Marcos 16, 9-15. Sábado de Pascua. Jesús resucitado, concédeme ser un testigo fiel de tu resurrección. | |
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado.Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán». Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. Oración introductoria Señor Jesús, ¡gracias por cumplir tu promesa de estar con nosotros siempre!, ¡gracias por resucitar! y sobre todo, por darme la alegría de ser testigo de tu resurrección. Concédeme participar en estos momentos de la alegría de saber que estás vivo y que estás siempre presente en la Iglesia. Petición Jesús resucitado, concédeme ser un testigo fiel de tu resurrección, de manera que cada persona que entre en contacto conmigo, pueda sentir esta alegría de tu presencia en mí. Meditación de SS Francisco Profesar que la Iglesia es apostólica, significa hacer hincapié en la relación constitutiva que ésta tiene con los apóstoles, con ese pequeño grupo de doce hombres que un día Jesús llamó a Él, los llamó por su nombre, para que permanecieran con Él y para enviarlos a predicar. "Apóstol", de hecho, es una palabra griega que significa "mandado", "enviado". Un apóstol es una persona que es enviada, y enviada a hacer algo; y los apóstoles fueron escogidos, llamados y enviados por Jesús para continuar su obra; es decir para rezar -esa es la primera tarea de un apóstol-, y segundo, para proclamar el Evangelio. Esto es importante, porque cuando pensamos en los apóstoles, podríamos pensar que ellos fueron enviados solo para anunciar el Evangelio, para hacer muchas obras. Pero en los primeros días de la Iglesia había un problema porque los apóstoles debían hacer muchas cosas y luego formaron a los diáconos, para que los apóstoles tuvieran más tiempo para orar y proclamar la Palabra de Dios.(S.S. Francisco, 16 de octubre de 2013). Reflexión La resurrección de Cristo es nuestra esperanza. La Iglesia proclama hoy esto con alegría: anuncia la esperanza, que Dios ha hecho firme e invencible resucitando a Jesucristo de entre los muertos; comunica la esperanza, que lleva en el corazón y quiere compartir con todos, en cualquier lugar, especialmente allí donde los cristianos sufren persecución a causa de su fe y su compromiso por la justicia y la paz; invoca la esperanza capaz de avivar el deseo del bien, también y sobre todo cuando cuesta. Propósito Hoy trataré de sonreír a cualquier persona que me encuentre en el supermercado, transporte público o en mi hogar; dando testimonio de la alegría de la resurrección del Señor. Diálogo con Cristo Jesús, ¡gracias por resucitar de entre los muertos!, ¡gracias porque hoy también estás vivo! Vivo en mi familia, en mis amigos, en las personas que están a mí alrededor. Jesús, concédeme la gracia de tener siempre un corazón que transmita la alegría de poseerte y sobretodo que de testimonio de que tú estás vivo. Gracias Jesús por estar con nosotros. Amén. "Como Jesús fue el anunciador del amor de Dios Padre, también nosotros lo debemos ser de la caridad de Cristo: somos mensajeros de su resurrección, de su victoria sobre el mal y sobre la muerte, portadores de su amor divino" Benedicto XVI, 5 de abril de 2010). sábado 26 Abril 2014Sábado de la Octava de PascuaSan Rafael Arnaíz Barón, Beato Estanislao Kubista Leer el comentario del Evangelio por Papa Francisco: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación” Hechos 4,13-21.
Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron que eran los que habían acompañado a Jesús,
pero no podían replicarles nada, porque el hombre que había sido curado estaba de pie, al lado de ellos. Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar, diciendo: "¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén. A fin de evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen de ese Nombre". Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron: "Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído". Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa a Dios al ver lo que había sucedido. Salmo 118(117),1.14-15ab.15c.16.18.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor! El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos. «La mano del Señor hace proezas, la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas.» El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte. «Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor.» «Esta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella.» Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. Marcos 16,9-15.
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.
Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación." Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Papa Francisco Exhortación apostólica “La alegría del evangelio / Evangelii Gaudium” §19-23 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20). En estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra.
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de “salida” que Dios quiere provocar en los creyentes. Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3). Moisés escuchó el llamado de Dios: “Ve, yo te envío” (Ex 3,10), e hizo salir al pueblo hacia la tierra de la promesa (cf. Ex 3,17). A Jeremías le dijo: “Adondequiera que yo te envíe irás” (Jr 1,7)… y todos somos llamados a esta nueva “salida” misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio. La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo (cf. Lc 10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo… Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido” (Mc 1,38)… Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. |
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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