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lunes, 28 de abril de 2014

Gianna Beretta Molla (1922-1962)


Gianna Beretta Molla (1922-1962)

Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Considera la vida como un don maravilloso de Dios, confiándose plenamente a la Providencia, y convencida de la necesidad y de la eficacia de la oración.
Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados. Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.
Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.
Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.
Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.
Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín. Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de vivir.
En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.
Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.
Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.
«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia

 MISA DE CANONIZACIÓN DE SEIS BEATOS
HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

VI domingo de Pascua, 16 de mayo de 2004

1. "Mi paz os doy" (Jn 14, 27). En el tiempo pascual escuchamos a menudo esta promesa de Jesús a sus discípulos. La verdadera paz es fruto de la victoria de Cristo sobre el poder del mal, del pecado y de la muerte. Los que lo siguen fielmente se convierten en testigos y constructores de su paz.

Bajo esta luz me complace contemplar a los seis nuevos santos, que la Iglesia presenta hoy a la veneración universal:  Luis OrioneAníbal María di FranciaJosé Manyanet y VivesNimatullah Kassab Al-HardiniPaula Isabel Cerioli y Gianna Beretta Molla.

2. "Hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo" (Hch 15, 26). Estas palabras de los Hechos de los Apóstoles pueden aplicarse bien a san Luis Orione, hombre totalmente entregado a la causa de Cristo y de su reino. Sufrimientos físicos y morales, fatigas, dificultades, incomprensiones y todo tipo de obstáculos marcaron su ministerio apostólico. "A Cristo, la Iglesia y las almas -decía- se los ama y sirve en la cruz y crucificados, o no se los ama y sirve" (Escritos, 68, 81).

El corazón de este estratega de la caridad "no conoció confines, porque estaba dilatado por la caridad de Cristo" (ib., 102, 32). El celo por Cristo fue el alma de su vida intrépida, el impulso interior de un altruismo sin reservas y el manantial siempre fresco de una esperanza indestructible.
Este humilde hijo de un empedrador proclama que "sólo la caridad salvará al mundo" (ib., 62, 13) y repite a todos que "la perfecta alegría está sólo en la entrega perfecta de sí a Dios y a los hombres, a todos los hombres" (ib.).

3. "El que me ama guardará mi palabra" (Jn 14, 23). En estas palabras evangélicas vemos delineado el perfil espiritual de Aníbal María di Francia, a quien el amor al Señor impulsó a dedicar toda su vida al bien espiritual del prójimo. Desde esta perspectiva, sintió sobre todo la urgencia de realizar el mandato evangélico:  "Rogate ergo...", "Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38).

A los padres Rogacionistas y a las religiosas Hijas del Divino Celo les encomendó la misión de trabajar con todas sus fuerzas para que la oración por las vocaciones fuera "incesante y universal". El padre Aníbal María di Francia dirige esta misma invitación a los jóvenes de nuestro tiempo, sintetizándola en su exhortación habitual:  "Enamoraos de Jesucristo".

De esta providencial intuición ha surgido en la Iglesia un gran movimiento de oración por las vocaciones. Deseo de corazón que el ejemplo del padre Aníbal María di Francia guíe y sostenga también en nuestro tiempo esta acción pastoral.

4. "El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho" (Jn 14, 26). Desde el principio el Paráclito ha suscitado hombres y mujeres que han recordado y difundido la verdad revelada por Jesús. Uno de estos fuesan José Manyanet, verdadero apóstol de la familia. Inspirándose en la escuela de Nazaret, realizó su proyecto de santidad personal y se dedicó, con entrega heroica, a la misión que el Espíritu le confiaba. Para ello fundó dos congregaciones religiosas. Un símbolo visible de su anhelo apostólico es también el templo de la Sagrada Familia de Barcelona.

Que san José Manyanet bendiga a todas las familias y os ayude a llevar los ejemplos de la Sagrada Familia a vuestros hogares.

