*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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jueves, 27 de marzo de 2014
¿Qué pensamientos albergas en tu mente?
Colosenses 3:1-10
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.”
En esta carta a la iglesia de Colosas, el apóstol Pablo considera a los creyentes como habiendo muerto en Cristo y habiendo resucitado con él de entre los muertos. Desde el punto de vista espiritual, esto significa que los cristianos nos hemos separado de la antigua forma de vivir y hemos entrado en una forma de vida totalmente nueva. Seguimos estando en la tierra pero ahora debemos buscar “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.” Nuestra perspectiva de la vida debe ser muy diferente a la de aquellos que no conocen a Cristo; nuestro pensamiento debe estar enfocado en el reino celestial, no en las cosas terrenales.
Pablo escribe una lista de las cosas que debemos eliminar de nosotros, entre ellas: “fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos”, así como “ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas” y otras que formaban parte de la vieja naturaleza. Esto no es fácil lograrlo pues el mundo que nos rodea está constantemente bombardeándonos a través de los medios de comunicación con miles de imágenes que producen en nuestras mentes pensamientos de todo tipo, muchos de los cuales son inmorales, indecentes y totalmente contrarios a la pureza y la santidad que el Señor desea ver en sus hijos. Es en estos momentos cuando debemos actuar conforme a lo que Dios desea ver en sus hijos. El pasaje de hoy nos dice: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” ¿Cómo hacemos morir lo terrenal en nosotros? En primer lugar apartándonos de las fuentes de ese tipo de imágenes. Y si aun así llegasen pensamientos impuros a nuestras mentes, debemos echarlos inmediatamente. A veces no podemos impedir que lleguen, pero con la ayuda de Dios podemos rechazarlos. Alguien dijo: “No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nosotros, pero sí podemos evitar que hagan un nido en nuestras cabezas.” La Biblia nos da el modelo con el cual evaluar esos pensamientos. Dice Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Dice Proverbios 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Por eso debemos ser extremadamente cuidadosos al albergar pensamientos en nuestras mentes que no estén de acuerdo a la Palabra de Dios. La santidad en nuestras mentes determina la santidad en nuestras vidas. Ahora bien, con nuestras propias fuerzas es imposible para nosotros lograr este estado mental. Solamente con la ayuda del Espíritu Santo podremos lograrlo. Nuestra responsabilidad consiste en alimentar nuestras mentes con una fuerte dieta basada en la Palabra de Dios. Solamente la verdad en las Escrituras puede contraatacar las cosas inmundas que entran a nuestra mente. Pasar tiempo diariamente orando, leyendo la Biblia y meditando en sus enseñanzas nos permitirá seguir el modelo de pensamiento de Dios. Así viviremos una vida que agrade a nuestro Padre celestial y nos convertiremos en las personas que él planeó que fuéramos.
ORACION:
Mi bendito Dios y Señor, te ruego me ayudes a guardar tu palabra en mi mente y en mi corazón, para que no haya en ellos lugar para pensamientos e ideas que no glorifiquen tu santo nombre. Es mi anhelo vivir cada día honrándote en todo lo que pienso, digo o hago. Dame fuerzas para lograrlo. En el nombre de Jesús, Amén.
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