gritos de los hombres
serán clamor eterno de júbilo y de paz?;
¿cuándo, Señor, las penas y tristezas
tu gloria alumbrarán?
Y ¿cuándo, finalmente, Padre amado,
seremos en el Hijo tus hijos de adopción?;
¿cuándo, Señor, será ya todo en todos
tu Espíritu de amor? Amén.
SALMODIA
Ant.1: Vendrá el Señor y no callará. Aleluya.
Salmo 49
LA VERDADERA RELIGIOSIDAD
HIMNO
¿Cuándo, Señor, te llevarás cautiva
la historia de pecado que el mundo concibió?;
¿cuándo, Señor, serán cielos y tierra
el cielo de tu amor?
¿Cuándo, también, emprenderá su vuelo
la débil esperanza de nuestro corazón?;
¿cuándo, Señor, florecerá en el barro
tu sangre y tu pasión?
¿Cuándo, Señor, los gritos de los hombres
serán clamor eterno de júbilo y de paz?;
¿cuándo, Señor, las penas y tristezas
tu gloria alumbrarán?
Y ¿cuándo, finalmente, Padre amado,
seremos en el Hijo tus hijos de adopción?;
¿cuándo, Señor, será ya todo en todos
tu Espíritu de amor? Amén.
SALMODIA
Ant.1: Vendrá el Señor y no callará. Aleluya.
Salmo 49
LA VERDADERA RELIGIOSIDAD
No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud. (Mt 5, 17)
I
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
Ant.1: Vendrá el Señor y no callará. Aleluya.
Ant. 2: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. Aleluya.
II
«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu Dios-
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;
pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»
Ant. 2: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Ant. 3: Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos. Aleluya.
III
Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;
te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»
Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
Ant. 3: Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos. Aleluya.
V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 4, 1-10
DIOS NOS AMO
Queridos hermanos, no os fiéis de cualquier espíritu. Examinadlos si provienen de Dios, porque se han presentado muchos falsos profetas en el mundo. En esto podéis conocer el espíritu de Dios: todo espíritu que reconozca a Jesucristo, que ha venido en la carne, es de Dios. Pero el espíritu que no reconozca a Jesús no es de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído que estaba por llegar. Pues bien, ya está ahora en el mundo.
Pero vosotros, hijos míos, sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En eso distinguimos al espíritu de la verdad y al espíritu del error.
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios 'y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
Responsorio 1Jn 4, 9; Jn 3, 16
R. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, * para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Aleluya.
V. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único.
R. Para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 16, Sobre el Espíritu Santo, 1, 11.12. 16: PG 33, 931-935. 939-942)
EL AGUA VIVA DEL ESPÍRITU SANTO
El agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua viva, que brota para comunicar vida eterna. Se nos habla aquí de un nuevo género de agua, un agua viva y que brota; pero que brota sólo sobre los que son dignos de ella. Mas, ¿por qué el Señor da el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua es condición necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el agua es el origen de las plantas y de los seres vivos, porque el agua de la lluvia baja del cielo, porque, deslizándose en un curso siempre igual, produce efectos diferentes. Diversa es, en efecto, su virtualidad en una palmera o en una vid, aunque en todos es ella quien lo hace todo; ella es siempre la misma, en cualquiera de sus manifestaciones, pues la lluvia, aunque cae siempre del mismo modo, se acomoda a la estructura de los seres que la reciben, dando a cada uno de ellos lo que necesitan.
De manera semejante, el Espíritu Santo, siendo uno solo y siempre el mismo e indivisible, reparte a cada uno sus gracias según su beneplácito. Y. del mismo modo que el árbol seco, al recibir el agua, germina. así también el alma pecadora. al recibir del Espíritu Santo el don del arrepentimiento. produce frutos de justicia. Siendo él. pues. siempre igual y el mismo. produce diversos efectos. según el beneplácito de Dios y en el nombre de Cristo.