5. Hombre de oración, enamorado de la Eucaristía, que solía adorar durante largos ratos, sanNimatullah Kassab Al-Hardini es un ejemplo tanto para los monjes de la Orden Libanesa Maronita como para sus hermanos libaneses y para todos los cristianos del mundo. Se entregó totalmente al Señor en una vida de gran renuncia, mostrando que el amor a Dios es la única fuente verdadera de alegría y felicidad para el hombre. Se dedicó a buscar y a seguir a Cristo, su Maestro y Señor.

Acogiendo a sus hermanos, alivió y sanó muchas heridas en el corazón de sus contemporáneos, testimoniándoles la misericordia de Dios. Que su ejemplo ilumine nuestro camino y suscite especialmente entre los jóvenes un auténtico deseo de Dios y de santidad, para anunciar a nuestro mundo la luz del Evangelio.

6. "El ángel (...) me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo" (Ap 21, 10). La espléndida imagen propuesta por el Apocalipsis de san Juan exalta la belleza y la fecundidad espiritual de la Iglesia, la nueva Jerusalén. De esta fecundidad espiritual es testigo singular Paula Isabel Cerioli, cuya vida produjo mucho fruto.

Contemplando a la Sagrada Familia, Paula Isabel intuyó que las comunidades familiares se mantienen sólidas cuando los vínculos de parentesco se sostienen y unen al compartir los valores de la fe y de la cultura cristiana. Para difundir estos valores, la nueva santa fundó el Instituto de la Sagrada Familia. En efecto, estaba convencida de que los hijos, para crecer seguros y fuertes, necesitan una familia sana y unida, generosa y estable. Que Dios ayude a las familias cristianas a acoger y testimoniar en toda circunstancia el amor de Dios misericordioso.

7. Gianna Beretta Molla fue mensajera sencilla, pero muy significativa, del amor divino. Pocos días antes de su matrimonio, en una carta a su futuro esposo, escribió:  "El amor es el sentimiento más hermoso que el Señor ha puesto en el alma de los hombres".

A ejemplo de Cristo, que "habiendo amado a los suyos (...), los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1), esta santa madre de familia se mantuvo heroicamente fiel al compromiso asumido el día de su matrimonio. El sacrificio extremo que coronó su vida testimonia que sólo se realiza a sí mismo quien tiene la valentía de entregarse totalmente a Dios y a los hermanos.

Ojalá que nuestra época redescubra, a través del ejemplo de Gianna Beretta Molla, la belleza pura, casta y fecunda del amor conyugal, vivido como respuesta a la llamada divina.

8. "Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde" (Jn 14, 28). Las vicisitudes terrenas de estos seis nuevos santos nos estimulan a perseverar en nuestro camino, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María. Que desde el cielo velen ahora sobre nosotros y nos sostengan con su poderosa intercesión.

Santa Gianna Beretta Molla (1922-1962)

