viernes, 6 de diciembre de 2013

Venancio Fortunato, Santo


Obispo de Poitiers, 14 Diciembre
 
Venancio Fortunato, Santo
Venancio Fortunato, Santo

Obispo de Poitiers


Etimológicamente significa “cazador”. Viene de la lengua latina.

Lejos de invitar a un repliegue, el Evangelio nos sugiere caminos muy concretos. Uno de ellos orienta a compartir con gestos sencillez, incluso con medios reducidos. ¡Qué asombro! Esos gestos repercuten en una generosidad imprevisible.

Este joven vino al mundo cerca de Venecia en el 530 y murió en Poitiers en el 600.

Hizo sus estudios en Ravena. Después se echó a vivir la vida como trovador durante unos años componiendo versos a cualquiera que le pagase dinero. Y con buena comida de por medio.

Cuando cayó enfermo de la vista, lo curó san Martín de Tours. Desde este instante decidió ir a esta ciudad a darle las gracias al santo.

Hizo un largo camino y cantando canciones pero sin mucho éxito.

Tan sólo en la localidad de Metz se celebraban las bodas de dos nobles. Aquí tuvo suerte con sus poemas y sus cantos.

Pero sus poesías cayeron pronto en el olvido porque el recién casado murió asesinado y ella falleció arrastrada por un caballo.

Después, y llevando una vida más acorde con sus principios cristianos, se entregó a pedir limosna para el monasterio en donde residía.

Es de esta época de donde datan los escritos que han llegado hasta nosotros. Son vidas de santos y poemas.

Nos quedan al menos diez mil hexámetros de su estilo y de su forma.

Hacia poemas para celebrar a los santos, para recordar las malas hazañas de los reyes merovingios o para dar gracias a Radegunda por los buenos banquetes que preparaba en su honor.

También componía himnos, sobre todo “Vexilla regis" que aún hoy día se cantan en las fiestas en las que se expone el Santísimo Sacramento y el "Pange lingua” que es es usada en alguna de las "Horas Canónicas", que son parte del Oficio Divino.

Con el paso del tiempo llegó a ser obispo de Poitiers.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Nota : Existe otro himno que inicia con las mismas palabras ("Pange lingua”) pero que fue escrito por Santo Tomás de Aquino y que se refiere al Santísimo Sacramento.




San Venancio Fortunato, obispo
fecha: 14 de diciembre
n.: c. 535 - †: c. 610 - país: Francia
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
En Poitiers, de Aquitania, san Venancio Fortunato, obispo, que escribió las gestas de muchos santos y con elegantes himnos honró la santa Cruz.
patronazgo: patrono de cocineros, pasteleros y gastrónomos.

Una enfermedad de los ojos cambió su vida. Nació en tiempos del reinado de los godos (siendo regidora Amalasunta, hija de Teodorico, en nombre de su hijo Atalarico, menor de edad); y fue a estudiar «al extranjero», lo que en ese momento significaba a Rávena, capital del imperio bizantino en Italia, uno de los principales focos culturales de Europa. Estudió gramática y retórica, y aquí ocurre el episodio de su enfermedad de ojos y la posterior curación, que Venancio atribuye a la intercesión de san Martín de Tours: por lo tanto decide ir a dar gracias a su tumba en la Galia. Una peregrinación de la que no volverá.

Ya en el camino fue bien recibido, en las sucesivas paradas, por familias nobles, ganadas por sus poemas en latín, que todos juzgan sublimes. En verdad -de lo que se conserva-, no siempre es así, pero entre el gran analfabetismo de la época, su cultura sorprende y encanta. Al llegar a Tours, reza ante la tumba de san Martín (a quien dedicará un poema) y luego sigue hasta Poitiers. Allí conoce a una persona excepcional, no tanto porque es una reina, sino porque se encuentra atrapada en medio de reyes y príncipes que no saben leer. Es santa Radegunda princesa triste de Turingia, casada a la fuerza con Clotario I, rey de Neustria (noroeste de Francia), a quien dejó luego de que el rey asesinara a uno de los hermanos de ella. En Poitiers, junto con su hija adoptiva santa Inés de Poitiers, fundó y dirige un monasterio. El encuentro con estas mujeres da una nueva orientación a la vida de Venancio, admirado por las dos a causa de su poesía, y a la vez atraído él por la forma en que aquellas santas viven su fe.