En efecto, se sirve de la lengua de uno para comunicar la sabiduría; a otro le ilumina la mente con el don de profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los demonios; a aquél le concede el don de interpretar las Escrituras. A uno lo confirma en la temperancia; a otro lo instruye en lo pertinente a la misericordia; a éste le enseña a ayunar y a soportar el esfuerzo de la vida ascética; a aquél a despreciar las cosas corporales; a otro más lo hace apto para el martirio. Así. se manifiesta diverso en cada uno. permaneciendo él siempre igual en sí mismo. tal como está escrito: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Su actuación en el alma es suave y apacible. su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar, la mente del que lo recibe y, después, por las obras de éste, la mente de los demás.
Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas. al salir el sol. recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veía. así también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y. levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes ignoraba.
Responsorio 1Co 12, 6-7. 27
R. Hay diversidad de funciones. pero un mismo Dios que obra todo en todos. * A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
V. Vosotros sois cuerpo de Cristo. y sois miembros unos de otros.
R. A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
HIMNO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tu volverás, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Salmo 83
AÑORANZA DEL TEMPLO
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
Ant.1: Vendrá el Señor y no callará. Aleluya.
Ant. 2: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. Aleluya.
II
«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu Dios-
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;
pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»
Ant. 2: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Ant. 3: Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos. Aleluya.
III
Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;
te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»
Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
Ant. 3: Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos. Aleluya.
V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 4, 1-10
DIOS NOS AMO
Queridos hermanos, no os fiéis de cualquier espíritu. Examinadlos si provienen de Dios, porque se han presentado muchos falsos profetas en el mundo. En esto podéis conocer el espíritu de Dios: todo espíritu que reconozca a Jesucristo, que ha venido en la carne, es de Dios. Pero el espíritu que no reconozca a Jesús no es de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído que estaba por llegar. Pues bien, ya está ahora en el mundo.
Pero vosotros, hijos míos, sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En eso distinguimos al espíritu de la verdad y al espíritu del error.
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios 'y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
Responsorio 1Jn 4, 9; Jn 3, 16
R. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, * para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Aleluya.
V. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único.
R. Para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 16, Sobre el Espíritu Santo, 1, 11.12. 16: PG 33, 931-935. 939-942)
EL AGUA VIVA DEL ESPÍRITU SANTO
El agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua viva, que brota para comunicar vida eterna. Se nos habla aquí de un nuevo género de agua, un agua viva y que brota; pero que brota sólo sobre los que son dignos de ella. Mas, ¿por qué el Señor da el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua es condición necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el agua es el origen de las plantas y de los seres vivos, porque el agua de la lluvia baja del cielo, porque, deslizándose en un curso siempre igual, produce efectos diferentes. Diversa es, en efecto, su virtualidad en una palmera o en una vid, aunque en todos es ella quien lo hace todo; ella es siempre la misma, en cualquiera de sus manifestaciones, pues la lluvia, aunque cae siempre del mismo modo, se acomoda a la estructura de los seres que la reciben, dando a cada uno de ellos lo que necesitan.
De manera semejante, el Espíritu Santo, siendo uno solo y siempre el mismo e indivisible, reparte a cada uno sus gracias según su beneplácito. Y. del mismo modo que el árbol seco, al recibir el agua, germina. así también el alma pecadora. al recibir del Espíritu Santo el don del arrepentimiento. produce frutos de justicia. Siendo él. pues. siempre igual y el mismo. produce diversos efectos. según el beneplácito de Dios y en el nombre de Cristo.
En efecto, se sirve de la lengua de uno para comunicar la sabiduría; a otro le ilumina la mente con el don de profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los demonios; a aquél le concede el don de interpretar las Escrituras. A uno lo confirma en la temperancia; a otro lo instruye en lo pertinente a la misericordia; a éste le enseña a ayunar y a soportar el esfuerzo de la vida ascética; a aquél a despreciar las cosas corporales; a otro más lo hace apto para el martirio. Así. se manifiesta diverso en cada uno. permaneciendo él siempre igual en sí mismo. tal como está escrito: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Su actuación en el alma es suave y apacible. su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar, la mente del que lo recibe y, después, por las obras de éste, la mente de los demás.
Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas. al salir el sol. recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veía. así también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y. levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes ignoraba.
Responsorio 1Co 12, 6-7. 27
R. Hay diversidad de funciones. pero un mismo Dios que obra todo en todos. * A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
V. Vosotros sois cuerpo de Cristo. y sois miembros unos de otros.
R. A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
HIMNO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tu volverás, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Salmo 83
AÑORANZA DEL TEMPLO
No tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura. (Hb 13, 14)
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Ant. 1: Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Ant. 2: Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Cántico Is 2, 2-5
EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Ant. 1: Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Ant. 2: Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Cántico Is 2, 2-5
EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES
Todas las naciones vendrán y se postrarán en tu acatamiento. (Ap 15, 4)
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Ant. 2: Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Ant. 3: Decid a los pueblos: «El Señor es rey.» Aleluya.
Salmo 95
EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Ant. 2: Pueblos numerosos caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Ant. 3: Decid a los pueblos: «El Señor es rey.» Aleluya.
Salmo 95
EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO
Cantaban un cántico nuevo ante el trono, en presencia Cordero. (Cf. Ap 14, 3)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda,
decid a los pueblos: “El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.”
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Ant. 3: Decid a los pueblos: «El Señor es rey.» Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 10, 8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, que nos prometió enviar el Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor, danos tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor Jesús, y por medio de ti bendecimos también al Padre en el Espíritu Santo
y te pedimos que hoy todas nuestras palabras y obras sean según tu voluntad.
Concédenos vivir de tu Espíritu,
para ser de verdad miembros vivos de tu cuerpo.
Haz que no juzguemos ni menospreciemos a ninguno de nuestros hermanos,
pues todos tenemos que comparecer para ser juzgados ante tu tribunal.
Cólmanos de alegría y paz en nuestra fe,
hasta que rebosemos de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 89-96
CONTEMPLACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN LA LEY
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda,
decid a los pueblos: “El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.”
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Ant. 3: Decid a los pueblos: «El Señor es rey.» Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 10, 8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, que nos prometió enviar el Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor, danos tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor Jesús, y por medio de ti bendecimos también al Padre en el Espíritu Santo
y te pedimos que hoy todas nuestras palabras y obras sean según tu voluntad.
Concédenos vivir de tu Espíritu,
para ser de verdad miembros vivos de tu cuerpo.
Haz que no juzguemos ni menospreciemos a ninguno de nuestros hermanos,
pues todos tenemos que comparecer para ser juzgados ante tu tribunal.
Cólmanos de alegría y paz en nuestra fe,
hasta que rebosemos de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 89-96
CONTEMPLACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN LA LEY
Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente como yo os he amado. (Jn 13, 34)
Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo;
tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la tierra y permanece;
por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
Si tu voluntad no fuera mi delicia,
ya habría perecido en mi desgracia;
jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos;
he visto el límite de todo, lo perfecto:
tu mandato se dilata sin término.
Salmo 70
TÚ, SEÑOR, FUISTE MI ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
más estable que el cielo;
tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la tierra y permanece;
por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
Si tu voluntad no fuera mi delicia,
ya habría perecido en mi desgracia;
jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos;
he visto el límite de todo, lo perfecto:
tu mandato se dilata sin término.
Salmo 70
TÚ, SEÑOR, FUISTE MI ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación. (Rm 12, 12)
I
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento;
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eras mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria, todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo;
dicen: «Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende.»
Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza,
los que buscan mi daño.
II
Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Proclamaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu brazo
a la nueva generación,
tus proezas y tus victorias excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?
Me hiciste pasar por peligros
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;
acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis labios,
Señor, mi alma, que tú redimiste;
y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia Cf. Ap 1, 17c-18
Vi al Hijo del hombre y me dijo: "Yo soy el primero y el último, el que vive. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades."
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Col 2, 9-10a. 12
En Cristo, en su cuerpo glorificado, habita toda la plenitud de la deidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él. Con Cristo fuísteis sepultados en el bautismo, y con él resucitásteis mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Nona 2Tm 2, 8. 11
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos, como enseño en mi mensaje de salud. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Vísperas
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: El Señor será tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Salmo 122
EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento;
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eras mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria, todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo;
dicen: «Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende.»
Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza,
los que buscan mi daño.
II
Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Proclamaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu brazo
a la nueva generación,
tus proezas y tus victorias excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?
Me hiciste pasar por peligros
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;
acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis labios,
Señor, mi alma, que tú redimiste;
y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia Cf. Ap 1, 17c-18
Vi al Hijo del hombre y me dijo: "Yo soy el primero y el último, el que vive. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades."
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Col 2, 9-10a. 12
En Cristo, en su cuerpo glorificado, habita toda la plenitud de la deidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él. Con Cristo fuísteis sepultados en el bautismo, y con él resucitásteis mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Nona 2Tm 2, 8. 11
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos, como enseño en mi mensaje de salud. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Vísperas
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: El Señor será tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Salmo 122
EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
Dos ciegos... se pusieron a gritar: «Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David.» (Mt. 20, 30)
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las mano, de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estarnos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Ant. 1: El Señor será tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Ant. 2: La trampa se rompió y escapamos. Aleluya.
Salmo 123
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las mano, de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estarnos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Ant. 1: El Señor será tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor. Aleluya.
Ant. 2: La trampa se rompió y escapamos. Aleluya.
Salmo 123
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
El Señor dijo a Pablo: «No temas... que yo estoy contigo.» (Hch 18, 9-10)
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de las trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Ant. 2: La trampa se rompió y escapamos. Aleluya.
Ant. 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
Cántico Ef 1, 3-10
PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
Con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya,
por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Ant. 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 14-17
Todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no habéis recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!» Este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con él.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El Abogado, el Espíritu, permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: El Abogado, el Espíritu, permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a Cristo, que por medio del Espíritu Santo levantó la esperanza de los apóstoles y llena de dones a la Iglesia, y, unidos a todos los fieles, supliquémosle, diciendo:
Levanta, Señor, la esperanza de tu Iglesia.
Señor Jesús, mediador entre Dios y los hombres, tú que has elegido a los sacerdotes como colaboradores tuyos,
haz que por la acción de tus ministros todos los hombres lleguen al Padre.
Haz que los pobres y los ricos se ayuden mutuamente, reconociéndote a ti como único Señor,
y que los ricos no pongan su gloria en sus bienes.
Revela tu Evangelio a todos los pueblos,
para que todos alcancen el don de la fe.
Envía tu Espíritu consolador a los que viven desconsolados,
para que enjugue las lágrimas de los que lloran.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Purifica a los difuntos de todas sus culpas
y recíbelos en tu reino, junto con tus santos y elegidos.
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de las trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Ant. 2: La trampa se rompió y escapamos. Aleluya.
Ant. 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
Cántico Ef 1, 3-10
PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
Con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya,
por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Ant. 3: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 14-17
Todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no habéis recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!» Este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con él.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El Abogado, el Espíritu, permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: El Abogado, el Espíritu, permanece con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a Cristo, que por medio del Espíritu Santo levantó la esperanza de los apóstoles y llena de dones a la Iglesia, y, unidos a todos los fieles, supliquémosle, diciendo:
Levanta, Señor, la esperanza de tu Iglesia.
Señor Jesús, mediador entre Dios y los hombres, tú que has elegido a los sacerdotes como colaboradores tuyos,
haz que por la acción de tus ministros todos los hombres lleguen al Padre.
Haz que los pobres y los ricos se ayuden mutuamente, reconociéndote a ti como único Señor,
y que los ricos no pongan su gloria en sus bienes.
Revela tu Evangelio a todos los pueblos,
para que todos alcancen el don de la fe.
Envía tu Espíritu consolador a los que viven desconsolados,
para que enjugue las lágrimas de los que lloran.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Purifica a los difuntos de todas sus culpas
y recíbelos en tu reino, junto con tus santos y elegidos.
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES
Bendito sea Dios, que nos consuela en todas nuestras luchas. (2 Co 1, 3. 4)
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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