Gianna fue la décima de trece hijos, de una familia de clase media de Lombardía (al norte de Italia), estudió medicina y se especializó en pediatría, profesión que compaginó con su tarea de madre de familia. Quienes la conocían dicen que fue una mujer activa y llena de energía, que conducía su propio vehículo algo poco común en esos días, esquiaba, tocaba el piano y disfrutaba yendo con sus esposo a los conciertos en el conservatorio de Milán.
El marido de Gianna, el ingeniero Pietro Molla, recordó hace algunos años a su esposa como una persona completamente normal, pero con una indiscutible confianza en la Providencia.
Según el ingeniero Molla, el último gesto heroico de Gianna fue una consecuencia coherente de una vida gastada día a día en la búsqueda del cumplimiento del Plan de Dios. "Cuando se dio cuenta de la terrible consecuencia de su gestación y el crecimiento de un gran fibroma recuerda el esposo de Gianna su primera reacción, razonada, fue pedir que se salvara el niño que tenía en su seno".
Su oblación
El ingeniero Molla manifestó que "le habían aconsejado una intervención quirúrgica. Esto le habría salvado la vida con toda seguridad. El aborto terapéutico y la extirpación del fibroma, le habrían permitido más adelante tener otros niños". "Gianna eligió la solución que era más arriesgada para ella".
El anciano viudo de la beata señaló que en aquella época era previsible un parto después de una operación que extirpara solo el fibroma, pero ello sería muy peligroso para la madre, "y esto mi esposa como médico lo sabía muy bien".
Gianna falleció el 28 de abril de 1962, con 39 años de edad, una semana después de haber dado a luz. El último requisito se cumplió el 21 de diciembre, cuando el Papa aprobó un milagro atribuido a la intercesión de Gianna.
El milagro
La protagonista del milagro, ocurrido el 9 de noviembre de 1977 en un hospital brasileño, fue una joven parturienta quien se curó de septicemia infección generalizada del organismo. Las religiosas del hospital habían pasado la noche encomendando su curación a la intercesión de Gianna, cuya figura les era conocida porque el promotor del hospital era un hermano de la beata, médico y misionero capuchino en ese país. El Papa aprobó el decreto que reconocía sus virtudes heroicas y la beatificó.
El esposo de Gianna Beretta narra sus experiencias:
"Al buscar entre los recuerdos de Gianna algo para ofrecerle a la priora de las Carmelitas descalzas de Milán, recuerda el esposo de la beata Gianna Beretta, encontré en un libro de oraciones una pequeña imagen en la que, al dorso, Gianna había escrito de su puño y letra estas pocas palabras: "Señor, haz que la luz que se ha encendido en mi alma no se apague jamás".
Con ésta y otra anécdotas, combinadas con emotivas reflexiones, Pietro Molla reveló los perfiles desconocidos de su esposa Gianna Beretta, fallecida en 1962 y beatificada el 24 de abril de 1994 por el Papa Juan Pablo II. En una emotiva entrevista concedida a la periodista Giuliana Peluchi, Pietro dibujó un perfil de Gianna que definió con una sola frase: "Mi esposa era una santa normal".
Peluchi, autora de un libro sobre la vida de Gianna, recibió una repentina llamada de Pietro Molla, con quien se había reunido en numerosas ocasiones para elaborar la biografía de la "madre coraje" que prefirió ofrecer su vida antes de aceptar la operación que le costaría la vida a la niña que llevaba en su vientre.

"Van a beatificar a Gianna", le dijo Pietro, emocionado, por teléfono. La periodista, atónita, solo atinó a pedirle una última entrevista, ya no en busca de datos biográficos, sino para escuchar un testimonio de Pietro sobre la vida de su esposa.
El testimonio
"Jamás creí estar viviendo con una santa. Mi esposa tenía infinita confianza en la Providencia y era una mujer llena de alegría de vivir. Era feliz, amaba a su familia, amaba su profesión de médico, también amaba su casa, la música, las montañas, las flores y todas las cosas bellas que Dios nos ha donado", confesó a la entrevistadora Pietro Molla, mientras sus ojos brillaban de intensa emoción. "Siempre me pareció una mujer completamente normal pero, como me dijo Monseñor Carlo Colombo, la santidad no está solo hecha de signos extraordinarios. Está hecha, sobre todo, de la adhesión cotidiana a los designio inescrutables de Dios", agregó.
Pietro Molla todavía recuerda cuando Monseñor Colombo lo llamó para pedirle introducir la causa de beatificación de Gianna. "Mi respuesta positiva fue muy sufrida. Sentimos que teníamos que exponer algo muy nuestro. La historia de mi esposa y su figura de mujer fueron cada vez más conocidas… A nosotros y a la familia de mi esposa nos seguían llegando numerosas cartas de todas partes del mundo. Nos escribían mujeres alemanas y estadounidenses que llamaban a Gianna "mamá"; que declaraban que en ella encontraban a una amiga y que afirmaban que se dirigían a ella cuando tenían necesidad de ayuda y que la sentían muy cercana…"