Es ordenado sacerdote, toma la dirección espiritual del monasterio, y continúa escribiendo. Los temas dominantes de su poesía religiosa son. el culto de la Cruz, la piedad mariana, el sentido de la muerte, y la guía espiritual de los fieles. Tiene un buen conocimiento de los Evangelios, de los Salmos, de Isaías y de algunos Padres de la Iglesia, así como de numerosos autores latinos no cristianos. Su himno «Vexilla Regis prodeunt», en honor de la Cruz, se canta aun ahora en Semana Santa (en el breviario latino), y también otros se incluyeron en el Breviario. En latín también compuso la vida de siete santos de la Galia, incluida la de Radegunda, muerta en 587.

Hacia el 600 es consagrado obispo de Poitiers, se convirtió en una figura eminente en la Galia, desgarrada por las guerras entre reinos y las masacres de familia. Su obra como poeta cristiano está inspirada por una sincera piedad y la ternura que anima a algunos de sus versos, testimonio poco común de humanidad y fe en unos tiempos de barbarie. Venancio muere un 14 de diciembre, entre el 605 y el 610, y pronto se lo venera como santo: «santo y beato» lo proclama la inscripción de su tumba en la catedral de Poitiers, compuesta hacia el 785 por Pablo el Diácono, historiador de los lombardos, invocando su intercesión.

Himno «Vexilla regis prodeunt»


































Vexílla regis pródeunt,
fulget crucis mystérium,
quo carne carnis cónditor
suspénsus est patíbulo;


Los estandartes del Rey aparecen,
brilla el misterio de la Cruz:
en carne el creador de la carne
cuelga de un patíbulo;


Quo, vulnerátus ínsuper
mucróne diro lánceæ,
ut nos laváret crímine,
manávit unda et sánguine.


Donde, además lastimado
por la terrible punta de una lanza
para lavarnos del crimen
manó sangre y agua.


Arbor decóra et fúlgida,
ornáta regis púrpura,
elécta digno stípite
tam sancta membra tángere!


¡Árbol precioso y brillante,
adornado por púrpura real
elegido de digno tronco
para tocar tan santos miembros!


Beáta, cuius brácchiis
sæcli pepéndit prétium;
statéra facta est córporis
prædam tulítque tártari.


Feliz tú, en cuyos brazos
colgó el precio del mundo
(hecho báscula del cuerpo),
y arrebató al infierno su presa.


Salve, ara, salve, víctima,
de passiónis glória,
qua Vita mortem pértulit
et morte vitam réddidit!


¡Salve altar, salve víctima
por la gloria de la pasión
en quien la Vida es llevada a la muerte
y con la muerte regresa vida!


O crux, ave, spes única!
hoc passiónis témpore
piis adáuge grátiam
reísque dele crímina.


¡Oh Cruz, salve, esperanza única
en este tiempo de pasión!
aumenta en los justos la gracia,
y limpia a los reos sus crímenes


Te, fons salútis, Trínitas,
colláudet omnis spíritus;
quos per crucis mystérium
salvas, fove per sæcula. Amen.


Y a ti, Trinidad, fuente de salvación,
te alabe juntamente todo espíritu;
a quienes por el misterio de la cruz
salvas, protégelos por siempre. Amén.



El artículo fue traducido para ETF, con escasas adaptaciones, del original italiano de Domenico Agasso en Famiglia Cristiana, que se reproduce en Santi e beati; el himno fue traducido por Abel Della Costa a partir de la versión del breviario latino (hay variantes del mismo en otras recensiones); el patronazgo sobre pasteleros y gastrónomos proviene de unos poemas ("Hinc me deliciis") dedicados al gusto que le produjeron unas glosinas que le cocinaron Inés y Radegunda, y a quienes agradece en ellos; en este web puede leerse los poemas en latín traducidos al ingles; el dato de este patronazgo -que no aparece en los sitios que usamos habitualmente para verificar patronazgos- lo hemos tomado de Misa Tridentina, que lamentablemente no cita en este caso su fuente. Una vida mucho más detallada, con abundante mención de fuentes, e introducción a los escritos, puede leerse en Di Berardino, Patrología, BAC, tomo IV, pág. 394-420. De la amplísima bibliografía allí mencionada extraemos: para la edición de las obras, Leo y Krusch, en Monumenta Germaniae Historica, Auctores antiquissimi, vol. IV (1 y 2); acerca del culto del santo, B. de Gaiffier, en Analecta Bollandiana, vol. LXX (1952), pp. 262-284.

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