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domingo, 16 de marzo de 2014

San Bernardo. La oración nunca es infructuosa



Hermanos, no despreciéis vuestra oración. Os digo que aquél a quien oramos, tampoco la desprecia. Antes de que salga de vuestra boca, ya la manda escribir en su libro. Podemos esperar, sin duda alguna, una de estas dos cosas: nos dará lo que pedimos, o lo que él sabe que nos conviene. Nosotros no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir. él se compadece de nuestra ignorancia y acoge con bondad nuestra oración. Pero no nos da lo que no nos conviene, o no tiene por qué dárnoslo tan pronto. La oración nunca es infructuosa.

Sermón 5 en la cuaresma, 5

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