jueves, 5 de diciembre de 2013

Para mantenernos fieles a Dios


Para ello es necesario ser paciente y perseverar entre otras cosas en 7 de ellas que son elementales:

La auto aceptación (ser uno mismo y tener sana autoestima),

El auto control (dominio propio),

La coherencia (testimonio de vida),

La constancia (persistencia)

Y en la oración (diálogo permanente con Dios),

También en la humildad y obediencia.


 Si fallamos en uno de estos siete elementos empezamos a claudicar y, entonces, el proyecto de Dios a través de nuestras vidas empieza a fallar.

Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.Santa Catalina de Siena (1347-1380) Religiosa italiana.

“A Dios hablamos cuando oramos, y lo escuchamos cuando leemos su Palabra”.San Ambrosio

Dice la Sabiduría “Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos.” Proverbios 8,18


Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años. Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.


Estar agradecidos...

Un buen Hombre fue asaltado por unos ladrones que le robaron su cartera.
Entonces él escribió lo siguiente en su diario:

“Señor, ayúdame a estar agradecido; primero, porque nunca antes he sido robado; segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la vida; tercero, porque aunque se llevaron todo lo que tenía yo, no era mucho; y cuarto, porque fui yo quien fue robado y no quien robó.”


 Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15, 57


Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia. Romanos 5, 3.


 

La estima y la riqueza

Un joven predicador fue invitado a último momento para que predicase un sermón en la iglesia de su ciudad. Siguiendo un impulso, usó como tema uno de los Diez Mandamientos: “No hurtarás”.
A la mañana siguiente, subió a un autobús y le dio al conductor un billete de un dólar. El conductor le dio el cambio y él se dirigió a la parte trasera del vehículo.


Echando un vistazo al cambio antes de guardarlo en su bolsillo, el hombre observó que el conductor le había dado diez centavos de más. Su primer pensamiento fue: La compañía de autobuses no se dará cuenta jamás de la pérdida de diez centavos. Sin embargo, cambió de opinión rápidamente, sintiendo en su conciencia que los diez centavos no le pertenecían y que los debía devolver al conductor. Regresó al frente y le dijo al conductor:” Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos.

Para su sorpresa, el conductor le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Escuché su sermón ayer y lo estaba observando por el espejo mientras contaba su vuelto”.
El joven predicador había pasado la prueba a la cual fue sometido por el conductor… y dio un firme testimonio de su fe.

¡Que todos nuestros actos concuerden así con nuestras palabras!

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas. Proverbios 22, 1

Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús. Filipenses 1, 6

Dios ha prometido que estará contigo siempre, confía y descansa en sus promesas.
Él no te miente, ni te engaña, es Fiel y Te Ama!


En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo. Juan 16, 33


Para quien ama...

Todo es transparencia para quien ama
 


“Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno” (Tagore).


Todo lo puedes hacer como deseas si tu vida está repleta de amor.
Cuando la gente habla de amor, tú,- en silencio-, la escuchas. Y te das cuenta de que n han entendido la fuerza transformadora de esta realidad inherente a todo ser humano que se precie de tal.

Cuando tú estás inmerso en la corriente benefactora del amor, todo lo difícil que la vida te presenta, te parece una pequeñez en comparación con la energía que nace dentro de ti, y que llevas admirablemente a los otros.


 Cuando oyes a tu lado tantos lamentos y quejas acerca de la marcha del mundo, piensa que es debido, en gran parte, a que la persona no vive cerca de esta corriente alegre del amor.

Tú, feliz y contento mientras lees estos momentos de paz, eres una canción para mucha gente sedienta de amor.

Tú, con tu conducta ejemplar y tu entrega, eres un beso que te acerca a la eternidad viva y realizada ya en este mundo concreto en el que te ha tocado vivir.

El beso del amor no transporta en su donación los elementos pasionales que lo entristecen.
Desde que empecé a besar a la gente con pasión y malos deseos, me he convertido en un obseso, comentaba un joven.

Ahora, sin embargo, que he hecho una recomposición de mi vida, he vuelto a saborear el mundo sin careta.


¡Vive hoy feliz!


 

Vivir...es un tejer juntos.

Juan le pide a Matilde que le enseñe a tejer.
-¿A tejer?
-Si, a tejer.

- El secreto del tejido está en la mano del tejedor, así como el secreto de la cocina está en la mano del cocinero.

Ella entonces tomó una aguja y le mostró el enhebrar los puntos.


 -Te enseñaré a tejer el punto arroz... Tenés que hacer así, con la otra aguja tomas el punto por abajo y pasas la lana por arriba y así uno abajo, otro arriba hasta terminar la vuelta. En la próxima vuelta donde pasaste la aguja por abajo, ahora por arriba y donde pasaste la lana por arriba ahora por abajo, un punto tras otro punto hasta terminar la vuelta.

Matilde, con sus manos habilidosas y justas completó sus dos vueltas y le entregó a Juan el tejido.

Este, inseguro entreteje sus primeros puntos, trabajosamente y con la propia inhabilidad del novato completa sus dos vueltas y se lo entrega a su esposa.

-En el tejido, siempre la mejor vuelta, el mejor punto es el que se está haciendo- pronostica mientras hace sus dos vueltas, que al terminar se lo ofrece a Juan. Y así dos vueltas cada uno van armando la tela.

En el tejido se notan las diferencias. Las dos cada vueltas de Matilde ajustadas, constantes, prolijas, las dos de Juan imprecisas y flojas.

El hilado muestra las dos distintas manos, rayado horizontalmente por las diferencias.