La oración que Gianna Beretta escribiera en el reverso de aquella imagen pidiendo que la luz de la gracia no se apagase en ella jamás, se hizo, según su esposo, realidad: "ahora veo que esta luz, que ha alegrado durante un tiempo lamentablemente brevísimo mi vida y la de mis hijos, se difunde como una bendición sobre quien la conoció y la amó. Sobre quienes le rezan y se encomiendan a su intercesión ante Dios. Y esto me hace revivir, de manera acongojada, el privilegio que el Señor me concedió de compartir con Gianna una parte de mi vida".
Todas las madres
La pequeña Gianna Emanuella, la bebé por la que Gianna Beretta dio la vida La Peluchi no puede evitar preguntar a Pietro Molla sobre sus sentimientos respecto de la beatificación de su difunta esposa.
"Mis sentimientos, responde emocionado, tienen múltiples matices, de sorpresa, casi de maravilla, de agradecimiento a Dios y de aceptación jubilosa, ciertamente feliz y singular, de este don de la Divina Providencia, que también considero un reconocimiento a todas las innumerables madres desconocidas, heroicas como Gianna, en su amor materno y en su vida".
Los Molla-Beretta sin embargo, esperan que la beatificación, que ha convertido a Gianna en un estandarte vivo de la santidad en la vida familiar moderna y de la defensa de la vida del no nacido, no cambie su vida cristiana cotidiana.
"Espero, dice Pietro, que Gianna pueda descansar en el cementerio de su localidad natal junto a su hija Mariolina y junto a las demás mamás que la llamaban con ternura "nuestra doctora", Junto a las muchas mujeres que Gianna curó y a las cuales dio, con amor, su tiempo y profesionalidad".
Los Molla-Beretta seguirán viviendo el ejemplo de santidad sencilla en la vida cotidiana que les dejó Gianna. "Para mí y para mis hijos, Gianna seguirá siendo algo muy íntimo. Una espléndida esposa, una tiernísima madre. Si alguien tiene que hablar, que hable la Iglesia…".































































































Novena para obtener gracias con la intercesión de Santa Gianna Beretta Molla


Oh Dios, nuestro Padre, tú has dado a tu Iglesia a santa Gianna Beretta Molla, que en su juventud te ha buscado con amor y ha llevado a Ti a otras jóvenes, empeñándolas apostólicamente en el testimonio y acción católica y colocándolas al lado de los enfermos y ancianos para ser para ellos ayuda y consuelo.

Te agradecemos por este don de joven amorosamente comprometida y, con su ejemplo, danos la gracia de consagrar nuestra vida a tu servicio y para la alegría de los hermanos.



Gloria al Padre…

Oh Jesús, Redentor de los hombres, Tú llamaste a Santa Gianna a desarrollar la misión de médico, para alivio de los cuerpos y de las almas, viéndote e Ti mismo en los hermanos sufrientes y en los pequeños indefensos.

Te agradecemos por haberte mostrado en esta tu Sierva como “uno que sirve” y que alivia los dolores de los hombres. Acogiendo su lección, haz de nosotros generosos cristianos al servicio de los hermanos, particularmente de aquellos a los cuales haces partícipes de tu cruz.



Gloria al Padre…

Oh Dios, Espíritu santificador, que amas a la Iglesia como tu Esposa, Tú infundiste en el corazón de Santa Gianna un poco de tu amor para difundirlo en una iglesia doméstica, colaborando en tu maravilloso plan de creación donándote nuevos hijos, para que te pudiesen conocer y amar.

Te agradecemos por este modelo de esposa y por su estimulante testimonio. Da a nuestras familias la serena y cristiana presencia de esposas comprometidas en transformar nuestras casas en cenáculos de fe y de amor, en generosa laboriosidad y santificante servicio.



Gloria al Padre

Oh Dios, creador y amante del ser viviente, Tú estuviste al lado de Santa Gianna, cuando se encontró en el dilema de salvar o la propia vida o aquella de la criatura que, como don esperado, llevaba en su seno. Confiando solo en Ti y recordando tu mandamiento de defensa de la vida, encontró el coraje de cumplir su deber de madre y decir “sí” a la nueva vida, sacrificando generosamente la propia, coronando una vida cristiana ejemplar.

Por intercesión de María, Madre de Jesús y bajo el ejemplo de Gianna, dispone a todas las madres para acoger con amor cada vida que nace y haznos respetuosos de cada vida.

Danos la gracia que esperamos... y la alegría de inspirarnos en Santa Gianna como modelo de joven, de esposa, de madre y de médico que, bajo el ejemplo de Jesús, se sacrificó a sí misma por la vida del prójimo.



Ave Maria…

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