Y así siguen tejiendo. Cada vez más preciso uno y otro; al cabo de un tiempo, las experiencias mutuas, los ajustes se ven reflejado en lo hecho. Ambos haciéndose responsables de su propio tejido, en la trama que les pertenece.

Con el devenir, un día, Ignacio su hijo de siete años, le pregunta:
-¿Pá, que es la vida?

El lo miró a los ojos, le puso suavemente su mano en el hombro y le contestó:
-Hijo mío, vivir es tejer juntos.


 


Una persona es grande cuando...

Los tamaños varían conforme el grado de compromiso…
Una persona es enorme para uno, cuando habla de lo que leyó y vivió, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente.

Es pequeña cuando solo piensa en sí misma, cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando fracasa justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que hay dé más importante entre dos personas: la amistad, el cariño, el respeto, el celo y asimismo el amor.

Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo.

Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra, no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de sí misma.

Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir en un espacio de pocas semanas. Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo. Es difícil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos. Nuestro juzgamiento es hecho, no a través de centímetros y metros, sino de acciones y reacciones, de expectativas y frustraciones.


 Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra. El egoísmo unifica a los insignificantes. No es la altura, ni el peso, ni los músculos que tornan a una persona grande… es su sensibilidad, sin tamaño.
William Shakespeare

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Génesis 12, 2

Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Mateo 11, 11


Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.


La vida espiritual......una vida de armonía

La mayoría de nosotros aspiramos a vivir en forma coherente con valores espirituales profundos. Sin embargo, suele ser difícil definir qué significa vida espiritual...Vivir espiritualmente “guiado” significa estar dispuesto a sentarse en el silencio, permitir que el conocimiento se haga presente, abandonar los miedos y soltar todo aquello a lo que estamos encadenados.

Observar objetos y personas como si fueran nubes en un vasto cielo que vuelan libremente, sin que nos aten ni nos pertenezcan. Elegir perdonar cuando hay motivos para el odio, elegir tener fe cuando la situación es desesperada, elegir la paciencia cuando estamos consumidos por la furia. Ser espiritual es algo natural y le da sentido a la palabra “humano”. Acompañar los ritmos de la naturaleza y actuar con tolerancia y compasión es vivir espiritualmente.

Una vida espiritual se encamina a vivir algo más importante que los pequeños egoísmos de cada uno. Cada individuo encuentra su propia llave del reino. Algunos buscan la elevación de su conciencia, la sabiduría y la iluminación.


 Otros practican el amor y la compasión. Ciertas personas sirven a la humanidad en general y otros, a unos pocos seres cercanos en su escenario particular de vida. Pero la vida espiritual se vive diariamente y en cada faceta de la vida cotidiana. Se compone de alegría de vivir y sentido de la libertad. Vivir simplemente y sin desperdiciar la energía de vida, desde el fondo del corazón, con intensidad y coraje. Buscar la armonía interior, estar en armonía con los otros y con la naturaleza toda. Ser un estandarte de paz sin que por ello haya que tolerar la injusticia. Escuchar el doble de lo que se habla y cultivar el silencio tanto como sea posible.

Sentir la vida como una aventura diaria, en el simple acto de despertarse cada mañana y respirar, dejar de buscar respuestas que nos brinden la seguridad. Lanzarse a la inmensidad de la vida con la clara intención de crecer. Existen muchos senderos que conducen a la verdad y cada persona puede buscar el propio. Si cultivamos el sentido de intrépida aventura, nuestra vida ordinaria se transformará en una vida extraordinaria. La práctica de valores espirituales será la guía permanente que estará siempre presente al penetrar en lo desconocido.

Vives “guiado” cuando acompañas los ritmos de la naturaleza y practicas la tolerancia.


Extraído del libro Terapia del Alma, Editorial Albatros


Vivir es tejer juntos

 


Juan le pide a Matilde que le enseñe a tejer.
-¿A tejer?
-Si, a tejer.

- El secreto del tejido está en la mano del tejedor, así como el secreto de la cocina está en la mano del cocinero.

Ella entonces tomó una aguja y le mostró el enhebrar los puntos.

-Te enseñaré a tejer el punto arroz... Tenés que hacer así, con la otra aguja tomas el punto por abajo y pasas la lana por arriba y así uno abajo, otro arriba hasta terminar la vuelta. En la próxima vuelta donde pasaste la aguja por abajo, ahora por arriba y donde pasaste la lana por arriba ahora por abajo, un punto tras otro punto hasta terminar la vuelta.

Matilde, con sus manos habilidosas y justas completó sus dos vueltas y le entregó a Juan el tejido.

Este, inseguro entreteje sus primeros puntos, trabajosamente y con la propia inhabilidad del novato completa sus dos vueltas y se lo entrega a su esposa.

-En el tejido, siempre la mejor vuelta, el mejor punto es el que se está haciendo- pronostica mientras hace sus dos vueltas, que al terminar se lo ofrece a Juan. Y así dos vueltas cada uno van armando la tela.

En el tejido se notan las diferencias. Las dos cada vueltas de Matilde ajustadas, constantes, prolijas, las dos de Juan imprecisas y flojas.

El hilado muestra las dos distintas manos, rayado horizontalmente por las diferencias.


 Y así siguen tejiendo. Cada vez más preciso uno y otro; al cabo de un tiempo, las experiencias mutuas, los ajustes se ven reflejado en lo hecho. Ambos haciéndose responsables de su propio tejido, en la trama que les pertenece.

Con el devenir, un día, Ignacio su hijo de siete años, le pregunta:
-¿Pá, que es la vida?

El lo miró a los ojos, le puso suavemente su mano en el hombro y le contestó:

-Hijo mío, vivir es tejer juntos.


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